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miércoles, 14 de septiembre de 2011

POESÍA INDÍGENA DEL ANTIGUO MÉXICO: "Canto de Cosas de México";"Vida Efímera"; "La Aurora"; etc.

copiado de http://www.roland557.com

POESIA NAHUATL

CANTO DE NUESTRO SEÑOR EL DESOLLADO,
BEBEDOR DE LA SANGRE

(Xippe Totec Yohuallahuana)
Oh bebedor de la noche, ¿por qué ahora te disfrazas?

Ponte tu ropaje de oro, revístete de la lluvia.

¡Oh mi dios!, dádiva de piedras preciosas tu agua,
al bajar sobre los acueductos, trueca en plumas de quetzal al sabino.

La preciosa serpiente de fuego al fin me dejó.

No vaya yo a perecer, yo la tierna mata del maíz:
mi coorazón es cual esmeralda: he de ver el oro.

Mi corazón se refrigerará; el hombre madurará,
habrá nacido el caudillo de la guerra.

¡Oh mi dios!, haya abundancia de maíz;
la tierna mata de maíz se estremece ante ti,
tiene fija en ti la vista hacia tus montañas, te adora.

Mi corazón se refrigerará; el hombre madurará,
habrá nacido el caudillo de la guerra.

CANTO DE COSAS DE MEXICO

En la montaña de la serpiente es el lugar donde perdura
la casa preciosa con columnas de turquesa:
allí están erguidas desde que quedó abandonada la ciudad.

Vinieron los viejos mexicanos a conocer aquí Chapultepec:
por lo cual llegamos hasta Tolnahuacatl y Tozcuecuech.
Así, pues, ya nadie sabe cómo quedó abandonada la ciudad.

¡Oh!, por cierto que ya no dicen los mexicanos:
«Allá en la raíz interior del cielo es donde impera
el que da la vida...; llorad, lamentaos. ¿Dónde perecerán sus siervos?»

¿Qué mereció, qué logró el mexicano Axolohua?
Cuando el agua del sacrificio está presta,
llora su alma. ¿Dónde perecerán sus siervos?

El escudo retrocedió en la muralla de piedra;
quedó abandonado Colhuacan, porque le hicimos guerra los mexicanos.
Alzan el llanto sus siervos, en tanto que el agua es inmutable.
¡Oh príncipes!, señores nuestros; ya quedó abandonado Colhuacan.

Digo ya yo, mexicano entre los tigres:
»Cómo es posible que ahora ya sean esclavos
los príncipes Acolnahuacatl y Tezozomoctli?
Sin duda en algún tiempo fué bueno su imperio
para los príncipes de Azcapotzalco.

Cuando el Tecpaneca vaya a la mansión de la muerte,
¡Oh hijos míos!, el usurpador sobre vosotros punzará la guerra,
sobre nosotros se enlazará el combate;
¡Quizá ya por muy poco tiempo conserva su imperio Azcapotzalco!»

VIDA EFIMERA

Sólo venimos a dormir, sólo venimos a soñar;
no es verdad, no es verdad que venimos a vivir en la tierra.

En hierba de primavera venimos a convertirnos;
llegan a reverdecer, llegan a abrir sus corolas nuestros corazones,
es una flor nuestro cuerpo: da algunas flores y se seca.

LA AURORA

Subo, llego hasta acá;
el inmenso lazo, azulverdoso,
ya permanece apacible, ya se agita,
ya hace espuma y canta entre las piedras.

Yo ando volando sobre él,
cual ave de bello plumaje azul...

Llego hasta la mitad de las aguas:
aguas de flores, aguas de oro, aguas de esmeralda.
por donde va y viene nadando
y graznando pasa el ánade reluciente,
que ondea su brillante cola.

EL CREPÚSCULO

Ya nuestro padre el Sol,
se hunde, ataviado en ricas plumas,
en una urna de piedras preciosas,
y ya, como ceñido con collares de turquesas,
entre polícromas flores que sin cesar llueven...

¡Ea, nobles, cantemos, festejemos el Vivífico:
¡Escríbase ahora un bello canto florido!

Ya son perfectas las flores, las flores de primavera,
que están bañadas en la luz del sol.
¡Las variadas flores son tu corazón y tu carne!

