Portada :: Palestina y Oriente Próximo |
01-01-2009 |
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens |
Si pensáis que exagero, consideremos las palabras de Matan Vilnai, Ministro Adjunto de Defensa [sic] de Israel, en febrero de este año: “Mientras más se intensifica el fuego de Qassam [cohetes] y los cohetes aumentan su alcance, se buscarán una mayor shoah porque utilizaremos todo nuestro poderío para defendernos.” En hebreo, “shoah” se refiere al Holocausto Judío de los años cuarenta. Pero masivos ataques aéreos no son autodefensa si uno es el agresor. Eso vale para toda la estúpida así llamada “Guerra contra el Terror,” en la que ni una sola víctima ha tenido algo que ver con los eventos del 11 de septiembre de 2001. Eso vale para EE.UU. en Iraq y Afganistán; también vale para Israel en Palestina.
Y vale para Alemania en Polonia. En 1940, los alemanes comenzaron a concentrar a judíos polacos en guetos antes de deportarlos a los campos de exterminio. El mayor era el Gueto de Varsovia, donde una insurrección – una insurrección judía – comenzó en 1943. Actualmente, Gaza es esencialmente un inmenso gueto, con una población de cerca de 1,5 millones que viven en unos 360 kilómetros cuadrados. Israel controla las fronteras terrestres, el espacio aéreo y los accesos por mar, el agua, y el flujo de bienes, incluidos alimentos y suministros médicos. Desde junio de 2007, Israel ha impuesto un bloqueo al pueblo de Gaza, matándolo lentamente de hambre, matándolo lentamente al negarle atención sanitaria en medio de intermitentes ataques aéreos. Esos crímenes contra la humanidad violan, evidentemente, las Convenciones de Ginebra – derecho internacional establecido después de la Segunda Guerra Mundial en el espíritu de “nunca más”. A diferencia de Varsovia, Gaza no es el área de preparación para los campos de exterminio; Gaza ES el campo de exterminio.
Los cohetes Qassam disparados desde Gaza como represalias por los ataques aéreos de los F-16 israelíes son el equivalente en los cócteles Molotov utilizados por la resistencia en el Gueto de Varsovia en 1943. Como las armas cortas de los judíos polacos, no son nada en comparación con el armamento sofisticado del ejército invasor. Por eso la cantidad de víctimas es tan elevada entre la gente en Gaza, y tan mínima entre los israelíes. Los medios dominantes la presentan como una “guerra a fondo,” como presentan la ocupación ilegal de Iraq. Pero en ambos casos estamos ante un pueblo hambriento, esencialmente desarmado, atacado con F-15/F-16, misiles crucero, uranio empobrecido, bombas de racimo, tanques y artillería. No se trata de una guerra, es asesinato en masa; es genocidio. Y el apoyo militar, financiero y político estadounidense posibilita este derramamiento de sangre.
Desde Norteamérica a Alemania, de Camboya a Ruanda a Palestina a Iraq, el asesinato masivo es malo. Cuando los estadounidenses buscan a quién culpar, no podemos culpar a las víctimas. Sí, hay muchos protagonistas y muchos gobiernos que hacen la vista gorda ante el genocidio, pero ¿no alardeamos de lo mejores que somos? ¿No debiéramos dejar de ser cómplices en esos crímenes supremos contra la humanidad? Todo lo que tenemos que hacer es cumplir nuestras propias leyes, que incluyen todos los tratados y acuerdos internacionales firmados. Debemos terminar nuestras ocupaciones ilegales de Iraq y Afganistán y dejar de financiar y suministrar armamento para la ocupación ilegal y robo de tierra palestina. En las palabras de Rachel Corrie, una estudiante universitaria estadounidense de 23 años asesinada en Rafah por las Fuerzas Israelíes de Ocupación el 16 de marzo de 2003:
“… Sólo quiero escribir a mi madre y contarle que estoy presenciando este genocidio crónico, insidioso y que estoy verdaderamente asustada y cuestionando mi creencia fundamental en la bondad de la naturaleza humana. Esto tiene que detenerse. Pienso que es una buena idea que todos abandonemos todo y dediquemos nuestras vidas a hacer que esto se detenga. Ya no pienso que sea algo extremista. Realmente quiero todavía bailar con Pat Benatar y tener amigos y divertir a mis compañeros. Pero también quiero que esto se detenga. Lo que siento es incredulidad y horror. Desilusión. Me desilusiona que ésta sea la realidad de base de nuestro mundo y que nosotros, en los hechos, participemos en ella. Esto no es en nada lo que quería cuando llegué a este mundo. Esto no es en nada lo que la gente de aquí quería cuando llegó a este mundo… Así que si sueno demente, o si los militares israelíes rompieran con su tendencia racista de no herir a gente blanca, por favor culpen por el motivo directamente al hecho de que estoy en medio de un genocidio que también estoy apoyando indirectamente, y por el cual mi gobierno es en gran parte responsable.” (Rachel, joven judía norteamericana fue asesinada por los israelitas cuandose estaba oponiéndose a la destrucción de casas de palestinos con bulldozers. Le echaron el buldozzer encima y de esa manera murió, aplastada, defendiendo las casas de los palestinos. Nota de la página de La Unidad Morelos).
Escuchemos su valerosa sabiduría, y terminemos la ocupación ilegal. Si no actuamos, la próxima vez que alguien lance aviones contra edificios estadounidenses, no preguntemos por ignorancia: “¿Por qué nos odian?”
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Dahlia Wasfi nació en EE.UU. en 1971, hija de una madre judía estadounidense y un padre musulmán iraquí. Obtuvo su título en medicina de la Universidad de Pensilvania en 1997. La Dra. Wasfi se pronuncia a favor de una retirada inmediata, incondicional, de las fuerzas estadounidenses de Iraq y por la necesidad de terminar la ocupación “del Nilo al Éufrates.” Su sitio en la Red es: www.liberatethis.com .
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