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El PAN a 72 años: corrupción, violencia y pobreza
Autor: Mayela Sánchez |
Pragmático en apariencia, el Partido Acción Nacional conserva intactos sus pilares fundacionales: un confesionalismo católico y una visión pro empresarial. De cara a la elección presidencial, el partido blanquiazul parece estar en crisis: sufre el desprestigio de Felipe Calderón y se debate entre retornar a sus principios o continuar con las alianzas electorales con tal de mantenerse en el poder. Cumple 72 años con un legado de pobreza, corrupción y violencia, tras dos sexenios de ocupar el Poder Ejecutivo
De la oposición escrutadora a la voracidad por el poder; de la defensa ideológica al pragmatismo electoral. Así podría recapitularse el camino recorrido por el Partido Acción Nacional (PAN) tras 72 años de existencia y más de una década en el poder.
El especialista en procesos políticos Víctor Alarcón Olguín, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), diagnostica que el PAN está entrampado en un pragmatismo que lo hace buscar el poder por el poder. Ello ha hecho que el partido pierda, en gran medida, su esencia, sin que hasta la fecha haya logrado definir su programa, principios y oferta electoral de cara a las elecciones de 2012.
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Esta falta de claridad, considera el doctor en estudios sociales por la UAM, es lo que ha llevado a que a ojos de los ciudadanos sea difícil distinguir entre el PAN y el Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Ahora que se aproxima su septuagésimo segundo aniversario, y a menos de un año de las elecciones presidenciales, el PAN está en crisis a decir de los propios panistas. La solución que algunos proponen es un cambio de fondo que retome el ideario original del panismo.
Sin embargo, para el politólogo Pablo Moctezuma Barragán la crisis interna del PAN es un mito; se trata de una estrategia de los panistas para deslindarse de Felipe Calderón Hinojosa y de su gobierno, sobre el que han llovido críticas desde el inicio. “Necesitan dar un nuevo maquillaje para convencer”, completa Alarcón Olguín.
Parte del descrédito que pesa sobre el partido lo explica la senadora panista María Teresa Ortuño, quien afirma que “no es clara la frontera entre el gobierno y el partido”. De ello ha sido responsable Calderón, quien no sólo ya intervino en la elección del dirigente del partido, sino que ahora parece tener la misma pretensión con el candidato a la Presidencia.
Alarcón Olguín sopesa las posibilidades de que el michoacano tome acciones “protagónicas” o designe al candidato presidencial del partido. No lo haría de forma pública, advierte, sino “moviendo las piezas, presionando o buscando la interlocución necesaria” a fin de evitar la llegada de alguno de los aspirantes menos afines a él.
En cualquier caso, lo que más pesa en contra de los panistas es el desprestigio del mandatario, apunta el investigador. Y acota que a menos que en esta fase final del sexenio Calderón rectifique las acciones más polémicas y criticadas de su mandato, para “darle a la sociedad elementos para contrastar su voto, lo que queda claro es que la gente ya tiene una decisión tomada”.
Cambiar para seguir igual
En la edición 1813 de Proceso, el periodista Álvaro Delgado dio a conocer un documento elaborado por la Comisión de Reflexión y Análisis del PAN, en el que el partido hace una introspección luego de la derrota electoral de 2009. Entre las autocríticas se advierte que en la actuación de los panistas no ha prevalecido “la fuerza de las ideas, sino la fuerza del interés, la nómina y el poder”. También aceptan que “se ha privilegiado el arribismo y el oportunismo”, “se han tolerado actos de corrupción de funcionarios y militantes” y “no ha habido congruencia entre la democracia exigida y las prácticas del partido”.
Otros fragmentos publicados del documento se refieren a la evaluación de lo que ha sido el PAN como gobierno; reconocen que no se redujo el dispendio gubernamental ni se erradicó el nepotismo, además de que admite que hay funcionarios que hacen negocios desde el gobierno. “Ya no somos el partido del cambio”, concluyen.
Pero a decir de Moctezuma Barragán, el PAN nunca fue una opción política distinta del PRI. De acuerdo con el politólogo, desde que éste ganó por primera vez una gubernatura, en 1989, ha contado con el apoyo del priísmo a cambio de una conducta recíproca de respaldo. Ello, continúa, explica no sólo el creciente triunfo de panistas en cargos de elección popular, sino también su arribo al poder federal en 2000.
Es decir que lo que se proyecta como alternancia del partido en el poder es en realidad parte de un mismo andamiaje. El propósito, a decir del investigador, es la integración económica, política y militar de México y Estados Unidos, promovida por éste último para su beneficio. Moctezuma Barragán acusa que este proyecto integracionista comenzó con la firma del Tratado de Libre Comercio, todavía en la era priísta, que supuso la gradual integración económica de ambos países.
Al panismo le habría correspondido poner en marcha la integración política y militar. En esta lógica, explica Moctezuma Barragán, la firma del Acuerdo para la Seguridad y la Prosperidad del Atlántico Norte en 2005 significó el inicio de esta parte del plan integracionista. En dicho acuerdo se estipula la integración energética entre los tres países de América del Norte.
La militarización del país, provocada por la “guerra” contra el narcotráfico que el gobierno lleva a cabo, y la operación ilegal de agentes estadunidenses en territorio mexicano abonarían a la tesis que plantea Moctezuma Barragán.
Conservadores de raíz
Cuestionado sobre si el panismo ha claudicado de su ideología al formar un proyecto de continuidad con el PRI, el investigador ironiza al expresar que, en todo caso, quienes han traicionado su postura son los priístas, pues el PAN siempre ha defendido las políticas del neoliberalismo.
