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viernes, 29 de noviembre de 2013

ÍTALO CALVINO: Cuento, "La Distancia de la Luna"


La distancia de la luna

por Ítalo Calvino


Hubo un tiempo, según Sir George H Darwin, en que la Luna estaba muy cerca de la Tierra. Las mareas fueron poco a poco empujándola lejos, esas mareas que ella, la Luna, provoca en las aguas terrestres y en las cuales la Tierra pierde lentamente energía.


¡Claro que lo sé!, exclamó el viejo Qfwfq, ustedes no pueden acordarse, pero yo sí. La teníamos siempre encima, a la Luna, desmesurada; en plenilunio noches claras como de día, pero con una luz color manteca, parecía que iba a aplastarnos; en novilunio rodaba por el cielo como un paraguas negro llevado por el viento, y en cuarto creciente se acercaba con los cuernos tan bajos que parecía a punto de ensartar la cresta de un promontorio y quedarse allí anclada. Pero todo el mecanismo de las fases marchaba de una manera diferente de la de hoy, porque las distancias del Sol eran distintas, y las órbitas, y la inclinación de no recuerdo qué; además, eclipses, con Tierra y Luna tan pegadas, los había a cada rato, imagínense si esas dos bestias no iban a encontrar manera de hacerse continuamente sombra una a la otra.

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RICHARD FORD: Cuento "ENCUENTRO"


MIÉRCOLES, NOVIEMBRE 27, 2013





“Encuentro”


de Richard Ford









Cuando vi a Mack Bolger, se encontraba al pie de las escaleras de mármol que utilizan los transeúntes para entrar y salir de la terraza interior del vestíbulo principal de la estación de Grand Central. Fue antes de la Navidad del año pasado, cuando tuvimos un clima tan templado y lluvioso que el espíritu parecía hallarse en otra estación.

Yo atajaba por la terminal, algo que hacía a menudo para volver a casa de la editorial en la que trabajaba, en la calle Cuarenta y uno. De hecho, iba a reunirme con un nuevo amigo en Billy's. Eran las cuatro de la tarde de un viernes, y la inmensa estación estaba abarrotada de personas camino de alguna parte, cargadas con un montón de equipaje y valiosísimos paquetes, que gritaban saludos y adioses, agitaban los brazos, se abrazaban, se agarraban unas a otras con alegría. Otras estaban, simplemente, de pie, como Mack Bolger cuando le vi, con la vista perdida en el gentío, como si por alguna razón no hubiera venido la persona que estaba esperando. Mack es un hombre de elevada estatura, apuesto, bien proporcionado, que parece verlo todo desde la cima de la altura. Llevaba un abrigo largo y ajustado de una sarga verde oliva: un abrigo caro, pensé, italiano. Sus zapatos marrones relucían de lustrosos; la vuelta de los pantalones los rozaba con una caída perfecta. Y como no llevaba sombrero parecía aún más alto de lo que era, quizá uno noventa. Llevaba las manos en los bolsillos del abrigo, y mantenía la tersa barbilla levemente elevada tal como lo haría un hombre de mediana edad si pensara que así resultaba extremadamente visible en aquel lugar. El pelo le raleaba un poco por delante, pero lo llevaba muy bien cortado, y se le veía bronceado, lo que hacía que su cara cuadrada y su frente prominente tuvieran un aspecto grave, casi artificial, como si el hombre que estaba viendo no fuera Mack Bolger, sino una hermosa efigie situada precisamente allí para llamar mi atención.

