Los Estados Unidos, gracias a sus gobiernos que le han servido al poderoso y no al pueblo estadounidense, se ha convertido en la nación más odiada del mundo y de la historia. De la misma manera, gracias a sus gobernantes que le han servido a los amos del dinero, los Estados Unidos de ser una nación próspera, con grandes instituciones democráticas, se ha convertido en una nación decadente, en crisis moral y económica.
A lo largo de todo el siglo pasado y lo que va del actual, los gobiernos estadounidenses se han dedicado a hacer la guerra a las naciones del mundo, las han devastado, les han robado impunemente sus riquezas, han sojuzgado a sus pobladores y los han condenado a la miseria más deplorable.
México, Cuba, Nicaragua, El Salvador, Panamá, República Dominicana, Granada, Puerto Rico, entre otras naciones americanas, han sufrido la invasión de Estados Unidos, el despojo de sus territorios, la imposición de gobiernos títeres y un sinfín de calamidades que han llegado al extremo.
Europa, Asia, África y todo el mundo han sufrido de una u otra manera el rapaz imperialismo yankee. Con creces se ha ganado el odio del mundo Los Estados Unidos, y por mucho que haya hecho para mantener sojuzgadas las naciones, éstas, por muy débiles que sean, han sabido librarse del opresor. Cuba y Vietnam son buenos ejemplos de esto.
La propia población norteamericana ha sido la primera víctima de este imperialismo al servicio de los amos del dinero, a menos que no se le considere población estadounidense a los negros, a los hispanos, a los asiáticos, etc., que desde el nacimiento de esta nación han sufrido opresión, marginación, discriminación.
Escribir todas las afrentas que los gobiernos norteamericanos han hecho a su población y al mundo entero sería una muy árdua tarea. Sería el libro más grande jamás escrito, pues el cúmulo de afrentas y crímenes contra la humanidad que ha cometido el imperio capitalista de los Estados Unidos es infinito.
Sin embargo, los estadounidenses brindan una esperanza al mundo: se libraron de estúpidos prejuicios y eligieron a un ciudadano norteamericano de origen africano: Barack Obama.
La pregunta surge ahora: ¿A quién servirá Obama?
Si sirve a su pueblo, el mundo entero deberá respirar tranquilo y sentirse feliz de que el "gran monstruo" se está acabando.Servir a su pueblo implica hacer de la sociedad norteamericana una verdadera sociedad humana, donde sus miembros amen la libertad y la justicia. La arrogancia y la prepotencia que caracteriza a un número importante de norteamericanos poco les servirá. Los Estados Unidos ya no tiene salida: su gobierno y su pueblo cumplen con el papel histórico que les corresponde y contribuyen a que la humanidad entera dé un paso importante hacia el verdadero progreso, o los oprimidos de siempre harán que el legítimo odio que se tiene a esa nación poderosa se convierta en acciones que hagan que el gran gigante se derrumbe, en una caída dolorosa y estrepitosa.
Los norteamericanos deben saber que si algo de grandeza tienen se debe precisamente a que la nación norteamericana está formada por emigrantes del mundo entero, que han contribuido a hacer de los Estados Unidos una nación próspera en lo económico.
Ojalá Obama sea líder de una nación que de verdad ama la libertad y la justicia. Si es así, el mundo no tiene nada que temer.
Por lo pronto, felicidades a los estadounidenses por que en la Casa Blanca ya no vive uno de los asesinos más grandes y desquiciados en la historia del mundo.
BARACK OBAMA: Todo depende de tí. Tú eliges: tu pueblo o los que financiaron tu campaña. Si decides que vas por tu pueblo, tu nación y el mundo entero te lo agradecerán.
BARACK OBAMA: La arrogancia de tu discurso de toma de protesta nos hace perder un poco las esperanzas. Estados Unidos es una nación más, no lo olvides.
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