Alimentos: espiral inflacionaria
Autor: Angel Pineda / 2007
¿Casualidad o causalidad? Es la pregunta con que responde Víctor Suárez Carrera a la interrogante de por qué los precios de la tortilla se elevaron en forma desmedida en el primer mes de 2007 y se sostienen caros a lo largo del año.
El gobierno no informa. Hubo falacias y desinformaciones provenientes del Ejecutivo federal sobre el fenómeno, pero la explicación está en la filosofía del dejar hacer y dejar pasar con que las autoridades asumen el libre comercio, y que desde 1994 –cuando desaparecieron Conasupo y los precios de garantía del maíz– se traduce en fuertes monopolios en la cadena maíz-tortilla, los cuales, gozando de poder político, cuentan con instrumentos, incluidos subsidios públicos, para manipular el mercado.
Baste decir que Maseca representa 80 por ciento de las tortillas hechas con harina de maíz, y alrededor de 45 por ciento del total de 6.8 millones de toneladas de tortillas (de harina y nixtamal) que se comercializan en el país al año, además de que –apuntalada desde el gobierno de Carlos Salinas, con su entonces secretario de Agricultura Carlos Hank González, consuegro del dueño de la empresa, Roberto González– es la líder mundial en producción de harina de maíz.
Y baste decir que Cargill –que controla el principal puerto de entrada de granos del país, en Veracruz–, compró a mediados de 2006 y almacenó 600 mil toneladas de maíz de Sinaloa para luego venderlas en el valle de México a más de 3 mil pesos por tonelada, aprovechando la tendencia alcista de los precios internacionales del cereal.
En entrevista, Víctor Suárez, director de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo (ANEC), comentó: “al apostarle al libre mercado, el gobierno ha colocado al maíz como un commodity más, sin considerar la soberanía nacional y sin contar con una reserva para el país. Se ha lavado las manos frente a los problemas de abasto del cereal, lo cual es insólito, pues en ningún otro lugar del planeta se observa ese desentendimiento de la seguridad alimentaria, de los cultivos básicos”.
El “tortillazo de Calderón”. A 35 días de iniciado el nuevo gobierno, los precios de la tortilla se dispararon a niveles de nueve a 10 pesos por kilo en el Distrito Federal, esto es, subieron 67 por ciento en un solo mes, y en varios lugares de la República llegaron hasta 15 pesos por kilo.
El asunto no es menor. Las tortillas brindan 47 por ciento del consumo calórico promedio de la población. Y en particular para las capas más pobres, el aporte supera 60 por ciento.
El elemento que desató el alza de la tortilla fue el aumento de los precios internacionales del maíz, los cuales pasaron de 80 a 160 dólares por tonelada puesto en Estados Unidos (de dos a cuatro dólares por bushel) entre enero de 2006 y enero de 2007.
La reacción primera del gobierno federal fue de puros traspiés, comentó Suárez. Las secretarías de Agricultura y Economía declararon que esto era una “burbuja especulativa temporal”, y que la tortilla recuperaría sus bajos precios. También dijeron que las cotizaciones internacionales del maíz eran la única causa del tortillazo. “De ser así, ¿por qué la tortilla no ha bajado si el maíz, cotizado en Chicago, ha registrado desde enero momentos de precios inferiores, como 3.60 dólares por bushel en abril o 3.56 a finales de junio, e incluso 3.25 a mediados de agosto?”
También el gobierno federal, que por su adicción al libre comercio ha dejado de sentir el pulso minuto a minuto de lo que pasa con el maíz, afirmó que había problemas de producción en el mundo, “cuando en realidad lo que ha pasado es que cambió la configuración oferta/demanda, por un uso intensivo del grano en EU para generar etanol”.
Suárez relató que en el fenómeno del tortillazo influyeron decisiones irresponsables del gobierno, como el hecho de que en agosto de 2006 Agricultura subsidió exportaciones de maíz blanco y colocación del grano en manos de industriales pecuarios por más de 1.5 millones de toneladas de cosecha sinaloense, aun cuando ya los precios internacionales iban al alza y se avizoraba el desplome de inventarios en EU, además de conocerse con claridad que hay poca disponibilidad de maíz blanco en el orbe. Esto –que derivó en temores de desabasto– obviamente alimentó la especulación en favor de los monopolios.
Privilegios a los oligopolios. El gobierno de Calderón está en la tónica de sus antecesores desde Salinas: apoyar a los grandes empresarios. Por eso en enero y abril de este año la Presidencia firmó “acuerdos de estabilización de los precios de la tortilla” con los monopolios (Maseca, Wal-Mart, Bimbo, Cargill(…) y con molineros no representativos), e hizo oficial el alza de los precios en el nivel de 8.50 pesos por kilo.
Un tercer pacto sobrevino el 15 de agosto, pero –dado que los precios internacionales presentaban una situación más “relajada”, moviéndose alrededor de los 3.20-3.25 dólares por bushel, influidos por buenas expectativas de cosecha de EU– los acuerdos se centraron en apoyos gubernamentales para mejoras productivas en tortillerías.
Cabe destacar que el pacto de abril implicó “un regalo de 2 mil millones de pesos de subsidios a la comercialización en favor de no más de 20 grandes empresas harineras, comercializadoras y del sector pecuario” para que adquirieran la cosecha de maíz de Sinaloa. Ello, sin ningún compromiso a cambio para bajar los precios del maíz, la harina de maíz, las tortillas o los productos de origen animal.
Lourdes E. Rudiño lourdesrudino@gmail.com
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