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sábado, 18 de febrero de 2012

LA FLOR DE LA PALABRA, de Miguel Escobar Guerrero: sobre la educación en el aula universitaria desde una visión zapatista y la parábola del espejo y el cristal.

copiado de ESTACIÓN CLARIDAD: VENGO LLEGANDO  http://javiersoriaj.wordpress.com/




El texto que recojo hoy es de Miguel Escobar Guerrero, profesor de Filosofía y Letras de la UAM. Fue publicado en la revista 23&24, que se subtitula como “Nuevos valores, necesidades radicales y formación de personas adultas”, en diciembre de 2000. En él el autor remite a la necesidad de cambiar la forma de enfrentar la educación, partiendo en buena medida de los textos y la propia actuación del zapatismo. Espero que lo disfrutéis. Tiene muchas cosas muy interesantes.
"La flor de la palabra"


(Miguel Escobar Guerrero)1

“Me enseñó el viejo Antonio que uno es tan grande como el enemigo que escoge para luchar, y que uno es tan pequeño como grande el miedo que tenga. ‘Elige un enemigo grande y eso te obligará a crecer para poder enfrentarlo. Achica tu miedo porque, si él se crece, tu te harás pequeño’, me dijo el viejo Antonio una tarde de mayo y lluvia, en esa hora en que reina el tabaco y la palabra.”2
Respetado Viejo Antonio:
Durante más de cinco años he estado en contacto permanente contigo, recibiendo tu ejemplo de lucha y de resistencia, de palabra y de silencio. Trayendo este tiempo a la memoria y al corazón, voy tejiendo los espacios con el hilo de tu palabra, la tuya y la del EZLN 3 - y en este tejer, entre sombras y luces, veo que ella no ha quedado en el olvido sino que, por el contrario, ha germinando y florecido, llenándose de luz para desenmascararla mentira y el desprecio que viene en la voz del mal gobierno. La palabra tuya rompió las sombras y el silencio que amordazaba la utopía, para permitirnos soñar y luchar, llenar de esperanza el dolor y el olvido que viene haciéndose camino desde hace más de 500 años.
“El viejo Antonio afilaba su machete… Yo dormitaba a su lado… El viejo Antonio confirmó de reojo que estaba despierto y me preguntó: -¿qué soñaste. -Nada -le dije… -Malo entonces. Soñando se sueña y se conoce… El hombre que no se sabe soñar muy solo se queda y esconde su ignorancia en el miedo… Por eso cuando los hombres y mujeres verdaderos dicen vamos a soñar dicen y se dicen vamos a luchar“ 4
En esta carta quiero contarte acerca del espacio de lucha, aunque pequeñito, que heabierto en el salón de clases universitario. Desde hace más de 20 años estoy trabajando en el aula, buscando alentar la participación estudiantil, tanto en la toma de decisiones como en la construcción de conocimientos 5. Con la llegada de tu palabra y de tu lucha, se enriqueció mi práctica y, a través de ellas, he abierto las puertas y las ventanas del aula para recibir la luz que nos llega desde la selva Lacandona. En los inicios de 1994 cuando ustedes hicieron su aparición pública, mi trabajo en el aula ya había producido algunos resultados: estudiantes y yo, acabábamos de elaborar un primer diagnóstico sobre la cotidianidad en el salón de clases universitario i. Pero la genial aparición de Don Durito ii me permitió acercarme a través de otros símbolos a mi práctica educativa.
“Por las calles aledañas al Zócalo deambula Durito… Nadie se percata de él. No lo ven… Nadie ve a Durito por la sencilla razón de que, en esta ciudad, nadie ve a nadie… Durito ha venido a despedirse de la ciudad de México y ha decidido darle un regalo a esta ciudad de la que todos reniegan y nadie abandona. Este es Durito, un escarabajo de la Selva Lacandona…
Se despide Durito con un regalo… le da el mejor de sus regalos: un espejo irrompible y eterno…
¿Estarás siempre del otro lado del cristal?”, le pregunté y se preguntó Durito. “¿Estarás siempre del lado de allá de mi acá y yo siempre estaré del lado de acá de tu allá? iii
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El símbolo del cristal-espejo fue un buen instrumento para iluminar, de otra forma, todos los rincones del aula: logré junto con los estudiantes iv, entender y mirar, con otra imagen y otra palabra, nuestro quehacer cotidiano, repensando el diagnóstico que habíamos elaborado. Con el espejo para mirarnos a nosotros mismo y con el cristal para ver lo que sucede fuera del aula, constatamos, una vez más, que en este lugar casi nadie sabe nada de nada, posiblemente porque se sabe mucho de todo sin entender qué significa saber y/o porqué el “saber” que se sabe no puede aplicarse a una realidad real.
