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domingo, 28 de septiembre de 2008

EL OBRERO MEXICANO EN CONDICIONES DEPLORABLES

Arturo Alcalde Justiniani

Denuncia pública

El pasado 21 de agosto fue suscrito en Palacio Nacional el Acuerdo Nacional por la Seguridad, la Justicia y la Legalidad, participando en su celebración representantes de diferentes órdenes de gobierno y de la sociedad civil, quienes reconocieron la dimensión multifactorial del problema. El acuerdo dedica un capítulo al ámbito laboral bajo el rubro de “Compromisos de los sectores productivos”; en su punto séptimo se conviene promover la cultura de la legalidad, la denuncia de cualquier injusticia laboral y mejorar el entorno de los centros de trabajo.

Una vía para hacer cumplir esos compromisos, es identificar en orden de prioridad los sectores productivos en los cuales se violan de forma sistemática los derechos laborales. Denunciamos dos de ellos sin ser limitativos: las prácticas laborales en la industria de la construcción y en los servicios de limpieza. Las personas físicas y morales dedicadas a estas ramas de actividad violan permanentemente los derechos de miles de hombres y mujeres que se ven obligados a prestar sus servicios en condiciones precarias, insalubres y peligrosas, sometidos a jornadas extenuantes, discriminación, acoso en diferentes modalidades, salarios insuficientes, contratos colectivos de protección, formas jurídicas ficticias en su contratación, cambios constantes de razón social para evadir obligaciones, como las relativas a la seguridad social, y la creciente exigencia de renuncias en blanco como condición para aceptarlos en el empleo, entre muchas maniobras para evadir el cumplimiento de la ley.

Son cómplices de este abuso quienes participan en los procesos de subcontratación en las diferentes ramas de actividad y de servicios, incluyendo las dependencias públicas, tanto del gobierno federal como locales, quienes utilizan crecientemente estos servicios sin cerciorarse desde el proceso de contratación y durante la prestación del servicio si cumple con las obligaciones laborales y los derechos humanos elementales.

Se acredita esta denuncia con hechos evidentes propios de la realidad cotidiana. En las construcciones observamos a jóvenes, casi niños, muchos de ellos provenientes del campo, durmiendo en las áreas de trabajo, transitando por andamios sin medidas preventivas ni equipos de seguridad, intentando alimentarse con productos chatarra, muchas veces acompañados de esposa e hijos que los ayudan en este inhóspito ambiente.

En los servicios de limpieza las injusticias son similares: la categoría moral de muchos de los empleadores es cuestionable; ex agentes de seguridad, delincuentes comunes, seudodirigentes de sindicatos jugando un doble papel o empleados de las mismas dependencias que contratan los servicios, han encontrado una mina de oro a costa de la postración de estos trabajadores. La tarea es fácil, poner un escritorio, registrar una razón social y tener el contacto con los funcionarios adecuados; al no tener patrimonio propio es sencillo incumplir obligaciones, nada se arriesga. Los trabajadores se ven obligados a admitir cualquier abuso ante la carencia de empleos y sus urgentes necesidades familiares.

Buena parte de la responsabilidad de esta degradación social deriva de la complicidad activa o la omisión de las autoridades obligadas a vigilar el cumplimiento de la ley. Estos funcionarios se han sometido a una lógica de impotencia ante la gigantesca dimensión del problema; aunque cuentan con instrumentos legales para cambiar el rumbo de estas prácticas, renuncian a su ejercicio. Por ejemplo, la ley contempla la inspección laboral como función del Estado para garantizar el respeto a la legalidad mediante inspectores capaces y honestos que vigilen, detecten, prevengan, orienten y, en su caso, sancionen a los infractores de la ley. En el área de trabajo de competencia local pueden realizarse acciones a partir de diagnósticos, estudios estadísticos, investigaciones en colaboración con entidades académicas, promoción de acuerdos con las organizaciones patronales para establecer compromisos y mecanismos de evaluación. Un paso elemental es dimensionar y tener clara la problemática, ubicar y censar los centros de trabajo y reclamar presupuestos suficientes para esta tarea. Obviamente, una condición previa es la convicción de que el tema es importante; en otras palabras, que los miles de trabajadores sometidos a esta indignante condición deben constituir una prioridad en el diseño y ejecución de cualquier política pública.

Esta grave violación a los derechos humanos crece día con día y no parece preocupar a los actores que podrían favorecer un cambio de rumbo. Los legisladores, por no otorgar presupuesto suficiente para la ejecución de estas tareas públicas; las iglesias, por estar más preocupadas de otros menesteres que por la suerte de sus fieles; los partidos políticos, que en su dinámica de poder burocrático se han olvidado de la suerte de la gente a la que periódicamente acuden en busca del voto; las organizaciones de la sociedad civil, que no integran debidamente en sus agendas la problemática de los más vulnerables, y los sindicatos, que no sólo se abstienen de cumplir con su misión, sino que aprovechan la indefensión de los trabajadores para ampliar su negocio. Quizá todos cargamos con nuestra cuota de responsabilidad en la medida en que nos hemos acostumbrado, como algo normal, a que se abuse de la población aun frente a nuestros propios ojos.

El tema de la seguridad y la promoción de la legalidad no se reduce a conductas delictivas aisladas, está sostenido en una red de complicidades que producen una cultura de impunidad; lo vemos claro al salir a la calle, donde todos somos iguales frente al impacto de las políticas ambientales, urbanas, sociales y de seguridad en un sentido estricto. Como se ha entendido ya en otros países, cuya experiencia hemos soslayado, la promoción de la equidad y la justicia es la mejor vía para lograr una cultura de seguridad. Sólo así podremos salir a la calle respirando otro ambiente.


TOMADO DE " LA JORNADA " www.jornada.unam.mx

sábado, 27 de septiembre de 2008

Primera caminata espacial china

Por Daniel Marin

***

Voló el Feitian

China se ha convertido oficialmente en la tercera nación en llevar a cabo una actividad extravehicular (EVA) por sus propios medios (bueno, propios, propios, lo que se dice propios, no exactamente, más bien con un poquito de ayuda de los rusos).

Zhai Zhigang es ya desde hoy el primer chino en pasear por el espacio, dentro de su traje Feitian (una versión china del Orlán ruso). Liu Boming, con un traje Orlán M, le ayudó desde el interior del módulo orbital, aunque también se "asomó" fuera para ayudar a su compañero. Aunque la duración inicial de la EVA debía ser de 40 minutos, al final fue bastante más corta, unos 22 minutos entre apertura y cierre de la escotilla. Según los criterios rusos de EVAs, ambos astronautas realizaron una EVA, aunque para la prensa china sólo Zhigang fue el protagonista, posiblemente porque Boming llevaba un traje de fabricación rusa. Por otro lado, según los criterios de la NASA, Boming realizó lo que se denomina una "EVA de pie" (stand-up EVA), como la que llevó a cabo Scott durante el Apolo 15. Jing Haipeng esperó a sus compañeros en el interior del módulo de descenso, curiosamente sin traje de presión.

Aquí la secuencia de la épica EVA:







BOLIVIA: Evo Morales y el pueblo boliviano triunfarán sobre sus opresores


Portada :: Bolivia
Aumentar tamaño del texto Disminuir tamaño del texto Partir el texto en columnas Ver como pdf 27-09-2008

La marcha de los campesinos bolivianos triunfó
Caminar contra el golpismo



¿Y cuándo carajo? ¡Ahora Carajo! Así culmina cada grito de los campesinos que marcharon hacia Santa Cruz y conjuraron, junto con otros movimientos sociales, un intento de golpe de Estado contra el presidente Evo Morales, ratificado hace semanas por el 67 por ciento de la población en un inédito referendo. Una vez más, ante la coyuntura más difícil, quedó claro que la legitimidad y a la vez la única garantía de éxito del proceso político boliviano es la capacidad de organización y movilización de los postergados. La marcha de los campesinos bolivianos triunfó, pero habrá otras batallas. Por ahora, el proceso de cambios en Bolivia logró algo muy importante: mostró los alcances concretos de su impresionante apoyo popular.

Miles y miles, marchando en fila. Paso firme y sostenido por horas. Avanzando unos 20 kilómetros por día, quedaron a las puertas de Santa Cruz, mientras otros miles bloqueaban las rutas principales del departamento, interrumpiendo casi totalmente el tránsito de personas y mercancías entre el oriente y el occidente boliviano.

Son los campesinos de Santa Cruz, los colonizadores del norte del departamento, los estudiantes, las mujeres campesinas, apoyados por un masivo campamento en el puente sobre el río Ichilo a cargo de miles de campesinos y campesinas del trópico de Cochabamba. Son los protagonistas de una nueva victoria sobre los planes golpistas con cara visible en los cívicos de la medialuna menguante del oriente.

