El sapo y el venado (zoque)
Había un sapo que vivía en un pantano. Mientras estaba desayunando su comida favorita —el excremento— pasó corriendo un venado; éste, al verlo, se detuvo y pensó: “Qué tonto es el sapo, está feliz comiendo pura porquería”. Eso pensó el venado, después se retiró a toda velocidad para buscar hierbas tiernas para comer.
Al atardecer el venado regresó nuevamente al pantano y encontró al sapo comiendo lo mismo. El venado dijo para sí: “Qué tonto es el sapo”, y se alejó a toda velocidad. Así transcurrieron los días hasta que, en cierta ocasión, el venado le dijo al sapo:“Oye sapo,por qué no cambias de lugar y de comida; anda, ven conmigo a buscar otras tierras y comidas diferentes”. El sapo no le contestó al venado. Cada vez que el venado pasaba por el pantano le decía lo mismo al sapo.
Cierto día el sapo no aguantó más y le respondió al venado: “Sabes venado, yo no sé por qué te alejas tanto a buscar comida si siempre comes lo mismo”. El venado permaneció unos segundos en silencio, después le respondió al sapo: “Es cierto lo que dices, pero a mí me gusta conocer nuevos lugares, correr a campo traviesa.Yo soy muy hábil y veloz, corro y salto muy alto. Qué te parece si jugamos una carrera para ve quién es el mejor”. El sapo dijo: “Está bien, acepto. Ya veremos quién es el mejor”. El venado le respondió: “Seguro que yo soy el mejor”. El venado dijo esto porque el sapo era gordito y panzón ya que nunca se movía de su lugar.
Inmediatamente empezaron a preparar la competencia. Invitaron a todos los animales del monte: a las hormigas y chapulines; estos, a su vez, invitaron a los gusanos y los gusanos invitaron a los zopilotes y los zopilotes invitaron a los lobos, que eran sus parientes, y los lobos invitaron a los tigres y los tigres invitaron a los leones. Total que todo mundo estaba invitado a presenciar la competencia entre el sapo y el venado. Por fin llegó el día esperado. Los competidores tenían que correr siete tramos, cada tramo era una meta. Los competidores se pusieron en posición para iniciar la carrera y el águila dio el banderazo de salida.
El venado salió disparado como rayo, pero cuando llegó a la primera meta el sapo ya se encontraba ahí, salió corriendo hacia la segunda meta y el sapo ya se le había adelantado, y así corrieron los siete tramos y el sapo siempre ganaba. En el último tramo el venado se cansó mucho y de tanto esfuerzo que hizo cayó muerto; el venado nunca supo cómo el sapo, siendo tan lento por su gordura, le ganó. Pero el sapo era un animal muy astuto, él sabía que no le podía ganar al venado, por eso invitó a su familia para que lo ayudaran en la competencia, colocó a cada uno de sus parientes en las metas. De tal manera que cuando el venado llegaba a la meta, sus parientes ya estaban ahí y como todos los sapos se parecen el venado no se dio cuenta del engaño. Así es como ganó el sapo o, mejor dicho, como ganaron los sapos.
Una vez que murió el venado, todos los animales se reunieron en torno a él para despedazarlo y comérselo; el sapo comió el excremento del venado y las hormigas bebieron la sangre. Todos los animales comieron, cantaron y bailaron alrededor del muerto. Los sapos no dejaron de bailar y cantar. Por esta razón actualmente el venado vive en el monte y corre siete veces cuando lo van a cazar y siempre regresa al mismo lugar. El venado odia al sapo y lo aplasta cuando lo encuentra, y el sapo siempre vive en los pantanos y se la pasa comiendo excremento por tramposo. El sapo por miedo no sale de día, sólo camina de noche.
Narrado por María Sánchez Álvarez, Nuevo Francisco León, Ocosingo, Chiapas.
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Incendio/guendaria’qui’ (zapoteco del istmo)
Esteban Ríos Cruz
El alba extiende su mantel rojo. Canto de zanates. El epazote y el cordoncillo se saludan con la brisa. En el patio, los chicozapotes duermen a pierna suelta. El sol, como un niño travieso, se encarama en la figura pálida del ciruelo.
Siedo’ye’ ruchiaa larigueta ziñá xti’. Roonda bigose. Yagabiti ne ye’daana Rudí’ca diuxi ne binisa. Lo layú yoo, ca guendadxiña nisiaasica nuchiaa niaaca. Ubidxa, sica ti ba’du’ nadxi’ña’, dxi’ba’ lo ti yagabiadxi naguchi
El pájaro caballero y el pavorreal (me’pha a, o tlapaneco)
Recogido por Abad Carasco
En aquel tiempo el pavorreal era un pájaro muy feo y el caballero* era bastante bello; era el más bonito de todas las aves. Una vez que hubo una fiesta entre los pájaros, el pavorreal no quería asistir porque le daba pena su mal vestido. Entonces se le ocurrió una excelente idea: pedir prestado un traje. Empezó a ver a todos los pájaros para decidir a quién pedirle prestada su vestimenta. Vio que era el pájaro caballero el que tenía el traje más bonito. Entonces llegó con el pájaro caballero y le dijo:
–Amigo caballero, vengo a pedirte un favor bastante grande; por tu belleza no soy digno ni de acercarme a ti.
–¿Y qué favor quieres que te haga?— preguntó el caballero.
–Quiero que me prestes tu traje para asistir a una fiesta. Lo quiero sólo por hoy y te lo traigo tan pronto termine la fiesta. Te prometo que lo voy a cuidar mucho.
–¿Y yo qué me pondré?— preguntó el caballero.
–Yo, mientras , te presto mi ropa.
Ante la insistencia del pavorreal, el caballero le prestó su ropa sin desconfianza, pero aquél jamás regresó. Huyó con la ropa del caballero.
Desde entonces, el pavorreal quedó bonito con la ropa del caballero, mientras que éste se puso feo. Por eso no sale de día, sólo de noche, porque le da pena traer ropa del pavorrreal, y por eso tampoco hay pavorreales donde viven los caballeros.
*Caballero: ave nocturna, también conocida como tapacaminos o cubrecaminos.
Tintas; Atziri Carranza
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