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sábado, 3 de enero de 2009

EJÉRCITO ZAPATISTA DE LIBERACIÓN NACIONAL: A quince años de su levantamiento armado...


Portada :: México

03-01-2009

Comunicado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional a 15 Años de su levantamiento armado
¡Debemos buscar la forma y los mecanismos de cómo unir y globalizar nuestras luchas, nuestras resistencias y nuestra rebeldía!

CCRI-CGEZLN

(Transcripción del mensaje leído en castellano por el comandante David, y en tzotzil por el comandante Javier).


Los zapatistas, los pueblos indígenas que nos propusimos luchar por un mundo mejor y más humano, empezamos a ser más perseguidos y golpeados en todos los aspectos por los malos gobernantes de nuestro país y por los poderosos y los partidos políticos.

Y así durante 15 años hemos sufrido amenazas, hostigamientos, persecusiones, ataques militares y paramilitares. El mal gobierno, los partidos políticos y sus aliados, aunque sean gente pobre, no cesan sus ataques de muchas formas con el fin de detener el avance de nuestra lucha y destruir nuestra base que son todos los pueblos en resistencia.

El mal gobierno durante 15 años ha fundado, financiado y entrenado a los grupos paramilitares en todos los pueblos, que tienen la tarea de provocar, amenazar y dividir a nuestros pueblos.

Para debilitar y destruir nuestras bases sociales el mal gobierno ha estado repartiendo limosnas a través de sus programas asistenciales a las familias afiliadas a los partidos políticos con el fin de contentar, acallar y calmar el hambre de la gente pobre.

El mal gobierno ha tratado de convencer y comprar la conciencia de nuestras bases de apoyo, prometiéndoles mejores condiciones de vida para olvidar a sus muertos y a sus justas demandas. Desgraciadamente hay hermanos indígenas que han caido en las trampas del mal gobierno creyendo que con esto van a mejorar sus condiciones de vida sin luchar.

Sin embargo, nosotros los zapatistas no nos levantamos en armas para pedir migajas o que nos traten como limosneros. Nosotros luchamos por una verdadera democracia, libertad y justicia para todos. Luchamos por el bien de la humanidad y contra el neoliberalismo. Luchamos por otro mundo más justo y más humano. Por un mundo donde quepamos todos los que habitamos nuestro planeta.

Pero los malos gobernantes, los poderosos, los que se consideran señores y dueños de todo, se empeñan en saquear las riquezas de nuestros pueblos, en destruir a la naturaleza y en destruir a la humanidad.

Es necesario y es urgente que toda la gente buena y honesta de nuestro país y de todos los países del mundo unamos nuestra palabra, nuestras luchas, nuestra resistencia y nuestra digna rabia. Tenemos esperanza de que otro mundo es posible.

Por eso, a todos los hermanos y hermanas, compañeros y compañeras de México y del mundo les pedimos y los invitamos a organizarse y unirse cada quien en sus pueblos en contra de un enemigo común. Pero debemos buscar la forma y los mecanismos de cómo unir y globalizar nuestras luchas, nuestras resistencias y nuestra rebeldía.

Pero sólo será pósible si nos proponemos caminar juntos y luchar juntos sin importar los tiempos y las distancias que nos encontremos.

Hermanos y hermanas, compañeros y compañeras, llevemos pues adelante nuestras banderas de lucha, hagamos fuerte y grande nuestra lucha, nuestra resistencia, nuestra digna rabia y rebeldía.

Nosotros los zapatistas, los pueblos originarios de estas tierras vamos a seguir adelante en la lucha que hemos iniciado. Vamos a seguir resistiendo con dignidad y rebeldía los golpes del mal gobierno.

En 15 años que nos han venido golpeando hemos aprendido a resistir y a sobrevivir, pero es también porque hemos contado con el apoyo y la solidaridad de muchos hermanos y hermanas de México y el mundo.

Es así que hemos comenzado a construir nuestras autonomías en los distintos niveles, como la salud, la educación, en la comercialización y en el autogobierno de nuestros pueblos.

Con esfuerzo y dificultad hemos tratado de dar unos pasos pero aún no ha sido suficiente para resolver los problemas y las grandes necesidades de nuestros pueblos.

Nuestras autoridades han tratado de resolver los problemas de nuestros pueblos y algunas de las múltiples necesidades de nuestras comunidades, pero la gran parte de nuestras necesidades siguen sin soluciones. El hambre, la miseria y las enfermedades van aumentando día con día.