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martes, 26 de noviembre de 2013




jueves, 21 de noviembre de 2013

FARABEUF EN EL ÓMNIBUS, de Jorge Esquinca


copiado de GACETA del FCE, agosto  del 2001. Número 368

Farabeuf en el ómnibus
✸ Jorge Esquinca

¿Recuerdas…? Se trata de un hecho
que, ahora, es imposible precisar.
Tenías dieciocho, diecinueve
años. Inmóvil, recargado contra
el muro de mosaicos desteñidos, en el pasillo
de esa universidad, recorrías con la mirada
las ventanas rectangulares de las aulas,
los campos entonces baldíos donde las vacas,
macilentas, deambulaban entre los estudiantes
de pelo largo, morral al hombro y las muchachas
de minifalda tableada, tal vez lánguidas,
rubias. Muchachas como vistas por
la vez primera, que olían a perfume fino,
aplicado minuciosamente sobre el cuello, en
las axilas. Es posible, por lo tanto, conjeturar
que, tras el roce de esas faldas, entre el incesante
zumbido de las moscas, escuchaste —o
imaginaste escuchar-— los retazos de una

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JIMMY HENDRIX


martes, 19 de noviembre de 2013

UNIDAD MORELOS: Los Fieska en el Panchito Fest 2013


PUEBLOS INDÍGENAS DE MÉXICO: Los Purépechas.


Del nombre
Este pueblo indígena de las regiones lacustre y montañosa, del centro de Michoacán, se llama a sí mismoP'urhépecha, y cada uno de sus integrantes es un p'urhé o p'uré que significa gente o persona; esto implica una autoafirmación como seres humanos y pueblo en general.
Desde la Conquista y hasta hace unos cuantos años, este pueblo era conocido como tarasco; sin embargo, esta denominación es externa y les fue impuesta por los conquistadores.
Localización
El actual área p'urhé se extiende a lo largo de 6 000 km2 de los 60 000 que tiene el estado de Michoacán, en la región norcentral de la entidad. Esta área se ubica entre los 1 600 y 2 600 msnm y se le denomina P'orhépecheo o Purhépecherhu, que significa "lugar donde viven los p'urhé". El área se ha subdividido tradicionalmente en cuatro regiones: Japóndarhu (lugar del lago), Eráxamani (Cañada de los once pueblos), Juátarisi (Meseta), la ciénega de Zacapu y antiguamente se agregaba otra región: Jurhío (lugar de la tierra caliente).
La población p'urhépecha se concentra sobre todo en 22 municipios: Coeneo, Charapan, Cherán, Chilchota, Erongarícuaro, Los Reyes, Nahuatzen, Nuevo Parangaricutiro, Paracho, Pátzcuaro, Periban, Quiroga, Tancítaro, Tangamandapio, Tangancícuaro, Tingambato, Tinguindín, Tocumbo, Tzintzuntzan, Uruapan, Zacapu y Ziracuaretiro; sin embargo, los hablantes de la lengua p'urhé se distribuyen en 95 de los 113 municipios del estado.
Las localidades indígenas se caracterizan por tener un asentamiento de tipo compacto; hay municipios y poblados que tienen anexos, esto es, localidades periféricas con unas cuantas viviendas, por lo que en tal caso, se puede hablar de asentamientos mixtos. La población mestiza vive sobre todo en los centros urbanos que rodean el área.
Infraestructura
El área p'urhé puede considerarse como relativamente bien dotada de vías de comunicación. Desde la década de los treinta funciona la carretera federal México-Morelia-Guadalajara y la estatal que une Carapan-Cherán-Paracho con Uruapan. Posteriormente se construyó la carretera Uruapan-Melchor Ocampo, hoy Lázaro Cárdenas, en la costa del Pacífico. Actualmente la mayoría de las localidades p'urhé están unidas por carreteras, caminos revestidos y brechas, a excepción del municipio de Charapan, cuyo acceso es deficiente. La población se transporta por estas vías a través de un diversificado sistema de autobuses, combis y taxis. También existen 170 km de vías férreas, en donde destaca la línea México-Apatzingán.
En cuanto a aeropistas, tienen servicio permanente las de Uruapan, Los Reyes, Pátzcuaro, Zamora y Zacapu.
Con respecto a los servicios de salud, las poblaciones medianas y pequeñas del área cuentan generalmente con clínicas de la Secretaría de Salud o unidades médicas rurales del IMSS-Solidaridad.

