El Ejército francés envió el pasado mes de abril refuerzos al este de Afganistán, donde los talibán están cada vez más presentes, sin olvidar a las milicias del señor de la guerra Gulbuddin Hekmatyar, líder de la mayor formación política afgana, el Hizb-i-Islam, muy fuerte en la parte oriental del país.
No obstante, la resistencia afgana atacó a un convoy francés a menos de una hora de la capital, Kabul, crecientemente amenazada por la resistencia afgana.
Diez soldados franceses murieron y 21 resultaron herid0s tras caer en una emboscada protagonizada por un centenar de talibán contra una patrulla de reconocimiento. La emboscada tuvo lugar el lunes y los combates duraron hasta bien entrada la madrugada de ayer.
Hasta ahora catorce soldados franceses habían muerto en el peligroso avispero afgano.
Sólo este año la OTAN y el Ejército estadounidense implicado en la operación «Libertad Duradera» han registrado 176 bajas mortales, lo que ha convertido a Afganistán en el escenario más peligroso -tomando así el testigo a Irak- de la «guerra al terror» lanzada por el presidente George W. Bush.
Un portavoz talibán confirmó la emboscada contra el Ejército francés y aseguró haber infligido duras pérdidas a la fuerza de la OTAN. «Esta mañana hemos tendido una emboscada a las tropas ocupantes en el distrito de Sarubi, con la ayuda de lanzagranadas y minas. Hemos destruido cinco vehículos y les hemos provocado grandes pérdidas». declaró Zabihullah Mujahed, quien reconoció cinco bajas mortales entre los asaltantes talibán.
Por contra, el portavoz del Ministerio de Defensa del Gobierno títere afgano, general Mohamed Zahir Azimi, aseguró que trece atacantes, entre ellos un hombre de nacionalidad paquistaní, murieron en los combates en el distrito de Sarubi.
Más allá de la guerra de cifras, la supuesta presencia de un «paquistaní» entre los atacantes dice poco -menos de lo que querría Kabul-, habida cuenta de que los talibán se nutren de la población pashtún, mayoritaria a uno y otro lado de la frontera afgano-paquistaní.
«Marcha hacia la capital»
El Gobierno títere afgano trata de implicar una y otra vez al Gobierno paquistaní, en un intento de ocultar o justificar lo evidente. Y es que la presencia inédita de talibanes en este distrito próximo a la capital multiplica el temor a que la resistencia complete su plan de cercar Kabul multiplicando los ataques a sus alrededores. Un grupo de estudios independiente, Senlis, asegura que los talibán han multiplicado sus acciones en las provincias de Wardak y Logar, al oeste y al sur del país, en el marco de una «marcha hacia la capital». Más de la mitad de la provincia de Wardak está bajo control talibán.
Se repite la historia
La provincia de Logar fue escenario el miércoles de un ataque contra un convoy extranjero que se saldó con la muerte de tres «humanitarios» canadienses y un estadounidense, además del traductor afgano.
«Si analizas lo que pasó en la guerra contra los soviéticos, Kabul fue cercada por los mujahidines y asistimos a la repetición de la historia», asegura Harun Mir, del Centro de Estudios Políticos para Afganistán.
«La estrategia de cerco a la capital viene de lejos pero ahora el Gobierno es ya incapaz de impedirla. Asistimos además a crecientes ataques contra los convoyes logísticos entre Kabul y Jalalabad (este), añade este experto, que certifica la alianza entre los talibán y las fuerzas antiocupación de Hekmatyar.
Habibullah Rafi, historiador afgano, explica el retorno de los talibán hacia Kabul, capital que arrebataron a la Alianza del Norte en 1996, por los «errores» de la campaña «Libertad Duradera». «Cuando los americanos acabaron con su régimen (2001), los talibán se disgregaron. Pero tras los bombardeos que han castigado a la población civil, los talibán han vuelto con el apoyo de la población que, cuando no les ayuda directamente, cierra los ojos», añade.
El lunes, las ceremonias de la «Fiesta de la Independencia» de Afganistán se vieron reducidas al mínimo en la capital, vigilada por 7.000 policías desplegados en sus calles, mientras el Ejército estadounidense alertaba de «amenazas serias».