A pesar de todo esto seguimos adelante en nuestra lucha porque no traicionaremos la sangre de nuestros caídos, que lucharon hasta dar la vida por democracia, libertad y justicia. Seguiremos el ejemplo de ellos y ellas, y seguir nuestra consigna de luchar por la patria o morir por la libertad.

Comité Clandestino Revolucionario Indígena, Comandancia General del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

Desde el Caracol 2, Oventic, zona Altos de Chiapas, México.

1 de enero del año 2009

Chiapas, 15 años después



Este 1 de enero se cumplen quince años del alzamiento zapatista en Chiapas coincidiendo con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio (TLC) entre Estados Unidos, Canadá y México. La irrupción del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) desbarató de un plumazo las pretensiones del gobierno corrupto y neoliberal de Carlos Salinas de Gortari de presentar la puesta en marcha del TLC como el ingreso definitivo de México en la “modernidad”. Galvanizó la oposición a un Tratado que había suscitado ya durante su proceso de negociación considerables campañas de rechazo y una innovadora e interesante dinámica de coordinación transfronteriza entre movimientos, sindicatos y organizaciones de los tres países concernidos.

El alzamiento marcó simbólicamente el inicio de un nuevo ciclo internacional de contestación al “nuevo orden mundial” proclamado por Bush padre en 1991 surgido de la reorganización del mundo posterior a la caída del Muro de Berlin en 1989 y a la primera guerra del Golfo en 1991 y en vísperas de la desintegración de la URSS a finales del mismo año.

Los zapatistas fueron los primeros en codificar un discurso general de crítica al nuevo orden mundial situando su lucha particular en un marco de cuestionamiento general del mismo y de defensa de “la humanidad y contra el neoliberalismo”. En palabras del mismo Subcomandante: Marcos es gay en San Francisco , negro en Sudáfrica , asiático en Europa, chicano en San Isidro , anarquista en España , palestino en Israel , indígena en las calles de San Cristóbal , chavo banda en Neza , rockero en CU, judío en la Alemania nazi , ombudsman en la Sedena, feminista en los partidos políticos, comunista en la posguerra fría ...” . La revuelta zapatista combinaba de forma peculiar lo nuevo y lo viejo, la defensa de los derechos indígenas con el uso de las nuevas tecnologías y una hábil política de comunicación, y se dotó de un lenguaje y de un planteamiento estratégico innovador, aunque con límites y contradicciones, en un momento de crisis y desconcierto de la izquierda.

Los zapatistas fueron también pioneros en los intentos de articular la incipiente resistencia internacional contra el nuevo orden mundial con la convocatoria del I Encuentro Intercontinental por la Humanidad y contra el Neoliberalismo en la Selva Lacandona en 1996. Dieron un impulso decisivo a la emergencia de lo que luego vendría a llamarse el nuevo “internacionalismo de las resistencias” y que tendría su mejor expresión en la abrupta entrada en escena del movimiento “antiglobalización” a partir de las protestas en Seattle durante la cumbre de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en noviembre de 1999.

Ya en el nuevo siglo, la visibilidad específica del zapatismo perdió fuerza precisamente por el ascenso del movimiento “antiglobalización”, con su estela de movilizaciones internacionales durante las cumbres oficiales que tuvo su máximo momento de esplendor en el periodo 1999-2003, la irrupción del proceso del Foro Social Mundial a partir del año 2001, el movimiento antiguerra en 2003, y el auge de las resistencias al neoliberalismo en el conjunto de América Latina, iniciadas simbólicamente con la “guerra del agua” en Cochabamba (Bolívia) en abril del 2000, y la consolidación de las experiencias de gobiernos progresistas en Venezuela, Bolivia, Ecuador y ahora Paraguay. A pesar de ello, el zapatismo ha tenido importantes momentos de visibilidad y centralidad política en ocasión de sus principales iniciativas, como la “Caravana a la Ciudad de México” en febrero y marzo del 2001 que culminó con la multitudinaria llegada de Marcos al Zócalo y la “Otra Campaña” en 2005 y 2006. Ha seguido siendo uno de los componentes de referencia de los movimientos de resistencia al capitalismo global.