¿Quién no anhela tus flores, oh Vivífico?
Están en tu mano: él es el avasallador de la muerte
y el que hace que se abran los capullos de las flores,
de las flores que se secan, cuando las baña el sol.
¡Las variadas flores son tu corazón y tu carne!

Yo no hago más que venir a su morada;
yo, que soy también una bella flor matizada,
y alzo mi canto y brindo a los demás mis flores.

¡Líbense las bellas flores,
difunda y derrame él sus flores!
¿Sí, de su manhion vienen: aquí etán mis flores!

NETZAHUALCOYOTL

sólo un breve instante¿Acaso es verdad que se vive en la tierra, ¡ay!
¿Acaso para siempre en la tierra?
Hasta las piedras finas se resquebrajan,
hasta el oro se destroza, hasta las plumas preciosas se degarran.

¿Acaso para siempre en la tierra?
¡Sólo un breve instante aquí!

DESDICHADO EN LA TIERRA

Lloro y sufro desamparo,
no hago mas que recordar
que habremos de abandonar
las bellas flores y los bellos cánticos.

¡Gocemos, cantemos:
todos nos vamos, desapareceremos!

¿No lo saben así mis amigos?
Se duele mi corazón y se llena de ira:
¡no segunda vez naceremos,
no otra vez volveremos a ser niños,
no reverdeceremos en la tierra una vez más!

Un brevísimo instante aquí;
junto a ellos, a su lado;
después nunca más estarán aquí;
nunca más gazaré de ellos,
nunca los volveré a ver.

¿Dónde habrá de vivir mi corazón?
¡Ah!, ¿dónde será mi morada definitiva?,
¿dónde mi casa duradera?
¡Ah!, soy desdichado en la tierra!

¿Te atormentas, corazón mío?
¡Ah!, vive sufriendo en la tierra;
así es tu destino: difícilmente lo reconoces.
Sufro, puesto que he nacido en la tierra.

Sí, sí, vive inquieto,
que todo lo bello habrá de parecer del todo,
y en ninguna parte se vive.

Esto y no más dice mi corazón.

Así está decretado:
No tenemos verdadera vida,
no hemos venido a vivir verdaderamente en la tierra.

¡Ah!, tengo que dejar las bellas flores.
¡Ah!, tengo que ir en busca del lugar donde todos se reúnen;
así se afana uno por un solo instante:
sólo tenemos prestados los bellos cantos.

¡Gocemos, cantemos:
todos nos vamos, desapareceremos!

Comentario sobre la poesía indígena de México antiguo
De la abundante poesía de la altiplanicie mexicana anterior a la conquista sólo quedan breves fragmentos, recogidos gracias a la diligencia de los cronistas, que obtuvieron copias de los mismos indígenas. Fray Bernardino de Sahagún, por ejemplo, incorporó a la primera redacción de su Historia general de las cosas de la Nueva España, hacia 1559, veinte poemas en su lengua original; otros cantares mexicanos se conservan en un manuscrito de la Biblioteca Nacional de México, publicado por J. B. Peñafiel en 1905. Según Angel María garibay K., cuyas investigaciones aprovechamos, los cantares que han llegado a nosotros son himnos rituales — como el canto de Atamalcualoyan y el Canto de nuestro señor el desollado, bebedor de la noche—, poema de carácter heroico— Asedio de Huexotzina, Canto a Mixtoatl, Canto de cosas de México—, poemas líricos —Principio de los cantos, Canto en loor de los príncipes, cantado por un príncipe — y poemas breves — Vida efímera—. La lengua de esos poemas es arcaica, con variantes dialectales que revelan distinto origen, pero todos provienen de la meseta de Anáhuac. Las traducciones que publicamos son de Angel María garibay K.

Consúltese: Poesía indígena de la altiplanicie, selección, versión, introducción y notas de A.M.G.K., México, 1940, y los estudios del mismo investigador, publicados en la revista Abside, México, 1937, 1939 y 1940; son muy valiosos los estudios parciales de Eduardo Seler, de los cuales hay una introducción castellana en Sahagún, Historia de las cosas de Nueva España, México, 1938, t.V.

Tomado de: Antología de la Poesía Española e Hispanoamericana, Federico de Onis; Madrid, 1934

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