Con la invasión de Israel el 6 de junio de 1982, conocida como “Paz para Galilea”. El Líbano, se transformó en una verdadera caldera, donde niños, mujeres y ancianos quedaron calcinados al paso de la soldadesca del premier Menahem Beguin y del ministro de Defensa Ariel Sharon.
Durante 88 días, el Líbano y los campos de refugiados palestinos fueron sumergidos en un caos total , ceñidos en muertes, dolor y destrucción.
La noche del 16 de septiembre y, hasta el 18 de septiembre de 1982, los campamentos de refugiados palestinos de Sabra y Chatila en Beirut, fueron rodeados por el ejército de Ariel Sharon. Aislándolos del mundo. Sedujeron a un pequeño grupo de mercenarios libaneses que respondían a sus bajos instintos, quienes no titubearon en descargar su incentivado odio.
Con hachas, cuchillos y fusilamientos en masa, asesinaron impunemente a indefensos civiles palestinos, mientras, los Bulldozer israelíes apresuradamente se encargaron de remover escombros envueltos en cadáveres de refugiados.
Más de 5.000 mártires palestinos y civiles libaneses comenzaron a convertir el aire de Sabra y Chatila en los recuerdos de la muerte.
Como premier, Ariel Sharon fue acusado en junio de 2001 ante la justicia belga por 23 sobrevivientes palestinos y libaneses de ser responsable de la masacre de los campos de refugiados de Sabra y Chatila. La demanda se basó en la Ley Belga de 1993 que reconoce competencia universal a la justicia belga para crímenes de guerra, genocidio y crímenes contra la humanidad, independientemente del lugar donde se cometieron y las nacionalidades y lugares de residencia de las víctimas y los acusados.
Sharon, ignoró la demanda y los altos responsables del gobierno israelí calificaron inmediatamente de “escandalosa” la decisión de la justicia belga y afirmaron que la decisión fue acogida con cólera por el Presidente israelí Moshe Katsav (quien en el 2007 renunció por acosos sexuales ), que dijo : "niego absolutamente el derecho moral a Bélgica de juzgar a líderes y oficiales del Ejercito israelí...Nadie tiene el derecho de poner en duda las normas morales y humanas con las que trabaja el Ejército israelí".
Con un alto grado de intolerancia y antisemitismo israelí en contra del semita pueblo Palestino, e n el tercer milenio, el T sunami arrollador de Israel, desnudó la barbarie de la ocupación dejando cifras desesperantes. Desde el 28 de septiembre de 2000 hasta la actualidad, asesinaron a más de 9.500 civiles palestinos, de los cuales casi 2.100 eran niños y más 75 mil palestinos fueron heridos. También asesinaron al mártir líder Presidente Yasser Arafat y los mártires lideres de Hamas Sheij Ahmad Yassin y Abdel Aziz Rantizi en el 2004.
Demolieron casi 14 mil viviendas y edificios, y más de un millón y medio de árboles de olivos y frutales fueron arrancados. Centenares de hectáreas de tierras palestinas fueron expropiadas para la construcción del Muro de Apartheid y la instalación de asentamientos israelíes con el objetivo de minar la geografía de palestina y de Jerusalem.
Es absurdo qué, con las resoluciones jurídicas internacionales, convertidas en tinta sobre papel por Israel, el mundo mantenga su complacencia con la Potencia Ocupante y sus crímenes de lesa humanidad de ayer y de hoy.
La injusticia y la opresión no prevalecerán nunca. Los campos de Sabra y Chatila en 1982 al igual que la aldea Deir Yassin en 1948 y la Intifada de Al Aqsa de Jerusalem en el 2000, seguirán siendo el baluarte de libertad del pueblo palestino y de los pueblos libres del mundo.
(*) Ex Embajador del Estado de Palestina en la Argentina
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