Los Estados Unidos de América (U.S.A.) es un país sin nombre propio, como México, Uruguay, Japón, Francia, etc. La historia nos enseña que ese territorio, cuyos pueblos originarios aún lo habitan, fue haciendo su población con el concurso de todas las naciones. Americanos de todas las latitudes (incluyendo los mexicanos que también son dueños originarios de gran parte del territorio que ocupa los Estados Unidos actualmente), africanos, europeos, asiáticos, etc., han aportado su parte para conformar la actual población de esa gran nación.
Pero no solamente llegaron habitantes del mundo entero a poblar esa gran extensión de nuestro planeta tierra, sino también llevaron consigo sus costumbres, su cultura, su arte, sus idiomas. Toda esa mezcla tan heterogénea es la principal riqueza de esa nación. Sin embargo, esa potencia mundial no ha aportado gran cosa al mundo, sino todo lo contrario: se convirtió en un imperio que se dedicó a devastar naciones enteras, robarles sus riquezas, aniquilar a sus pobladores. El primer país en el mundo entero con una verdadera democracia y una constitución política, de ser la esperanza del mundo se convirtió en una pesadilla. A pesar de los grandes hombres y mujeres que han nacido en esa nación americana, los dueños del dinero se apropiaron de los gobiernos y de sus partidos políticos y se adueñaron de la gran nación. El sufrimiento no sólo fue para el mundo, sino también para la misma población norteamericana.
Ayer, 4 de noviembre, el noble pueblo norteamericano, haciendo a un lado sus temores y sus prejuicios, decidió dar el gran salto y eligió como presidente a Barack Obama. A pesar de que fue candidato por un partido que, al igual que el republicano, no se ha destacado porque de sus filas surjan buenos gobernantes que estén al servicio del pueblo y no de los poderosos amos del dinero, la alegría por la elección de Obama es manifiesta en todas las naciones del mundo: un afroamericano será el nuevo presidente de Los Estados Unidos. Parece ser algo insignificante, pero no es así, pues no hace mucho la segregación racial todavía se daba en Los Estados Unidos.
Ojalá que para bien del pueblo norteamericano y de todas las naciones del mundo, Obama cumpla con la historia y haga de Los Estados Unidos la nación amiga que todo el mundo deseamos, para que aprendamos a respetarla y quererla, pues a pesar de sus oprobiosos gobiernos, amamos la cultura y al pueblo estadounidense.
Y precisamente parte importante de esa cultura norteamericana es la de su lado africano: a todos nos fascina el rock, el blues, el jazz que, en la música, es la gran aportación de Los Estados Unidos al mundo, y es una música netamente de origen africano.
En particular, Obama debe recordar que sus bisabuelos y tatarabuelos nacieron en Africa. Tal vez en alguna parte de la bella República Democrática del Congo. Ojalá y el orgullo de su origen haga que el nuevo presidente decida poner un alto a la explotación que las naciones poderosas, como Los Estados Unidos, han hecho con el sufrido pueblo africano, que habitan el continente de donde todos, a fin de cuentas, descendemos, pues en África está el origen del ser humano.
Pero no solamente llegaron habitantes del mundo entero a poblar esa gran extensión de nuestro planeta tierra, sino también llevaron consigo sus costumbres, su cultura, su arte, sus idiomas. Toda esa mezcla tan heterogénea es la principal riqueza de esa nación. Sin embargo, esa potencia mundial no ha aportado gran cosa al mundo, sino todo lo contrario: se convirtió en un imperio que se dedicó a devastar naciones enteras, robarles sus riquezas, aniquilar a sus pobladores. El primer país en el mundo entero con una verdadera democracia y una constitución política, de ser la esperanza del mundo se convirtió en una pesadilla. A pesar de los grandes hombres y mujeres que han nacido en esa nación americana, los dueños del dinero se apropiaron de los gobiernos y de sus partidos políticos y se adueñaron de la gran nación. El sufrimiento no sólo fue para el mundo, sino también para la misma población norteamericana.
Ayer, 4 de noviembre, el noble pueblo norteamericano, haciendo a un lado sus temores y sus prejuicios, decidió dar el gran salto y eligió como presidente a Barack Obama. A pesar de que fue candidato por un partido que, al igual que el republicano, no se ha destacado porque de sus filas surjan buenos gobernantes que estén al servicio del pueblo y no de los poderosos amos del dinero, la alegría por la elección de Obama es manifiesta en todas las naciones del mundo: un afroamericano será el nuevo presidente de Los Estados Unidos. Parece ser algo insignificante, pero no es así, pues no hace mucho la segregación racial todavía se daba en Los Estados Unidos.
Ojalá que para bien del pueblo norteamericano y de todas las naciones del mundo, Obama cumpla con la historia y haga de Los Estados Unidos la nación amiga que todo el mundo deseamos, para que aprendamos a respetarla y quererla, pues a pesar de sus oprobiosos gobiernos, amamos la cultura y al pueblo estadounidense.
Y precisamente parte importante de esa cultura norteamericana es la de su lado africano: a todos nos fascina el rock, el blues, el jazz que, en la música, es la gran aportación de Los Estados Unidos al mundo, y es una música netamente de origen africano.
En particular, Obama debe recordar que sus bisabuelos y tatarabuelos nacieron en Africa. Tal vez en alguna parte de la bella República Democrática del Congo. Ojalá y el orgullo de su origen haga que el nuevo presidente decida poner un alto a la explotación que las naciones poderosas, como Los Estados Unidos, han hecho con el sufrido pueblo africano, que habitan el continente de donde todos, a fin de cuentas, descendemos, pues en África está el origen del ser humano.
Rescatemos Africa...!!!!!!!!!!
Ni una muerte más por guerra, hambre o enfermedad curable en la República Democrática del Congo!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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