El viento no ceja
_no descansa, no desiste_
en el ánimo de llevarte,
de entregarte y de decirte
estas palabras mías
que, aunque torpes y faltas de arte
_como esos pasos sin vías_
quieren sólo manifestarte
que la suma de mis alegrías
tiene tan sólo un nombre:
Cada vez que en las mañanas
Elevo mi mirada al cielo
Surge en mi mente tu rostro,
Amable y siempre bello:
Ruego a Dios, entonces,
Que feliz seas ¡siempre!
Que feliz seas ¡siempre!
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