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miércoles, 2 de noviembre de 2011

TSITSANU: Un cuento del pueblo Sapara (Ecuador)

copiado del suplemento OJARASCA de LA JORNADA  http://www.jornada.unam.mx

Tsitsanu

(Un cuento del pueblo sapara)

Luciano Ushigua
Nuestros abuelos dicen que antiguamente los sapara eran monos cotos; un día un mono se dirigió al río Conambo a beber agua y se convirtió en hombre, y otro mono hizo lo mismo y se convirtió en mujer; así cuentan nuestros abuelos.
De la unión de esta pareja nació Tsitsanu.
El niño creció junto a su familia y, cuando ya era un joven, buscó a su pareja; pidió la mano de la hija de Tayak, quien era un poderoso shímanu.
Cuando Tsitsanu tomó por esposa a la hija de Tayak, hizo una gran fiesta y todos estuvieron muy alegres.
Un día, Tsitsanu cogió la bodoquera de su suegro sin su permiso; su mujer le advirtió que tenía que pedir permiso a su papá, pero Tsitsanu no le hizo caso y se fue al monte.

ilustración: ALFONSO TOAQUIZA
Cuando Tsitsanu regresó del monte, el suegro Tayak muy enojado lo maldijo y lo echó de la casa. Tsitsanu salió de su casa maldito por su suegro, y se dirigió nuevamente al monte. Entonces, se cumplió la maldición y se perdió en la selva.
Tsitsanu andaba perdido en la selva y gritó:
–Huuu, huuu. Después de un rato le contestó una abuela, llamada Saw Saw.
La abuela Saw Saw le dijo que se acercara a tomar guayusa. Titsanu llegó a la casa de Saw Saw y tomó la guayusa, él le pidió posada y se quedó a dormir la noche. Fue aquí donde se le puso el nombre de Tsitsanu.
Titsanu se levantó muy por la mañana y le preguntó por dónde era el camino; la abuela le indicó y él continuó su viaje.
Tsitsanu siguió por un camino largo y llegó a la casa de una anciana, quien le dijo:
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–Quédate aquí para que duermas. Ella era la abuela zancudo. Cuando Tsitsanu estaba durmiendo, la abuela zancudo pensaba chuparse toda su sangre.
Tsitsanu escuchó un sonido “jiii, jii, jiii”; aturdido y para ahuyentar el sonido, golpeó con la mano y se despertó. Entonces, vio a la anciana tirada en el piso, y se dio cuenta de que ella quería chuparle toda la sangre hasta matarlo.
Muy por la mañana, Tsitsanu tomó el camino y se alejó de ese lugar; pues por la maldición de su suegro, si no lo hacía, moriría.
Tsitsanu siguió caminando y se encontró con la gente que no tenía ano; ellos tenían suficiente comida, pero no comían; cocinaban la carne pero solamente absorbían el vapor que salía de la olla. Esta carne era buena para Tsitsanu.
Cuando Tsitsanu comió la carne, la gente se asustó. Entonces, Tsitsanu les enseñó cómo se come la carne. Luego llamó a toda la gente, observó que tenían el ano tapado con una membrana en forma de caracol; agarró una astilla de caña guadúa y les cortó esa membrana. Les dijo que cocinaran y comieran la carne; así mismo les enseño a defecar.
La gente estaba muy agradecida por la ayuda que les dio Tsitsanu y, como agradecimiento, le entregaron a una mujer. Tsitsanu durmió toda la noche con ella.
Muy por la mañana Tsitsanu se levantó y preguntó por dónde era el camino; se dirigió por donde le indicaron y se fue muy lejos.
Seguía su largo camino y llegó a un lugar donde las mujeres no sabían dar a luz, ellas se cortaban el vientre para sacar a sus hijos.
Tsitsanu reunió a todos los esposos y les enseñó cómo se debía realizar el parto; entonces, ellos quedaron muy contentos.
Esa noche Tsitsanu se quedó a dormir con ellos y así mismo, en agradecimiento, le dieron una mujer.
Tsitsanu se levantó muy por la mañana y siguió su camino.
Tsitsanu llegó donde vivían los tigres y se encontró con una tigresa anciana que tenía a su hijo muy enfermo. Ella le pidió que curara a su hijo.
Tsitsanu no sabía curar nada, pero hizo lo posible para sanar al niño: le sacó las espinas, porque el niño se había comido un puerco espín. Después de un rato llegaron los otros tigres y querían comerse a Tsitsanu; pero la tigresa les dijo que no se lo comieran, porque él curó a su hijo; entonces los tigres lo dejaron libre.
Todos los tigres se reunieron para agradecer por la ayuda que les brindó Tsitsanu. Entre ellos, acordaron entregarle su lanza, en la que estaba el espíritu del tigre, y le dijeron que solamente Tsitsanu debía tenerla.
Tsitsanu se quedó solo nuevamente y se fue muy lejos por el camino.
Cuando de costumbre, Tsitsanu siguió caminando; de pronto se encontró con otra gente y le pidió al cabeza mate que le indicara el camino. Titsanu le advirtió que no se subiera al árbol de caimito que estaba en medio camino, pero el cabeza mate no hizo caso, se subió en el árbol y se cayó. Al ocurrir esto, Tsitsanu rió mucho y el cabeza mate regresó muy enojado por su camino.
Entonces, Titsanu emprendió el regreso a su casa; pidiendo a una tórtola que lo guiara. La tórtola le dijo a Tsitsanu:
–A mí me decías que me ibas a coger para hacer un maito para comer, estoy cansada de escuchar eso; de hoy en adelante no quiero que me digas así — advirtió. Entonces, la tórtola lo llevó al camino donde Tsitsanu se perdió al comienzo y ella se alejó volando.
El suegro de Tsitsanu, como era un hombre muy poderoso, sabía que Tsitsanu iba a regresar; entonces, ordenó a su hija que preparara chicha para esperarlo. Tsitsanu llegó justo el día señalado y disfrutaron de la fiesta.
Tsitsanu llevó su lanza y explicó que nadie tenía que cogerla sin su permiso.
Un día un hombre loco llegó a la casa de Tsitsanu y se llevó la lanza, mientras Tsitsanu estaba con su esposa en la chacra.
Ese hombre loco se llevó la lanza al monte. Paró a defecar, y la lanza se convirtió en tigre y se comió al hombre.
La lanza, con un gran viento y truenos, regresó a sus dueños originales; pero su poder se quedó con Tsitsanu.
Luciano Juan Ushigua Santi (Saparano es su nombre sapara), nació en 1977 en Morete Cocha, parroquia de Sarayaku. Actualmente vive en la ciudad de Puyo, provincia de Pastaza.
Esta versión de la historia de Tsitsanu fue contada por Juan Cruz Grefa, Ana María Santi, Cesáreo Santi y María Luisa Santi. Ilustrada por Alfonso Toaquiza, fue editada por Steven Rudnick (Kuri Ashpa. Quito, Ecuador, 2006).

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