El mundo actual es bastante distinto del de hace quince años. El “nuevo orden mundial” anunciado por Bush padre se tambalea. Si entonces los Estados Unidos se presentaban como la única superpotencia indiscutible, hoy aparecen como una potencia en declive que lucha por mantener su hegemonía mundial. Si el neoliberalismo, codificado en el llamado “Consenso de Washington”, se postulaba como la única política posible y se encontraba en su momento de mayor apogeo histórico, hoy sufre un fuerte descrédito y cuestionamiento. Y si el capitalismo salía victorioso de la “guerra fría” y aparecía como un sistema económico sin rival y prometía prosperidad para todo el mundo, hoy se hace más evidente que nunca su carácter destructivo. No sólo es incapaz de satisfacer las necesidades básicas de la mayoría de la humanidad, sino que amenaza a la propia supervivencia de la especie debido a la crisis ecológica global que ha provocado.

Desde el alzamiento zapatista las políticas neoliberales se han profundizado, acelerado y generalizado, pero las propias contradicciones que éstas han causado han engendrado crecientes y múltiples resistencias, aunque todavía sin la fuerza suficiente para derrotarlas y provocar un cambio de paradigma.

“Ya Basta” fue el grito que mostraba la ira y la indignación de los zapatistas insurrectos. “Ya Basta” es lo que han sentido, pensado y expresado los millones de personas que en estos quince años se han rebelado contra el actual orden de cosas y que, con su práctica, han enterrado la tesis del “fin de la historia” proclamada, poco antes del alzamiento zapatista, por Francis Fukuyama y abrazada por los entonces muy confiados ideólogos neoliberales. Muy a pesar de algunos, la historia no terminó, y el resultado de la partida aún está por determinar.

Josep Maria Antentas. Profesor de Sociología de la Universitat Autònoma de Barcelona

Esther Vivas. Centro de Estudios sobre Movimientos Sociales (CEMS)-Universitat Pompeu Fabra



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01-01-2009

Repeticiones de 1994



Cada inicio de año es común ver imágenes del alzamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional ocurrido el 1 de enero de 1994 en distintas localidades del estado de Chiapas, y escuchar que en aquel entonces el gobierno federal depuso las armas, dio amnistía a los alzados y brindó la atención necesaria para resolver los problemas sociales de las zonas marginadas de Chiapas. Desde aquel entonces para la clase política del país, Chiapas dejó de tener reclamos sociales y se convirtió en el paraíso de la paz y la reconciliación de México; o por otro lado, para algunos, Chiapas era la muestra más evidente de la desigualdad y la injusticia que reinaba en México y que por ello habría que dar una apariencia de preocupación o que habría de dársele mayores muestras de lástima y compasión.

La clase política mexicana continúa en la actualidad en la misma situación que se encontraba aquel 1 de enero de 1994, permanece hoy sumida en el desinterés, la apatía, la indiferencia, la pereza, el desanimo y la ociosidad con la que vieron sus antecesores aquel alzamiento armado ocurrido en el estado de Chiapas. Siguen a pesar de que dicen todo lo contrario, repitiendo las mismas actitudes de los políticos de hace más de una década. El estado de Chiapas es ahora una de tantas muestras de que la desigualdad y la injusticia reinan en la mayoría de las regiones indígenas y campesinas de México. Hasta ahora miles de políticos continúan ocultando y consintiendo esta situación a cambio de sus mezquinos intereses partidistas y empresariales, que destruyen cada vez más el tejido social de las comunidades indígenas y campesinas del país.

Las bases del Ejército Zapatista de Liberación Nacional y miles de comunidades indígenas y campesinas de México continúan siendo sometidas, ignoradas y engañadas por los gobiernos de distintos partidos políticos, al viejo PRI se suman ahora el PAN y el PRD y muchos otros. Los habitantes de estas comunidades se enfrentan diariamente a la indiferencia y al desinterés, cuando no a la violencia y la intimidación de las distintas instituciones de los gobiernos municipales, estatales y federales. Los que no tienen como sobrevivir se ven forzados a dejar de lado sus demandas y derechos a cambio de unos cuantos pesos para poder dar de comer a sus familias, los que no están dispuestos a dejar de lado sus demandas y derechos tienen que sobrevivir con lo poco que les queda y mantenerse alejados del desprecio y el maltrato de las autoridades que se encuentran en contubernio con intereses mezquinos de partidos, empresas privadas y agrupaciones corporativistas.

