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lunes, 1 de junio de 2009

BORIS VIAN Y "EL DESERTOR"


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01-06-2009

50º aniversario de la muerte de Boris Vian. Reseña de la novela "El arrancacorazones"


El ladrón de ideales




¿De qué y cómo escribiría usted si le hubiese ocurrido lo siguiente?: A su espalda temporal queda la Primera gran Guerra, Europa se había encharcado de sangre humana, el total de muertos se alzó hasta los 30 millones. Las grandes burguesías y las aristocracias de unos y otros países habían calentado el aire y la población sentía asaltado su cerebro, arrancado su porvenir, borrados sus ideales, las clases altas ocultaron sus deseos de conquista de territorios para hacerse con nuevos mercados. De la Unión Soviética deseaban su derrota por el peligro de revolución social que amenazaba sus intereses. Usted tenía 16 años cuando los fascistas españoles dieron un golpe de estado, golpe que ante la resistencia del pueblo republicano lo convirtieron en guerra. Guerra de España como principio de la Segunda Guerra Mundial, 1939; las burguesías y aristocracias de los países europeos entran en guerra una segunda vez. Ocasionan entre 50 y 60 millones de muertos, el doble que en la Primera Guerra. Beckett dice que hay en el aire un olor dulzón, el olor que dejan los muertos. En ese periodo Francia colabora, como gobierno colonizador de Vietnam, con Japón invasor y aliado de los nazis. También va a conocer la rebelión del pueblo de Argelia contra su país, Francia, potencia colonial. Usted emplea su escritura como arma de rebelión y viene a decir: “¡ministros del gobierno, no pienso ir a la guerra, que os den!” y su palabra se extiende, se difunde por todo el mundo hasta resultar una bandera pacifista. Desde 1954 los independentistas argelinos plantan cara a los colonialistas franceses, y las atrocidades cometidas por estos espantan a la población francesa en general y a usted en particular. Cómo le afectaría todo esto, cómo afectaría todo esto a su vida, a la vida de alguien que no mira para otro lado. ¿Qué sistema social le robaba a usted y al conjunto de la sociedad el corazón?

Usted podía ser Boris Vian, el escritor que nació en 1920 y murió en 1959, y escribió la canción que tituló “El desertor”, canción pacifista, canción de ideales de resistencia contra la expresión más representativa de la violencia capitalista, la guerra de conquista y explotación humana. ¿Quién es el arrancacorazones? Leamos:

“El desertor”

“Señor Presidente/ le he escrito una carta/ que tal vez pueda leer/ si dispone de un poco de tiempo./ Acabo de recibir/ los documentos para ir al servicio militar,/ y partir hacia la guerra/ antes de la noche del miércoles./ Señor Presidente:/ no quiero hacerlo./ Yo no he venido a este mundo/ para matar a la pobre gente./ No lo digo para enojarle,/ pero tengo que confesar/ que he tomado una decisión/ Y voy a desertar./ Desde que nací,/ he visto morir a mi padre,/ Irse lejos a mis hermanos/ y llorar a los niños./ Mi madre sufrió tanto/ que ya descansa en su tumba,/ pero se burla de las bombas/ y de los versos./ Cuando me hicieron prisionero/ me robaron a mi esposa/ me robaron el alma/ y todos mis queridos recuerdos./ Mañana muy temprano/ cerraré la puerta/ en las narices de esos años muertos/ y saldré a los caminos./ Mendigaré mi vida/ por las rutas de Francia,/ de Bretaña, en Provenza,/ y diré a la gente:/ Rechazad la obediencia, no vayáis a la guerra,/ no lo hagáis,/ negaos a partir./ Si hay que dar la sangre/ vaya usted a dar la suya,/ usted que es un buen apóstol,/ señor Presidente./ Y si me persigue/ prevenga a sus gendarmes/ que yo no llevo armas/ y podrán dispararme/ armas/ y podrán dispararme.”

El gobierno francés se la prohibió de inmediato, y el efecto fue el de la caída de una piedra en un estanque, las voces que entonces se empezaron a cantarla empujaron a otras y así fueron aumentando su número de un momento para otro; cantantes de todo el mundo la difundían, hoy por hoy resulta ser la canción más traducida del mundo.