Antecedentes históricos
El actual grupo p'urhépecha deriva de una mezcla de grupos chichimecas, nahuas y pretarascos que habitaron las riberas e islas del Lago de Pátzcuaro, a finales del siglo XII. Los p'urhépecha-uanacaze establecieron su señorío en Tzintzuntzan, Ihuatzio y Pátzcuaro, desde donde empezaron a extender sus dominios a la región del río Balsas, Jalisco, Colima, Zacatula y Guanajuato; en el oriente se aliaron a los matlatzincas para pelear contra los mexicas. Estos últimos pretendieron someterlos, por lo que se dieron grandes batallas desde mediados del siglo XV entre mexicas y p'urhépechas, a pesar de lo cual el área p'urhé nunca fue sometida al dominio mexica.

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DIÁLOGO DE LOS ANIMALES Y LAS COSAS: Literatura indígena mexicana zoque, zapoteco, tlapaneco, amuzgo



Diálogo de los animales y las cosas

Entre naguales, coyotes tramposos y cuervos chocarreros, mitos de origen y fábulas morales, memoria colectiva y escritura personal, comunión con la naturaleza y perplejidad ante los retos de la intemperie, en las cosas, la vegetación y las bestias hay chulel,
alma. Tal horizonte conceptual lo comparten todos los pueblos indígenas de América. Un mundo de riqueza expresiva, sabiduría indestructible y humorística, lírica, mágica, donde hablan seres que, a veces, se pasan de vivos.
El sapo y el venado (zoque)
Había un sapo que vivía en un pantano. Mientras estaba desayu­nando su comida favorita —el excre­mento— pasó corriendo un venado; éste, al verlo, se detuvo y pensó: “Qué tonto es el sapo, está feliz comiendo pura porquería”. Eso pensó el venado, después se retiró a toda velocidad para buscar hierbas tiernas para comer.
Al atardecer el venado regresó nue­vamente al pantano y encontró al sapo comiendo lo mismo. El venado dijo para sí: “Qué tonto es el sapo”, y se alejó a toda velocidad. Así transcurrieron los días hasta que, en cierta ocasión, el venado le dijo al sapo:“Oye sapo,por qué no cambias de lugar y de comida; anda, ven conmigo a buscar otras tierras y comidas diferentes”. El sapo no le con­testó al venado. Cada vez que el venado pasaba por el pantano le decía lo mismo al sapo.
Cierto día el sapo no aguantó más y le respondió al venado: “Sabes venado, yo no sé por qué te alejas tanto a buscar comida si siempre comes lo mismo”. El venado permaneció unos segundos en silencio, después le respondió al sapo: “Es cierto lo que dices, pero a mí me gusta conocer nuevos lugares, correr a campo traviesa.Yo soy muy hábil y veloz, corro y salto muy alto. Qué te parece si jugamos una carrera para ve quién es el mejor”. El sapo dijo: “Está bien, acepto. Ya veremos quién es el mejor”. El vena­do le respondió: “Seguro que yo soy el mejor”. El venado dijo esto porque el sapo era gordito y panzón ya que nunca se movía de su lugar.
Inmediatamente empezaron a pre­parar la competencia. Invitaron a todos los animales del monte: a las hormigas y chapulines; estos, a su vez, invitaron a los gusanos y los gusanos invitaron a los zopilotes y los zopilotes invitaron a los lobos, que eran sus parientes, y los lobos invitaron a los tigres y los tigres invitaron a los leones. Total que todo mundo estaba invitado a presenciar la competencia entre el sapo y el vena­do. Por fin llegó el día esperado. Los competidores tenían que correr siete tramos, cada tramo era una meta. Los competidores se pusieron en posición para iniciar la carrera y el águila dio el banderazo de salida.
El venado salió disparado como rayo, pero cuando llegó a la primera meta el sapo ya se encontraba ahí, salió corrien­do hacia la segunda meta y el sapo ya se le había adelantado, y así corrieron los siete tramos y el sapo siempre ga­naba. En el último tramo el venado se cansó mucho y de tanto esfuerzo que hizo cayó muerto; el venado nunca supo cómo el sapo, siendo tan lento por su gordura, le ganó. Pero el sapo era un animal muy astuto, él sabía que no le podía ganar al venado, por eso invitó a su familia para que lo ayudaran en la competencia, colocó a cada uno de sus parientes en las metas. De tal manera que cuando el venado llegaba a la meta, sus parientes ya estaban ahí y como to­dos los sapos se parecen el venado no se dio cuenta del engaño. Así es como ganó el sapo o, mejor dicho, como gana­ron los sapos.
Una vez que murió el venado, todos los animales se reunieron en torno a él para despedazarlo y comérselo; el sapo comió el excremento del venado y las hormigas bebieron la sangre. Todos los animales comieron, cantaron y bailaron alrededor del muerto. Los sapos no de­jaron de bailar y cantar. Por esta razón actualmente el venado vive en el mon­te y corre siete veces cuando lo van a cazar y siempre regresa al mismo lugar. El venado odia al sapo y lo aplasta cuando lo encuentra, y el sapo siempre vive en los pantanos y se la pasa comiendo excremento por tramposo. El sapo por miedo no sale de día, sólo camina de noche.
Narrado por María Sánchez Álvarez,
Nuevo Francisco León, Ocosingo, Chiapas.
 
