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Novalis: ¿poeta o místico?
En el reino de la flor azul
En el reino de la flor azul
(publicado en Más Allá, nº 173, julio 2003, páginas 38-42).
© Isabela Herranz
¿Existió alguna vez el reino de la flor azul? ¿Dónde se encontraba? El poeta Novalis nos lo legó. Ahora, en el bicentenario de su muerte, este reino de insólita belleza recobra actualidad y valor.
"El 25 de marzo de 1801 solicitó a su hermano [Karl] que le llevara unos libros, luego pidió el desayuno y conversó afectuoso hasta las nueve con las personas que le rodeaban. Según sus deseos, su hermano se sentó al piano y comenzó a tocar. Novalis se durmió escuchando la música y ya no se despertó nunca más". Así describía Ludwig Tieck el paso a la otra vida de su gran amigo Novalis, uno de los poetas más singulares de la literatura alemana, seguidor del "camino misterioso que va hacia el interior".
Esa mañana de marzo ya la había descrito el poeta en su diario: "Sé cuando vendrá la última mañana, cuándo dejará la Luz de ahuyentar a la Noche y al Amor, cuando el dormir, ya eterno, no será sino un único sueño inextinguible".
Ahora, doscientos años después de su muerte, la lectura de su obra resulta indispensable en lo referente a la búsqueda personal e interior y para transitar de nuevo por los caminos sobrenaturales de la infancia. Novalis, que tanto hablaba del caminar sin meta ni fin, recorrió dichos caminos y logró encontrar el reino donde crecía la "flor azul". Lo describió en una extraña novela mística, inacabada y de publicación póstuma: Enrique de Ofterdingen, inspirada en la leyenda de un trovador del siglo XII del mismo nombre.
Esa mañana de marzo ya la había descrito el poeta en su diario: "Sé cuando vendrá la última mañana, cuándo dejará la Luz de ahuyentar a la Noche y al Amor, cuando el dormir, ya eterno, no será sino un único sueño inextinguible".
Ahora, doscientos años después de su muerte, la lectura de su obra resulta indispensable en lo referente a la búsqueda personal e interior y para transitar de nuevo por los caminos sobrenaturales de la infancia. Novalis, que tanto hablaba del caminar sin meta ni fin, recorrió dichos caminos y logró encontrar el reino donde crecía la "flor azul". Lo describió en una extraña novela mística, inacabada y de publicación póstuma: Enrique de Ofterdingen, inspirada en la leyenda de un trovador del siglo XII del mismo nombre.
Un reino inalcanzable
Novalis inició Enrique de Ofterdingen con el famoso sueño de la "flor azul", símbolo de la poesía. En dicho sueño, próximo a la alegoría, nos encontramos con una rara geografía: grietas en las rocas, cascadas y torrentes que se remontan sin dificultad, luz inmaterial que se filtra por todas partes. El protagonista, contrafigura del poeta, vislumbra un paraíso donde crece la flor azul y desde entonces ese espacio inefable adquiere para él más realidad que la realidad misma. En su búsqueda de la flor, Enrique tiene que atravesar diversas etapas guiado por los sueños en cuya esencia superior cree: son la vía para conocer sus secretas regiones interiores. Tras numerosas aventuras en pos de la flor maravillosa, un amanecer en Turingia, con el horizonte azul evocador de la sublime aparición, brotan en el poeta "las viejas melodías de su alma". De esta forma, la poesía -concebida como un instrumento de reconciliación mágica, de transfiguración real del mundo- triunfa y el héroe se extasía en la contemplación absoluta de la flor. Ha alcanzado la plena consciencia que le permite percibir, en un destello relampagueante, la unidad consigo mismo. ¿Cómo llegó el poeta a alcanzar ese estado de intensa percepción espiritual, equiparable al éxtasis que experimentan los místicos?
