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Cultura Chibcha
CULTURA CHIBCHA
Valores sociales y políticos: el matriarcado, la vivienda, la organización politica, las leyes, la guerra.
La sociedad Chibcha tenía como base las familias agrupadas en clanes; varios clanes formaban una tribu y el conjunto de tribus se denominaba confederación. Las dos confederaciones principales eran las de Bacata o Bogota y Hunsa o Tunja. Los fundadores fueron el zipa Saguanmachica de la primera y el saque Michua de la segunda. Al arribo de Jiménez de Quesada a la sabana el zipa era Tisquesusa.
La sucesión del gobierno se hacía por la línea materna de manera que el nuevo soberano debía ser el hijo mayor de la hermana de la esposa preferida del jefe o el primogenito, de su hermana. De aquí se deriva importancia que para ellos tenía la mujer, hasta el punto de concluir que el regimen imperante era el del matriarcado. Aunque las clases superiores el padre era señor absoluto (patriarcado) también la sucesión se realizaba por la línea femenina, como se dijo al comienzo del párrafo.
LA VIVIENDA
Los Chibchas no tuvieron construcciones monumentales. Tanto templos como habitaciones eran construidos de madera, bahareque, bejucos y paja, sin contar para nada la piedra o el ladrillo. Las casas eran de forma cuadrada y redonda, cercadas artísticamente. Remataban en techo cónico y contaban con puertas y ventanas pequeñas.
Los zipas y los zaques construían vivienda más cómodas y vistosas. En lo huecos destinados a sostener la edificación introducían bellas doncellas vivas y descargaban sobre ellas los pesados pilares que les trituraban espantosamente. De las paredes y los cercados colgaban laminillas de oro que con el viento producían un fino timbre y en los pisos colocaban ricas alfombras de paja o esparto.
LAS LEYES
El pueblo Chibcha se movía dentro de una especie de monarquia ferrea e implacable. Al zaque de Tunja no podía mirársele a la cara, a riesgo de sufrir tormentos. De su voluntad despótica dependían vidas, sus bienes y honor de sus subordinados. Suyo era el territorio, anota un historiador, suya la fecundidad de la tierra, suyo el trabajo de los hombres. Las leyes eran cortantes: el cacique de Guatavita aplicaba la pena muerte a los asesinos, los ladrones, los perjuros, los ociosos y al soldado cobarde lo obligaba a vestir de mujer y dedicarse oficios propios de su sexo.
Existía el derecho de propiedad privada y los bienes pasaban a los hijos y a las esposas, a excepción de los objetos de uso personal que eran enterrados con el cadáver del propietario.
Uno de los zipas llamado Nemequene reinó siglos antes del descubrimiento y a él se atribuye un código o conjunto de leyes que los indios cumplían fielmente. El robo, la infidelidad y la mentira eran sancionados ejemplarmente y de allí la honestidad imperante entre ellos.
LA GUERRA
Los Chibchas no eran por naturaleza belicosos. Pero una vez forzados a la guerra se mostraban sanguinarios y no concedían perdón a ningún contrario que cayese en sus manos. Las luchas más frecuentes eran entre el zipa y el zaque, permanentes enemigos. Los ejercitos iban al campo de batalla lujosamente adornados y como armas usaban espadas de macana, varas puntiagudas, dardos, hondas, hachas y tiraderas para disparar flechas. Se acompañaban de músicos que con instrumentos especiales producían un ruido ensordecedor parecido al trueno.
VALORES ETICOS: LA RELIGION, LAS COSTUMBRES
El pueblo Chibcha fue esencialmente religioso. Las lagunas fueron sus principales adoratorios o templos y en ellas encontraron el centro de su credo. Al sonido de alegres musicas danzaban a sus orillas, extendían los brazos, los levantaban, se postraban en devota actitud. Allí ofrecían a sus deidades suntuosas ofrendas de esmeraldas, de objetos de oro y de barro. Los momentos cumbres de su vida transcurrían ante ellas; el ruego por la buena suerte de los recién nacidos, la entrada a la pubertad, los enlaces matrimoniales. Un sacerdote o jaque, un cacique, antes de entrar en ejercicio de sus funciones, debían purificarse en sus aguas y no faltaban las personas que disponían como acto supremo que sus cuerpos, al morir, reposaran en el fondo. Como ilustración es suficiente la laguna de Guatavita, escenario del rito de El Dorado, del cual hablaremos luego, y que cubrió de fama hechizante a nuestro país.