Incendio/guendaria’qui’
(zapoteco del istmo)
Esteban Ríos Cruz
El alba
extiende su mantel rojo.
Canto de zanates.
El epazote y el cordoncillo
se saludan con la brisa.
En el patio, los chicozapotes
duermen a pierna suelta.
El sol, como un niño travieso, se encarama
en la figura pálida del ciruelo.
Siedo’ye’
ruchiaa larigueta ziñá xti’.
Roonda bigose.
Yagabiti ne ye’daana
Rudí’ca diuxi ne binisa.
Lo layú yoo, ca guendadxiña
nisiaasica nuchiaa niaaca.
Ubidxa, sica ti ba’du’ nadxi’ña’,
dxi’ba’
lo ti yagabiadxi naguchi
El pájaro caballero y el pavorreal (me’pha a, o tlapaneco)
Recogido por
Abad Carasco
En aquel tiempo el pavorreal
era un pájaro muy feo y el caballero*
era bastante bello; era el
más bonito de todas las aves.
Una vez que hubo una fiesta entre
los pájaros, el pavorreal no quería
asistir porque le daba pena su
mal vestido. Entonces se le ocurrió
una excelente idea: pedir prestado
un traje. Empezó a ver a todos los
pájaros para decidir a quién pedirle
prestada su vestimenta. Vio que
era el pájaro caballero el que tenía
el traje más bonito. Entonces llegó
con el pájaro caballero y le dijo:
–Amigo caballero, vengo a pedirte
un favor bastante grande; por tu
belleza no soy digno ni de acercarme
a ti.
–¿Y qué favor quieres que te
haga?— preguntó el caballero.
–Quiero que me prestes tu traje
para asistir a una fiesta. Lo quiero
sólo por hoy y te lo traigo tan
pronto termine la fiesta. Te prometo
que lo voy a cuidar mucho.
–¿Y yo qué me pondré?— preguntó
el caballero.
–Yo, mientras , te presto mi ropa.
Ante la insistencia del pavorreal,
el caballero le prestó su
ropa sin desconfianza, pero aquél
jamás regresó. Huyó con la ropa
del caballero.
Desde entonces, el pavorreal
quedó bonito con la ropa del caballero,
mientras que éste se puso
feo. Por eso no sale de día, sólo
de noche, porque le da pena traer
ropa del pavorrreal, y por eso tampoco
hay pavorreales donde viven
los caballeros.
*Caballero: ave nocturna, también conocida
como tapacaminos o cubrecaminos.
Tintas; Atziri Carranza
Cuento de las tres cosas/ ñomndáa, Cwentoo’ ndye ‘nan
(ñomndáa, O amuzgo)
Aurora de Jesús Cruz,de Xochistlahuaca (Suljaa’), Guerrero
Un día, la mesa organizó una
reunión a la que invitó a la silla y
a las piedras del fogón. Los tres se reunieron
en la cocina, le pidió al perro
que fuera por ellos porque no podían
llegar por sí solos.
Cuando se reunieron, tomó primero
la palabra la mesa.
–Yo los cité aquí para que veamos
qué hacer con esta mala vida que llevamos.
Yo sufro mucho, muchas cosas
ponen en mi espalda, nadie me da de
comer, sólo me ocupan para cargar la
comida, sólo los cuatro dueños comen
bien.
Cuando empezó a hablar, la silla dijo:
–A mí también me pasa lo mismo
que a tí, yo siento bien cómo se me va
haciendo pesada la carga mientras están
comiendo nuestros dueños y se van
acabando la comida que tú cargas.
Contestó la piedra del fogón:
–Ustedes no la pasan tan mal, nosotros
sí sufrimos mucho, casi casi nos
morimos cuando nos ponen el sombrero
ancho en nuestras cabezas, nos
empiezan a echar lumbre y nos empezamos
a quemar bien feo, luego tiene
que pasar mucho tiempo para que nos
compongamos.
Al escucharlos contestaron las leñas:
–Ya dejen de estarse quejando de su
destino y acéptenlo, eso no es nada en
comparación de lo que nosotros sufrimos.
Nosotros realmente nos morimos
cuando nos queman y nos transformamos
en cenizas, pero no nos estamos
quejando.
Cwii xuee meisa s’aan jumta ñequio
sula, ñequio ljo’ tei’chom,
ndyena tjmndyenanaquii’ caseina, ndo’
tsán na ñetjacachuu joona, catsue’ ee
xocandaa nnc’oochen nquieena.