“Y los espejos son para ver de este lado y los cristales son para ver lo que hay del otro lado… Los espejos son para tallarlos… Los cristales son para romperlos… y cruzar del otro lado…” v
Para cristal te quiero, Espejo nunca vi
No fue difícil ver con claridad, respetado Viejo Antonio, que el aula es un lugar simbólico en donde se trasmite un “saber” del cual sólo se puede oír hablar, es decir, escuchar y repetir, debido a que en este lugar se aprende a “saber” por medio de la “letra muerta”, obligando a los estudiantes a seguir un camino tortuoso que no tiene más luz que la del pensamiento en sí mismo: la luz de la “letra muerta” que llega, casi siempre, a través de una transmisión de conocimientos acabados, dogmáticos, fríos y estáticos, para copiarlos en la memoria, como si el pensamiento fuese una fotocopiadora. De esta forma, los estudiantes están obligados a construir una “realidad virtual”, metiendo el pensamiento en una especie de “cárcel”, en donde se está condenado a realizar un ejercicio gimnástico de abstracción, sin ningún vínculo con la “realidad real”. Proceso que tiene lugar en el contexto de unas relaciones educativas que se van estableciendo entre malestar e inseguridad, para ocultar el verdadero rostro de la palabra e impedir que se hable del mundo real llenando el aula con un “silencio”, que entre apatía y miedo, sólo permite realizar una sola tarea: escuchar a los que “saben”. No pensar la realidad real. ”Saber” sólo lo que la “letra muerta” dice . . . Callar, no hablar ni actuar según nuestros pensamientos.
Quienes no acepten estas reglas serán despreciados y condenados a vivir en la “ignorancia”, apartados y excluidos de los benéficos de la globalización, de la sociedad del hombre-cifra, del hombre-mercancía y del hombre-consumo: seres “sin cultura y sin historia”, sin derecho a hablar, a rebelarse y a organizarse para decir y hacer lo que su pensamiento les dice. El perfil de hombre, sin palabra verdadera, gestado en el seno de la impunidad y del poder para unos pocos, no le permite tener derecho a decir su palabra porque su humanidad ha sido castrada, impidiendo la vinculación que debe existir entre pensar y actuar, conocer y transformar.vii
Los procesos educativos, respetado Viejo Antonio, parecen diseñados, como tú bien sabes, para construir una “realidad virtual”, en donde podamos “meter”, cuando sea necesario, nuestra “realidad real” acomodándola a los designios mágicos (técnicos y políticos) de la “realidad virtual”. Por ello, quienes van escalando la pirámide escolar, reciben diplomas que los acreditan para hablar de una realidad que no existe.
Este análisis sobre la práctica educativa del salón de clases, desde la perspectiva de la participación estudiantil, me permitió entender, una vez más, lo limitado que resulta un trabajo de lucha dentro del aula, aunque no por ello sea despreciable. Así que mirando mi práctica docente, a través de la lucha de ustedes, en vez de desanimarme, me permitió preguntarme con los estudiantes, si no había llegado el momento de decir ¡YA BASTA! de tanta letra muerta en el aula e investigar de qué forma este grito de lucha y de resistencia, de dolor y de esperanza, podría aquí tener sentido. Para realizar esta tarea, contaba – además de los trabajos que habíamos escrito los estudiantes y yo- con los acuerdos que ustedes habían alcanzado con la Señora “sociedad civil”, lo que me llevó a sacar una primera conclusión: era necesario trabajar conjuntamente viii y, de esta forma, me decidí a elaborar y publicar las investigaciones realizadas ix, teniendo como proyecto de trabajo la metodología para el rescate de lo cotidiano y la teoría en el salón de clases. x
El miedo y la palabra muerta
Sin embargo, respetado Viejo Antonio, también quiero comentarte que en el aula, siempre me he encontrado con un obstáculo fundamental: la inercia de la palabra muerta. Esta palabra castró la participación estudiantil, siendo una herencia histórica difícil de superar. Pero, por fortuna, la palabra muerta no es totalmente estéril, lleva en sí misma su propia contradicción: puede mostrar también lo que trata de esconder, puede desenmascar, traer a la vida la flor de la palabra, obligarla a iluminar la realidad real que cotidianamente hombres y mujeres sufren, viven, padecen, transforman y conocen.
