Los artistas del bosque
(cuento infantil, 1989)
Por Daniel Link
Aparecido en Radar Libros / Página 12
Para Eugenia y Tomás
Había una vez (no me preguntes cuándo, ni dónde) un osito que vivía en un bosque. Todos los días, cuando volvía de la escuela, el osito jugaba con sus amigos en el bosque: la hormiga, la paloma, el lobo y el ciervo (ya sé que esos animales no suelen jugar entre sí, pero por esto es un cuento, una utopía). Un día, el papá oso le trajo al osito de regalo una caja llena de témperas de muchos colores. El osito, inmediatamente, fue a mostrarles a sus amigos el regalo que le había hecho su papá. Todos quedaron encantados con tantas témperas de tantos colores y decidieron probarlas en ese mismo instante. Cada uno de los animalitos (el oso, la hormiga, la paloma, el lobo y el ciervo) fue a su casa a buscar un pincel, un trapito y un vaso con agua para lavar los pinceles.
Hicieron lo siguiente: pintaron el río que atravesaba el bosque de color amarillo, pintaron un árbol de color violeta, pintaron el sol de color marrón.
En eso, llegó una vaca sedienta a tomar agua y cuando llegó al río se quiso morir: vio (creyó) que el río estaba seco y que se veía el fondo de arena. ¡Pobre vaca!: se moría de sed. En eso, llegó el pájaro carpintero que vivía en el árbol y cuando vio esa cosa violeta se quiso morir: vio (creyó) que alguien había tirado su árbol verde y marrón abajo y que habían puesto una cosa violeta en su lugar. ¡Pobre pájaro carpintero!: se moría de tristeza. En eso, salió la señora coneja a tender la ropa que había lavado y cuando miró el cielo para ver dónde estaba el sol creyó que el sol no estaba más y que en su lugar había un hueco horrible y marrón. ¡Pobre coneja!: se moría del susto y se cayó al suelo sentada.
Los animalitos (el oso, la hormiga, la paloma, el lobo y el ciervo), que vieron todo lo que pasaba, también se morían, pero de risa, porque todos los animales del bosque estaban confundidos. En eso, salió la mamá osa de su casa, porque había escuchado las risas, y les preguntó a los animalitos de qué se reían. La hormiguita le contó y la mamá osa les dijo que tenían que limpiar todo y dejarlo todo como antes porque estaba mal asustar a los demás animales del bosque. Los animalitos (el oso, la hormiga, la paloma, el lobo y el ciervo: esto es un cuento, es una utopía) se pusieron a pensar cómo iban a limpiar todo, y no sabían, no sabían.
En eso, una lluvia muy fuerte empezó a caer y cada gotita que caía sobre el árbol limpiaba la pintura violeta, y cada gotita que caía limpiaba la pintura amarilla del río. Y al final salió el sol y era un sol amarillo y redondo como antes porque la lluvia lo había limpiado.
Entonces la señora coneja pudo tender la ropa; el pájaro carpintero encontró su casa y la vaca sedienta tomó toda el agua que quiso.
Los animalitos decidieron, entonces, que iban a pintar sobre papeles. Trajeron papeles muy grandes y en uno de ellos pintaron un pino muy verde y muy alto. En otro de los papeles pintaron una puerta de madera y la apoyaron contra una montañita de piedra que había por ahí. En otro papel pintaron un sol amarillo y redondo y lo colgaron de un poste.
En eso, llegó un gusano de la madera que vivía en un pino y cuando vio el pino pintado creyó que era el suyo. Quiso trepar y no pudo, quiso dar la vuelta y no pudo. ¡Pobre gusanito!: se moría de hambre. En eso, vino el señor topo que vivía en la montaña de piedra y cuando vio la puerta pintada quiso meter la llave en la cerradura y no podía porque la llave rebotaba. ¡Pobre topo!: se moría de bronca porque creía que su llave estaba rota y nunca más iba a poder entrar a su casa. En eso, salió la señora coneja para ver si la ropa se había secado y cuando miró para ver el sol, vio en el cielo dos soles redondos y amarillos y pegó un grito porque creyó que con dos soles todo el mundo se iba a morir de calor y de sed. ¡Pobre coneja!: se moría de miedo.
Los animalitos (el oso, la hormiga, la paloma, el lobo y el ciervo), que vieron todo lo que pasaba, se morían, pero de risa, porque todos los animales del bosque estaban confundidos. En eso, salió la mamá osa de su casa, porque había escuchado las risas, y les preguntó a los animalitos de qué se reían. El lobito le contó y la mamá osa les dijo que tenían que limpiar todo y dejarlo todo como antes porque estaba mal asustar a los demás animales del bosque.
Entonces los animalitos juntaron todos los dibujos que habían hecho y los enrollaron para guardarlos. Ya se tenían que ir a bañar (esto es un cuento, es una utopía: ya se que los animales no se bañan a la tardecita). Se despidieron hasta el día siguiente, cuando se iban a encontrar para ver qué cosas (si es que había alguna) podían hacer con las témperas que no perturbaran a los demás animales.
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