Sólo unas cuantas comunidades en Chiapas y en la república mexicana logran obtener apoyos de instituciones gubernamentales o de organismos internacionales y de instituciones académicas que en la mayoría de las veces se enfrentan a las trabas burocráticas de las instituciones o de los conflictos partidistas al interior de la comunidad. Millones de pesos de programas o proyectos para estas regiones son repartidos entre burócratas y empresas ficticias que supuestamente brindan miles de bienes y servicios para mitigar la pobreza en estas comunidades. Cuando los habitantes demandan respuesta de la supuesta inversión de estos recursos en sus comunidades, inmediatamente son enredados con irresolubles trámites legales y presionados por el aparato gubernamental a través de la lentitud, si no es que con la negligencia, en la atención a necesidades urgentes como la salud y la educación.

El principal sustento de estas comunidades es la labor agraria, que ningún interés tienen en ella los políticos y empresarios de este país. Los habitantes de estas regiones jamás son escuchados por las múltiples secretarías gubernamentales, por lo que jamás son atendidas sus necesidades, la única opción que les queda es recibir lo poco que les envían desde la cerrazón de las oficinas gubernamentales. Cuando se esfuerzan por hacer producir sus tierras, los habitantes de las comunidades tienen que soportar y resistir la vileza de los compradores y acaparadores quienes cuentan con la anuencia y el consentimiento de autoridades viles y corruptas. En algunos casos logran vender sus productos a precios convenientes, pero en la mayoría de ellos únicamente logran hacerlo a precios irrisorios o son obligados a realizar lentos y costosos trámites ante las secretarías, lo que hace que se disminuyan a nada sus ganancias.

Ante esta situación tan inmejorable miles de habitantes de estas comunidades no tienen otra alternativa que migrar a las ciudades donde su futuro será un poco más halagador que el de sus comunidades. Sin embargo la mayoría tienen que soportar los abusos de sus empleadores que se aprovechan de la necesidad de los trabajadores y la negligencia de las autoridades. A muchos de ellos no se les paga el sueldo que por ley deberían de recibir y mucho menos se les brinda las prestaciones y los servicios que como trabajador tienen derecho a recibir tanto éstos como su familia. En las ciudades se enfrentan a la negligencia y al desinterés de las autoridades que reprimen sus derechos por la corrupción y el egoísmo que alimentan los empresarios con sus alianzas estratégicas para obtener mayores ganancias y prerrogativas de las autoridades.

El folclor más no así la identidad de las culturas indígenas y campesinas de México es puesta en aparadores de centros turísticos de toda la república mexicana, como si estas comunidades sólo pudieran verse ante los ojos de los demás como presas que no tuvieran vida, que sólo pueden ser vistas sin que puedan ser actores de las dinámicas sociales de este país. Únicamente el folclor es presentado y valorado por las autoridades gubernamentales y empresariales; sus derechos, sus demandas, sus necesidades y sus carencias jamás aparecen en las reuniones y en los festejos de los encargados de las instituciones gubernamentales y en los aparadores de los comerciantes y empresarios.

La cultura de las comunidades indígenas y campesinas tienen que soportar el desprecio y el desinterés de todo el aparato gubernamental del Estado mexicano y de los empresarios nacionales y extranjeros, y de miles de habitantes en este país, al mismo tiempo su territorio y todo lo que vive en él está siendo destruido y desperdiciado por empresas privadas que complacen a las autoridades mexicanas con dineros para sus frivolidades y sus deseos de aferrarse en el poder. Continúan envilecidos por el poder y la frivolidad de sus nombramientos partidistas, en lugar de hacerse responsables y comprometidos con el crecimiento y el desarrollo de la cultura y del territorio de la población indígena y campesina de este país.

A más de una década del 1 de enero de 1994, las nuevas generaciones de políticos y empresarios de este país continúan repitiendo, o aún peor, consintiendo y acrecentando las mismas vilezas, infamias y servilismos que hace más de 14 años hacían sus antecesores en los encargos y servicios que hoy ocupan. Se dicen ser la nueva generación de políticos y empresarios que va a llevar a buen rumbo a México, hasta hoy parece ser que no lo quieren hacer, y a pesar de los problemas que hoy enfrenta este país, no quieren dejar de repetir los mismos errores que han mantenido durante muchos años a los mexicanos sumidos en la desigualdad y la injusticia. Parece ser que el conformismo y el egoísmo han hecho presa de ustedes ¿o no es así?


Henry Moguel Villatoro

Historiador y Comunicólogo

historiademexico@hotmail.com









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