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domingo, 7 de diciembre de 2008

ARDE TIJUANA

JOSé GIL OLMOS


TOMADO DE "PROCESO" www.proceso.com.mx

Cada asesinato, secuestro y matanza demuestran que las autoridades -incluidas las militares-- van perdiendo terreno ante el crimen organizado, de acuerdo con el crudo análisis de Alberto Capella, el recién destituido secretario de Seguridad Pública de Tijuana. Sólo por citar un ejemplo de la descomposición que existe en la ciudad fronteriza: la policía del municipio surte de personal a las bandas de sicarios y su nivel de corrupción es tal que algunos agentes venden "plazas de ladrón" y rentan sus patrullas y sus armas.
Tijuana, B.C.- Pocos se atreven a salir a las calles de Tijuana cuando anochece. Son frecuentes las balaceras entre las bandas de los Arellano Félix y del Chapo Guzmán, pero además hay cada día más asaltos y secuestros. La cifra extraoficial es de 360 muertos y 250 plagios en lo que va del año. Y desde septiembre, un promedio de seis ejecuciones diarias.
La avenida Revolución, tradicional atractivo de la ciudad por sus cantinas, discotecas y prostíbulos, se ve desolada. Los turistas estadunidenses escasean por el temor a los levantones o asaltos por parte de guardias en contubernio con carteristas. El año pasado el consulado de su país presentó hasta 12 quejas diarias por abusos policiacos.
Tijuana vive hoy una de sus peores crisis, que se traduce en miedo.
La guerra entre los cárteles del Chapo Guzmán y los Arellano Félix arreció, y ahora se concentra en eliminar a los burreros y narcomenudistas -que según el gobierno estatal llegan a mil 500-, en los que en buena parte se sustenta su imperio. Pero los ataques de los narcos también se dirigen contra los policías comprados por el bando rival.
"El enemigo más fuerte está en casa", sostiene Alberto Capella, empresario que fue secretario de Seguridad Pública de Tijuana hasta el lunes 1, cuando fue destituido por el presidente municipal, el panista Jorge Ramos, quien designó en el puesto al teniente coronel Julián Leyzaola Pérez.
Este cambio contribuye a la militarización de la seguridad. El 11 de noviembre más de 500 soldados y marinos relevaron a igual número de policías municipales de Tijuana y patrullan la ciudad, principalmente las zonas más peligrosas. Pero eso no frena la violencia ni menoscaba el dominio de las bandas criminales, que a últimas fechas han incrementado la venta de "protección" a pequeños y medianos comerciantes.
Durante el año que Alberto Capella fue secretario de Seguridad Pública municipal corroboró lo que ya había denunciando en el Consejo Ciudadano de Seguridad Pública de Baja California: la infiltración de las corporaciones policiacas por el crimen organizado.
Este es un adelanto del reportaje que publica la revista Proceso en su edición 1675


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