La presidencia de Lugo significa “la resurrección de la otra Iglesia que reaparece, por más que al Vaticano no le guste demasiado”, añadió. “Al Vaticano le encanta la política cuando no desafía el orden” establecido, criticó.
Galeano fue invitado a la investidura presidencial de Lugo este viernes. “Llego para compartir la alegría de este país por la nueva era que se abre con Lugo”, dijo el autor de Las venas abiertas de América Latina.
Apeló a la solidaridad de los países vecinos para que el gobierno de Lugo pueda obtener éxitos en sus prioridades de combate a la pobreza y la corrupción en este país de 6 millones de habitantes y 40 por ciento de pobres.
“Se abre la posibilidad de que los países latinoamericanos, sobre todo los de la región del Mercosur (que además de Paraguay integran Argentina, Brasil y Uruguay, con Venezuela en proceso de adhesión), demuestren su solidaridad”, dijo Galeano. “Tengo la esperanza de que Argentina y Brasil van a revisar los acuerdos (de las represas hidroeléctricas) de Yaciretá e Itaipú”, agregó.
Lugo ha pedido la revisión de esos contratos para ganar más con la venta de la energía y la reducción de sus deudas.
Simpatizante de la teología de la liberación surgida en América Latina en los años 70 por una Iglesia al lado de los pobres, que no tiene las simpatías del Vaticano, Lugo ejerció el sacerdocio durante más de tres décadas, hasta que en diciembre de 2006, cuando era obispo, pidió una dispensa para dedicarse a la política.
El Vaticano primero lo suspendió a divinis, pero en julio el papa Benedicto XVI le otorgó dispensa de su estado episcopal al laico.
Lugo ganó las elecciones al frente de una coalición izquierdista que desplazó al conservador Partido Colorado, en el poder desde hace 61 años, incluidos 35 de la dictadura de Alfredo Stroessner.
Hoy, en uno de los eventos paralelos al traspaso de la presidencia de la república, Eduardo Galeano leyó su último libro, Espejo, en un gran teatro de Asunción que se llenó a rebosar.
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