Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens |
Los resultados finales llegaron en este día histórico de noviembre. A pesar de los cientos de millones de dólares que reunió, Barack Obama perdió la elección presidencial de 2008. Los votantes estadounidenses se atrevieron a hablar claro frente a la arrogancia. Resultó que todos esos sondeos de opinión anteriores a la elección que mostraron la incapacidad de Obama de superar un 50% de apoyo eran proféticos. Gran parte del público nunca se sintió cómoda con Obama, aunque él obviamente se sentía tan cómodo comportándose como si ya fuera presidente.
Hillary y Bill Clinton están probablemente tomando champagne y pasándolo mejor que cuando Bill logró su primera victoria presidencial. Hillary debe estarse mordiendo los labios repetidamente y resistiendo la tentación de decir en público “¡Yo se los dije!” Hillary revelará en 2012 que aprendió bien sus lecciones.
Y toda esa audacia de Obama, el político sonriente y elocuente, terminó por morir la tan merecida muerte. Demasiados expertos culparán a su negritud y a votantes racistas por su derrota. Pero la verdad es que suficientes votantes vieron a través de sus numerosas mentiras y engaños. A Obama siempre le costó dar una respuesta simple, corta y directa a preguntas difíciles. Siempre calculaba mentalmente cómo exactamente podía jugar con sus palabras para lograr todos los beneficios que buscaba. Simplemente fue demasiado presuntuoso y demasiado astuto para su propio bien. A fin de cuentas, los estadounidenses no quieren tener a la persona más astuta o interminables matices en la presidencia. Quieren a alguien a quien puedan comprender fácilmente y en quien confiar, a pesar de su escepticismo. Había muchas razones para no confiar en que el calculador Obama hiciera todo lo que prometía o, en el caso de otros, que hiciera lo que temían que haría.
Y ahora los eruditos parlanchines también culparán a candidatos presidenciales de un tercer partido por trasegar votos de Obama, como si los estadounidenses no tuvieran derecho a ejercer su libertad política y a votar por quienquiera piensen honestamente que tiene las mejores posiciones políticas y quien pueda ayudar mejor a restaurar la democracia estadounidense.
Jon Stewart y otros cómicos de tarde por la noche celebrarán los resultados de estas elecciones, y está bien que lo hagan. Ya me alegro de esos chistes sobre la mujer de Obama haciéndose una crítica más vocal y militante del buen EE.UU., ahora que tiene la prueba definitiva de que tantos estadounidenses son estúpidos racistas blancos.
Por cierto, ahora la nación deberá sufrir la ineptitud, confusión y aburrimiento demencial de un John McCain que vive en el pasado, que habla duro pero que sufre de muerte cerebral. ¿Será la presidencia de McCain como una extensión de la increíble, terrible, Casa Blanca de George W. Bush? Claro que sí.
Viviendo todavía de la caracterización como inconformista que otrora fuera verdad, McCain debe rodearse ahora de gente de mente realmente ágil e informada sobre una miríada de temas. No será difícil encontrar suficientes cabilderos. Los eruditos comenzarán a especular que McCain tendrá suerte si sigue vivo durante cuatro años, pero afortunadamente su vicepresidente parece ser más capaz. Algo es seguro: a la plutocracia del poder que dirige realmente el país no le será difícil manejar las cuerdas entre bastidores y mantener a la marioneta MCCain bailando según la música escrita por los intereses corporativos.
Ralph Nader lo resumió así: “Una gran fracción de los estadounidenses sabe que necesitamos una revolución política jeffersoniana para corregir nuestro sistema corrupto. No fueron engañados por la retórica de Obama sobre el cambio, no de alguien que ha sido un producto y sirviente de la plutocracia bipartidaria. Sí, todos los votos para mí y para otros candidatos presidenciales de terceros partidos significaron la diferencia entre la victoria y la derrota de Obama. Nuestros votantes protestaron correctamente contra el corrupto sistema bipartidario. No eligieron a McCain. Sólo los que votaron por McCain lo eligieron, y tendrán que vivir con ello mientras ven a un gobierno McCain que sigue desmantelando la democracia estadounidense y continúa con el belicismo global que revienta el presupuesto.”
Cynthia McKinney señaló sabiamente que: “Es hora de dejar de decir Dios bendiga a EE.UU., y que comencemos a decir Dios salve a EE.UU. La buena noticia es que edificaremos un apoyo público aún mayor para una verdadera revolución política durante la presidencia de McCain. Demasiado a menudo las cosas deben empeorar antes de que puedan mejorar. Empeorarán.”
En cuanto a Obama, dijo, medio en broma: “Tal vez vuelva como candidato de un tercer partido.” ¿O reflejó eso un cálculo de que los demócratas habían aprendido su lección? En cuanto a todo el griterío desde la izquierda de que los republicanos también robaron esta elección, Obama dijo de inmediato: “John, ganó con máxima rectitud.” Gracias, Obama, exactamente lo que esperaba de un falso agente de cambio.
Fuente: http://www.informationclearinghouse.info/article20564.htm
Joel S. Hirschhorn es auto de los libros Sprawl Kills - How Blandburbs Steal Your Time, Health and Money y Delusional Democracy - Fixing the Republic Without Overthrowing the Government.www.delusionaldemocracy.com. Se lo puede contactar en
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