Revisemos rápidamente el último mes y medio en la vertiginosa política boliviana:

10 de agosto. Evo Morales es ratificado por un histórico 67 por ciento en el referendo que la derecha parlamentaria desempolvó para tratar de debilitar al presidente. El apoyo al mandatario superó en porcentaje y números absolutos el obtenido en la también histórica elecciones que lo llevaron al Palacio del Quemado, en 2005. Evo gana en 95 de las 112 provincias del territorio nacional, y hace una elección sin precedentes en Santa Cruz, orillando el 40 por ciento de los votos. El voto por el NO sólo se impone en algunas regiones de Santa Cruz, Pando y Beni y en las ciudades capitales de Cochabamba y Chuquisaca.

13 de agosto. Desencajados, los prefectos opositores acuerdan radicalizar las medidas de presión, con un nuevo caballito de batalla, la devolución a los departamentos del Impuesto Directo a los Hidrocarburos. Gritan “IDH” como antes gritaban “autonomía”, pero no intentan manifestaciones masivas como las del primer semestre del año.

15 de agosto. Se conoce la real dimensión de la “radicalización” anunciada por los prefectos: dirigentes de la Prefectura, Comité Cívico, partidos de oposición y líderes empresariales intentan tomar el Comando Departamental de la Policía Nacional en Santa Cruz y mandan a la Unión Juvenil Cruceñista a golpear al coronel Wilge Obleas, la máxima autoridad policial del departamento.

16 de agosto. El prefecto Rubén Costas echa combustible al fuego: califica de “mal nacido” al presidente Evo Morales y de “cobarde” al vice García Linera. Ante unas 2 mil personas, dice que el próximo comandante de la “policía autonómica” cruceña estará bajo su mando.

20 de agosto. Un “paro cívico” convocado por los comités cívicos se nota en los nucleos urbanos de Santa Cruz, Pando, Tarija y Beni. Las bandas de la Unión Juvenil Cruceñista, con escudos, palos y armas cortas, golpean a los vecinos que se resistían a acatar el paro, en especial en los barrios populares, agreden y patean a policías, queman vehículos policiales y arrasan con los comercios que osaban abrir sus puertas. Comienzan las tomas de entidades públicas nacionales.

24 de agosto. En un encuentro con movimientos sociales, el presidente Evo Morales concerta una estrategia para enfrentar la la radicalización de las acciones de la derecha política y mediática.

25 de agosto. El prefecto de Santa Cruz, Rubén Costas, se reúne en secreto con el entonces embajador de los EE.UU. en Bolivia, Philip Goldberg.

28 de agosto. El presidente Evo Morales convoca a referéndum para aprobar el proyecto de Nueva Constitución Política del Estado para el 7 de diciembre. Movimientos sociales e indígenas respaldan la medida. Un día antes, los prefectos de derecha habían asegurado que no lo permitirían en sus departamentos.

1 de setiembre. La Corte Nacional Electoral salda el pleito a favor de los prefectos y suspende la realización de todos los referendos, el constitucional y los de elección de los nuevos prefectos en Cochabamba y La Paz. El gobierno demora dos días en reaccionar y decir que la decisión de la Corte es ilegal.

10 de setiembre. Martes negro en Santa Cruz. La Unión Juvenil Cruceñista toma y destruye las oficinas del Instituto de la Reforma Agraria, de la nacionalizada Entel y del Servicio de Impuestos Nacionales (SIN). También inutilizan las instalaciones y equipos de transmisión de Televisión Boliviana. En Tarija se toman la Superintendencia de Hidrocarburos, la Aduana y el Centro de Estudios Jurídicos y de Investigación Social (CEJIS), comprometido con la autogestión y autonomía indígena. Se suspende casi por completo el suministro de gas a países vecinos tras la toma de las instalaciones de planta de gas de Villamontes. Autoridades de las prefecturas se muestran entre los saqueadores, diputados del derechista partido PODEMOS aplauden las tomas.

11 de setiembre. El Embajador de EE.UU. en Bolivia es declarado persona no grata y se le da dos días para que abandone el país. Un diputado opositor por Santa Cruz, Oscar Urenda, declara: “somos lo suficientemente fuertes como para partir al país y si tengo que agarrar un palo, una onda, un arma, lo voy hacer, pero voy a defender mi territorio y nadie va a pasar por encima”.

13 de setiembre. En Tiquipaya, Cochabamba, un grupo de la Unión Juvenil Cruceñista ataca a campesinos del Chapare que cortaban la vía a Santa Cruz. Muere Edson Ruiz, afiliado a la Unión Juvenil Cruceñista y empleado de la Prefectura cruceña. La prefectura lo declaró por decreto “héroe ciudadano en defensa del IDH y las autonomías”, los crespones negros en las banderas aún puede verse en los edificios públicos prefecturales.

Hasta aquí, un escenario de creciente caos que parecía imparable. El golpe civil estaba en pleno desarrollo, sólo faltaban los muertos. Y llegaron. El 11 de setiembre, en el norteño departamento de Pando, una banda de sicarios mató a un número impreciso de campesinos que marchaban a un ampliado de su organización. Los campesinos contaron 20 muertos. Decenas escaparon por la selva y nadando. Imágenes posteriores demostraron que muchos fueron ultimados mientras escapaban y que en la matanza participaron directamente funcionarios de la prefectura y que los asesinos se movían en vehículos oficiales.

En ese marco, el gobierno logró movilizar a las Fuerzas Armadas de Bolivia para ocupar militarmente el departamento de Pando y garantizar el estado de sitio para prevenir más ataques. Cuatro días después de la masacre es detenido el prefecto de Pando, Leopoldo Fernández, mientras el presidente Evo Morales denuncia que la justicia no está realizando su trabajo para identificar y castigar a los autores de los asesinatos, torturas y -muy probablemente- inhumaciones clandestinas en fosas comunes.

La marcha silenciosa

Cuando todos estos hechos dominaban la escena nacional y repicaban crecientemente en la prensa mundial, una marcha silenciosa se gestaba en segundo plano. Miles de campesinos comenzaban a cortar las rutas principales del departamento de Santa Cruz, y preparar su marcha hacia la ciudad.

Reclamaban la restitución de las entidades del Estado tomadas y saqueadas por los “cívicos”, la renuncia del prefecto Rubén Costas y revalidaban su apoyo al presidente Evo Morales. Los pobres de toda pobreza se lanzaban a las rutas, con una determinación inclaudicable.

La movilización fue por miles y en diferentes puntos del departamento. Los colonizadores en San Julián y Yapacaní, los campesinos de distintas agrupaciones desde las provincias de Sara e Ichilo, al norte, y desde Cordillera, al sur de una ciudad de Santa Cruz rehén en una campaña de miedo promovida por los canales de televisión que alertaban sobre la llegada de “milicianos del MAS armados”.

El uso del término “miliciano” no es casual, tras la revolución de 1952 y por un breve lapso, en Bolivia se disolvió el ejército, que fue reemplazado por milicias obreras y campesinas, que protagonizaron violentos incidentes en varias zonas del país y fueron estigmatizadas por la reacción que gobernó, en variantes militares y civiles, la segunda mitad del siglo XX.

Lo cierto es que estas marchas masivas distan mucho de aquellas milicias. Aquí no hay organización militar ni armas por doquier. “Nuestras armas son palos” repiten una y otra vez los campesinos, mientras muestran una suerte de lanzas de dudosa contundencia, más aptas para acompañar a modo de bastón las largas caminatas y que para estrellarse con algún éxito en la cabeza del adversario.

De cualquier forma y más allá de su precario “armamento”, la golpiza letal al unionista Edson Ruiz muestra que los campesinos no están dispuestos a pasar por cándidos.

Un periodista de la agencia Notimex notició la informal confesión de un taxista de Santa Cruz quien aseguró haber cobrado 200 pesos bolivianos (algo menos de 30 dólares) por día durante los hechos de saqueo y toma a edificios públicos. “Me dieron un palo y la instrucción de quebrar todo lo que encontrara a mi paso”, relató el taxista.

Una médica que suele colaborar con los campesinos en sus marchas curando llagas, ampollas y deshidrataciones, relató a este cronista como varias veces debió reanimar a “niños de 14 años con paro cardiaco por exceso de drogas y alcohol”, enviados al frente de las refriegas por la Unión Juvenil Cruceñista. La misma fuerza paramilitar que intentó ingresar varias veces a destruir el mercado del populoso Plan 3000 en las afueras de Santa Cruz de la Sierra y volvió cada vez a las avenidas circulares del centro magullada y deprimida por la resistencia de los vecinos del lugar. Tan segura resultó la zona a los embates, que allí se mudaron las oficinas del gobierno desmanteladas en el martes negro.

Mientras la Unión Juvenil se sustenta en el clientelismo y las drogas para intentar mantener pobladas sus filas tras los reveses relatados, los campesinos, encendidos por la seguridad de estar escribiendo la historia y con las plantas de los pies como suelas, marcharon con un arma que la reacción teme y pierde día a día: la masividad.