Boris Vian crea en 1948, al poco de terminar la guerra, el Colegio de la Patafísica, centro neurálgico donde se estudia la “ciencia de las soluciones imaginarias”; Patafísica, es antimetafísica, Patafísica es la contracción de “epi ta metá physika”: “lo que está alrededor de lo que está más allá de la física”. Boris Vian recurre a Alfred Jarry para recuperar sus teorías de ciencia imaginaria, teorías creadas ex profeso para regular las excepciones. La razón metafísica del XIX producida por el capitalismo, era la expresión de pensamiento más rechazable, más en carne viva de lo ya inaceptable, de ahí que la Escuela Patafísica proponga atender a la particularidad como excepcional y aplicarle la ciencia y las soluciones imaginarias. Como todo lo sucedido mostraba los intereses más despreciables de la minoría dominante, las soluciones a dar a mundo creado no podían ser más que inútiles, de ahí que el cartel anunciador del susodicho Colegio mostraba el siguiente escrito: “Sociedad de Investigaciones Eruditas e Inútiles”. Sus propuestas eran burlas a la norma establecida.

De ahí que, Boris Vian, en sus libros plasme las imágenes más desconcertantes, propias de un mundo imaginario difícilmente superable, en ellos los personajes protagonistas, cuyos nombres están enganchados al sentido de la novela, lo viven en estado de normalidad, y por tanto sus actos son consecuentes con el mundo que parece impensado; para eso, Boris Vian está continuamente reinventando el lenguaje, dando la vuelta a la lógica, con lo que genera una realidad literaria, metafórica, que destruye la razón como la conocemos, y nos exige una nueva forma de leer. Todo sea por desentumecer al lector, por acabar con la costumbre, con la prevención en el pensamiento: “La anomalía es lo que permite hacer descubrimientos”, declara. Su propósito es atender los casos concretos, apartar a cada uno de los demás, y, verlo sin ataduras, sin tapujos, sin el automatismo que lo encubre, de ahí que las imágenes siempre sean las creadas con el fondo de cada término empleado. La nueva ciencia, para aportar algo nuevo, se apoya en la imaginación.

Boris Vian, maestro del absurdo literario, nos dejó con su última novela una obra mayor, “El arrancacorazones”. Jacqmort (¿nombre que habla de una persona y de la muerte?, ¿podría querer decir “jaquemate”?) llega a un pueblo con la intención de psicoanalizar a todo el que pueda, pero escucha unos gritos aterradores, acude a la casa de donde provienen y encuentra a una mujer que se retuerce de dolor cuando está a punto de parir. Sin pararse a pensar atiende el parto. Resultado: dos mellizas y uno más, tres hijos que ella siente que la han deformado, que han dejado su cuerpo deshecho, por lo cual culpa, odia y amenaza con un revolver al marido, no quiere que se le acerque nunca más. El marido, cuyo nombre es Ángel, nombre que le da a otros personajes en otras novelas, se ha dicho en ocasiones que es un trasunto de Boris Vian, y Jacqmort mantienen una conversación sobre la falta de deseo como anulación personal y el deseo como fruto del pasado interior o de la influencia exterior, y si es una cosa o la otra la que nos hace libres. Más tarde, el marido, ante el riesgo que supone intentar ver a sus hijos y la incapacidad que siente por la amenaza de su mujer, desaparece.

La historia de esta mujer con sus tres hijos será uno de los hilos gruesos que cruce la novela, en ella se darán acontecimientos que irán a poner en letras luminosas lo que se presenta como normal en un sistema que ha eliminado las formas de ocultación. Muestra en plena acción los intereses, las presiones, la desatención y la ley que permite la continuidad de la barbarie. El sistema está hecho para que las culpas del conjunto recaigan sobre el débil, para lo que se paga, aunque con algo que no le sirva a éste de nada.

