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La cultura de la intolerancia
Javier Aranda LunaPreocupa el catolicismo ostentoso de nuestros últimos presidentes. No por la violación de la sentencia bíblica sobre la indispensable separación de la Iglesia del Estado (“dad al césar lo que es del césar y a Dios lo que es de Dios”), sino porque con sus innecesarios desplantes de fe fomentan el surgimiento de hordas medievales que riegan sangre y malversan, claro, recursos públicos.
Cada vez con mayor frecuencia nos enteramos de que se impide la educación pública a niños evangélicos en ese esperpento inverosímil llamado San Juan Chamula, o que en San Andrés Larráinzar una mayoría católica decidió despojar de sus derechos a 24 familias protestantes. Derechos como el agua potable y la energía eléctrica. Más aún: amenazaron a las mujeres evangélicas ¡por recibir orientaciones de salud por parte de personal médico!, según nota de Elio Henríquez publicada en estas páginas. De insistir en recibir información sobre salud, sus hijos perderían las becas del programa Oportunidades, así como los apoyos para construcción de vivienda.
No ser católico en el ayuntamiento de San Andrés Larráinzar es un delito. A un pentecostés, por ejemplo, se le priva de su libertad sólo por serlo y la recupera si abjura de su fe. En caso de insistir los inquisidores le fabrican delitos para tramitarle, en el Ministerio Público, su pase a los centros penitenciarios.
¿Será por esos procesos fast track que el gobierno chiapaneco recibió el Premio Nacional a la Innovación, Modernización y Desarrollo Administrativo 2008? No resulta improbable que, al conocer los procesos inquisitoriales que se viven en ese estado, organismos internacionales como la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) reconsideren su apoyo a gobiernos como el chiapaneco donde los usos y costumbres también tienen el rostro de la intolerancia.
Y para atizar el ambiente el gobierno federal lanzó una ofensiva para cerrar las estaciones de radio protestantes que transmiten en Chiapas “sin los permisos correspondientes”. No apuesto por la ilegalidad, pero llama la atención que el combate a la clandestinidad radiofónica opere sólo contra las estaciones evangélicas. ¿Por qué esta cruzada contra la clandestinidad no incluye a las clandestinas radios católicas o la clausura de televisoras públicas que transmiten en El Bajío misas violando la ley respectiva y la Constitución misma?
¿Y qué decir de San Nicolás, Hidalgo, donde los evangelistas viven bajo la amenaza de la expulsión y han padecido el corte de agua potable y ahora no tienen derecho a enterrar a sus muertos en un panteón civil? La intolerancia religiosa se ha multiplicado en los sexenios panistas. ¿Será esa la legalidad que predican, la civilización a la que sus militantes aspiran. en la que ni siquiera caben sus “hermanos separados”, como en el Vaticano llaman a los grupos protestantes?
El presidente Calderón insistió, con motivo de su segundo año de gobierno, en que la democracia no es sinónimo de uniformidad, pero parece que una parte considerable de sus subalternos y de quienes comparten su fe operan en sentido inverso. De nada sirve que nos recuerde las bienaventuranzas si la política pública nos muestra el evangelio del odio al prójimo, el daño a los más pequeños, la intolerancia contra los diferentes. Ya no son los tiempos de “a mí me la persignan” aunque insistan en ello monaguillos del inframundo.
Astillero
■ Tiempo de próceres
■ Conservadurismo y oportunismos
■ Más sobre el uso del “haiga”
Ampliar la imagen El presidente Felipe Calderón, su esposa Margarita Zavala; el secretario del Trabajo, Javier Lozano, y la titular de la SEP, Josefina Vázquez Mota, montaron una guardia de honor junto al féretro de Carlos Abascal Carranza Foto: Jesús Villaseca
La muerte de Carlos Abascal impidió darle más vuelo a la hilacha de la presunta ventaja futurista que llevaría el gran despilfarrador de recursos públicos en promoción mediática, Enrique Peña Nieto, quien sería gran favorito para presidir el país en 2012, según algunas de esas encuestas de opinión, supervisadas y garantizadas sólo por sus propios autores, que con frecuencia usan las empresas demoscópicas para conseguir favores de sus promovidos (interesados en el tema, preguntar en especial a GEA-ISA).
Abascal, el gran conservador que tuvo su momento de máximo poder con quien era su antítesis intelectual, moral y religiosa, Vicente Narciso Fox, que le nombró secretario de Gobernación en relevo del marcado Santiago Creel, quien no pudo ser candidato a Los Pinos en 2006. De la mano indecisa de quien nada firme hacía porque creyó que en esa ambigüedad extrema podría alcanzar la postulación presidencial, a la instauración de una ideología que podía negociar en las formas, pero que entendía la función pública como el cumplimiento de una misión superior, divina, a cuyos fines bien podían ofrendarse algunas maniobras terrenas perdonables. Abascal, a cuyo paso por Gobernación se abrieron puertas de diálogo político –como lo había hecho en la Secretaría del Trabajo, tanto con opositores institucionales como con la nomenclatura charra geriátrica–, pero también el uso estratégico, de alta pedagogía social, de la fuerza pública para reprimir movimientos crecientes como los de San Salvador Atenco y Oaxaca, además del episodio inolvidable de Pasta de Conchos, donde un yunquista subordinado a Abascal –dejado por éste en el Trabajo cuando se fue a Gobernación– se convirtió en cómplice de los intereses de la empresa de Germán Larrea y en adversario de las legítimas demandas de los familiares de los mineros sepultados.