Reiteración y alevosía
Para amenaza, sin embargo, la que los soldados de EEUU y sus aliados europeos afrontan no sólo en el sur del país, tradicional bastión talibán, sino incluso en el este de Afganistán.
Ayer mismo, decenas de guerrilleros, entre los que algunos portaban cinturones cargados de explosivos, atacaron por segundo día consecutivo la base militar estadounidense de Salerno, cerca de la ciudad de Jost (este), capital de la provincia del mismo nombre y situada a 30 kilómetros de la frontera con la vecina Pakistán.
Dos menores que se refugiaban en una casa cercana murieron en el bombardeo de respuesta a cargo de helicópteros.
El lunes, un ataque suicida a la misma base con un coche cargado de explosivos dejó un saldo de diez muertos, todos afganos según Washington.
13 febrero 2006
Cuatro soldados estadounidenses muertos en Uruzgan (sur).
18 setiembre 2006
Cuatro soldados canadienses mueren en un ataque en el suroeste de Kandahar (sur).
8 abril 2007
Seis soldados canadienses mueren en una emboscada contra su convoy en el sur.
19 mayo 2007
Tres soldados alemanes y seis civiles afganos mueren en un ataque en un mercado de Kunduz (norte), región hasta entonces relativamente lejos de los escenarios de guerra.
31 mayo 2007
Un helicóptero de transporte de tropas Chinook es abatido en la provincia de Helmand. Mueren sus siete ocupantes, cinco estadounidenses, un británico y un canadiense.
10 noviembre 2007
Seis soldados de la OTAN mueren en una emboscada en el nordeste del país.
8 junio 2008
Tres británicos mueren en un ataque suicida, lo que eleva entonces a un centenar la cifra de bajas mortales británicas en Afganistán desde 2001.
El ataque en el distrito afgano de Sarubi es el más mortífero sufrido por el Ejército francés desde el atentado contra el puesto de control de Drakkar que tuvo lugar el 23 de octubre de 1983 y que se saldó con la muerte de 58 paracaidistas franceses en Líbano.
El presidente francés, Nicolas Sarkozy, confirmó la gravedad del ataque al anunciar un viaje relámpago a última hora de ayer a Afganistán a visitar a sus tropas. «Mi determinación sigue intacta. Francia sigue resuelta a proseguir la lucha contra el terrorismo, por la democracia y la libertad (sic). La causa es justa, y en defenderla reside el honor de Francia y de sus ejércitos».
Actualmente, alrededor de 3.000 soldados franceses están desplegados en Afganistán en el seno de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF) de la OTAN, principalmente en Kabul y en la provincia de Kapisa, al nordeste de la capital.
El Ejército francés tiene destinados a cerca de 1.800 efectivos en Kabul, donde asumió el pasado 5 de agosto el mando de la región capitalina, uno de los cinco sectores en los que la OTAN ha dividido el territorio de Afganistán, y donde hay contingentes turcos e italianos.
Alrededor de 700 soldados están desplegados desde el verano en Kapisa, para controlar un acceso estratégico a la capital y donde la resistencia está muy bien implantada. Estos refuerzos fueron enviados como gesto de Sarkozy a Washington tras la cumbre de la OTAN en abril en Bucarest.
A ellos hay que sumar a 170 militares franceses destinados en la base de la OTAN en Kandahar (sur), desde donde operan tres Super-Etendards y tres Mirage 2000 que aportan apoyo aéreo a las operaciones contra la resistencia talibán.
Este dispositivo francés se completa con el despliegue, fuera de Afganistán, de aviones de transporte C160 del Ejército francés en Dushambé (Tayikistán) y un avión de abastecimiento C135 con base en Manas, Kirguizistán, siempre en Asia Central.
El Estado francés participa asimismo en el control del espacio marítimo de la operación «Libertad Duradera» contra Afganistán y bajo comando de EEUU.
Contando con el personal que trabaja desde fuera de Afganistán pero en misiones en relación con este teatro de guerra, el dispositivo francés incluye a más de 3.600 militares.
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