Creían que en el principio de los tiempos el mundo estaba sumergido en tinieblas. Un ser supremo retenía la luz y súbitamente empezó a emitir los primeros rayos y dio principio a la creación haciendo que una aves negras surcasen los espacios repartiendo aire luminoso por sus picos. El mismo ser omnipotente creó el sol, la luna, las estrellas y todo cuanto existe. El sol o Sua y su esposa la luna o chia, fueron objeto de rendida veneración. El primero era el padre de la vida y como tal regalaba alegría, fecundidad, bienestar. La luna con su pálida faz les inspiraba emoción sagrada, amor, encanto ante los fenómenos de la naturaleza.
El origen del hombre lo situaban en las aguas: De una laguna próxima a Tunja había salido una mujer llamada Bachue o "la mujer buena", acompañada de un niño de tres años. Cuando creció se desposó con él y de esa pareja descendieron todos ellos. Bachue les enseñó lecciones muy sabias en todo sentido y ya anciana se dirigió con su marido a la laguna y ambos, convertidos en serpientes, se lanzaron a ella.
Bochica fue otro personaje fundamental. Hombre de gran sabiduría, había aparecido por el oriente y les enseñó amor al trabajo, respeto a las leyes y honestidad. De él aprendieron a tejer, a construir las viviendas, a comerciar. Una mujer mala (Chíe) les hizo olvidar las normas del profeta e introdujo la corrupción. Como castigo la Sabana se inundó hasta convertirse en un mar. Bochica escuchó las súplicas angustiosas y se presentó sobre el arco iris y dijo: "Abriré una brecha por donde salgan las aguas y quede libre vuestra tierra". Y al decir esto arrojó una vara de oro que abrió el cauce formidable del Salto del Tequendama.
Enviado de Bochica fue Nemqueteba quien les predijo sobre la inmortalidad del alma, los premios y castigos de ultratumba, de la resurrección, ala vez que perfeccionó las normas dictadas por su antecesor.
Fuera de las deidades citadas rendían culto al arco iris, al espíritu del mal, al dios de la embriaguez y de tal modo sus divinidades eran numerosas que cada indio podía inventarse a quien idolatrar a su antojo ya fuera para cada actividad, en presencia de males e infortunios o para pedir a su capricho cuanto desease.
Al lado de la laguna no faltaron los adoratorios, como el famoso templo de Sugamuxi consagrado al sol y memorable por las riquezas que albergaba.
El culto de los muertos tenía características especiales: Si el hombre estaba formado de una parte corruptible y otra inmortal, éste emprendía un viaje larguísimo. De aquí la costumbre de rodear los cadáveres de ollas con alimentos, de chicha, mantas y objetos de oro según se desprende del hallazgo de tumbas o guacas, ricas o pobres según las condiciones económicas del difunto. Dominaban el arte de embalsamar hasta el punto de que hoy se conservan en museos, como el Nacional de Bogota, momias en impresionante estado de conservación. Conjuntamente con los caciques eran sepultados sus esclavos preferidos y sus mujeres. Los sacerdotes o jeques, eran llevados a lugares secretos que nadie podía revelar. Al pie de las sepulturas se entonaban cánticos y se bebía chicha por espacio de varios días.
El entierro del zipa, colocado en un asiento forrado de oro y adornado magníficamente, constituía un hecho soberbio.
La muerte era para los Chibchas pensamiento obsesionante y la simbolizaban en una figura que llevaba en las manos una red dispuesta a aprisionar a quien escogiese.
En cuanto a las costumbres de este pueblo, calculado en 2 millones de habitantes a la llegada de Colon, fue entre otros más ajustado a reglas estrictas. El codigo de Nemequene y las enseñanzas de Bochica y de Nemqueteba formaron a la comunidad y la condujeron conforme a altos principios. La familia estaba integrada por el padre, la madre y los hijos. El matrimonio se efectuaba por compra: el pretendiente ofrecía por su compañera un bulto de maíz, un venado u otras especies, según su condición. Entre los jefes existía la poligamia o unión con varias mujeres. Mientras el varon se dedicaba la agricultura, la minería, la caza, la pesca, etc. la mujer prepara a los alimentos, tejía, cuidaba los niños, fabricaba las chicha.
Desde niños los chibchas eran formados en la escuela del trabajo que los hacía físicamente fuertes, hábiles para los menesteres de la agricultura, la caza la minería y la guerra. No asistían a centros especiales sino que todo lo aprendían al lado de los adultos.