El efecto práctico de las mayorías

Con el golpe cívico conjurado, los movimientos sociales saben que sólo se trató de una batalla. No es la primera, ni será la última. Pero hay avances notorios. Basta recordar la correlación de fuerzas en el primer semestre de este año, cuando la apropiación de la bandera de la autonomía por parte de las élites cruceñas desaceleró hasta la parálisis la refundación de la Nación propuesta en el proyecto de nueva Constitución Política del Estado impulsado por las mayoría de la Asamblea Constituyente el año pasado.

Los actos masivos por el SI al estatuto autonómico cruceño hoy por hoy son solo recuerdo en las ventosas calles de Santa Cruz. La Unión Juvenil Cruceñista está en crisis y amilanada por los reveses en el juego que creían jugar mejor: la violencia callejera. Igual que los medios golpistas, muestran los dientes más por miedo que por fortaleza, atrapados en su propia trampa de transformar en ogros descontrolados a los campesinos. De golpe, vieron confluir hacia las “blancas” calles de Santa Cruz a miles y miles de sus ogros descontrolados.

De golpe vieron cómo el 40 por ciento de los votos por el SI que Evo Morales recibió en el departamento de Santa Cruz en el referendo confirmatorio de agosto se materializó en algo que ellos no están en condiciones de oponer: masividad y conciencia.

Al cierre de esta nota, el diálogo entre el gobierno y los prefectos seguía en terapia intensiva y cuarto intermedio hasta el lunes 29, mientras los voceros más nerviosos de la derecha rompían las formas para admitir que el diálogo por la distribución del Impuesto Directo a los Hidrocarburos y el alcance de las autonomías es sólo la cáscara de una discusión que, en el fondo, busca trabar para siempre la aprobación de la nueva Constitución, algo que el gobierno, por su parte, no está dispuesto a negociar.

Así las cosas, las batallas que siguen se adivinan próxima en el corazón convulsionado de sudamérica. Pero las victorias fortalecen y generan confianza. Los que quieren el cambio en Bolivia hoy festejan una. Y no es poco.



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Millonario financiamiento de EEUU a separatistas bolivianos

CAPITALISMO EN SU FASE TERMINAL

Raúl Zibechi

El Estado en el centro de la tormenta

Las diversas crisis en curso tienen la enorme virtud de develar situaciones que, en el transcurso de la cotidianeidad, aparecen opacadas y resultan invisibles. Entre ellas, muestran el papel real de los estados-nación más allá de los discursos, tanto sus límites como herramientas para los cambios, así como el papel insustituible que juegan para las elites globales.

El colosal salvataje bancario que pretende imponer el gobierno de George W. Bush recuerda los análisis de Fernand Braudel, actualizados por Immanuel Wallerstein y Giovanni Arrighi para comprender los rumbos del capitalismo en su fase terminal. Para ellos, el capitalismo no podría haber triunfado ni puede permanecer sobre la Tierra sin colonizar y utilizar los estados, como herramientas centrales en el proceso de acumulación de capital. La utilización masiva de fondos públicos para auxiliar al sistema financiero convierte en polvareda ideológica la cacareada capacidad de los mercados de autorregularse. Y evidencia los discursos mentirosos sobre el papel marginal del Estado en la economía neoliberal, y, sobre todo, la grosera utilización de los estados en la realización de ganancias y en fortalecer el papel de las elites.

La negativa de Bush a beneficiar a los pequeños deudores mientras acude en auxilio del casino financiero, enseña las más excluyentes opciones de un Estado clasista. Sin embargo, el hecho incontestable de que el Estado sea pieza clave en el funcionamiento “normal” del sistema capitalista, más cuando la guerra se ha convertido en su forma habitual de funcionar, no quiere decir que sea un instrumento apto para la liberación de los pueblos. El drama boliviano señala precisamente esos límites.

De poco valió que Evo Morales alcanzara un increíble 67 por ciento en el referendo revocatorio de agosto. Si Bolivia no fuera un Estado colonial, la legitimidad del gobierno sería un hecho que nadie en su sano juicio podría contestar. Sin embargo, las elites económicas se resisten a perder el control de “su” Estado, que jugó papel destacado a la hora de permitirles acumular millones de hectáreas, base de su fortuna y poder, a raíz de la reforma agraria posrevolución de 1952, que debería haber beneficiado a los campesinos pobres de Santa Cruz. Ese Estado les facilitó una acumulación tal de riquezas que hubiera hecho empalidecer a Adam Smith cuando acuñó el concepto “acumulación primitiva” para dar cuenta del proceso de creación de un capital primigenio, previo a la puesta en marcha del proceso de acumulación por extracción de plusvalor.

La crisis de septiembre mostró la desesperación de las elites bolivianas ante la posibilidad de perder el Estado como punto de apoyo en su pugna por mantener su poder. La demanda autonomista no es más que un proceso de construcción de un poder estatal para proteger sus riquezas. Como no podía ser de otro modo, las burocracias civil y militar juegan a favor de los poderosos, a impedir cambios, a perpetuar los privilegios. Por eso las fuerzas armadas no obedecen a Evo cuando les ordena establecer el estado de sitio en Santa Cruz. Es necesario destacar la cautela del gobierno a la hora de lanzar a las tropas contra los autonomistas. Las fuerzas armadas no pueden ni deben ser las que diriman las luchas de clases. Flaco favor le haría un gobierno que se reclama popular si se prestara a hacerlo.

Ese lugar no pueden sino ocuparlo pueblos organizados en movimientos. El dato nuevo y esperanzador es el nuevo activismo de base, como analizó Raquel Gutiérrez Aguilar. El cerco a Potosí, en agosto, y el reciente cerco a Santa Cruz por 20 mil indígenas marcan un punto de inflexión más trascedente que las decisiones del gobierno de La Paz para contrarrestar la rebelión autonomista. Son esas bases, las mismas que protagonizaron la guerra del agua en 2000, las guerras del gas en 2003 y 2005, las únicas que pueden modificar la relación de fuerzas y poner en retirada a las elites cruceñas. En ellas anida una capacidad y determinación destinadas a desbordar, si fuera necesario, al gobierno que sienten como propio. Esos sectores han comprendido que el Estado puede hacer ciertas cosas, decretos y leyes a favor de los pueblos, pero entendieron en dos años y medio que los cambios que apuntan hacia un mundo nuevo sólo pueden venir de abajo.

Parece necesario destacar que no estamos ante un debate ideológico. Es la experiencia la que empuja a los pueblos que viven en Bolivia a tomar en sus manos su propio destino, en vez de dejarlo en los administradores del Estado, que por mejores intenciones que tengan están utilizando una herramienta creada para conservar el estado de cosas, no para demolerlo. Con los movimientos en la calle, corresponderá al gobierno decidir si los apoya de modo incondicional o si, como en estos dos años y medio, los pretende utilizar para obtener concesiones de las elites. De eso se trata la crisis de septiembre: los pueblos nos dicen que su movilización es el factor a tener en cuenta de ahora en más. Y no sólo por parte de las elites reaccionarias; también por el gobierno que, en adelante, tendrá que vérselas con el Ya basta! lanzado, en los hechos, por los indígenas.

Quienes desconfiamos de los estados como instrumentos para construir un mundo nuevo, podemos aprender de estas crisis en curso. Sería repetir viejos errores centrarnos en un debate teórico alejado de lo que realmente está sucediendo ante nuestros ojos. La experiencia nos está diciendo que los movimientos pueden tomar dos caminos para cambiar el mundo: convertirse en burocracias estatales o seguir siendo movimientos. El primero es el trillado camino de más de un siglo; el otro no ofrece garantías, pero se puede asegurar, por lo menos, que es el camino más seguro para que el futuro no se nos escape de las manos.

TOMADO DE "LA JORNADA" www.jornada.unam.mx

jueves, 25 de septiembre de 2008

FRIEDRICH NIETZSCHE Y FEDERICO GARCÍA LORCA. Tomado de: www.filosofiadigital.com

EL ÚLTIMO HOMBRE, EL QUE TODO LO EMPEQUEÑECE, por Friedrich Nietzsche

Categoría: -ANTOLOGÍA DE LA BELLEZA — September 23, 2008 @ 8:57 pm

“Ha llegado el momento de que el hombre se proponga su meta. Ha llegado el momento de que el hombre siembre la semilla de sus más preciosas esperanzas. Todavía es su suelo lo bastante rico. Mas llegará un día en que tal suelo será demasiado estéril y miserable, y ningún árbol elevado podrá ya crecer en él. Yo os lo anuncio: es preciso llevar aún algún caos dentro de sí para poder engendrar estrellas danzarinas. ¿Qué es amor? ¿Qué es creación? ¿Qué es deseo? ¿Qué es una estrella? Esas preguntas se hace el último hombre, entre gesticulaciones y guiños. La tierra se ha empequeñecido, y sobre ella da brincos el último hombre, el que todo lo empequeñece. Se trabaja aún, porque el trabajo es una distracción: mas hay que procurar que tal distracción no haga daño. ¿Quién quiere aún gobernar? ¿Quién aún obedecer? También esas dos cosas resultan demasiado molestas. ¡No haya pastores ni rebaños! Todos quieren lo mismo, todos son iguales; y quien no se conforme, al manicomio. Todavía disputan, pero para reconciliarse pronto: lo contrario estropea la digestión. Se tiene pequeños placeres para el día y para la noche; pero hay que respetar siempre la salud. “Hemos descubierto la felicidad”, repiten los últimos hombres, entre gesticulaciones y guiños.”

