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Júbilo en Egipto por la caída de Mubarak
La redacción
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MÉXICO, D.F., 11 de febrero (apro).- Luego de 18 días de protestas consecutivas, cientos de miles de voces jubilosas acompañaron este viernes el anuncio de la dimisión del presidente egipcio Hosni Mubarak, quien estuvo casi 30 años en el poder.
"En estas circunstancias difíciles que atraviesa el país, el presidente Hosni Mubarak ha resuelto dejar la posición de la presidencia. Ha encargado al consejo de las fuerzas armadas que dirija los asuntos de estado", dijo el vicepresidente Omar Suleiman en la televisión nacional.
"El pueblo ha derrocado al régimen", gritaba la multitud en la plaza Tahrir de El Cairo, luego de enterarse de la renuncia de Mubarak, presionado por las protestas populares contra su gobierno debido a la falta de libertades, así como a la corrupción, las crecientes diferencias sociales y la pobreza.
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Pese a las inconformidades que en los últimos años generó su gobierno, Mubarak supuestamente preparaba desde hace un par de años a su hijo Gamal para sucederle.
Sin embargo, el 25 de enero pasado una ola de protestas –inspiradas en la revuelta de Túnez y convocadas vía Internet– se desató en Egipto para demandar reformas políticas y económicas, y la dimisión de Mubarak.
En un inicio, el presidente egipcio impuso el toque de queda, cambió el gobierno, prometió reformas y anunció que no se presentaría a las elecciones presidenciales de septiembre, medidas que no lograron acallar las protestas.
Hoy, finalmente, respondió a las exigencias de los manifestantes y renunció al poder, una semana después de que se celebró el “Día de la Partida”.
El político opositor y premio Nobel de la paz Mohammed ElBaradei dijo: "El país ha sido liberado".
Tras el anuncio que hizo el vicepresidente de Egipto, su par en Estados Unidos, Joe Biden, saludó el "histórico día" y afirmó que la dimisión del presidente Hosni Mubarak debería construir la democracia en el país.
En tanto, el gobierno de Suiza anunció que "con efecto inmediato" congeló los eventuales fondos que puedan tener en bancos de ese país el presidente egipcio y sus allegados.
Sobre el destino de Mubarak, muchas versiones han corrido, entre ellas que el expresidente había partido al balneario de Sharm El Sheik, a bordo de un avión militar, en compañía del jefe del estado mayor de las fuerzas armadas, general Sami Annan;
Otros reportes locales indicaron que Mubarak voló a un destino "desconocido", y la televisora Al Hurra, con sede en Estados Unidos, reportó que iba en camino a los Emiratos Árabes Unidos.
Mubarak, quien nació en 1928 en el Delta del Nilo, se hizo piloto de combate y en 1973 desempeñó un importante papel durante la guerra del Yom Kipur contra Israel, como jefe de la Fuerza Aérea egipcia, cargo que ocupó hasta 1975, cuando el entonces presidente, Anuar El Sadat, lo nombró su vicepresidente. En 1981, el asesinato de Sadat lo convirtió repentinamente en presidente.
Desde entonces, el "rais" (presidente en árabe) Mubarak gobernó ininterrumpidamente Egipto.
Hombre de ideología indefinida y sin un especial carisma, Mubarak recogió el legado de Sadat y desde un principio aspiró a convertirse en el gran mediador de Oriente Medio y a mantener la paz con Israel.
Con esa política y con la ayuda de Estados Unidos logró labrarse una reputación como estadista y convertirse en el aliado de Occidente en la región.
En el interior del país ejerció un control férreo, ayudado por la Ley de Emergencia, vigente durante todo su mandato. Dicha ley adquirió justificación cuando con ella se logró contener la ola de terrorismo islámico que sacudió Egipto en los años 90, pero también le sirvió a Mubarak para barrer la oposición política a su régimen.
Con la excusa de la lucha contra el terrorismo, la Ley de Emergencia permitió suspender las libertades de prensa y asociación, amplió los poderes de los órganos de seguridad y anuló derechos civiles y políticos, como el derecho a la huelga o a ser asistido por un abogado en caso de ser detenido.
En materia económica, Mubarak propugnó la liberalización, pero sin tocar los subsidios a los productos básicos, para garantizarse la paz social.
Egipto vivió durante años una etapa de estabilidad política y económica en la que las elecciones se redujeron a una ratificación del gobernante Partido Nacional Democrático (PND).
Sin embargo, poco a poco la falta de libertades, la corrupción, las crecientes diferencias sociales y la pobreza (cerca del 40% de los 80 millones de egipcios viven con menos de dos dólares al día) hicieron que las fuerzas de oposición fueran ganando terreno.
Progresaron en especial los Hermanos Musulmanes, un grupo islamista fundado en 1928, ilegalizado pero semitolerado por el gobierno.
La represión del islamismo y el empeño de Mubarak en mantener la paz con Israel, también le valieron la enemistad de muchos egipcios.
En 2005, presionado, al parecer por Estados Unidos, Mubarak dio señales de apertura y permitió la concurrencia de varios candidatos a las elecciones presidenciales, una novedad si se toma en cuenta que hasta entonces él era elegido mediante un plebiscito.
En las elecciones presidenciales de 2005 los egipcios tuvieron la posibilidad de votar a otros, aunque 88.5% de los que acudieron a las urnas (sólo votó el 23%) optó por Mubarak.
En las elecciones parlamentarias celebradas a finales de 2005, sin embargo, los Hermanos Musulmanes –que se presentaron como independientes– obtuvieron un histórico 20%.
