El centro de Atenas volvió a ser escenario ayer por tercer día consecutivo de graves disturbios, con miles de jóvenes enfurecidos por la muerte del joven Alexandros Grigoripoulos a manos de la Policía. Los incidentes ocurrieron al margen de las protestas convocadas por la izquierda. |
Las marchas congregaron a más de seis mil personas. La secretaria general del KKE, Aleka Papariga, declaró al inicio de la manifestación que «la muerte del joven Alexandros Grigoropulos es un asesinato. No es ni un acontecimiento aislado ni una casualidad».
Según las imágenes de las televisiones locales, cientos de encapuchados se enfrentaron a las fuerzas del orden, destruyendo lo que encontraban a su paso, saqueando tiendas y volcando coches. Además, algunos de ellos atacaron con artefactos incendiarios los principales grandes almacenes en el centro de Atenas y al árbol de Navidad gigante situado en el exterior de la sede del Parlamento.
La Policía empleó contra ellos gases lacrimógenos tanto en Atenas como en Tesalónica, la segunda ciudad más importante del país. Las protestas se extendieron también a Trikala, Patras, Larisa, Chania, Corfú y Rodas, pese a la advertencia dle primer ministro, Costas Caramanlis, de que se emplearía mano dura para evitar incidentes.
Además de las manifestaciones de ayer, los profesores universitarios convocaron un paro de tres días y muchos estudian- tes de secundaria no acudieron ayer a clase.
En Berlín, una veintena de personas ocupó el consulado griego y se repitieron las protestas, con varios detenidos, ante las embajadas de Grecia en Londres y Nicosia.
El primer ministro griego, Costas Caramanlis, convocó una reunión de emergencia de su gabinete para ayer noche
Analistas locales atribuyen la espontánea reacción airada de ciertos sectores de la población a la incertidumbre surgida de la crisis, los escándalos económicos que salpican a ministros que han tenido que dimitir recientemente y la falta de esperanza de la llamada «generación de los 700 (euros de sueldo al mes)» y, en algunos casos, resaltan la combatividad y la capacidad organizativa del movimiento anarquista en las grandes ciudades.
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