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jueves, 25 de octubre de 2007

DEFENDAMOS AL MAÍZ

FOTO:Enrique Pérez S. /ANEC
Los transgénicos, una amenaza
¿Los niños al cuidado de Herodes?


Convenio CNC-Monsanto

Adelita San Vicente Tello
Con sorpresa observamos el pasado 18 de abril la firma de un convenio entre la Confederación Nacional de Productores Agrícolas de Maíz de México (CNPAMM), filial de la CNC y la empresa Monsanto. El convenio pone en evidencia una alianza cuestionable entre una organización campesina con una larga historia de entreguismo y la empresa que maneja a nivel comercial 91 por ciento de la tecnología de transgénicos en el mundo.
No podemos dejar de lado cierta suspicacia frente a la condición de “empresa socialmente responsable” con que se califica a Monsanto cuando recordamos las declaraciones hechas a fines de 2005 por el director de la compañía para Latinoamérica. Este empleado señaló enfáticamente a la revista Poder y Negocios: “la empresa quiere sacar provecho a sus tres centros de investigación nacionales y a la inversión de casi 40 millones de dólares que ha realizado en México desde hace una década”.
Aunada a tal declaración, está la larga historia de la empresa, que incluye la demanda a productores de canola en Canadá y el embargo de la producción de soya transgénica argentina en puertos europeos para exigir el pago de regalías. Desde el uso del gas naranja como arma química hace décadas, esta empresa no ha dado muestras de altruismo.
En cuanto a la CNPAMM, es inadmisible y cuestionable que insista en que una tecnología particular es la solución a la profunda crisis que se vive en el campo mexicano. La introducción de la transgenia lejos de ayudar a nuestros agricultores creará mayor dependencia tecnológica en un aspecto tan importante como es la producción de semillas.
Simiente cara. En México sólo una cuarta parte de las unidades de producción utiliza semillas mejoradas o certificadas. Y 92 por ciento de éstas es comercializado por las empresas privadas. Los productores, inclusive los más eficientes, los de Sinaloa, han exigido a las autoridades imponer un control a compañías como Monsanto y Pioneer para frenar los constantes incrementos en el precio de este insumo. Mientras en Estados Unidos mil semillas híbridas se venden en 1.34 dólares, en México el precio es de dos dólares. En transgénicas, hoy en Estados Unidos la BT se vende en 33.05 dólares por acre, en tanto que la semilla no modificada está en 28.74 dólares por acre en el estado de Iowa.
Es fundamental señalar el grave error e incluso ilegalidad en que la CNPAMM y Monsanto incurren al asumir en un acuerdo entre particulares una atribución que compete al ámbito público. Entre sus cláusulas el convenio dice: “Desarrollar e impulsar un programa de protección y conservación de la diversidad genética de razas de maíz, que permita la posibilidad de ser utilizadas por otras instituciones de investigación y por la industria para el desarrollo de valor agregado”.
Proteger la riqueza pública. Es evidente que la utilización de la diversidad genética es una facultad claramente definida en el artículo 27 de la Constitución, que dice: “La nación tendrá en todo tiempo el derecho(…) de regular, en beneficio social, el aprovechamiento de los elementos naturales susceptibles de apropiación, con objeto de hacer una distribución equitativa de la riqueza pública(…)”
Por ello y por la inserción de instituciones de enseñanza pública es que este convenio debe ser sancionado por las autoridades competentes.
La Ley de Bioseguridad y Organismos Genéticamente Modificados establece entre sus finalidades, en el artículo segundo, fracción XI, la adopción del Régimen de Protección Especial del Maíz. El objetivo de esta fracción es salvaguardar al maíz en virtud del carácter que México tiene como centro de origen de este grano, para preservar su diversidad en beneficio del país y la humanidad.
La introducción de maíz transgénico en México debe ser evaluada de acuerdo con las necesidades nacionales y no por la presión de empresas trasnacionales y de quienes reciben beneficios de ellas. Se debe proteger nuestro maíz fortaleciendo las ventajas comparativas de nuestras variedades especiales y promoviendo la denominación de origen de tipos de maíz y sus productos, como un patrimonio de la nación.
Resulta un sinsentido que hoy, cuando se observa con claridad en el mundo entero que las semillas son un negocio multimillonario que se concentra en unas cuantas empresas, pongamos en manos de intereses privados la riqueza genética de México, que ha sido protegida y reproducida a lo largo de los siglos por nuestros campesinos. ¿Los niños al cuidado de Herodes?
Trans(…) ¿qué?
Un cultivo transgénico u organismo genéticamente modificado (OGM) es aquel que –resultado de trabajo en laboratorio– integra en su ADN genes de especies o reinos diferentes, incluidos los vegetales, animales, virus y bacterias.
Los OGM presentan características predeterminadas, como la resistencia a herbicidas y a ciertos gusanos en el caso de cereales y oleaginosas. O el aumento de contenido de almidón, en papas, y la inserción de vitamina A en el llamado arroz dorado.
Los transgénicos más extendidos son maíz, soya, algodón y canola, que en 2006 cubrieron 102 millones de hectáreas en el mundo (equivalentes a cuatro veces la superficie agrícola de México, más de la mitad del territorio nacional). Estados Unidos es el productor líder; casi 60 por ciento de su maíz y más de 90 por ciento de su soya son transgénicos.
En México se siembran algodón y soya transgénicos, en fase experimental. Hay preocupación por esta tecnología, sobre todo en el caso del maíz en México, que es su centro de origen, por lo que científicos independientes e instancias como la Comisión de Cooperación Ambiental de América del Norte, advierten sobre la contaminación y la erosión genética. El movimiento de polen de maíz OGM, vía viento o insectos, o de semillas, por medio de los humanos, traslada las características transgénicas, y ello propiciaría que desaparezcan los maíces criollos o nativos.
La salud humana también enfrenta posibles riesgos por los transgénicos. Por lo que, cuando menos, habría que estiquetar los productos que los contengan.


Más de 350 mil firmas se han sumado para exigir la salida del maíz y el frijol del TLCAN y que se prohíba la siembra de maíz transgénico en México. Son firmas que recaba la página web www.sinmaiznohaypais.org, dentro de la Campaña Nacional en Defensa de la Soberanía Alimentaria y la Reactivación del Campo Mexicano. El 5 de agosto, en el Zócalo, inició la siembra masiva de maíz en calles, parques y camellones; participaron Julieta Egurrola, Vanesa Bauche, Cecilia Suárez, Bruno Bichir y Juan Carlos Rulfo, entre otros. Personalidades como Alfonso Cuarón, Ifigenia Martínez, Antonio Turrent, Gael García Bernal, Paco Ignacio Taibo II, Antonio Serratos, Angélica Aragón, Narciso Barrera Bassols, Sasha Sokol, Diego Luna y más apoyan la campaña. En Chihuahua, Zacatecas, Nuevo León, Veracruz, Chiapas y Puebla se realizan actividades a favor del maíz.


Tomado de La Jornada del Campo del periódico mexicano "La Joranda"

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