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viernes, 7 de noviembre de 2008

MOURIÑO: En sus honras fúnebres, Calderón, que como presidente no da una, quizo hacerla de sacerdote, también con muy mal papel

Lean el "Astillero", magnífica columna de "La Jornada" www.jornada.unam.mx


Astillero

Julio Hernández López
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx

■ El Mesías del Campo Marte

■ Bienaventurados los amigos

■ Téllez, la conexión CSG y Carlyle

Ampliar la imagen El presidente Felipe Calderón y el secretario de la Defensa, Guillermo Galván, a su llegada al Campo Marte para la ceremonia fúnebre de los funcionarios de Gobernación que murieron en el avión que se desplomó en Las Lomas El presidente Felipe Calderón y el secretario de la Defensa, Guillermo Galván, a su llegada al Campo Marte para la ceremonia fúnebre de los funcionarios de Gobernación que murieron en el avión que se desplomó en Las Lomas Foto: José Antonio López


Felipe Calderón transformó un afecto personal en supuesto funeral de Estado y, en un giro que depositó lo político en el plano de lo religioso (que llevó la razón de lo público al plano de lo privado, de la silla del poder al púlpito, de lo centrado a lo desquiciado), pronunció párrafos de insólitas bienaventuranzas, no como Mesías tropical sino del Campo Marte. El amiguismo iluminado utilizó figuras bíblicas para expedir un sacro certificado oficial de inocencias y, en ese magno foro de premiadas concurrencias pluripartidistas, designó a Juan Camilo Mouriño como máximo depositario de virtudes cívicas, políticas y morales. La devoción personal del ocupante de Los Pinos llevó inclusive a establecer diferencias gráficas y protocolarias en la ceremonia en que la muerte debió haber igualado a todos: adelante, único, preferido, el ataúd correspondiente al ex secretario de gobernación, con su fotografía al frente y Calderón a un lado; atrás, en grupo, sin distinción, los demás cajones mortuorios.

De haber sido 2012, buena parte del discurso del afligido michoacano podría haber sido tomada como propuesta de candidatura presidencial; hoy, ante las circunstancias fúnebres, la relación de óptimas características y comportamientos de San Camilo parecería autoelogio indirecto: patriota, republicano, estratega, visionario, reformador, conciliador, federalista, honesto, comprometido, leal, eficaz, negociador, disciplinado, callado y un etcétera que consumió en tiempo, pasión y sentido, más de la mitad de las palabras felipenses que pretendieron corregir el enfoque virtualmente unipersonal, discriminatoriamente mouriñista, del discurso del hangar, el pasado martes en la noche, pues ahora se mencionó al resto de los viajeros caídos, con referencias elogiosas a algunos de ellos, pero manteniendo silencio respecto de los muertos en tierra que no formaban parte de burocracias ni amiguismos de elite, en un persistente privilegio de lo aéreo sobre lo peatonal, de lo político sobre lo social, de lo palaciego sobre lo popular (el desfile de personalidades políticas en las pompas fúnebres sólo subrayó la gran distancia de ese segmento del poder respecto al pueblo en general, con esas ceremonias de intereses que no calan entre quienes diariamente ven muertes sangrientas por doquier, desesperación y abatimiento sociales y un futuro cada vez más oscuro, justamente a causa de las maniobras de las cúpulas y del saqueo que por medio de la política hacen muchos personajes provisionalmente dolientes).

Calderón usó el acontecimiento fúnebre para hacer política, insistiendo en el tema que busca acomodar en toda crisis posible, el del diálogo y la unidad, y aprovechando el momento, sin interpelación posible, para dibujar a su propio gobierno, con trazos que adjudicó al difunto, como una obra de sacrificio y entrega absolutas. Los aprovechamientos políticos fueron completados con la presencia de la plana mayor de Los Chuchos y el segundo acercamiento de Marcelo Ebrard al entorno del gobernante formal del país. La virtual convocatoria a cerrar filas en torno a Los Pinos a partir de un incidente bajo sospechas trata también de aislar al otro presidente, Vicente Fox, que fue dejado solo en su hacienda guanajuatense, pues a última hora ni Manuel Espino aceptó ir a recibir el Beso de San Cristóbal. Hay quienes comenzaron a hablar ayer de que Calderón está tratando de crearse su verdadera toma de posesión, a partir de una especie de Quinazo al revés.

Dado que el propio orador del Campo Marte habló de que es necesario que surja la verdad ha de entenderse que lo sabido hasta ahora no deja de ser material provisional y posiblemente mendaz. Mucho más que simples dudas y especulaciones es lo que, por ejemplo, planteó el miércoles por la noche el especialista en seguridad Samuel González, de larga trayectoria en asuntos policiacos y colaborador cercano que fue de José Luis Santiago Vasconcelos, el hombre que encarnó la lucha oficial contra el narcotráfico y que fue relegado del discurso y el homenaje oficial a causa del amigo Mouriño. Entrevistado por Carmen Aristegui en CNN en español, González habló de las diferencias graves entre la PGR a cargo de Eduardo Medina Mora y la secretaría de seguridad pública que tiene a Genaro García Luna al frente, criticó las desviaciones discursivas de Calderón, bordeó el tema de las inconformidades de militares y policías de carrera con los políticos en el poder, y planteó que es necesario un cambio en la conducción política del país.

Como es natural, González señaló que deben analizarse todas las hipótesis sobre lo sucedido el pasado martes, sin dar por oficialmente sentada una sola explicación, sobre todo si el presunto encargado de las indagaciones, Luis Téllez, es un economista sin experiencia en investigaciones policiacas o aeronáuticas. La sobresaliente aparición de Téllez, con su Nintendo II, como aquel con el que Carpizo pretendió explicar la mecánica del asesinato de un cardenal en Guadalajara, ha hecho que florezcan las especulaciones. Las orejas que asoman, desde luego, son las de su verdadero jefe, Carlos Salinas de Gortari, y de los intereses intervencionistas de consorcios gringos como el Carlyle Group. Al respecto, el lector David García recuerda que Téllez “fue durante algunos años presidente de The Carlyle Group en México, el holding ligado a familias como la Bush, relacionado con la CIA y el FBI y que tiene intereses en armamento, energía, finanzas y tecnología y que sería uno de los principales beneficiados con una reforma petrolera a modo en México. Después del 11-S surgió la teoría sobre un supuesto sistema (Home run), desarrollado por Carlyle y probado en México, mediante el cual se podía manejar remotamente cualquier aeronave, supuestamente para ser usado en situaciones de secuestro.Y ahora resulta que el ex representante en México de Carlyle está relacionado directamente con la caída inexplicable de una aeronave con implicaciones políticas, prácticamente después de una reforma petrolera”. Y, mientras sigue oliendo a gas, ¡feliz fin de semana (en lo que sea posible)!

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