* * * * * *

Cuando Zarathustra hubo pronunciado tales palabras, se volvió hacia el pueblo y enmudeció. “”¡Vedlos -se dijo- cómo ríen! No me comprenden, no es mi boca la adecuada a esos oídos.

¿Será preciso destrozar sus oídos, para que aprendan a oír con los ojos? ¿Habrá que atronar al modo de los tambores, o de los predicadores de la Cuaresma, o de los misioneros? ¿O será más bien que sólo hacen caso de los tartamudos?

Existe algo de lo que se sienten intensamente orgullosos. ¿Cómo llaman a eso en lo que cifran su orgullo? Cultura lo llaman, y es lo que les distingue de los cabreros.

Por eso les hiere la palabra “desdén”. Hay que hablarles de su orgullo. Hay que hablarles incluso del más despreciable de entre ellos: el último hombre.

¡Ay! Se acercan los tiempos en que ya no podréis dar a luz estrellas danzarinas. ¡Ay! ¡Se acercan sin duda los tiempos del hombre más despreciable, de un hombre que ya no sabrá despreciarse a sí mismo!

Y Zarathustra, dirigiéndose al pueblo, le habló así:

Ha llegado el momento de que el hombre se proponga su meta. Ha llegado el momento de que el hombre siembre la semilla de sus más preciosas esperanzas.

Todavía es su suelo lo bastante rico. Mas llegará un día en que tal suelo será demasiado estéril y miserable, y ningún árbol elevado podrá ya crecer en él.

¡Ay! ¿Se aproxima acaso el tiempo en que el hombre no podrá ya disparar las flechas de su anhelo más allá del hombre mismo, y la cuerda de su arco no podrá ya vibrar?

Yo os lo anuncio: es preciso llevar aún algún caos dentro de sí para poder engendrar estrellas danzarinas. Yo os lo anuncio: aún se agita algún caos en vuestro interior.

¡Ay! Se acercan los tiempos en que ya no podréis dar a luz estrellas danzarinas. ¡Ay! ¡Se acercan sin duda los tiempos del hombre más despreciable, de un hombre que ya no sabrá despreciarse a sí mismo!

¡Mirad! Voy a mostraros el último hombre.

¿Qué es amor? ¿Qué es creación? ¿Qué es deseo? ¿Qué es una estrella? Esas preguntas se hace el último hombre, entre gesticulaciones y guiños.

La tierra se ha empequeñecido, y sobre ella da brincos el último hombre, el que todo lo empequeñece. Su linaje es inmortal como el del pulgón: el último hombre es el que más vive.

Nosotros hemos descubierto la felicidad!”, se dicen los últimos hombres, entre gesticulaciones y guiños.

Han abandonado los parajes en que la existencia era dura, pues necesitaban calor. Aún aman al prójimo, y se acercan a él, porque necesitan calor. El enfermar y el desconfiar se les antoja pecaminoso. Andan siempre con cautelas. ¡Qué tonto quien sigue tropezando con otros hombres, o con las piedras!

Una pizca de veneno de vez en cuando condimenta los ensueños. Y mucho veneno al final da un morir agradable.

Se trabaja aún, porque el trabajo es una distracción: mas hay que procurar que tal distracción no haga daño.

No haya ni pobres ni ricos: ambas cosas son demasiado molestas. ¿Quién quiere aún gobernar? ¿Quién aún obedecer? También esas dos cosas resultan demasiado molestas.

¡No haya pastores ni rebaños! Todos quieren lo mismo, todos son iguales; y quien no se conforme, al manicomio.

En otros tiempos todos parecían locos”, dicen los más sutiles, entre gesticulaciones y guiños.

Son prudentes, y saben todo lo que ha ocurrido: por eso sus burlas no tienen fin. Todavía disputan, pero para reconciliarse pronto: lo contrario estropea la digestión.

Se tiene pequeños placeres para el día y para la noche; pero hay que respetar siempre la salud.

Hemos descubierto la felicidad”, repiten los últimos hombres, entre gesticulaciones y guiños.”

Y así terminó el primer discurso de Zarathustra, también llamado “el Prólogo”. Pues en aquel punto le interrumpió el griterío y el regocijo d la multitud.

“¡Danos esos últimos hombres, Zarathustra! -gritaban a coro-. ¡Haznos como ese Último Hombre, y quédate tú con tu Superhombre!”

Y todo el pueblo se reía a carcajadas, emitiendo extraños ruidos con la lengua.

Entonces Zarathustra, muy entristecido, dijo a su corazón:

No me entienden. No soy la boca para esos oídos. Sin duda he vivido demasiado tiempo en las montañas, y he escuchado demasiado tiempo a los arroyuelos y a los árboles: ahora les hablo como si también ellos fueran cabreros.

Mi alma está empapada de placidez, radiante y sosegada como los montes por la mañana. Pero ellos piensan que yo soy frío, un bufón que usa de ironías siniestras.

Me miran y se ríen; y, mientras se ríen, me odian. En esa risa hay hielo.”

* * *

FRIEDRICH NIETZSCHE, Así habló Zarathustra, Prólogo, VI. Orbis, 1982. Traducción de J. C. García Borrón.

¡TODO ES MÁS DIGNO QUE LA HUMANIDAD!, por Federico García Lorca

Categoría: -ANTOLOGÍA DE LA BELLEZA — September 22, 2008 @ 9:38 am

La ciencia del silencio frente al cielo estrellado, lo tiene la flor y el insecto no más.

LOS ÁLAMOS DE PLATA

Los álamos de plata se inclinan sobre el agua:
ellos todo lo saben, pero nunca hablarán.
El lirio de la fuente no grita su tristeza.
¡Todo es más digno que la Humanidad!

La ciencia del silencio frente al cielo estrellado,
la posee la flor y el insecto no más.
La ciencia de los cantos por los cantos la tienen
los bosques rumorosos y las aguas del mar.

El silencio profundo de la vida en la tierra,
nos lo enseña la rosa abierta en el rosal.

¡Hay que dar el perfume que encierran nuestras almas!
Hay que ser todo cantos, todo luz y bondad.
¡Hay que abrirse del todo frente a la noche negra,
para que nos llenemos de rocío inmortal!

¡Hay que acostar al cuerpo dentro del alma inquieta!
Hay que cegar los ojos con luz de más allá.
Tenemos que asomarnos a la sombra del pecho,
y arrancar las estrellas que nos puso Satán.

¡Hay que ser como el árbol que siempre está rezando,
como el agua del cauce fija en la eternidad!

¡Hay que arañarse el alma con garras de tristeza
para que entren las llamas del horizonte astral!

Brotaría en la sombra del amor carcomido
una fuente de aurora tranquila y maternal.
Desaparecerían ciudades en el viento.
Y a Dios en una nube veríamos pasar.

(Mayo de 1919)

* * *

FEDERICO GARCÍA LORCA, Libro de poemas. Obras Completas, Aguilar, 1974.

ANDROS, PORTERO DEL ZACATEPEC...




LOS DOCE HERMANOS. Cuentos de Grimm
















Los doce hermanos




Los hermanos Grimm - KHM 009



Éranse una vez un rey y una reina que vivían en buena paz y contentamiento con sus doce hijos, todos varones. Un día, el Rey dijo a su esposa:
— Si el hijo que has de tener ahora es una niña, deberán morir los doce mayores, para que la herencia sea mayor y quede el reino entero para ella.

Y, así, hizo construir doce ataúdes y llenarlos de virutas de madera, colocando además, en cada uno, una almohadilla. Luego dispuso que se guardasen en una habitación cerrada, y dio la llave a la Reina, con orden de no decir a nadie una palabra de todo ello.
Pero la madre se pasaba los días triste y llorosa, hasta que su hijo menor, que nunca se separaba de su lado y al que había puesto el nombre de Benjamín, como en la Biblia, le dijo, al fin:
— Madrecita, ¿por qué estás tan triste?
— ¡Ay, hijito mío! -respondióle ella-, no puedo decírtelo.

Pero el pequeño no la dejó ya en reposo, y, así, un día ella le abrió la puerta del aposento y le mostró los doce féretros llenos de virutas, diciéndole:
— Mi precioso Benjamín, tu padre mandó hacer estos ataúdes para ti y tus once hermanos; pues si traigo al mundo una niña, todos vosotros habréis de morir y seréis enterrados en ellos.
Y como le hiciera aquella revelación entre amargas lágrimas, quiso el hijo consolarla y le dijo:
— No llores, querida madre; ya encontraremos el medio de salir del apuro. Mira, nos marcharemos.

