Eran como las cinco y cachito de la tarde.
_ ¡No sé a ciencia cierta!_. Las nostálgicas horas
despedían al día como queriendo que no se fuera.
Entonces, la combi se detuvo,
y con ella también los pensamientos:
De pronto, la vieron subir, así nomás, de repente.
Vestía sus “converse” negros, su blusa negra,
su pantalón azul cielo, seguramente de popelina:
y su rostro iba adornado de miradas sin esperanza.
A la salida de la “Unidad”, un letrero decía:
“Tratamiento psicológico, con sesiones de terapia”.
_ ¿Alguien puede decirme qué diablos le pasa al mundo?
Ella como si nada, absorta y distraída
con ese IPod invadiéndole ambos oídos.
_Pero, acaso ¿hay quien quiera escuchar al mundo?
Mientras, éste sigue su curso,
como las ruedas de la combi algo vieja, algo cansada,
que te llevarán a Zacatepec como un último recurso.
El recorrido es corto,
no más allá de 20 minutos,
y los que viajan no tienen tiempo de soñar.
Ella, tal vez de quince, o quizás catorce;
con una mirada cercana, pero muy lejana,
como preguntándose a dónde enterraron las esperanzas.
¡Se han robado a Dios
y nadie se ha dado cuenta !
Todos prefieren pensar que no piensan.
De pronto, ella se bajó
y su historia no fue más nuestra historia:
Se perdió dentro de un mundo de antemano perdido.
by Panchito
Nov. 4, 2011
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