Por lo que dejó escrito, sin duda Novalis tenía gran facilidad para conectar con estados del alma propicios para esas revelaciones: "El fenómeno se produce de manera particularmente asombrosa a la vista de ciertas personas, de ciertas caras humanas, sobre todo de ciertos ojos...; al oír ciertas palabras, al leer ciertos pasajes, y cuando se hacen ciertos descubrimientos sobre la vida, el universo, el destino. Muchos azares y fenómenos naturales, tal o cual hora del día, tal o cual momento de las estaciones, nos dan experiencias semejantes". Además de lo anterior y, a la vista de su obra y corta vida, podría decirse que fueron la Muerte, la Noche y el Sueño, aliados inseparables de su alma, los que realmente le ayudaron en su peregrinar hacia la flor azul, es decir, hacia su propia madurez poética.
Novalis inició Enrique de Ofterdingen con el famoso sueño de la "flor azul", símbolo de la poesía. En dicho sueño, próximo a la alegoría, nos encontramos con una rara geografía: grietas en las rocas, cascadas y torrentes que se remontan sin dificultad, luz inmaterial que se filtra por todas partes. El protagonista, contrafigura del poeta, vislumbra un paraíso donde crece la flor azul y desde entonces ese espacio inefable adquiere para él más realidad que la realidad misma. En su búsqueda de la flor, Enrique tiene que atravesar diversas etapas guiado por los sueños en cuya esencia superior cree: son la vía para conocer sus secretas regiones interiores. Tras numerosas aventuras en pos de la flor maravillosa, un amanecer en Turingia, con el horizonte azul evocador de la sublime aparición, brotan en el poeta "las viejas melodías de su alma". De esta forma, la poesía -concebida como un instrumento de reconciliación mágica, de transfiguración real del mundo- triunfa y el héroe se extasía en la contemplación absoluta de la flor. Ha alcanzado la plena consciencia que le permite percibir, en un destello relampagueante, la unidad consigo mismo. ¿Cómo llegó el poeta a alcanzar ese estado de intensa percepción espiritual, equiparable al éxtasis que experimentan los místicos?
Por lo que dejó escrito, sin duda Novalis tenía gran facilidad para conectar con estados del alma propicios para esas revelaciones: "El fenómeno se produce de manera particularmente asombrosa a la vista de ciertas personas, de ciertas caras humanas, sobre todo de ciertos ojos...; al oír ciertas palabras, al leer ciertos pasajes, y cuando se hacen ciertos descubrimientos sobre la vida, el universo, el destino. Muchos azares y fenómenos naturales, tal o cual hora del día, tal o cual momento de las estaciones, nos dan experiencias semejantes". Además de lo anterior y, a la vista de su obra y corta vida, podría decirse que fueron la Muerte, la Noche y el Sueño, aliados inseparables de su alma, los que realmente le ayudaron en su peregrinar hacia la flor azul, es decir, hacia su propia madurez poética.
La tumba del éxtasis
Pocas veces la muerte de un ser querido ha incidido tan plenamente en el proceso creativo como en el caso de Novalis. Su pensamiento no se desenvolvió en toda su amplitud y originalidad sino después de su conversión a la muerte, es decir, cuando su prometida Sophie von Kühn -que murió de tisis a los quince años-, le entregó la llave del éxtasis. El hermano menor de Novalis -Erasmus- moriría casi un mes después, pero fue sobre todo la muerte de Sophie la que dejó en el poeta una huella imborrable. Así lo ha expresado Albert Béguin en su obra El alma romántica y el sueño: "Novalis halla en la muerte de Sophie la enseñanza que lo persuade a emplear toda su voluntad en transfigurar la vida, en vivirla plenamente, hic et nunc, según la ley del más allá".
En los cuatro años siguientes Novalis no sólo prosiguió sus estudios de filosofía y comenzó otros nuevos, sino que creó el grueso de su obra literaria. Según recoge Cecilia Dreymüller, "tras unos meses de luto se volvió más productivo que nunca, empezó a estudiar minería y se prometió con Julie von Charpentier, con la que se quería casar en cuanto lograra una posición estable. En esta época fértil nacieron muchos poemas, los fragmentos de novela Los discípulos en Sais, Enrique de Ofterdingen y Los cantos espirituales. Tenía muchos planes de futuro y escribía incansablemente".