Respondió ella entonces:
— Vete al bosque con tus once hermanos y cuidad de que uno de vosotros esté siempre de guardia, encaramado en la cima del árbol más alto y mirando la torre del palacio. Si nace un niño, izaré una bandera blanca, y entonces podréis volver todos; pero si es una niña, pondré una bandera roja. Huid en este caso tan deprisa como podáis, y que Dios os ampare y guarde. Todas las noches me levantaré a rezar por vosotros: en invierno, para que no os falte un fuego con que calentaros; y en verano, para que no sufráis demasiado calor.

Después de bendecir a sus hijos, partieron éstos al bosque. Montaban guardia por turno, subido uno de ellos a la copa del roble más alto, fija la mirada en la torre. Transcurridos once días, llególe la vez a Benjamín, el cual vio que izaban una bandera. ¡Ay! No era blanca, sino roja como la sangre, y les advertía que debían morir. Al oírlo los hermanos, dijeron encolerizados:
— ¡Qué tengamos que morir por causa de una niña! Juremos venganza. Cuando encontremos a una muchacha, haremos correr su roja sangre. Adentráronse en la selva, y en lo más espeso de ella, donde apenas entraba la luz del día, encontraron una casita encantada y deshabitada:
— Viviremos aquí -dijeron-. Tú, Benjamín, que eres el menor y el más débil, te quedarás en casa y cuidarás de ella, mientras los demás salimos a buscar comida.

Y fuéronse al bosque a cazar liebres, corzos, aves, palomitas y cuanto fuera bueno para comer. Todo lo llevaban a Benjamín, el cual lo guisaba y preparaba para saciar el hambre de los hermanos. Así vivieron juntos diez años, y la verdad es que el tiempo no se les hacía largo.

Entretanto había crecido la niña que diera a luz la Reina; era hermosa, de muy buen corazón, y tenía una estrella de oro en medio de la frente. Un día que en palacio hacían colada, vio entre la ropa doce camisas de hombre y preguntó a su madre:
— ¿De quién son estas doce camisas? Pues a mi padre le vendrían pequeñas.
Le respondió la Reina con el corazón oprimido:
— Hijita mía, son de tus doce hermanos.
— ¿Y dónde están mis doce hermanos -dijo la niña-. Jamás nadie me habló de ellos:

La Reina le dijo entonces:
— Dónde están, sólo Dios lo sabe. Andarán errantes por el vasto mundo. Y, llevando a su hija al cuarto cerrado, abrió la puerta y le mostró los doce ataúdes, llenos de virutas y con sus correspondientes almohadillas:
— Estos ataúdes -díjole- estaban destinados a tus hermanos, pero ellos huyeron al bosque antes de nacer tú -y le contó todo lo ocurrido. Dijo entonces la niña:
— No llores, madrecita mía, yo iré en busca de mis hermanos.
Y cogiendo las doce camisas se puso en camino, adentrándose en el espeso bosque.

Anduvo durante todo el día, y al anochecer llegó a la casita encantada. Al entrar en ella encontróse con un mocito, el cual le preguntó:
— ¿De dónde vienes y qué buscas aquí? -maravillado de su hermosura, de sus regios vestidos y de la estrella que brillaba en su frente.
— Soy la hija del Rey -contestó ella- y voy en busca de mis doce hermanos; y estoy dispuesta a caminar bajo el cielo azul, hasta que los encuentre.

Mostróle al mismo tiempo las doce camisas, con lo cual Benjamín conoció que era su hermana.
— Yo soy Benjamín, tu hermano menor- le dijo. La niña se echó a llorar de alegría, igual que Benjamín, y se abrazaron y besaron con gran cariño. Después dijo el muchacho:
— Hermanita mía, queda aún un obstáculo. Nos hemos juramentado en que toda niña que encontremos morirá a nuestras manos, ya que por culpa de una niña hemos tenido que abandonar nuestro reino.
A lo que respondió ella:
— Moriré gustosa, si de este modo puedo salvar a mis hermanos.
— No, no -replicó Benjamín-, no morirás; ocúltate debajo de este barreño hasta que lleguen los once restantes; yo hablaré con ellos y los convenceré.

Hízolo así la niña.
Ya anochecido, regresaron de la caza los demás y se sentaron a la mesa. Mientras comían preguntaron a Benjamín:
— ¿Qué novedades hay?
A lo que respondió su hermanito:
— ¿No sabéis nada?
— No -dijeron ellos.
— ¿Conque habéis estado en el bosque y no sabéis nada, y yo, en cambio, que me he quedado en casa, sé más que vosotros? -replicó el chiquillo.
— Pues cuéntanoslo -le pidieron.
— ¿Me prometéis no matar a la primera niña que encontremos?
— Sí -exclamaron todos-, la perdonaremos; pero cuéntanos ya lo que sepas.
— Entonces dijo Benjamín:
— Nuestra hermana está aquí -y, levantando la cuba, salió de debajo de ella la princesita con sus regios vestidos y la estrella dorada en la frente, más linda y delicada que nunca ¡Cómo se alegraron todos y cómo se le echaron al cuello, besándola con toda ternura!

La niña se quedó en casa con Benjamín para ayudarle en los quehaceres domésticos, mientras los otros once salían al bosque a cazar corzos, aves y palomitas para llenar la despensa. Benjamín y la hermanita cuidaban de guisar lo que traían.

Ella iba a buscar leña para el fuego, y hierbas comestibles, y cuidaba de poner siempre el puchero en el hogar a tiempo, para que al regresar los demás encontrasen la comida dispuesta. Ocupábase también en la limpieza de la casa y lavaba la ropa de las camitas, de modo que estaban en todo momento pulcras y blanquísimas. Los hermanos hallábanse contentísimos con ella, y así vivían todos en gran unión y armonía. He aquí que un día los dos pequeños prepararon una sabrosa comida, y, cuando todos estuvieron reunidos, celebraron un verdadero banquete; comieron y bebieron, más alegres que unas pascuas.

Pero ocurrió que la casita encantada tenía un jardincito, en el que crecían doce lirios de esos que también se llaman «estudiantes». La niña, queriendo obsequiar a sus hermanos, cortó las doce flores, para regalar una a cada uno durante la comida. Pero en el preciso momento en que acabó de cortarlas, los muchachos se transformaron en otros tantos cuervos, que huyeron volando por encima del bosque, al mismo tiempo que se esfumaba también la casa y el jardín. La pobre niña se quedó sola en plena selva oscura, y, al volverse a mirar a su alrededor, encontróse con una vieja que estaba a su lado y que le dijo:
— Hija mía. ¿qué has hecho? ¿Por qué tocaste las doce flores blancas?

Eran tus hermanos, y ahora han sido convertidos para siempre en cuervos. A lo que respondió la muchachita, llorando:
— ¿No hay, pues, ningún medio de salvarlos?
— No -dijo la vieja-. No hay sino uno solo en el mundo entero, pero es tan difícil que no podrás libertar a tus hermanos: pues deberías pasar siete años como muda, sin hablar una palabra ni reír. Una palabra sola que pronunciases, aunque faltara solamente una hora para cumplirse los siete años, y todo tu sacrificio habría sido inútil: aquella palabra mataría a tus hermanos.

Díjose entonces la princesita, en su corazón: «Estoy segura de que redimiré a mis hermanos». Y buscó un árbol muy alto, se encaramó en él y allí se estuvo hilando, sin decir palabra ni reírse nunca.

Sucedió, sin embargo, que entró en el bosque un Rey, que iba de cacería. Llevaba un gran lebrel, el cual echó a correr hasta el árbol que servía de morada a la princesita y se puso a saltar en derredor, sin cesar en sus ladridos. Al acercarse el Rey y ver a la bellísima muchacha con la estrella en la frente, quedó tan prendado de su hermosura que le preguntó si quería ser su esposa. Ella no le respondió de palabra; únicamente hizo con la cabeza un leve signo afirmativo. Subió entonces el Rey al árbol, bajó a la niña, la montó en su caballo y la llevó a palacio. Celebróse la boda con gran solemnidad y regocijo, pero sin que la novia hablase ni riese una sola vez.

Al cabo de unos pocos años de vivir felices el uno con el otro, la madre del Rey, mujer malvada si las hay, empezó a calumniar a la joven Reina, diciendo a su hijo:
— Es una vulgar pordiosera esa que has traído a casa; quién sabe qué perversas ruindades estará maquinando en secreto. Si es muda y no puede hablar, siquiera podría reír; pero quien nunca ríe no tiene limpia la conciencia.

Al principio, el Rey no quiso prestarle oídos; pero tanto insistió la vieja y de tantas maldades la acusó, que, al fin, el Rey se dejó convencer y la condenó a muerte.
Encendieron en la corte una gran pira, donde la reina debía morir abrasada. Desde una alta ventana, el Rey contemplaba la ejecución con ojos llorosos, pues seguía queriéndola a pesar de todo. Y he aquí que cuando ya estaba atada al poste y las llamas comenzaban a lamerle los vestidos, sonó el último segundo de los siete años de su penitencia.

