biografía y cuadros copiados de http://sepiensa.org.mx
Francisco Bollaín y Goitia García (1881-1960) fue un artista sui generis dentro del panorama cultural mexicano, ya que se mantuvo al margen de las costumbres sociales de su época y de la corriente pictórica oficial. Aunque perteneció a la llamada Escuela Mexicana de Pintura y Escultura —personificada por Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros, entre otros—, no participó en el movimiento muralista iniciado en 1922.
La obra de Goitia se distingue de la de otros pintores de su generación por no tener tintes folklóricos ni políticos. Los tópicos más recurrentes de su pintura son el hambre, el tenebrismo, la miseria, la desolación, el aislamiento y el dolor humano.
Dos de las principales cualidades de Goitia eran su clarividencia y su capacidad de plasmar su entorno con realismo. La mayor parte de sus lienzos fueron producto de la contemplación y el análisis profundo de su vida y su entorno, y son un testimonio de varias etapas de la historia de México: la subsistencia de las personas en las haciendas durante el régimen de Porfirio Díaz, la Revolución de 1910, la Posrevolución, la Guerra Cristera y el ambiente cultural de la primera mitad del siglo XX.
Los primeros años de su vida
Francisco Goitia nació el 4 de octubre de 1882, en el rancho de Patillos, que pertenecía a la hacienda de Bañón, en el actual municipio de Fresnillo, Zacatecas. Fue bautizado con el nombre de Francisco por un doble motivo: por haber nacido el día de San Francisco de Asís y porque su padre y abuelo se llamaban del mismo modo. Este hecho fue definitivo porque Goitia siempre se sintió identificado con ese santo italiano.
Goitia fue hijo natural del administrador de una hacienda, Francisco Bollaín y Goitia, y de una sirvienta, doña Andrea Altamira García, a quien el pintor nunca conoció y de la que no se sabe nada. A los pocos días de nacido, el niño fue entregado a la indígena Eduarda Velásquez, quien lo crió en un ambiente rural y profundamente religioso que lo marcaría de por vida.
En ese lapso se arraigó su identificación con los indígenas y los indigentes, su religiosidad y su amor por la naturaleza. Estos elementos se evidencian en su obra y en la forma de vida que eligió siempre.
Goitia expresó de forma muy bella su amor por la naturaleza en pinturas como Manantial con árboles, Arboledas, Paisaje de Patillos y en el único manuscrito autobiográfico que se conoce: “Sin sospecharlo de mi parte, Patillos, con sus manantiales de agua rumorosa y la espesura de su bosque, había depositado en el subconsciente de mis primeros años el tesoro de un amor profundo por la Naturaleza [...] en aquellos días memorables [de mi infancia], a la hora del crepúsculo me sentía conmovido ante las grandes charcas de aguas inmóviles bordeadas de sauces. Comenzaban a nacer mis sueños quizá.”
* Artículo publicado originalmente en la revista Desarrollo académico (UPN), año 12, mayo-agosto de 2004, no. 33.
OBRAS
Manantial con árboles
Arboledas
Paisaje de Patillos
Bodegón
Ruinas del Foro de Roma
Patio de la Universidad de Barcelona
El Papa Inocencio III
Baile de la revolución
La bruja
El ahorcado
El desesperado
Indio triste
Muchacha indígena con chal bordado
Danza indígena
El velorio
Niño indígena sentado
Pirámide del Sol de Teotihuacan
El viejo en el muladar
Esclavo en guiñapos
Caballo famélico
2 comentarios:
Difiero un poco del artículo la obra de Francisco Goitia tiene un fuerte contenido político, es una critica social a la revolución mexicana, si bien él participo primordialmente como cronista grafico del General Felipe Ángeles (de la fracción Villista) sus pinturas acerca de la practica de ahorcamiento donde observamos la desolación y decepción ante el movimiento liberador, obras de la misma época nos muestran el contexto de extrema pobreza en que viven las comunidades, sin lugares donde trabajar para obtener alimento, ni quien las trabaje solo quedaba el hambre.
Trabajos posteriores donde encontramos los paisajes y ese acercamiento a las zonas indígenas fueron encaminados por el proyecto unificador indigenista (muy diferente que el actual) impulsado por Manuel Gamio en un afán nacionalista. El hiper realismo de la obra fue concebido bajo el extremo interés de mostrar objetivamente al México posrevolucionario sin la intervención de otras corrientes de pensamiento, como en otros autores, más que la experiencia propia.
ninguna de sus pinturas se pueden ver
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