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lunes, 27 de octubre de 2008

Criminalización de la Lucha Social


Chomsky tiene un libro titulado Piratas y Emperadores. En él expone detalladamente una enorme lista de manipulaciones discursivas que cuidadosamente ha llevado a cabo el Imperio por antonomasia (el gringo), para hacer parecer bueno y necesario lo que él hace y perverso y criminal lo que hacen los demás (que no están con él), aunque se trate de exactamente lo mismo, como un bombardeo, un ataque o una acción militar. Si el ejército de Israel (incondicional aliado suyo) realiza un ataque masivo a una población civil y mata a 80 inocentes desarmados, es una medida preventiva necesaria para mantener la paz en la zona; si unos palestinos lanzan granadas a una base militar y ni siquiera hay pérdidas humanas o las que hay son militares y no civiles, se trata de un ataque terrorista perpetrado por maniáticos religiosos alejados de la realidad democrática que defienden los pueblos democráticos como el de Estados Unidos e Israel.
La protesta social es criminal para quien ve afectados sus intereses inmediatos, para los grupos que controlan las armas y los medios de comunicación; a través de estos últimos inoculan en la pasiva ciudadanía la idea de que las acciones de los gobiernos son positivas, plurales, democráticas y siempre buscan el bien común. Quien no esté de acuerdo automáticamente es un inconforme (término que en el diccionario de los que detentan el poder quiere decir sedicioso, revoltoso, necio, enfermo mental, delincuente con fines maléficos, extraños, partidistas (por supuesto, del otro partido) o de grupo –entendiendo por grupos gente sin valor social-económico); en fin, para los medios establecidos voceros del Estado, se trata de un terrorista.
Es terrorista, según este manejo amañado de las palabras, porque ha tomado las armas para llamar la atención por la fuerza y con actos violentos sobre intereses que la gente común y corriente no acaba de entender. De acuerdo con esta visión, lo importante es que ETA hace estallar un coche bomba; nada importa por qué lo hace, por qué surgió ETA, por qué ha tenido que tomar esas medidas en contra de un gobierno, etc. Una bomba casera en un cajero automático es el centro de la noticia, el motivo de alarma nacional y de descalificaciones, pero no lo que causó que se tuviera que llegar a esos extremos ni lo que ha incumplido el gobierno para obtener ese tipo de respuestas de gente desesperada, olvidada. Las causas son muy complicadas de entender (dice el sistema), desnudan la forma en que los malos gobiernos traicionan al pueblo y además no venden, son muy aburridas para un entretenido noticiero televisivo y un público tristemente habituado al morbo instantáneo.
La manifestación de inconformidades sociales, en diferentes expresiones, está directamente relacionada con la falta de atención de reiteradas demandas, muchas de ellas ancestrales y elementales, como tierra, trabajo, condiciones mínimas de vida digna, libertad de ser, pensar y actuar, justicia, etc. Un grupo de gente organizada que se ve orillada y obligada a tomar las armas y a usarlas, no surge de la nada ni la mueven motivos sacados de la imaginación de un líder místico. Lo hace como resultado de una constante degradación del sistema de gobierno ciego y sordo. El hambre, la injusticia y la humillación están detrás de la lucha social.
En México los legisladores están a punto de re plantear una iniciativa que busca endurecer las medidas en contra (sic) del llamado crimen organizado y de lo que la actual administración denomina “terrorismo”. En el texto, aprobado en 2007, se considera terrorista “a quien utilice sustancias tóxicas, armas químicas, biológicas o similares, explosivos, armas de fuego, incendios o inundaciones (sic), o cualquier otro medio violento para producir alarma, terror o temor entre la población, para atentar contra la seguridad nacional o presionar a la autoridad para que tome una determinación” (Jornada, Alistan reformas a diversas leyes para combatir violencia del hampa organizada, 17 de septiembre de 2008 ). Bajo esta lógica, una centella o una lata de aerosol utilizados en una marcha o mitin, encajan en la categoría de “explosivo” y “sustancia tóxica” de esta ley, lo que automáticamente nos convierte en “terroristas” –según sus leyes y sus conceptos. Supuestamente, legisladores del PRD se han mostrado consternados por esta redacción y han pactado con sus símiles del PRI afinarla, de manera que la protesta social no caiga directa y plenamente en la categoría del terror.
Mientras ello sucede, se sigue hostigando a maestros disidentes, a campesinos organizados, a appistas que tratan de reestructurar la lucha, a zapatistas y a prácticamente todo tipo de fuerza no alineada con el gobierno y la clase empresarial. Pero a quienes no se hostiga y al contrario, se alienta, es a un espontáneo y fugaz grupo de inocentes puestos en la pantalla de la tele (fuera de la cual nada existe) vestidos de blanco y con velita desfilando bajo el abrigo de la cobertura en directo, se los hace pasar por “la sociedad civil”, “la ciudadanía”, “la opinión pública”…en fin, “la gente”, según los intereses de los medios, que dan todo su respaldo a una sociedad inconforme inventada, maquillada y difundida reiteradamente en horario estelar como si fuera la voz del “México que quiere vivir en paz”. Una paz de cartulina que quiere meter debajo del tapete la lucha y organización social tachándolas de delincuencia –a veces hasta organizada.

Posted: Octubre 3rd, 2008 under El Machete No. 201.
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