Abro mi boca y grito
palabras que se lleva el viento,
por más que de éstas emito,
no logro conmover al silencio.
Este sigue ahí,
empecinado como siempre,
en su átona y baladí,
inmóvil postura inerte.
Y pues mis gritos y gestos
se van a la merita deriva,
pues la ausencia de sus ecos
es poca curable herida...
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