Oyóse entonces un gran rumor de alas en el aire, y aparecieron doce cuervos, que descendieron hasta posarse en el suelo. No bien lo hubieron tocado, se transformaron en los doce hermanos, redimidos por el sacrificio de la princesa. Apresuráronse a dispersar la pira y apagar las llamas, desataron a su hermana y la abrazaron y besaron tiernamente.

Y puesto que ya podía abrir la boca y hablar, contó al Rey el motivo de su mutismo y de por qué nunca se había reído. Mucho se alegró el Rey al convencerse de que era inocente, y los dos vivieron juntos y muy felices hasta su muerte. La malvada suegra hubo de comparecer ante un tribunal, y fue condenada. Metida en una tinaja llena de aceite hirviente y serpientes venenosas, encontró en ella una muerte espantosa.

FINIS

TÍTERES: Origen, Historia y Misterio

Títeres: origen, historia y misterio

por Javier Villafañe

Foto de Javier Villafañe

Vamos a correr el telón y asomarnos por unos instantes al mundo de los títeres, a ese maravilloso y complicado mundo, tan antiguo como la misma humanidad. Los títeres vienen de muy lejos. Es perderse en el misterio pretender buscar su origen. Nacieron con la imaginación, y pertenecen a todos los tiempos y a todos los lugares de la tierra. Charles Nodier —quien fue un ferviente admirador de los títeres— se ha ocupado de ellos en varios artículos. Acerca de su origen escribió en la Revue de Paris: "Al no poder fijarse la época precisa de su nacimiento, puede decirse que el títere más antiguo es la primera muñeca puesta en las manos de un niño, y que el primer drama nace del monólogo, mejor dicho del diálogo que sostiene el niño y su muñeco. Yo quisiera —continúa—poder dar a los comediantes un origen más ilustre, pero está perfectamente demostrado que descienden en línea recta de los títeres y confesaremos que, varios entre ellos, los que más admiramos en los grandes teatros, han conservado un aire de familia"

En Egipto se han encontrado estatuas con resortes que usaban en las ceremonias religiosas y entre los juguetes destinados a los niños. En Marionnettes et Guignols, Ernest Maidron asegura que estos muñecos eran animados por movimientos de cabeza y de brazos. También se halló en Egipto, en la tumba de una bailarina de nombre Jelmis, al lado de la momia, un barco pequeño tripulado por varias figuras de marfil. Una de ellas, articulada, podía ponerse en movimiento mediante unos hilos. En el centro de este barco, había una casita con puertas de marfil, que al abrirse dejaba ver toda la escena de un teatro de títeres. Quizás esta bailarina ofrecía con sus muñecos representaciones por el estilo de las que años más tarde se dieron en Grecia y en Roma y, más adelante, aplaudieron las muchedumbres de París, Londres y Viena.

Los chinos conocen a los títeres desde tiempos remotos. Hacen su aparición en los ritos religiosos y en las calles, entre las gentes del pueblo. De China —según las crónicas—, los llevan los músicos andariegos al Japón, atravesando Corea. Allí llegaron a una perfección extraordinaria. Están modelados en madera y mueven las cejas, los ojos, la boca y articulan los dedos de las manos. Algunos son muy grandes y de un mecanismo tan complicado que para manejar una sola marioneta hacen falta tres titiriteros.

En Grecia se han encontrado títeres. Dice Charles Magnin en su famosa Histoire des marionnettes, que los títeres eran recibidos en las moradas aristocráticas de Atenas; Xenofonte, en el relato del banquete de Callais, nos cuenta que entre las diversiones que el hotelero había preparado para sus invitados figuraba un titiritero de Siracusa. Photeinos, de oficio titiritero, tenía en Grecia un permiso especial para dar representaciones públicas en el Teatro de Baco. Aristóteles y Apuleyo hacen referencia a los títeres. Lo atestigua Magnin, "el sabio historiador de las marionetas", como lo llamó Anatole France. Estos títeres eran bastante complicados. Así los describe Aristóteles: "El Soberano dueño del Universo no tiene necesidad de numerosos ministros, ni de resortes para dirigir todas las partes de su inmenso imperio. Le basta un acto de su voluntad: de la misma manera, esos que manejan los títeres no tienen más que tirar de un hilo, para poner en movimiento la cabeza o la mano de esos pequeños seres, después sus hombros, sus ojos, y algunas veces todas las partes de su persona, que obedecen pronto con gracia y medida".

Personajes de las farsas primitivas

Petronio, Horacio, Aulus Gelio mencionan en sus escritos espectáculos de títeres en Roma. Los personajes más característicos de las farsas primitivas de títeres en Roma fueron tomados de la realidad, de tipos populares que más tarde influenciaron notablemente a la commedia dell'arte —que a su vez influye sobre el teatro de títeres— para dar nacimiento a Brighella, el Capitán, Colombina, Cassandro, Pantalón. "Lamia el vampiro africano y Manducus el otro antiguo —escribe Pierre Louis Ducharte en La comédie italienne— han nacido de marionetas y el último ha evolucionado en Capitán." Y más adelante agrega: "Al lado de la commedia dell'arte existió siempre el teatro de marionetas. El uno y el otro, sin duda, se ha hecho sin interrupción préstamos de escenarios y de máscaras."

Hay quien afirma que en la India existían los títeres varios siglos antes de Cristo. En la literatura hindú, en cuentos, leyendas y libros sagrados, hallamos referencias a estos remotos personajes movidos por la mano del hombre. En el Mahabarata —donde la historia está mezclada con la mitología— nos encontramos con este pasaje: "Cuando el hijo del poderoso Arjun salió al frente de una expedición guerrera, su novia, la princesa Uttara, le pidió al despedirse que le trajera lindas y transparentes telas de colores para vestir a sus títeres." Y dice un viejo relato hindú: "Parvati, la mujer del Dios Shiva, hizo un hermoso títere que escondía a los ojos de su esposo para que éste no lo viera y se enamorara. Llevó la muñeca a la montaña, y todos los días iba a visitarla y a adorarla. Pero el Dios Shiva, una vez, la descubrió mientras buscaba una flor. Se enamoró del títere, le dio vida y huyeron juntos".

Enrique Vesely, distinguido escritor checoslovaco que se ha dedicado al estudio de los títeres, en un libro editado en Praga en 1910 — Desde los primitivos títeres hasta los títeres checos—, escribe refiriéndose al origen de las marionetas: "La cuna del teatro de muñecos fue la India y desde allí se divulgó por el mundo." Y más adelante traza un caprichoso itinerario: de la India, lugar preciso del nacimiento, pasaron a Persia, de allí a Arabia, y de Arabia los gitanos los llevaron a Europa atravesando Grecia e Italia. Dice también en el libro mencionado que Vidushaka, el personaje más popular y más viejo del teatro de títeres hindú, es el bisabuelo de todos los fantoches. Y por ser Vidushaka un enano con joroba, con dientes largos asomándose por entre los labios gruesos, la cabeza pelada, el rostro deformado, todos sus descendientes directos o indirectos —Polichinela, Kasparek, Guignol, Punch— han heredado la joroba u otra deformidad del desgraciado progenitor.

Los títeres hieráticos

¿Cómo puede precisarse un determinado lugar geográfico para ubicar el nacimiento y la infancia del títere? ¿En qué lugar preciso puede fijarse el nacimiento del hombre? Y el títere —es mejor divagar sobre su origen— nació cuando el hombre, el primer hombre, bajó la cabeza por primera vez, en el deslumbramiento del primer amanecer y vio a su sombra proyectarse en el suelo, cuando los ríos y las tierras no tenían nombre todavía. Y el día que modeló el primer muñeco tuvo que pensar en su sombra. Lo hizo a su semejanza, y nació el títere, sin vida propia, como la sombra del hombre, que necesita de él para moverse y vivir.

En los escritores antiguos hay referencias a los títeres hieráticos. Los citan Herodoto y Luciano. Es conocida la Venus de madera, atribuida a Dédalos, que se movía por medio de mercurio. También se movía y predecía el futuro la estatua de Júpiter Ammon. Ochenta sacerdotes, en las procesiones, la cargaban sobre sus hombros y ella, con movimientos de cabeza, les indicaba el camino. Charles Magnin y Ernest Maidron, en los libros ya citados, nos dan detalles sobre estas curiosas imágenes y del conocimiento que se tenía entonces sobre las propiedades del imán sobre el hierro. Los títeres hieráticos —anota Vesely— tomaron parte original en los misterios religiosos, cuando el hombre no se animaba a representar a sus dioses.

De generación en generación

Las marionetas jamás llegarán a envejecer. No sienten el lento rodar de los siglos, Viven y sonríen por encima el tiempo. Hoy gozamos delante de un teatro de títeres igual, exactamente igual como gozaban los niños y los viejos, hace siglos, cuando rodeaban a los juglares y saltimbanquis, cuando éstos hacían aparecer a los fantoches que llevaban ocultos debajo de sus capas.

