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“Persuade en lugar de destruir. Las lluvias que fructifican son las ligeras y dulces; los torrentes asuelan, destruyen, y sólo dejan a su paso la desolación desértica. Combatir, sí, en último extremo, pero siempre lleno de espíritu de caridad; y agotar en el amor incluso la severidad, como hace el padre con el hijo; hacer del látigo caricia, y de la espada un favor. ¿No es este el verdadero culto, la verdadera manera de predicar a Dios y de combatir el mal? ¿No es la de Jesús? Solamente habló con vehemencia contra la hipocresía, y su método religioso fue siempre la mansedumbre infinita, la piedad profunda, el amor y el perdón. ¿Y no ha hecho más su dulzura que cualquier otra fuerza, y su paciencia más que lo violento, y su sufrimiento más que toda salud, y su muerte más que cualquier vida? ¿No resulta claro, a pesar de la alteración embrutecedora, de la petrificación que las sectas y las doctrinas han hecho sufrir a esta idea? ¿Acaso no sigue siendo divina la figura de Jesús, a pesar de todos los apóstoles, de todos los escolásticos, de todos los papas y de todos los sacerdotes? El mal es sólo la miseria del bien; y el error una caricatura de la verdad. La obra de los siglos sobre el cristianismo consiste en liberarlo cada vez más de sus formas, de sus símbolos, aislarlo de sus envolturas superpuestas, a descubrir cada vez mejor su luz suprimiendo poco a poco las pantallas coloreadas que nos las transmiten. Ser en un solo día lo que se debe ser equivaldría a la redención definitiva.”
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Cuanto más hayas recibido, más te será exigido. Éste es el pensamiento que deberá darte energía, inspirarte humildad y responsabilidad. Vivir con egoísmo es un crimen, sobre todo cuando se ha pronunciado con frecuencia el término vida divina, dedicación. La cobardía es un egoísmo.
COMBATIR, SÍ, EN ÚLTIMO EXTREMO, PERO SIEMPRE LLENO DE ESPÍRITU DE CARIDAD: HACER DEL LÁTIGO CARICIA, Y DE LA ESPADA UN FAVOR; PERSUADIR EN LUGAR DE DESTRUIR
¿No piensas que con ese método de resquebrajar las creencias de los demás, sin hacerles aceptar las tuyas, puedes causar más mal que bien? Respuesta: tu utilidad no está en el lado negativo. Busca el punto común de su fe con la tuya, ponte en su terreno, aprecia el lado bueno y aprovechable de su dogma, pero demuestra en qué y por dónde es incompleto, explica en qué es vicioso, y rectifica. Persuade en lugar de destruir. Las lluvias que fructifican son las ligeras y dulces; los torrentes asuelan, destruyen, y sólo dejan a su paso la desolación desértica.
La espada exterminadora con que deseabas armarte da muy malos resultados en manos del hombre, incluso con buenas intenciones, incluso contra el error o la perversidad. Se corre un gran riesgo de matar al enfermo, al extirpar violentamente la enfermedad; resulta parecido y peligroso como en el caso del cirujano (de almas), y cabe además el peligro de hacer despertar el orgullo y el despotismo. Le hace falta una gran pureza moral y un gran sentido para adivinar al prójimo. Lo más seguro, desde luego, es la caridad, la caridad que todo lo perdona porque todo lo comprende, que soporta, pone de relieve, ilumina, gana y mejora.
Combatir, sí, en último extremo, pero siempre lleno de espíritu de caridad; y agotar en el amor incluso la severidad, como hace el padre con el hijo; hacer del látigo caricia, y de la espada un favor, y pedir al ángel del castigo que vive en nosotros que nos corrija en primer lugar y nos bendiga; tomar como propio solamente las imperfecciones, e inclinarse ante Dios, que habla por nuestra conciencia, que se revela en nuestras palabras, que quiere obrar sobre el hombre por medio del hombre, a fin de humanizar sus actos, para ennoblecer a sus hijos y dejarles su gloria, pues el amor consiste en olvidarse, y Dios, supremo amor, se olvida por encima de todo. ¿No es este el verdadero culto, la verdadera manera de predicar a Dios y de combatir el mal? ¿No es la de Jesús? Solamente habló con vehemencia contra la hipocresía, y su método religioso fue siempre la mansedumbre infinita, la piedad profunda, el amor y el perdón. ¿Y no ha hecho más su dulzura que cualquier otra fuerza, y su paciencia más que lo violento, y su sufrimiento más que toda salud, y su muerte más que cualquier vida? (más…)
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