Jacqmort se encuentra con un pueblo en el que hay un mercado de viejos, se venden y se compran viejos para que los críos se entretengan haciéndoles todas las perrerías que se les ocurra hasta matarlos; en las plantas de trabajo tienen aprendices de usar y tirar, hay tantos en el “mercado de trabajo” que se les explota hasta que se mueren, entonces los patronos cogen otros; crucifican a un caballo semental por haber dejado preñada a una yegua, y a una vaca que no da la leche esperada le cortan la cabeza para que las demás aprendan, lo mismo si se cumple con lo previsto como si no se cumple siempre hay condena; hay relaciones sexuales con androides que se introducen en la criada; hay un combate de boxeo entre el cura y el diablo con el fin de hacer dinero para la iglesia … Y se nos dice: “…el agua del pozo hervía, y el cielo, transparente hasta los huesos…”, imágenes fuertes en las que individuos, objetos y naturaleza se presentan en estados pocas veces vistos, excepcionales o que parecen expresiones de deseos ocultos, otras veces se identifica una figura simbólica: “No había visto la iglesia… Para llegar hasta ella, tuvo que seguir el arroyo durante un trecho bastante largo. Miraba el agua maciza, y se azoraba al pensar en todo lo que debía ocultar la tensa superficie… Cincuenta metros más y, a bastante distancia de él, apareció la iglesia. Y, en el arroyo rojo, una barca inmóvil.” No hemos llegado a la iglesia y aquí comienza el pasaje que da consistencia a la novela, hallamos el contrapeso a tanto despropósito: un personaje dedicado a recoger con los dientes todas las porquerías que tira la gente a un río, las debe de cargar en una barca llamada La Gloira. Jacqmort le vio sacar la cabeza del agua e intentar subir a la barca y le gritó: “-¿Le ocurre algo?... ¿Necesita ayuda?” Y el otro, que iba cubierto de harapos le devuelve la pregunta: “-¿Es usted extranjero?” “-Sí –repuso Jacqmort.” “-De no ser así, no me hablaría usted de esa manera –observó el hombre, casi para su fuero interno.”

Sigamos el diálogo:

“-Pero ¿qué ha pasado? –quiso saber Jacqmort- ¿Se ha caído usted de la barca?

-Estaba trabajando –dijo el hombre- La gente tira las cosas muertas al agua para que yo las recoja. Con los dientes. Me pagan por eso. … Tengo que recogerlas con los dientes –dijo el hombre- Lo que está muerto o lo que está podrido. La gente o tira para eso. A veces dejan que las cosas se pudran sólo para poder tirarlas. Y tengo que cogerlas con los dientes. Para que me revienten en la boca. Para que me infecten la cara.

-¿Y le pagan mucho, por eso?...

-Me proporcionan la barca… y me pagan con vergüenza y oro.

Al oír la palabra “vergüenza”, Jacqmort no pudo evitar una expresión de disgusto, que en seguida lamentó.

-Tengo una casa- …- Me dan de comer. Me dan oro. Pero no lo puedo gastar. Nadie quiere venderme nada. Tengo una casa y mucho oro, pero tengo que apechugar con la vergüenza de todo el pueblo. Me pagan para que tenga remordimientos en su lugar. Por todas sus maldades e impiedades. Por todos sus vicios. Por sus crímenes. Por el mercado de viejos. Por los animales que torturan. Por los aprendices. Por toda la basura…

-¿Y por qué se dedica usted a eso? –preguntó Jacqmort.

-Antes que yo había otro- repuso.

-¿Y cómo fue que lo sustituyó? –insistió Jacqmort.

-El primero que tenga más vergüenza que yo tendrá que ocupar mi lugar –dijo el hombre- Siempre ha sido así en este pueblo. Son muy creyentes. Su conciencia es para ellos. Y nada de remordimientos. Pero el que flaquea, el que se subleva…

-Se embarca en La Gloira… -concluyó Jacqmort- Y usted fue un rebelde.

-Eso ya no ocurre con mucha frecuencia … -dijo el hombre- Quizá sea yo el último.

… más allá aparece lo que esperábamos ver más atrás:

“La iglesia, un huevo de gallina en un nido, no quedaba lejos.”

A continuación encontramos la conversación de Jacqmort con el cura. Boris Vian en su búsqueda de lo recóndito, de lo determinante, se llega a mostrar en el momento preciso con un lenguaje propio del razonamiento, y sin embargo todo lo que saca con ello es irracional, expone ese eje de la sociedad que es la religión en sus postulados conocidos, y lo hace de manera sucinta, clara, para que a nadie se le escape que lo que aparece pretende ser normal:

“- ----dijo Jacqmort- ¡Ese mercado de viejos! ¡Es insensato!