Peña Nieto, por su parte, confirma que la inversión de los recursos públicos en propaganda personalizada rinde frutos de índole electoral futura. Mediante argucias técnicas y contables se mantiene en las pantallas televisivas de alcance nacional, en una abierta campaña por el 2012, ganando en popularidad lo que su principal adversario, Manlio Fabio Beltrones, trata de emparejar no con el erario del que no dispone, pero sí con otro tipo de maniobras de poder que le permiten controlar estructuras partidistas y negociar espacios mediáticos a futuro mediante apoyos legislativos claves. Otro visitante de la vitrina Televisa ha sido Marcelo Ebrard, cuyas contribuciones a la repostería de temporada contrastan con las serias y hasta ahora desatendidas exigencias que a la misma Televisa han hecho tanto el movimiento encabezado por López Obrador como, ayer, maestros disidentes del control gordillista, quienes consideran que en esas empresas de difusión electrónica se mantienen vetos, sesgos y engaños a todo aquello que no va en el sentido aprobado por Los Pinos o por los erarios solidarios. Pasado y futuro. Sean la extrema derecha del PAN o la extrema corrupción del PRI (Peña Nieto es el discípulo encubridor del montielismo), es televisiva la principal estructura de control social que cobija andanzas, desatiende quejas, justifica excesos y fabrica candidatos.
Astillas
Juan Castillo precisa de entrada que “para nada defiendo a Felipe”, pero sí el “haiga” como “palabra no castellana, pero históricamente mexicana”. En una documentada misiva a esta sección, difiere de quienes, desde una posición “culta”, desdeñan el antes mencionado vocablo, “sin conocer sus orígenes”. Castillo recuerda que además del catalán, el vasco y el gallego, en la España del castellano como lengua común del Estado se hablan la “valenciana, variante del catalán, y la extremeña o castúo, de la rama asturiana leonesa”. Extremeños fueron los principales conquistadores de América y los frailes franciscanos evangelizadores, de tal manera que de ellos aprendieron a hablar el nuevo idioma los mestizos e indígenas, tal cual lo usaban los patrones y los cultos misioneros: “de ahí aprendieron cientos de palabras que ahora llaman ‘incorrectas’, como: haiga, mesmo, naide, dotor, manque, güey, asina, trujo, pa, pos, semos, vide, lamber, endenantes, trompezar, abuja, bujero, quedrá, probe, juerza, lumbre, aluego, íbanos, fierro y muchas otras. Algunas de estas palabras siguen existiendo también en el aragonés y el andaluz, pero, como se trata de eliminarlas, se ridiculiza al que los habla, educando incluso a los hijos para que corrijan a sus padres. Lo correcto –por ser tan popular su uso, tanto en España como en Latinoamérica– sería llamarlas ‘aportaciones al castellano’, como se hace con los galicismos y anglicismos, pero nunca llamarlos barbarismos. Ejemplos de la utilización de este lenguaje –diferente, no inculto– se encuentran en: La Guaja, del poeta español Vicente Neira; La chacha Micaila, del zacatecano Antonio Guzmán Aguilera, y Por qué me quité del vicio, Pue que me rajara, Vete en güena hora y La probecita de Inacia, de Carlos Rivas Larrauri”... Vicente Reyes reprocha que, en una de las “entrevistas a modo” que Calderón ha dado para celebrar su segundo aniversario como ocupante de Los Pinos, dijo, a pregunta sobre el tema, que el momento más duro de su gobierno había sido el derivado de la caída de un jet en las inmediaciones del Paseo de la Reforma. El lector-escritor señala que tenía la esperanza de que el cumpleañero hubiera escogido alguna de las siguientes posibilidades de respuesta: “A) Que cada vez hay más evidencias sobre el fraude electoral de 2006. B) Darme cuenta del error de sacar al Ejército a las calles. C) Darme cuenta de lo ridículo de aumentar la gasolina argumentando el alza del barril de petróleo y seguir con el aumento cuando se desplomó el precio de dicho barril. D) Cuando dije que los empleos los deben crear los empresarios, contradiciendo mi lema principal de campaña. Aunado a lo anterior, el desplome de los mismos. O, E) Cerrar el año con una inflación cercana a 7 por ciento”... Y, mientras sigue el enredo del Apá, ¡hasta mañana!
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