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Santa superstición
Texto para mi columna en RAZtudio, algo sobre sacrificios humanos, la santa muerte y el pensamiento mágico...
El pasado 30 de Marzo se anunció el arresto de 8 personas en Nacozari, Sonora, presuntos culpables de asesinar a dos niños y una mujer. Ese es el hecho, así a secas: homicidio; sin embargo, los arrestados, lo llamaban sacrificio humano. Miembros de una secta dedicada a venerar a la Santa Muerte (o al menos su versión de la Santa Muerte), declararon que los asesinatos fueron realizados para obtener protección y dinero. Ahora en la cárcel y sin dinero, me pregunto si han dejado de creer en el sacrificio humano como manipulación cósmica-financiera, o será que ahora llegan al convencimiento de que se equivocaron al sacrificar a la señora en vez de otro infante virgen. Porque vaya que en prisión y por infanticidio van a necesitar protección y dinero.
Los homicidas |
Este es aún un país carente de oportunidades para sus habitantes. Sin embargo no puedo dejar de considerar que 8 personas con la determinación suficiente para asesinar, sumada a su bizarra imaginación ritual, pudiesen haber obtenido fortuna de otro modo. De haber invertido su creatividad y disposición en un negocio, en vez de persuadirse por el pensamiento mágico, otro sería su destino. A estas alturas hasta un puesto de limonadas les hubiese resultado más favorable.
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La palabra sacrificio, deriva del latin sacre y facere, y quiere decir: tornar (algo) sagrado. Pasa que eso de lo sagrado en general se considera como algo del más allá. Cuando en sentido estricto, restituirle la sacralidad a algo es regresarle su conexión con este mundo, con el más acá. El tipo de sacrificios (asesinatos) realizados por esta secta, sirven a un fin utilitario: más lana. No que la lana no sea sagrada, pero a lo que voy es que son sacrificio hechos para obtener un objetivo a futuro. Y, para ser precisos, lo sagrado es siempre lo inmediato, en todo su esplendor. Una inmediatez a la que todos tenemos acceso, y de le que, a su vez, a menudo estamos privados por nuestras fijaciones a futuro.
En cuanto a la Santa Muerte, cabe señalar que hay muchos grupos que le rinden culto, y los brutales actos de esta secta no tienen porqué reflejarse en todos sus fieles. Yo no sé si la Santa Muerte sea santa o no—en realidad no me importa—, pero algo sí puedo asegurar: no es muerte. La muerte, como tal, no puede ser representada: nadie jamás la ha visto o probado, porque al morir, pues ya se está muerto. Suena a obviedad digna de chiste de pepito, pero la fascinación que ejerce el pensamiento mágico, deviene, en gran medida, de un intento por negar la muerte. No es que piensen que serán como Drácula y no morirán, sino que buscan creer que la muerte no es muerte. La conciben como un pasaje a otra dimensión, permitiendo la continuidad eterna de algún hilo de conciencia; y eso no es muerte, es especulación metafísica.
La figura de la Santa Muerte no representa a la muerte, ni siquiera como símbolo, sino, más bien, a una supuesta entidad sobrenatural a la que se puede emplear (como chalán) a través de una coreografía de gestos: prende una vela de tal color a tal hora, repite alguna frase tantas veces, mata un par de niños frente a una estatuilla. En la historia de la humanidad no hay quien sepa qué es la muerte; un muerto jamás ha hablado. Incluso los resucitados (si es que resucitan), para cuando hablan ya no están muertos lo que se dice muertos. La única observación neta que tenemos de dicho fenómeno es que implica el cese de las funciones vitales, y hasta donde sabemos de cualquier sensación, percepción o emoción, dando cauce a un proceso de descomposición. Para citar a George Bataille: “Solo tenemos certeza de dos cosas: que no somos todo y que habremos de morir”.
Fosa donde se encontraron los cadáveres |
Claro que hay modelos lógicos que rebasan la lógica lineal, y claro que todo lo que es posible es posible. Pero andar buscando magia es un modo de encubrir nuestra infinita ignorancia con una teoría gelatinosa. Estar vivo es asombroso; no requiere de magia extra. Pero dicha lucidez se da solo ante el trágico contraste de la muerte, restituyendo con ello el fulgor de cada efímero instante, preciso e irrepetible. Quizás al dejar de lado tantas suposiciones sobre el mundo, podamos palparlo en su esplendor...
Harry Houdini, ese sí era un mago (aunque nunca llevase a cabo el gran truco de David Copperfield: ligarse a Claudia Schiffer). Al morir su hermana, Harry se sumergió en una pena terrible—estaba inconsolable. Este duelo lo llevó a participar, esperanzado, en varias sesiones espiritistas, para buscar contactar al espíritu de su fallecida hermana. Siendo Houdini el jefe de jefes de los trucos e ilusiones, no pudo evitar notar cada estafa que trataron de hacerle. Así, se dedicó durante años a vengarse de estos charlatanes, por lucrar con las dolorosas pérdidas de otros. Houdini se apropiaba de los carteles de cada medium que desenmascaraba, armando así toda una colección de publicidad espiritista. Querido lector, comience hoy la suya.
Houdini |
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