En Europa, los títeres fueron usados al principio por la Iglesia para hacer representaciones de pasajes bíblicos y leyendas de santos. Después comenzaron a popularizarse, y se llevaron a escena cuentos, historias de caballería y de bandoleros. Las obras eran de carácter cómico o dramático, tomadas sobre relatos que se iban transmitiendo verbalmente, de generación en generación. Muy rara vez aparecían en escena más de dos personajes. El público solía intervenir casi siempre en las representaciones, y el titiritero se veía obligado a improvisar y a apartarse del argumento.

En el siglo XVI, los músicos andariegos atraen la atención con una novedad en materia de títeres que los franceses llaman marionnettes à la planchette. El músico, después de congregar al público, mueve al compás de su instrumento dos figurillas sostenidas por un hilo que sujeta a su pierna. De esta manera las hace danzar, mientras suena alegremente la gaita, la pipa o el tambor. Shakespeare y Ben Jonson suelen recordar con frecuencia a estos remotos personajes movidos por hilos. Milton se inspiró, para crear su Paraíso perdido, mientras asistía a una función de marionetas que representaban la Historia de Adán y Eva. Goethe fue también un enamorado de los títeres. El Fausto le fue revelado por unos titiriteros de la feria de Francfort. Y Lord Byron llegó a decir: el que no ama a los títeres no es digno de vivir.

Polleras, cortinas y batidores

El titiritero ambulante ruso del siglo XVII usaba una pollera muy ancha que le servía de escenario. Al comenzar la representación levantaba la pollera y pasaba el ruedo por un arco, se calzaba un muñeco en cada mano —eran siempre títeres de guante— y realizaba el espectáculo. Lógicamente, sólo podían intervenir nada más que dos personajes en escena. Más tarde, suprimieron el uso de la pollera por tres cortinas extendidas sobre bastidores, livianas para el transporte y que se armaban muy fácilmente.

En Francia, en el siglo XVII, los títeres llegaron a alcanzar un éxito tan extraordinario que les quitaban el público a los actores humanos. Estaban en pleno apogeo los muñecos de mano de Brioché, que actuaban en el Puente Nuevo, y los de hilo, de La Grille, en el Marais. Se entabló una lucha entre los personajes de madera y los de carne y hueso. Estos últimos se vieron obligados a hacer una protesta. Exigieron que se les cobrara un impuesto que fue demasiado elevado para que los guiñoles pudieran resistirlo y, además, se obligó a todos los titiriteros de París a volver nuevamente a las ferias.

Hay épocas en que los hombres parece que se hubieran olvidado de las marionetas. Quedan los muñecos callados, inmóviles, dormidos. Apenas si alguien, muy de tarde en tarde, los recuerda como algo lejano, perdido en el tiempo y la distancia. Y un día, otra vez, vuelven a surgir. Despiertan del largo silencio. Las calles y las plazas se pueblan de música y de voces titiritescas.

Muñecos alrededor del mundo

Las distintas clases de muñecos tienen en Italia nombres diversos. Se llama burattini a los títeres sin pies, en cuyo vestido se introduce la mano para mover la cabeza y los brazos. Según Magnin, han recibido el nombre de burattini de un actor llamado Burattino, célebre máscara viviente de origen florentino o romano, que vivía todavía en el año 1622. Y se denominaba fantoccini o fantoccio al títere movido por hilos. Los italianos se han entregado con amor a este arte maravilloso y han llegado a ser verdaderos maestros. Ellos los desparramaron por Europa, llevándolos primero a Francia y luego a Inglaterra, Alemania y Checoslovaquia. Pero estos títeres fueron olvidando paulatinamente el lugar de su procedencia para tomar las costumbres y las modalidades de los pueblos donde se radicaban. Cambiaron de traje, de espíritu y de nombre, y fueron Punch en Londres, Guignol en Lyon, Kasparek en Praga.

Podrecca con su teatro nos mostró un mundo de magia. Paseó por los cinco continentes sus mil doscientos muñecos de madera, de una perfección extraordinaria. Los piccoli de Prodecca. Color, técnica, música y poesía; sueño de sueños.

Guignol es en Francia el más popular de los títeres. Le siguen Lafleur, Gnaffron. Laurent Mourguet fundó en Lyon, en 1795, un teatrito de títeres donde nació el popular Guignol. ¿De dónde viene este Guignol? Muchas y graciosas discusiones tuvieron italianos y franceses disputándose la paternidad del títere lionés. Los italianos decían que Mourguet había tomado al principio como personaje central de su teatro a Polichinela, y que un vecino del barrio de Saint Paul —operario de una sedería e infaltable en las representaciones—, cada vez que le agradaba una escena, la aplaudía gritando: "¡C'est guignolant!" (exclamación que podría traducirse como "qué gracioso es"). La expresión guignolant —terminan sosteniendo los italianos— pasó al repertorio del titiritero y, más tarde, abreviada, se usó para designar a un personaje que llegó a ser popularísimo con el andar del tiempo.

Los franceses, en cambio, afirmaban que era oriundo de Francia. Y Víctor Bresse escribía acerca de Guignol en 1908: "Recuerdo que en cierta ocasión en que hojeaba el Archivo Departamental, en las listas de los lioneses inscriptos en las Compañías del Batallón de Rhone y el Loire, en 1792, hallé el enganche de un tal Jean Guignol, de veinticuatro años de edad, tintorero. Yo opino —continúa Bresse— que el nombre de Guignol es muy viejo en Lyon y me lo prueba la mención siguiente: hallé el nombre de Guignol en un testamento de 1267."

Franceses e italianos siguen disputándose la paternidad de Guignol, el popular personaje que muestra algunos defectos físicos, herencia de su progenitor, Polichinela, y los vicios y virtudes el pueblo que le dio vida.

Un tal Maese Pedro

En España tenemos referencia de titiriteros a fines del siglo XII. Gerardo Riquier de Narvana, en la Súplica al Rey de Castilla, Alfonso X (en 1274), nos da noticias de títeres y titiriteros que recorren los caminos de la península.

En el Quijote hace Cervantes una descripción del titiritero que en el Siglo de Oro viajaba en una carreta con su mono, su tablado y su trujamán. Y así lo presenta a Ginés de Pasamonte, cuando llega a la venta a pedir posada: "Todo vestido de gamuza, medias, gregüescos y jubón". Y más adelante agrega: "Olvidábame de decir cómo el tal Maese Pedro traía cubierto el ojo izquierdo y casi medio carrillo con un parche de tafetán verde". Después cuando Don Quijote pregunta quién era ese tal Maese Pedro, así le responde el ventero: "Éste es un famoso titiritero que ha muchos días que anda por esta Mancha de Aragón, enseñando un retablo de la libertad de Melisendra, dada por el famoso Don Gaiferos, que es una de las mejores y más representadas historias que de muchos años a esta parte en este reino se han visto. Trae asimismo consigo un mono de la más rara habilidad que se vio entre monos (...) Se cree que el tal Maese Pedro está riquísimo y es hombre galante (como dicen en Italia) y bon compaño, y dase la mejor vida del mundo; habla más que seis y bebe más que doce, todo a costa de su lengua, de su mono y de su retablo."

Ofrece Maese Perdro sus títeres y, en lo mejor de la representación, Don Quijote desenvaina la espada para salir en defensa del enamorado Don Gaiferos, y a golpes de acero decapita toda la titirería y por milagro salvan su vida el titiritero y el trujamán. Y termina la aventura del Quijote y Maese Pedro, cobrándole éste al Caballero de la Triste Figura, por sus destrozos, cuarenta reales y tres cuartillos.

El gorjear de las aves

¿De dónde viene la palabra títere? Es muy vieja y muy usada en España; Sebastián de Covarrubias, en el Tesoro de la Lengua Castellana, dice: "Ciertas figurillas que suelen traer extranjeros en unos retablos que, mostrando tan solamente el cuerpo de ellos, los gobiernan como si ellos mesmos se moviesen y los maestros que están dentro, detrás de un repostero y de un castillo que tienen de madera, están silbando con unos pitos que parece hablar las mismas figuras, y porque el pito suena ti-ti, se llamaron títeres, y puede ser griego, del verbo tytise, que indica el gorjear de las aves. Hay otra manera de títeres, que con ciertas ruedas como de reloj, tirándoles las cuerdas van haciendo sobre una mesa ciertos movimientos que parecen personas animadas, y el maestro los trae tan ajustados que en llegando al borde de la mesa dan la vuelta, caminando hasta el lugar de done salieron. Algunos van tañendo un laúd, moviendo la cabeza y meneando las niñas de los ojos, y todo esto lo hace con la ruedas y la cuerdas." Y termina diciendo "que fue una invención de Joanelo, gran matemático y segundo de Arquímedes; sin embargo hubo en los pasados siglos esa invención, como lo atestigua Horacio en el libro II".