VALORES ESTETICOS: LOS TEMPLOS Y PALACIOS, FIESTAS RELIGIOSAS Y PROFANAS, EL IDIOMA, LAS LEYENDAS
No tuvieron los chibchas según los vimos, una noción monumental, sólida, de la arquitectura. Figura como excepción el templo de Sugamuxi, del cual los cronistas ponderan la elegancia del conjunto, la distribución y el lujo. Cuando los españoles lo descubrieron tal fue el deslumbramiento que les produjo que, oor adueñarse de las joyas, descuidaron una tea que prontamente lo convirtió en pavesas. Los palacios eran de numerosos aposentos, de amplios patios y cercados de gruesos maderos. Solían pintarse de rojo y adornarse, como se expresó, de deslumbrantes láminas de oro. Los señores que los habitaban hacían gala de un lujo increíble y acumulaban tesoros cuantiosos. En las fiestas lucían zarcillos, brazaletes, gargantillas, cascos, pecheras, cinturones, mantos, cetros, coronas empedradas de esmeraldas.
FIESTAS RELIGIOSAS Y PROFANAS
Gente esencialmente religiosa, es lógico deducir que las festividades y peregrinaciones fuesen muy frecuentes aparatosas. El sol y la luna eran protectores del agricultura, actividad básica, y a ellos estaban destinados los ritos más solemnes y los tributos máximos. En su calidad de politeísta los (creyentes en numerosos dioses), contaron con uno para cada quehacer: dios de los orfebres, de los comerciantes, de los tejedores, de los cortadores de madera, de la embriaguez, de los hombres corredores, de las siembras y las cosechas, etc.
Las ceremonias vestían a veces caracteres de inaudita crueldad: criaban jóvenes llamadas mojas para sacrificarlas en honor al sol y embadurnar las piedras con su sangre para que el homenajeado la bebiera. No olvidemos la cruel ceremonia de las niñas triturados por los pilares de las casas de los señores principales.
Las festividades profanas consistían en danzas acompañadas de cantos, música y abundantes libaciones de chicha. El deporte favorito fue sin duda el de las carreras de competencia.
EL IDIOMA
De la lectura de los cronistas se deduce que los Chibchas se expresaban con notable facilidad y que su idioma era muy rico en matices. Inclusive que cultivaban la poesía y que entonaban canciones muy parecidas a los villancicos españoles. Idearon una forma de expresarse por medio de signos y figuras. Desafortunadamente con el tiempo y la extinción sistemática de su raza, tales sistemas de comunicación desaparecieron. Miguel Triana en su libro "El jeroglífico Chibcha" reproduce incontables símbolos grabados o pintados en piedras. Es posible que ellos encierren narraciones indecrifradas hasta hoy. Si se logra hacerlo, quedará claro que estos naturales sí alcanzaron la etapa de escritura, en contra lo que se ha venido sosteniendo.
LAS LEYENDAS
Es natural que entre agrupaciones supersticiosas como lo fueron y como lo siguen siendo los indios, proliferaran la leyendas. Unas son de fondo religioso, otras macabro, otras heroico y amoroso, etc. Ya citamos la de las aves que, enviadas por un ser superior, colmaron el universo con la luz salida de sus picos; la de Bachué, la madre fecunda y misteriosa; la de Bochica el protector y el maestro; la de su continuador Nemequene; la de la formación del Salto del Tequendama.
Otra que llevó a la lejana Europa el nombre de América, como emporio fabuloso de riquezas, fue la de El Dorado. El cacique de Guatavita cada año celebraba el más pomposo rito: se untaba el cuerpo de una sustancia pegajosa y se hacía recubrir de oro en polvo. En una balsa, rodeado de los sacerdotes o jeques sus y mientras la gente de las orillas hacía sonar variados instrumentos y entonaban cánticos, se dirigía al centro y, luego de arrojar objetos de valor inapreciable, se sumergía en las aguas. Esta leyenda fue escuchada en el sur por Belalcázar y le hizo exclamar, lleno de entusiasmo: "Vamos haber ese Dorado". El mismo Jiménez de Quesada, en venerable ancianidad buscó afanosamente el tesoro. Pero la verdad, nadie lo encontró. Aunque Germán Arciniegas sostiene que se descubrió en mucho lugares y que para deslumbrarse en su contemplación, basta ir al museo del oro en Bogotá.