Cinco años después, en diciembre de 2010, el partido de Mubarak volvió a ganar los comicios legislativos, pero fueron tachados de fraudulentos por la oposición.
"En estas circunstancias difíciles que atraviesa el país, el presidente Hosni Mubarak ha resuelto dejar la posición de la presidencia. Ha encargado al consejo de las fuerzas armadas que dirija los asuntos de estado", dijo el vicepresidente Omar Suleiman en la televisión nacional.
"El pueblo ha derrocado al régimen", gritaba la multitud en la plaza Tahrir de El Cairo, luego de enterarse de la renuncia de Mubarak, presionado por las protestas populares contra su gobierno debido a la falta de libertades, así como a la corrupción, las crecientes diferencias sociales y la pobreza.
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Pese a las inconformidades que en los últimos años generó su gobierno, Mubarak supuestamente preparaba desde hace un par de años a su hijo Gamal para sucederle.
Sin embargo, el 25 de enero pasado una ola de protestas –inspiradas en la revuelta de Túnez y convocadas vía Internet– se desató en Egipto para demandar reformas políticas y económicas, y la dimisión de Mubarak.
En un inicio, el presidente egipcio impuso el toque de queda, cambió el gobierno, prometió reformas y anunció que no se presentaría a las elecciones presidenciales de septiembre, medidas que no lograron acallar las protestas.
Hoy, finalmente, respondió a las exigencias de los manifestantes y renunció al poder, una semana después de que se celebró el “Día de la Partida”.
El político opositor y premio Nobel de la paz Mohammed ElBaradei dijo: "El país ha sido liberado".
Tras el anuncio que hizo el vicepresidente de Egipto, su par en Estados Unidos, Joe Biden, saludó el "histórico día" y afirmó que la dimisión del presidente Hosni Mubarak debería construir la democracia en el país.
En tanto, el gobierno de Suiza anunció que "con efecto inmediato" congeló los eventuales fondos que puedan tener en bancos de ese país el presidente egipcio y sus allegados.
Sobre el destino de Mubarak, muchas versiones han corrido, entre ellas que el expresidente había partido al balneario de Sharm El Sheik, a bordo de un avión militar, en compañía del jefe del estado mayor de las fuerzas armadas, general Sami Annan;
Otros reportes locales indicaron que Mubarak voló a un destino "desconocido", y la televisora Al Hurra, con sede en Estados Unidos, reportó que iba en camino a los Emiratos Árabes Unidos.
Mubarak, quien nació en 1928 en el Delta del Nilo, se hizo piloto de combate y en 1973 desempeñó un importante papel durante la guerra del Yom Kipur contra Israel, como jefe de la Fuerza Aérea egipcia, cargo que ocupó hasta 1975, cuando el entonces presidente, Anuar El Sadat, lo nombró su vicepresidente. En 1981, el asesinato de Sadat lo convirtió repentinamente en presidente.
Desde entonces, el "rais" (presidente en árabe) Mubarak gobernó ininterrumpidamente Egipto.
Hombre de ideología indefinida y sin un especial carisma, Mubarak recogió el legado de Sadat y desde un principio aspiró a convertirse en el gran mediador de Oriente Medio y a mantener la paz con Israel.
Con esa política y con la ayuda de Estados Unidos logró labrarse una reputación como estadista y convertirse en el aliado de Occidente en la región.
En el interior del país ejerció un control férreo, ayudado por la Ley de Emergencia, vigente durante todo su mandato. Dicha ley adquirió justificación cuando con ella se logró contener la ola de terrorismo islámico que sacudió Egipto en los años 90, pero también le sirvió a Mubarak para barrer la oposición política a su régimen.
Con la excusa de la lucha contra el terrorismo, la Ley de Emergencia permitió suspender las libertades de prensa y asociación, amplió los poderes de los órganos de seguridad y anuló derechos civiles y políticos, como el derecho a la huelga o a ser asistido por un abogado en caso de ser detenido.
En materia económica, Mubarak propugnó la liberalización, pero sin tocar los subsidios a los productos básicos, para garantizarse la paz social.
Egipto vivió durante años una etapa de estabilidad política y económica en la que las elecciones se redujeron a una ratificación del gobernante Partido Nacional Democrático (PND).
Sin embargo, poco a poco la falta de libertades, la corrupción, las crecientes diferencias sociales y la pobreza (cerca del 40% de los 80 millones de egipcios viven con menos de dos dólares al día) hicieron que las fuerzas de oposición fueran ganando terreno.
Progresaron en especial los Hermanos Musulmanes, un grupo islamista fundado en 1928, ilegalizado pero semitolerado por el gobierno.
La represión del islamismo y el empeño de Mubarak en mantener la paz con Israel, también le valieron la enemistad de muchos egipcios.
En 2005, presionado, al parecer por Estados Unidos, Mubarak dio señales de apertura y permitió la concurrencia de varios candidatos a las elecciones presidenciales, una novedad si se toma en cuenta que hasta entonces él era elegido mediante un plebiscito.
En las elecciones presidenciales de 2005 los egipcios tuvieron la posibilidad de votar a otros, aunque 88.5% de los que acudieron a las urnas (sólo votó el 23%) optó por Mubarak.
En las elecciones parlamentarias celebradas a finales de 2005, sin embargo, los Hermanos Musulmanes –que se presentaron como independientes– obtuvieron un histórico 20%.
Cinco años después, en diciembre de 2010, el partido de Mubarak volvió a ganar los comicios legislativos, pero fueron tachados de fraudulentos por la oposición.
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