La palabra muerta ha logrado cubrir muchos espacios con el miedo; miedo en especial a la figura del profesor, como representante del autoritarismo del padre, del jefe, del poder y que, consciente e inconscientemente, se refleja en una cierta parálisis en los estudiantes. Así, el miedo no es una palabra muerta en el aula y tiene que analizarse: permitir a los estudiantes identificar la función represiva de la autoridad autoritaria, aprendiendo a entender sus dobles mensajes, la forma como ésta autoridad se las ingenia para negar la realidad y descubrir su conducta psicopática xi. Para apoyarme en esta tarea, me encontré con la fábula de león que tú le contabas al Sup Marcos:
“El león es fuerte porque los otros animales son débiles… El león no mata con las garras o con los colmillos. El león mata mirando… Después la queda viendo. La mira a su presa… Y, mirando que lo miran, el animalito se convence, el sólo, de que es pequeño y débil. Y, en el miedo que mira que lo mira el león, tiene miedo. Y entones el animalito ya no mira nada, se le entumen los huesos…” xii
La lectura de la realidad
La presentación de la fábula del león me posibilitó, junto con los estudiantes, tomar distancia del mismo miedo para analizarlo. Aquí me di cuenta de que era necesario conocer la fuerza del miedo, representada en el león: la fuerza de la autoridad autoritaria para conocerla, identificarla y destruirla xiii. Este análisis me llevó a redefinir mi práctica en el aula y elaboré una propuesta educativa encaminada a realizar una lectura de la realidad desde tres áreas: la emocional, la escolar y la sociopolítica xiv.
En este nuevo desafío, respetado Viejo Antonio, tengo como telón de fondo los efectos nefastos de la política económica neoliberal, de exclusión y de miseria, que estamos viviendo. De esta forma, al pensar sobre mi práctica educativa entiendo mejor la lucha de ustedes y la mía, comprendo mejor este mundo de la globalización de la miseria que se nos presenta como el único mundo posible, sin utopía y sin esperanza: un mundo que devalúa cualquier tipo de rebeldías, como medio para consolidar su imperio de exclusión, impunidad y manipulación.
“Para resolver este dilema debemos enfrentar un enemigo muy poderoso, el poder vestido con el ropaje del neoliberalismo. Sus crímenes no reconocen frontera, representan la globalización de la desesperanza. El neoliberalismo oferta una nueva doctrina mundial: la rendición y la indiferencia como únicas formas de exclusión, la muerte y el olvido como único futuro para los excluidos, es decir para la mayoría. El crimen y la impunidad como máxima ley.” xv
Los resultados de mi práctica educativa, hasta hoy obtenidos, respetado Viejo Antonio, aunque limitados, son importantes en el contexto del aula universitaria. Puedo decir que existen, en términos generales, tres grupos de estudiantes: aquellos que aceptan el desafío de leer su realidad, utilizando el espejo-cristal que nos regaló Don Durito; los que continúan asumiendo una posición pasiva y apática en el aula y, por último, aquellos que sin llegar a comprometerse totalmente, logran realizar un trabajo crítico. Cabe aclarar, en este momento, que ningún estudiante es obligado a tomar tu palabra para emprender la lectura de la realidad, cada estudiante es libre de seguir el camino que juzgue pertinente: no hay que olvidar que el aula no es un espacio para el proselitismo político, debido a que como decía Paulo Freire la educación no es la palanca de la revolución aunque toda revolución es educativa. xvi
A manera de conclusión
Nombramos
para habitar
las cosas
Hablamos
porque somos
hijos del silencio xvii
Por último, respetado Viejo Antonio, me gustaría decirte que aunque la historia del salón de clases es poco alentadora, ya que sus espacios son inadecuados para sembrar la palabra verdadera hasta hacerla florecer y permitir que perfumen el ambiente, con aquel aroma que nos hace sentir que conocer es organizarse y luchar, vale la pena emprender este camino. Por fortuna, son cada vez más numerosos los estudiantes que se comprometen con este proceso educativo, que los cuestiona radicalmente y que están dispuestos a decir ¡Ya Basta!, asumiendo una posición comprometida con su práctica educativa y social. Tu lucha, por ello, Viejo Antonio, permite a la palabra florecer y con ella se puede aprender a soñar y luchar.