Punch: un libertino de siete suelas

Old Vice —el viejo vicio— vivió varios años en los primitivos tablados ingleses. Representaba al vicio bajo todas sus formas. En las postrimerías del siglo XV, otro personaje vino a suplantarlo definitivamente. Llegó Punch, con su joroba abultada y su larga nariz ganchuda. Aún continúa recibiendo aplausos. Siempre viste un traje a rayas y usa un bonete en forma de cono. Se casó con Judy para no separarse jamás. Y a pesar de las infidelidades, aparecen siempre juntos.

Con el nacimiento de Punch, los títeres desacreditados por Old Vice se rehabilitaron y comenzaron a ganarse los teatros confortables. El público fue haciéndose cada vez más selecto. Aumentaron los tablados y también los precios de las entradas. Los titiriteros se esmeraron en la presentación de las obras. Una de ellas se hizo famosa. Se estrenó al comenzar el siglo XVI, y se llamaba La creación el mundo o El diluvio de Noé. En esta obra, el agua corría por el escenario. Se veían al Arca y a Noé con su familia y a todos los animales con sus respectivas parejas. Los pájaros volaban por el aire. Aparecían, también el Mal saliendo del infierno, Lázaro resucitado y varias figuras danzando en torno de ellos.

Punch vino al mundo con un carácter alegre y jovial. Con el correr de los días se va transformando hasta llega a convertirse en un cínico cruel, un libertino de siete suelas. El libro de Ernest Maidron, Las locuras del señor Punch —muy en boga en la primera mitad del siglo XVIII—, muestra al personaje como un sujeto alegre, pero violento y sanguinario: "¡Oídme un momento, nada más que un momento! Voy a contaros una historia, la historia del señor Punch, que fue un vil tunante, sin fe y con muchas muertes encima. Tenía una mujer y un niño, los dos de una belleza sin igual. Punch no era hermoso. Tenía una nariz de elefante. Sobre su espalda se elevaba un cono que se alzaba a la altura de su cabeza, pero dicen que esto no le impedía tener la voz tan seductora como la de una sirena. Era cruel como un turco y, como tal, no podía contentarse con una sola mujer. Es, en efecto, muy aburrido tener una sola mujer y, sin embargo, la ley le prohibía tener dos y también veintidós... aunque él hubiera podido contentarlas a todas. El malvado sedujo a una dama. Después, porque empezaba a molestarle, mató a la mujer, al hijo de ambos y también a sus suegros. Y se echó a rodar por el mundo. Visitó muchos países, y era tan seductor que sólo tres mujeres se negaron a seguir sus locuras: una joven campesina, una piadosa abadesa y la tercera, yo no puedo decir lo que era pero sí asegurar que era la más impura de las mujeres. En Italia encontró las mujeres de la peor especie; en Francia comprobó que tenían la voz muy alta; en Inglaterra, tímidas y recatadas al principio, se convertían luego en las más amorosas del mundo; en España las halló orgullosas como infantas (aunque frágiles como infantas); y en Alemania las encontró de hielo. No tenía ningún escrúpulo en jugar con la vida de los hombres. Padres y hermanos pasaban por sus manos. Uno tiembla de sólo pensar en el horrible reguero de sangre que ha vertido a sus pies. Aunque él tenía una joroba sobre la espalda, las mujeres no podían resistirle. Se decía que en su viaje había firmado un pacto con el diablo. Un día volvió a Inglaterra. La policía lo detuvo y fue condenado a muerte. Pero esa vez engañó al verdugo y salió con vida de la horca. Entonces vino a buscarlo el diablo. Pelearon, el diablo con una horquilla y Punch con un bastón. Armado sólo con un bastón venció al diablo, matándolo."

La conciencia de un pueblo

Cuando Bohemia vivía bajo la dominación de los Habsburgos, un titiritero, Matej Kopecky, se sirvió de los títeres para despertar la conciencia de su pueblo. Hacía representaciones en checo, lengua que apenas entendían los opresores de su patria. Episodios de años felices, cuando Bohemia era libre y tenía sus reyes. Este titiritero —a quien llamaron el patriarca de los títeres— es hoy una gloria nacional. Murió en 1847 y dejó veinte hijos que continuaron divulgando el arte de su padre. Más tarde, los muñecos de Juan Lastovka fueron, en 1848, portavoces de la revolución. Y más tarde José Skupa y su teatro de marionetas colaboraron en la guerra de 1914. Representaba la obra Cómo Kasparek de Pilsen entierra a los austríacos. Una vez terminada la guerra colocaron una placa en la casa donde nació el titiritero.

José Skupa sostuvo con los ingresos de su teatro de títeres un sanatorio para niños convalecientes. En el año 1920 creó un muñeco hoy muy popular, no sólo en Checoslovaquia sino también en toda Europa y Norteamérica. Se llama Spejbl y, desde 1926, le acompaña su hijo Hurvinek, otra creación de Skupa.

Kasparek es el más popular de los títeres checoslovacos. A veces aparece acompañado de su novia o esposa, Kulapinka, y de una yegua blanca que se llama Rozarka. A Kasparek se le conoce desde el siglo XV. Es pequeño, jorobado, lleva el traje y un sombrero de tres picos adornado con cascabeles. Es generoso, está siempre de buen humor y ríe con todas las ganas.

De nuevo vamos a correr el telón. Nos apartamos otra vez del maravilloso y complicado mundo de los títeres. Ellos seguirán viviendo al lado del hombre, como su sombra. Es el destino del títere. Nació con el hombre y morirá con él.

PortadaArtículo extraído de la revista Teatro, Año 4, N° 13, Buenos Aires, julio de 1983. Teatro es una publicación periódica del Teatro San Martín, perteneciente al Complejo Teatral de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


Foto de Javier VillafañeJavier Villafañe nació en Buenos Aires el 24 de junio de 1909. Fue poeta, escritor y, desde muy pequeño, titiritero. Con su carreta La Andariega viajó por Argentina y varios países americanos realizando funciones de títeres. Fue autor, entre muchos otros libros, de Los sueños del sapo (Colihue), Historias de pájaros (Emecé), Circulen, caballeros, circulen (Hachette), Cuentos y títeres (Colihue), El caballo celoso (Espasa-Calpe), El hombre que quería adivinarle la edad al diablo (Sudamericana), El Gallo Pinto (Colihue) y Maese Trotamundos por el camino de Don Quijote (Seix Barral). El primer día de abril 1996, a los 86 años, falleció en Buenos Aires.

Consultando los "Artículos relacionados", los lectores encontrarán más información acerca de la vida y la obra de Javier Villafañe, junto con algunos de sus textos y comentarios sobre sus libros.


tomado de:

http://www.imaginaria.com.ar


miércoles, 24 de septiembre de 2008

CUENTO INFANTIL: "La Princesa y el Guisante". Tomado de: http://pequelandia.org/cuentos/clasicos/laprincesa/

LA PRINCESA Y EL GUISANTE


Érase una vez un príncipe que quería casarse, pero tenía que ser con una princesa de verdad. De modo que dio la vuelta al mundo para encontrar una que lo fuera; pero aunque en todas partes encontró no pocas princesas, que lo fueran de verdad era imposible de saber, porque siempre había algo en ellas que no terminaba de convencerle. Así es que regresó muy desconsolado, por su gran deseo de casarse con una princesa auténtica.

Una noche estalló una tempestad horrible, con rayos y truenos y lluvia a cántaros; era una noche, en verdad, espantosa. De pronto golpearon a la puerta del castillo, y el viejo rey fue a abrir.

Afuera había una princesa. Pero, Dios mío, ¡qué aspecto presentaba con la lluvia y el mal tiempo! El agua le goteaba del pelo y de las ropas, le corría por la punta de los zapatos y le salía por el tacón y, sin embargo, decía que era una princesa auténtica.

«Bueno, eso ya lo veremos», pensó la vieja reina. Y sin decir palabra, fue a la alcoba, apartó toda la ropa de la cama y puso un guisante en el fondo. Después cogió veinte colchones y los puso sobre el guisante, y además colocó veinte edredones sobre los colchones. La que decía ser princesa dormiría allí aquella noche.

A la mañana siguiente le preguntaron qué tal había dormido.

-¡Oh, terriblemente mal! -dijo la princesa-. Apenas si he pegado ojo en toda la noche. ¡Sabe Dios lo que habría en la cama! He dormido sobre algo tan duro que tengo todo el cuerpo lleno de magulladuras. ¡Ha sido horrible!

Así pudieron ver que era una princesa de verdad, porque a través de veinte colchones y de veinte edredones había notado el guisante. Sólo una auténtica princesa podía haber tenido una piel tan delicada.

El príncipe la tomó por esposa, porque ahora pudo estar seguro de que se casaba con una princesa auténtica, y el guisante entró a formar parte de las joyas de la corona, donde todavía puede verse, a no ser que alguien se lo haya comido.

¡Como veréis, éste sí que fue un auténtico cuento!



FIN