Autor del libro Los orígenes del PAN, Moctezuma Barragán recuerda que el partido surge en 1939 como una reacción al cardenismo y el sindicalismo. Desde su creación, siempre ha propugnado el libre mercado y la iniciativa privada, como consignan sus instrumentos doctrinales.
En el documento Principios de Doctrina, texto primigenio de la ideología panista, se lee que “la iniciativa privada es la más viva fuente de mejoramiento social” y que “la propiedad privada es el medio más adecuado para asegurar la producción nacional”. Aunque éste se ha reformado, reivindica los principios contenidos en el original que data del año de la fundación del partido.
Edgar González Ruiz recuerda, además, que el PAN es el único de los tres principales partidos políticos que tiene raíces clericales, y que se opone al reconocimiento del Estado laico.
Especialista en el tema de la derecha mexicana, González Ruiz vaticina que el “atraso ideológico” del PAN podría condenarlo a una eventual desaparición, como consecuencia de la falta de identificación ciudadana con los principios que defiende. Sin embargo, el también filósofo no pasa por alto que, desde el poder, el PAN intente incidir para que la sociedad adopte sus posturas ideológicas.
Al respecto, Yáñez Delgado indica en su libro De Ruffo a Vicente Fox. Acciones y contradicciones del panismo cómo los panistas llevaron avante acciones de gobierno basadas en principios morales con los que comulgan. Alcaldías, gubernaturas y otros cargos públicos sirven a los panistas para tal propósito, consigna el periodista, escritor y académico.
El autor considera que el arribo del panismo al poder significa la transición de un “conservadurismo” y una “ultraderecha” sin capacidad de convocatoria al surgimiento de una “nueva ultraderecha”. Ésta, retoma las demandas del conservadurismo católico y la promoción de los intereses empresariales. Aun más, pues señala que la llegada del PAN al gobierno federal también “significó la aplicación de recursos en beneficio de grupos de extrema derecha vinculados tradicionalmente a la oposición católica”.
Entre ellos figura el Comité Nacional Provida, organización en contra del aborto, y que durante la gestión foxista recibió millonarios apoyos institucionales. En julio de 2004, el grupo fue escrutado por diversas organizaciones civiles que denunciaron múltiples irregularidades en sus gastos; entre éstas, la particular sorna que causó la compra de tangas y bikinis.
A la par, los Centros de Ayuda a la Mujer, otra red antiabortista, comenzaron a conseguir apoyos institucionales desde la llegada del PAN al poder. Primero de gobiernos locales y después del federal: más de 12 millones de pesos se usaron para pagar publicidad, ropa para caballeros y artículos de lujo.
Yáñez Delgado, González Ruiz y Álvaro Delgado han documentado también la presencia de grupos conservadores que han tenido cabida dentro del PAN. Entre éstos figuran la Unión de Padres de Familia, la Asociación Nacional Cívica Femenina, los Caballeros de Colón, El Yunque y el grupo Desarrollo Humano Integral y Acción Ciudadana, calificado por González Ruiz como un “membrete” del yunquismo.
El Yunque, organización secreta de ultraderecha, tiene entre sus miembros a los gobernadores de Guanajuato, Juan Manuel Oliva, y de Morelos, Marco Antonio Adame. A éste se le vincula, además, como integrante de otro grupo de derecha llamado La Sagrada Familia.
José Luis Luege Tamargo, titular de la Comisión Nacional del Agua; el excandidato a la gubernatura del Estado de México, Luis Felipe Bravo Mena; el exdirigente del PAN, César Nava; y el todavía panista Manuel Espino también son identificados como parte de dicha organización.
Con respecto de la identificación del PAN con la iglesia católica y el sector empresarial, el doctor Alarcón Olguín afirma que si bien hay una relación con dichos sectores, ésta no es exclusiva del panismo: “los partidos políticos en general deben tener una relación con los empresarios [y] deben tener, y la tienen, una relación con la iglesia”, justifica. El investigador considera que se trata de “mitos” o “clichés” que constituyen una “visión ya distorsionada” del partido, pues desconoce la evolución que los partidos han tenido en “un contexto democrático [en el que] todos se relacionan con todos”.
Las opciones del PAN
Y es que el PAN ha emprendido una inusual campaña de afiliación. Contrario a su tradicional militancia, identificada con el sector empresarial, los grupos conservadores católicos y las clases media y alta, ahora el PAN se prepara para convertirse en un partido de masas.
Pero para Ortuño, se ha dado un proceso de “afiliaciones ficticias”, lo cual contaminaría éste si se hiciera sólo entre panistas. Panista de herencia e identificada con el sector más conservador de su partido, Ortuño se dice abierta a esta posibilidad para asegurar una elección más limpia.
De acuerdo con Consulta Mitofsky, para junio pasado la diputada Josefina Vázquez Mota y el senador con licencia Santiago Creel llevaban la delantera en las encuestas sobre preferencias entre los aspirantes. Se trata de los dos aspirantes a la candidatura panista que no son afines a Calderón. Por el contrario, el secretario de Hacienda, Ernesto Cordero –considerado el delfín de Calderón– mantiene apenas un 7 por ciento de preferencia, al igual que el secretario de Educación Pública, Alonso Lujambio.
Pero a decir de Ruiz, dado el desprestigio que salpica al PAN sus únicas opciones para mantenerse en el poder serían formar una alianza con otro partido, desacreditar las elecciones y desincentivar la participación ciudadana, y sabotear las elecciones a través de una maniobra mediática para mantenerse en el poder. Para ello, calcula el filósofo, contaría con el apoyo del Ejército, la iglesia católica y el empresariado.
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