“Sueña Antonio con que la tierra que trabaja le pertenece, sueña que su sudor es pagado con justicia y verdad, sueña que hay escuela para curar la ignorancia y medicina para espantar la muerte; sueña que su casa se ilumina y su mesa se llena, sueña que su tierra es libre y que es razón de su gente gobernar y gobernarse… Sueña que debe luchar para tener ese sueño, sueña que debe haber muerto para tener vida”6
Por ello, estoy seguro que vale la pena alentar este tipo de prácticas educativas, ocupando sus espacios con la palabra y la letra viva:
“No morirá la flor de la palabra…
Podrá morir el rostro oculto de quien la nombra hoy, pero la palabra que vino desde el fondo de la historia y de la Tierra, ya no podrá ser arrancada por la soberbia del poder.
Nosotros nacimos de la noche: en ella vivimos; moriremos en ella.
Pero la luz , será mañana para los más: para todos aquellos que hoy lloran la noche; para quienes se niega el día; para quienes es regalo la muerte; para quienes esta prohibida la vida.Para todos, la luz; para todos todo. Para nosotros la alegre rebeldía. Para nosotros nada” 7
De esta manera, juntando este espacio pequeñito, con otros mucho más grandes y pequeños, podremos, ustedes y nosotros, soñar y construir un mundo distinto, incluyente y plural, en donde cada hombre y cada mujer tenga el derecho de decir su palabra.
Nosotros, ustedes todos los que pensamos que es posible y necesario un mundo donde la democracia, la libertad y la justicia abandonen su cómodo lugar de utopías y bibliotecas y venga a vivir (y a luchar, que es una forma hermosa de vivir) con nosotros.” 8
P.D. No morirá la flor de la palabra verdadera, o como dice el poeta chiapaneco Oscar Oliva: La palabra nos puede hacer sujetos de la historia.

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1 Profesor de Tiempo Completo, Titular A, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México
2 Cf. Subcomandante Marcos “Carta a Eduardo Galeano”, La Jornada, México D.F., 11 de mayo de 1995, p. 6
3 EZLN: Ejército Zapatista de Liberación Nacional
4 Subcomandante Marcos. “La historia de los sueños” en EZLN. Documentos y Comunicados 3. México, Ediciones Era, 1997, pp. 73 a 75
5 Cfr. Miguel Escobar Guerrero. Educación alternativa, pedagogía de la pregunta y participación estudiantil. México, Facultad de Filosofía y Letras, UNAM, 1992
6 Palabras del Sup. Marcos reproducidas en Hilda Varela y Miguel Escobar, “Anexos”, 0p.cit.
7 Palabras del Sup. Marcos tomadas del texto “EL Sup. Dignidad Rebelde”, reproducidas en el disco compacto Juntos por CHIAPAS
8 Cfr. Sup Marcos. Cuentos ..,. op. cit.,75
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i Este trabajo fue publicado años más tarde, Cfr. Miguel Escobar Guerrero y grupo de Pedagogía Comparada. “Rescate de lo cotidiano escolar” en Ethos Educativo, marzo de 1996, pp. 122-133
ii Don Durito es, igual que el viejo Antonio, uno de los personajes creados por el Sub Marcos. Octavio Paz decía que Durito era una invención memorable, pero Durito protestaba diciendo que él era real y que la invención era Marcos.
iii Miguel Escobar Guerrero. “Carta a Don Durito desde el salón de clases” en Hilda Varela y Miguel Escobar G. Globalización y utopía. (inédito)
iv Actualmente trabajo con tres grupos de estudiantes en la UNAM: uno en la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Filosofía y Letras, en un seminario que lleva por título “La lectura de la realidad”, al que asisten estudiantes inscritos en la maestría y en el doctorado en Pedagogía y en la maestría y doctorado en Educación Superior. El segundo y el tercer grupo están formados por estudiantes de licenciatura en Pedagogía de la misma Facultad.
