|
|
| En los años 30, por decisión del presidente Lázaro Cárdenas, la imagen de Estela Ruiz Velázquez, La Tehuana, ilustró los billetes de 10 pesos durante casi cuatro décadas, por lo cual nunca recibió ni un sólo reconocimiento, de acuerdo con declaraciones que ella mismo hizo poco antes de morir, sin un centavo, a los 92 años el pasado mes abril. En su artículo “A Estela Estelita Ruiz Velázquez”, aparecido en El Boletín Numismático número 202 (enero-abril de 2004), el doctor Luis M. Gómez Wulschner cuenta que “Estela no aceptó ni recibió pago alguno por darle rostro a esos billetes” que por millones circularon en México. En México y en el extranjero el rostro moreno de Estelita, a los 25 años, se hizo famoso y fue símbolo de la historia del billete mexicano. Hace unos meses, a los 92 años, la muerte alcanzó a la mujer que un día dejara impresionado a Cárdenas por su porte y su belleza nativa. Todo empezó cuando Cárdenas ordenó renovar las imágenes de los billetes mexicanos con ilustraciones propias de este país, por así decir, “acordes al pensamiento nacional e indigenista de la época. Para el billete de 10 pesos se convocó a un concurso de trajes regionales, en 1936”, organizado por la Dirección de Pensiones (antecedente del ISSSTE), cuenta el doctor Gómez Wulschner. El certamen se llevó a cabo en el Frontón México y “cuando le mostraron la fotografía ganadora al general Cárdenas, quedó hechizado con la imagen de La Tehuana”. Después de verse reproducida millones de veces, a ella le gustaba mencionar con orgullo y picardía que “ninguna mujer ha estado en manos de tantos caballeros como yo”. Y tenía razón. La historia y la imagen de Estela están ligados a la trayectoria que ha seguido la numismática en México, relata José Antonio Bátiz Vázquez, historiador que ha dedicado muchos años de su vida al estudio de la historia económica en general y en particular a los temas relacionados con la moneda y la banca en México. En su oficina de Banamex platica con Crónica de muchas anécdotas relacionadas con el billete en el cual se resume gran parte de la historia de México. Pero no sólo esto, también hay relatos de amores imposibles, como el de aquel banquero enamorado que al no ser correspondido mandó grabar en sus billetes, por miles, la imagen de la mujer que lo desdeñaba. Esta mujer posó a sus 25 años para una fotografía que la llevaría a la fama. Alrededor de los billetes y las monedas las anécdotas no paran. El asunto comenzó, narra José Antonio Bátiz, actual presidente de la Sociedad Numismática de México A.C., en tiempos del primer imperio mexicano cuando Iturbide “hace el primer experimento de emitir billetes en denominaciones de uno, dos y 10 pesos con un formato y manufactura muy sencillos”. La idea fue financiar el naciente régimen; los billetes circularon solamente ese año y “no fueron bien aceptados por la población, la que estuvo acostumbrada durante 300 años al manejo de la moneda de plata. Una de las cosas importantes es que sus denominaciones se hicieron en pesos”. Fue hasta 1865 cuando vuelven a circular billetes, esta vez emitidos por el Banco de Londres y México. Entonces la mayoría de ellos eran impresos en el extranjero, principalmente por la American Bank Note Co. de Nueva York, que fue por muchos años la empresa grabadora en acero más reconocida, misma que trabajó para el Banco de México hasta 1969, fecha en que se funda una fábrica mexicana con este propósito”. El grabado en acero en ese entonces era algo muy complejo, “lo que constituía un elemento de seguridad, al lado del papel y las tintas”, dice el especialista. A partir de 1925 se inicia otra etapa en la historia del billete de nuestro país, se crea el Banco de México, “único autorizado desde esa fecha para emitir. Así empezó la etapa moderna del papel moneda mexicano, en el que predominan las ilustraciones basadas en héroes nacionales, monumentos y edificios del país”.
El reino de los bilimbiques revolucionarios Refiere la anécdota que un día, de repente, al general Francisco Villa le dijeron que no había monetario con qué pagar los gastos. Entonces el Centauro del Norte con ese sentido práctico que le caracterizaba gritó: “¿No hay dinero? ¡Pues hagámoslo!” Y lo hicieron. Así surgieron los bilimbiques, hijos de la mera necesidad del intercambio, que ni David Ricardo imaginó. Comenta el también autor del libro Historia del Papel Moneda en México, obra publicada por el Banco Nacional de México (1984), que otro momento estelar del billete se dio durante la Revolución Mexicana, “en buena medida financiada con los billetes (cartones y bilimbiques) que emitieron multitud de jefes revolucionarios, así como autoridades, comerciantes, hacendados y otros particulares”. Pero no sólo fue el espíritu indómito de Villa el que impulsó la bilimbiquización de la economía, “también el general Venustiano Carranza emitió una gran cantidad de éstos en la ciudad de México y en Veracruz”, hacia donde tuvo que marchar (huir) debido al avance zapatista. Algunos de estos billetes más parecían a los modernos boletos del Metro o de espectáculos, de teatro o taurinos, recibos de honorarios, cartoncitos de rifas o papelitos para recados, que billetes como los concebimos hoy. Además sólo algunos tenían una vida más o menos prolongada, pero otros una tremendamente corta, dependiendo de los vaivenes de la revolución que eran como los de la Montaña rusa más o menos. |
No hay comentarios.:
Publicar un comentario