-¡Para usted, que vive en el siglo! –exclamó el cura- ¿El mercado de viejos? ¡Y a mí que me importa el mercado de viejos? …El problema, señor, es que no sufren en Dios. Son unos brutos. … Vienen a la iglesia como dictadores… ¿y sabe usted lo que me piden? Que haga crecer el forraje. La paz del espíritu, señor, les importa un bledo. ¡Ya la tienen! ¡Tienen a La Gloira! Lucharé hasta el fin y no me rendiré. No haré crecer el forraje. Gracias a Dios … tengo amigos fieles. Pocos, pero me apoyan.”

Como ve usted, tratándose de lo que se trata, Boris Vian no necesita hacer ficción desde la irracionalidad que se había propuesto, la irracionalidad bárbara es la que conforma el pensamiento de los responsables sociales. Después sí, lo irracional, pero no bárbaro, lo irracional fantástico se abre paso, empezando por un gato que sentado en la pared observa a Jacqmort que protesta, estando sólo, por la obligatoriedad de asistir a misa. Más adelante el mismo Jacqmort maullará con “nostalgia y dolor”.

La novela, dividida en tres partes (el tres otra vez) articula en cada una de ellas diferentes escenas y episodios que en muchas ocasiones se ven titulados con una fecha; comienza el libro el 28 de agosto y termina el 16 de “marulio”; ¿de otoño a primavera-verano?; como se ve comienza en fecha reconocible y en el episodio XIII de la segunda parte los nombres de los meses empiezan a retorcerse, y, al comenzar la tercera el narrador nos advierte que han transcurrido, desde la llegada de Jacqmort al pueblo, “cuatro años y unos días”.

Como si hubiese una sombra tras la historia, tanto en la forma de presentarnos el tiempo como en la exposición de imágenes y acontecimientos –por ejemplo los tres niños lamen unos caracoles azules que de inmediato les ponen en marcha la imaginación- Boris Vian nos recuerda a “Alicia en el País de las Maravillas”, combina lo real con lo maravilloso, con lo extraño, con la exageración. Su personaje principal es extraño a la realidad monstruosa, y por eso la mirada de éste, no acostumbrada, resalta o saca a la luz la brutalidad en la que se vive. Su mirada nueva prueba y descubre. Sólo el lector acostumbrado a la norma, al pensamiento instituido, a no ver lo que ocurre a su alrededor no descubrirá nada, no entenderá la protesta y la burla de Boris Vian.

Volviendo al número 3, que tanto significa en el cristianismo, aquí resulta alienador, esclavizante y motivo de tortura, los tres hijos de la mujer acabarán en las jaulas que ella, buscando como protegerlos mejor, los meterá , y desde entonces se dedicará a cuidarlos; tres monaguillos que asisten al cura; el tridente en el que están representadas escenas demoníacas, …Para finalizar y no hacer esto más largo, hay que decir que Jacqmort termina sustituyendo en la barca al hombre que él había visto al principio cogiendo la podredumbre que tira esa sociedad. Ya le había advertido el otro que sería sustituido cuando llegase alguien que se avergonzase con lo que viese. De ahí que cuando Jacqmort choca con cada miembro de esa sociedad y pregunta a unos y otros que si no les da “vergüenza” por lo que hacen, le golpeen, no se admiten reproches, críticas, denuncias, ¿les recuerda o conocen algo semejante sucedido en su sociedad?.

Quien tenga vergüenza, la persona ética, la que se rebele contra la barbarie titulada por los ladrones de plusvalías, por los oportunistas, de modernidad y civilizada, descubrirá en “El arrancacorazones” un territorio novelesco en el que reconocer lo que propagan esos y además quieren que se asimile como normal.

Por cierto, ¿y el título?: “El arrancacorazones”. ¿Quién arrancan los corazones de la gente? ¿Quién descorazona, quién acaba con la esperanza de un mundo justo, quién persigue al que crítica todo esto, quien golpea física y moralmente al que siente vergüenza, quién es el ladrón de ideales?, aquí aparecen los que producen la explotación hasta el límite, el individualismo, la violencia, el vacío ético, … ¿Quiénes son los responsables?: no espere que yo se lo diga, responda usted mismo:……………………………….. .

¿De qué escribiría usted si le hubiese tocado vivir lo que le tocó a Boris Vian? ¿De qué escribirá usted con lo que vive y ve a su alrededor?



Título: El arrancacorazones.

Autor: Boris Vian.

Editorial: Tusquets editores.




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