v Cfr.Hilda Varela y Miguel Escobar, Op. cit
vi Este poema de Pedro Salinas es citado por el Sub Marcos. Ibidem
vii Cfr. Miguel Escobar G. y grupo de Pedagogía Comparada. “Adios a la transmisión de conocimientos”, Rompan Filas, Año 6, N° 26, p. 3-9
viii En los primeros días del inicio de la guerra entre el EZLN y el gobierno, la sociedad civil salió a las calles para intentar detener la guerra. Meses más tarde el EZLN convocó a una reunión que se denominó CONVENCIÓN NACIONAL DEMOCRÁTICA. Esta Convención buscaba organizar a la sociedad civil. Sin embargo este primer intento fracasó y el EZLN, meses más tarde, llamó a la sociedad a trabajar conjuntamente, creando el Frente Zapastista de Liberación nacional.
ix Los trabajos que elaboramos y publicamos en forma conjunta fueron: “Rescate de lo…;” ; Adios a la …” y “Participación y compromiso docente”. En prensa se encuentra Homenaje a Paulo Freire: pensar la práctica para transformarla, trabajo elaborado pocas semanas después de la muerte de Paulo Freire.
x En esta metodología es fundamental que el profesor y la profesora se decidan a trabajar con los y las estudiantes. Son tres ejes fundamentales los aquí definidos:¿Qué es lo que existe?, ¿Qué es lo imaginario? (lo que nos gustaría que existiese) y ¿Qué es lo posible? (de llevar a la práctica en el salón de clases). Cfr. Miguel Escobar G. “Lo cotidiano en el salón de clases” , Rompan Filas, México D.F., año 4, no.15, pp. 21-27
xi Algunas de las características del psicópata son:
  • Él siempre tiene la razón. Al hacer una separación entre su realidad interna y la realidad externa, decide que la realidad es como él la vive, en su mundo interno. No tiene la capacidad de captar el mundo externo, lo niega y prolonga sobre éste las fantasías que tiene en su mundo interno.
  • En las psicopatías se observa con claridad lo que se conoce como la “ley del embudo”: para el psicópata sólo lo que él hace esta bien hecho, lo que hacen los otros esta mal. Muestra disgusto y desprecio por el otro, regañándolo y descalificando, cínicamente, cualquier critica que no corresponda a la concepción de realidad que él tiene. En los discursos y en las prácticas neoliberales podemos apreciar con claridad estos patrones de conducta.
  • Siempre emite dobles mensajes: dice una cosa y su intención es otra muy diferente generando, entre quienes reciben su mensaje, desorientación e inmovilidad, pretendiendo con todo ello confundir y vencer
  • No tiene capacidad para soportar los contactos afectivos y, por el contrario, los niega para manipular la realidad a su antojo, estableciendo una relación autoritaria.
Cf. Fernando Martínez S. “La envidia. Mal de nuestros tiempos” y “Freud, algunas contribuciones a lo social y a lo político”. Ponencias presentadas en la Asociación Psicoanalítica Mexicana, A. C., en agosto de 1997 y diciembre de 1998 respectivamente.
xii Hilda Varela y Miguel Escobar, op. cit
xiii Palabras de Marcos reproducidas en Hilda Varela y Miguel Escobar, “Anexos”, op. cit
xiv Cfr. Fernando Martínez S. y Miguel Escobar G. “La lectura de la realidad” en Rompan Filas. México, 1998, año 7, N° 35, p. 24-30 Paulo Freire. Pedagogía de la autonomía. México, !997, Siglo XXI Editores. Paulo Freire. Pedagogía de la esperanza.México, Siglo XXI Editotes, 1993 y algunos comunicados del EZLN.
xv Cfr.Sup Marcos. Cuentos para una soledad desvelada. México, Ediciones del Frente Zapatista de Liberación Nacional, 1997, p.83
xvi Miguel ESCOBAR, Alfredo L. FERNANDEZ and Gilberto Guevara with Paulo Freire, Paulo Freire on higer education. A dialogue at the National University of Mexico, New York, State University of New York, 1994.
xvii Tomado del poema “El correo de los bosques” del chiapaneco Juan Bañuelos y reproducido en Proceso, México, Edición especial, 1 de Enero de 1999, p. 89.

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