Jnda na tjomndyena, quiajo’ts’an na to
‘jndyee matseinein meisa. Matso meisa.
Ja l’ue ts’oo nya na nntiaaya nawi’ na
cwitjoo n e ja jeen wi’ matjon jeen jndye
‘nan cwintyjo naxan ‘a saa tj’anan ‘ñeen
nñequiaa chjoowi’ na lcwaa’ a tomti na
machoya nantquie, ñequiee nn’an na ‘
naan ja jeenya cwicwa’na.
Quia’ t’oo sula maatsoom mati ja macwe’
laa’ti’ matjon, janntyjii ntyjiichan
wjawijaa’ñe ts’an na ‘naa n ja choya
jom xje nna macwaan ‘an ndo’ ‘u wyandyaan
dyu’ xjen’ñeen cwjandyue nantquie
na ntyjo nacjo’.T’oo ljoo’_tei’chom
je’cwiluena ‘o xen ndya’ ya na cwe’ laa’ti
cwi tjom’yo’ ja t’manti na wi’ cwint’iaaya
ncue ncuee cwjaa ñ’aa nya ee xjen na
nntiom ts’an tjan xjen na nntiom ts’an
tjanxjen tmein nquaa nya xjen’ ñeen
mana njñom ts’an chom nacjeen tjxqueen’
neen mana nntseicona’.
Ja cwajndii cwicondyo cwileiweendyo
xeen jnda jeen yo wjaco’ya nnda’na’
ja. Quia jo’ jla’ xuaa n’ oomteincwe,
jluena ‘o xen ndya’ ya na cwe’ laa’iti
cwitjom’yo ja mana cwjaa ya na qui’
na cwindye’ ntjoo nya, ee ja cwicondyo
a, ñ’aa n ya mana matseicwa quen ‘na’
tsquie ja
Zoque: Mitos, cuentos y creencias zoques, de José Luis Sulvarán López (editor y compilador). Universidad Intercultural de Chiapas, San Cristóbal de las Casas, 2007.
Amuzgo: Antología de cuentos indígenas de Guerrero, compilado por Rosa Román Lagunas. Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México, 2007.
Zapoteco del Istmo: Palabras germinadas/Ca diidxa’ guchendú, de Esteban Ríos Cruz. Serie Literatura Indígena Contemporánea, Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, México, 2008.
Me’pha a: Relatos tlapanecos/Ajngáa me’pha a, Lenguas de México, número 13, Dirección General de Culturas Populares, México, 1995.

