artículo tomado de www.genciencia.com
Un día cualquiera: Fuera de la cama, dormilón
Ya no puedes hacer nada para evitarlo. El despertador ha sonado más veces de lo deseado, y la hora de salir de la cama ha llegado, por mucho que te duela.
Y es entonces cuando te preguntas… ¿cómo es que cuando era pequeño iba al colegio, jugaba a fútbol, hacía artes marciales, piano, jugaba en el parque, y el día siguiente me seguía levantando como una rosa?
La razón es sencilla, aunque no quieras aceptarla: te haces mayor. Y el sueño es uno de los factores que se ven afectados al ir soplando más velas en tu tarta de cumpleaños.
O más bien dicho, las fases del sueño son las que se ven afectadas.
Podemos dividir estas fases en dos tipos: REM, y NREM.
La fase NREM (Non-Rapid Eye Movement, o movimiento ocular no-rápido) es la que aparece primero al acostarnos. Se puede subdividir en cuatro subfases con características bien diferenciadas:
Fase 1. Tenemos un sueño ligero, y percibimos sin grandes problemas todo lo que pasa a nuestro alrededor.
Fase 2. Es en esta fase donde hacemos que nuestro cerebro deje de sentir lo que sucede a su alrededor, bloqueando todos nuestros sentidos. Aún así, el sueño en esta etapa no es del todo reparador.
Fase 3. Aquí logramos desconectar más aún al cerebro de nuestro entorno, por lo que el sueño es más reparador. En caso de despertarnos en esta fase, nos encontraríamos ciertamente desorientados.
Fase 4. Por último, aquí es donde logramos el sueño más profundo, y por lo tanto, donde nuestro organismo puede recuperarse tanto física como psíquicamente. En caso de haber sueños durante esta etapa, no serán como ver una película, sino juegos de formas y luces.
Al pasar todas estas etapas (suelen durar unos 70-120 minutos, dependiendo de la persona y la situación), se llegará a la primera fase REM, la cual se irá turnando cíclicamente con las anteriores durante toda la noche.
La fase REM (Rapid Eye Movement, movimiento ocular rápido), se conoce así porque durante ésta, los ojos de quien duerme se están moviendo constantemente debajo de los párpados.
Durante esta etapa, nuestra actividad neuronal es muy parecida a la que tenemos al estar despiertos, por lo que es un tipo de sueño muy ligero. Aún así, se evita la liberación de ciertos neurotransmisores que activaban a las neuronas motoras, por lo que nuestra musculatura está quieta.
Lógicamente, no todos tendremos las mismas horas para cada fase, ya que depende de cada situación personal.
Aún así, está demostrado que la fase REM disminuye conforme envejecemos. Al nacer, esta fase ocupa más de la mitad de nuestros periodos de sueño. Un adulto medio suele dedicar un 20-25% de su tiempo a esta fase, mientras que se va reduciendo conforme nos hacemos unos honorables ancianos.
Y es que en el caso de los bebés, no se pasa por todas las fases del sueño antes comentadas.
Cuando nacemos, tenemos sólo dos de las cinco fases: sueño profundo, y fase REM. La causa es simplemente evolutiva, ya que si tuviéramos el resto, necesitaríamos mucho más tiempo para dormir y no podríamos comer tan frecuentemente como necesitamos a esa tierna edad.
Cuando llegamos al medio año, ya hemos adquirido el resto de etapas, y nos ponemos a practicar su uso, lo que nos llevará un tiempo de adaptación (sin duda recordado durante el resto de vida por nuestros padres).
Para cuando tengamos el añito, ya podremos empezar a dominar otras técnicas como son los microdespertares, una especie de picos de sueño ligero intercalados en el sueño profundo, y que nos servirán para estar alerta por su algo no va bien.
Sobre porqué se reduce la fase REM a la hora de dormir, existen varias teorías.
Quizás la que más encaje es la que defiende que es la fase que proporciona una estimulación útil para la maduración de las conexiones cerebrales, por lo que es más necesario a una temprana edad.
¿Pasará mucho tiempo hasta que sepamos con certeza cómo funciona el sueño?
De momento, dormiremos tranquilos.
Más información | Sueño
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