VALORES ECONOMICOS: LA AGRICULTURA, LA EXPLOTACIÓN MINERA, LAS INDUSTRIAS, TEJIDOS EL COMERCIO Y LAS COMUNICACIONES
La agricultura fue actividad absorbente para los Chibchas y llegaron a ser expertísimos en ella. Del maíz obtenían los más variados alimentos como la mazamorra, los bollos, la arepa y, mediante el proceso de fermentación, la chicha. Cultivaron la papa, la yuca, la arracacha, los frijoles, los tomates, las auyamas, la calabaza y consumieron los frutos provenientes de los climas cálidos como la papaya, el aguacate, las guayabas, la chirimoya, la guama. El ají les sirvió como condimento y la coca para calmar el hambre. Con el tabaco se distraían y mataban los ratos de ocio. Además la coca y el tabaco fueron imprescindibles en las prácticas religiosas y de magia. Para curar las enfermedades contaron con las más variadas especies vegetales. Aún hoy los indios conocen como nadie las propiedades curativas de las yerbas y a ellas apelan antes que a productos farmacéuticos.
Para mejorar la producción se valían del regadío por el sistema de caños y mediante muros de piedra amontonaban tierra fértil para semilleros y cultivos menores.
El algodón, materia prima de una de sus industrias más alabadas, debieron canjearlo con los vecinos de las tierras cálidas.
La carne la obtenían de venados, peces, aves, conejos, armadillos, etc. En corrales domesticaron el curí, llamado "conejillo de Indias" y el pavo.
LA EXPLOTACIÓN MINERA
Explotaron las minas de sal de Zipaquirá y Nemocón. Como elemento insustituible, la sal era solicitada por las tribus más apartadas, y por ello, más que las piedras preciosas y que los tejidos, fue la fuente mayor de su economía. Para formar panes o bloques la dejaban solidificar en utensilios de barro que luego rompían.
Las esmeraldas de Muzo y de Somondoco circulaban hasta en los extremos del país y se cotizaban a altos precios. El carbón para calefacción, para preparar los alimentos y evaporar la sal era extraído de Sogamoso, Tópaga y Gámeza. Aunque como orfebres ocuparon escala notable, fue a base de constancia, puesto que el oro tenían que importarlo de otros lugares.
LA INDUSTRIA: TEJIDOS Y CERAMICA
El clima frío obligó a los Chibchas a perfeccionar las técnicas del vestido. Las mujeres, inclusive las de la alta nobleza, hilaban primorosamente el algodón y decoraban los tejidos con refinado gusto.
Las mantas eran el regalo preferido en los acontecimientos sociales y religiosos, en la posesión de los caciques y con ellas amortajaban a los muertos. Jamás usaron calzado y para completar el traje se pintarrajeaban con diferentes colores como el azul que obtenían del añil y el amarillo rojizo del achiote. Se enjoyaban con aretes, collares, pectorales, brazaletes hechos de oro o de piedras de colores y huesos. La cabeza iba cubierta con gorros de algodón y tenían a gran deshonor cortarse los cabellos.
El continuo manejo de la arcilla hizo de ellos alfareros o ceramistas maestros. En sus tumbas se han descubierto husos para hilar, rodillos para imprimir los tejidos, instrumentos musicales, adornos, figuras y vasijas. Mezclaban barro de diferentes tonos con el objeto de lograr efectos llamativos. Para moler el maíz usaban morteros y manos de piedra; alisadores del mismo material para pulir la cerámica; agujas de hueso para coser. Como se sentaban en cuclillas, no usaban asientos y apenas para los jefes modelaban banquillos de arcilla.
EL COMERCIO Y LAS COMUNICACIONES
El producto de la agricultura, la minería, los tejidos, la cerámica, al lado de surtirlos de lo suficiente para el consumo, les permitía contar con un excedente para sus intercambios. Realizaban ferias o mercados en cada pueblo y semanalmente concurrían a sitios determinados: Ráquira para el comercio de cerámica, Zipaquirá para la sal, Muzo y Somondoco para las esmeraldas, etc. Usaron monedas circulares de oro y para calcular el precio y las medidas empleaba hebras de algodón o hacían montoncitos y le fijaban precio. Si algo les sobraba, lo ahorraban en forma de granos de oro o esmeraldas que depositaban en vasijas, a modo de alcancías.
Para comunicarse prefirieron la parte más alta de las montañas. Con ello no solo se orientaban sino que se prevenían de los ataques sorpresivos de los enemigos. El transporte terrestre se hacía a espaldas, especialmente de las mujeres. Para surcar los ríos usaban canoas hechas de troncos ahuecados con fuego y hachas de piedra.
3 comentarios:
Estupendo material informativo. Rico en detalles organizados de forma objetiva. Útil para los cursos de lengua y cultura hispánica.
no sirve para nada deben mejorarlo no sirve
pues estupendo me sirvio de mucho gracias
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