LA JORNADA, Suplementos del diario mexicano. 19 nov 2013


Martes 19 de noviembre de 2013

Suplementos


WISLAWA SZYMBORSKA, un poema, "Retrato"


copiado de GACETA FCE 

Retrato

Wislawa Szymborska
Traducción de Gerardo Beltrán

Si los elegidos de los dioses mueren jóvenes,
¿qué hacer con el resto de la vida?
La vejez es un abismo
ya que la juventud es la cima.
Yo no me muevo de aquí.
Aunque sea de una pierna seguiré siendo joven.
Me aferro al aire
con una especie de bigotes de ratón.
En esta posición vuelvo a nacer constantemente.
No conozco otro truco.
Pero siempre serán yo:
los guantes mágicos,
el cotillón en cruz de la primera mascarada,
el falsete de los manifiestos juveniles,
el rostro del sueño de la costurera con el crupier,
los ojos arrancados que me gustaba pintar
esparciéndolos como garbanzos desde la vaina,
porque ante este espectáculo temblaban los muslos muertos
de la rana pública.
Sorpréndanse también ustedes.
Sorpréndanse hasta cien toneles de Diógenes,
que le gano en ideas.
Conjuren
un eterno comienzo.
Esto que tengo en los dedos
son arañas que mojo en la tinta
y arrojo al lienzo.
De nuevo estoy en el mundo.
Florece un nuevo ombligo
en el vientre del artista.

Hans Magnus Enzensberger, dos poemas




EL PRESO

Sepultado en mi carne
hay un hombre con manos de león
de tiernos y formidables ojos
que respira en mi esqueleto
un anciano
que no muere
un niño perseverante
que no teme
sumergido en mi sangre
un preso que obedece
sepultado en mi carne
que espera y desespera
y envía mensajes en clave
tierno y formidable
en mis oídos que zumban
habita entre guijarros ardientes
perseverante como el picapedrero
que no teme
firme y claro como el hielo
que se liberará
con mano de león
y dictará como una sentencia
erguido como un viento potente
que no muere
que respira en mi esqueleto
y que lo destrozará


EL OTRO

Uno que no ríe
que se acongoja
que alza su rostro con piel y pelo bajo el cielo
que hace salir de mi boca palabras rodando
uno que tiene dinero y miedo y un pasaporte
uno que lucha y ama
uno que se mueve
que patalea
pero yo no
yo soy el otro
que no ríe
que no tiene su rostro bajo el cielo
ni palabras en su boca
que es desconocido para sí y para mí
yo no: el otro: siempre el otro
que no vence ni es vencido
que no se acongoja
que no se mueve
el otro
que es indiferente
del que no sé
del que nadie sabe quién es
que no me conmueve
ese soy yo

miércoles, 13 de noviembre de 2013





Oye, mira, este, pues...pues ¡te traje esta flor! Es que, bueno, pues iba caminando por ahí y que la veo. Al verla, de inmediato me acordé de ti: me recordó tu belleza, tu fragancia, tu ternura... y a pesar de estar rodeado de espinas, me recordó también tu noble corazón.

Y pues te la traje, vale. Tómala, no te apenes, si cuando la gente se muere le llevan flores, porqué no cuando viven. Es para ti, sostenla con tus manos y guárdala en tu corazón. Que tus manos acaricien sus pétalos y sientan su tersura, y ellos se alegren con el calor de las mismas.

Mira, si la recibes no te voy a comer a besos por ello, aunque ganas no me faltan. Tú tómala, pero si no la quieres, me la llevo conmigo, la guardo en mi libro de cuentos, para que cuando sea anciano lo abra y vea esa flor y recuerde que un día tuve la bendición de verte.

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