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sábado, 16 de enero de 2010

SERGIO GARCÍA ZAMORA: Poemas

copiado de LA JIRIBILLA  http://www.lajiribilla.co.cu


Sergio García Zamora
(Ranchuelo, Villa Clara, 1986)


 
Pájaro

El pájaro levanta la cabeza queriendo sorprender la vida, húmedo aún por el agua de los nacimientos. Era un monje en la blanca celda, un escuálido novicio; pero esta mañana Dios escuchó sus oraciones y lo trajo al milagro. No teman pues ante el frágil cuerpo ni los hinchados ojos que la luz no tarda en definir. Amen al cautivo libre de su penitencia por el suave tiempo que le es dado.
Con él vive la promesa de las alas.
 

Gato

Cómo pudo la bella forma sinuosa
tenerse en la penumbra de los cuartos,
descender del egipcio pedestal
hasta la humilde silla.
Miren respirar su altivez y su elegancia
sobre los frescos mimbres,
vuelto ahora el cotidiano misterio que espera
en el rincón insospechado.
Solo tú, Noche, devuelves majestad
a los ojos del vencido.
Quién imanta sus piernas cuando cae
–relámpago común, ágil escapista.
Quién lo hizo dócil a la mano en soledad.
Acaso Dios ensayaba al tigre.
Dónde pues, el gesto memorable
de los que adoran en la sombra de los siglos,
en las tardes atravesadas por el ibis;
sitio perdido ya en otro gesto de equívoca ternura
cuando leves lo espantan del sillón
y gato o caricia, la grácil forma se escurre
entre el calor y las cortinas
como una piedra sin sombra.
 

Cuervo

He visto esta mañana al cuervo.
En el ramaje de sus astas era la luz un pájaro.
Acaso fue un instante o una vida
los apacibles ojos fijaron una eternidad.
Esta mañana, madre, he cazado al ciervo.
Si buscas en mis ojos hallarás un bosque
y al fondo está él, mirando.
 

Grulla 

Su estatismo conmueve a la soledad del que apunta, oculto entre las altas hierbas del pantano. Quien vio la grulla impasible como un signo en la áspera mañana de la infancia no podrá correr sin la orfandad de su pierna. Para ti hermano ha puesto Dios a la inmóvil bailarina. Él ha querido que aprendas esta lección grave: mira a la grulla, en todo cercada por el sueño de las aguas que anhelan subir y asfixiarla. No teme: ella es la eternidad, el reino instaurado.
Aun cuando dispares su espíritu será el mismo.
 

Cerdos

Mi padre, experto matarife,
daba hincadas a los cerdos
buscando el camino más corto hacia la muerte,
el corazón como una adivinanza;
hasta que las mujeres recogían la sangre última
y un ligero temblor sobre la carne
del animal —cuerpo solo—
porque el alma ya
habíase fugado
con el grito. 
 
 (*) Con estos poemas el autor obtuvo el Primer Premio en el Concurso Territorial Zenón Rodríguez 2007, auspiciado por el Departamento de Literatura de la Casa de Cultura Habarimao, de Cumanayagua.

Sergio García Zamora (Ranchuelo, Villa Clara, 1986). Estudiante del último año de Filología, en la Universidad de Las Villas. Ha recibido el Premio Poesía de Primavera, en la XV edición de los Juegos Florales y el Premio Mangle Rojo 2009 que otorga la Asociación Hermanos Saíz.
 

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