Los poemas de Himnos a la noche, su obra poética fundamental, los concibió como una sublimación a una dimensión mística de su amor por Sophie. La conoció en 1794, cuando ella tenía doce años: "Quince minutos cambiaron mi vida", escribió en una carta a su hermano Erasmus. Novalis se había prometido con ella a los veintidós años, pero este amor -según algunos críticos injustificado porque al parecer la chiquilla era poco menos que iletrada, caprichosa, y demasiado pueril para su edad- no se extinguió con el fallecimiento prematuro de ella, todo lo contrario. "Lo que siento por Sophie es religión, no amor", escribiría el poeta en su cuaderno de notas. Novalis se exaltó ante la amenaza de su muerte y durante los últimos meses de vida, trató de "olvidar la pesadilla de su destino". El fatal desenlace sobrevino y el poeta -tras recuperarse del total abatimiento inicial- pronto encontró una nueva amante: la tumba de Sophie. Ella pasó a convertirse en "la amante de su nueva vida y el lugar de su propia santificación".
Tras su primera visita a la tumba de Sophie, menos de un mes después de su fallecimiento, Novalis escribía a su amigo Friedrich Schlegel que la proximidad de su tumba ejercía sobre él una atracción cada vez más fuerte y consoladora: "Su muerte ha sido un azar divino -la clave de todo-, una etapa maravillosa y bienvenida".
En el mes de mayo, dos meses después de la muerte de Sophie, Novalis pasó una temporada en Grüningen con los padres de ella y visitó su tumba a diario. Allí, al atardecer, experimentaba unos momentos de felicidad y entusiasmo arrebatadores, en los que sentía que su amada estaba a punto de regresar de la muerte y aparecérsele. Tal era la emoción que Novalis sentía en este lugar que en alguna ocasión llegó incluso a ver a Sophie, presente a su lado, durante largos momentos. Aquellas visitas a la tumba amada alimentaron su exaltación hasta llevarle al éxtasis: "Relámpagos de entusiasmo / dispersé la tumba de un soplo, como si fuese polvo / eran siglos parecidos a instantes / la sentía muy cerca / a cada minuto creía que ella iba a aparecer".
Pocas veces la muerte de un ser querido ha incidido tan plenamente en el proceso creativo como en el caso de Novalis. Su pensamiento no se desenvolvió en toda su amplitud y originalidad sino después de su conversión a la muerte, es decir, cuando su prometida Sophie von Kühn -que murió de tisis a los quince años-, le entregó la llave del éxtasis. El hermano menor de Novalis -Erasmus- moriría casi un mes después, pero fue sobre todo la muerte de Sophie la que dejó en el poeta una huella imborrable. Así lo ha expresado Albert Béguin en su obra El alma romántica y el sueño: "Novalis halla en la muerte de Sophie la enseñanza que lo persuade a emplear toda su voluntad en transfigurar la vida, en vivirla plenamente, hic et nunc, según la ley del más allá".
En los cuatro años siguientes Novalis no sólo prosiguió sus estudios de filosofía y comenzó otros nuevos, sino que creó el grueso de su obra literaria. Según recoge Cecilia Dreymüller, "tras unos meses de luto se volvió más productivo que nunca, empezó a estudiar minería y se prometió con Julie von Charpentier, con la que se quería casar en cuanto lograra una posición estable. En esta época fértil nacieron muchos poemas, los fragmentos de novela Los discípulos en Sais, Enrique de Ofterdingen y Los cantos espirituales. Tenía muchos planes de futuro y escribía incansablemente".
Los poemas de Himnos a la noche, su obra poética fundamental, los concibió como una sublimación a una dimensión mística de su amor por Sophie. La conoció en 1794, cuando ella tenía doce años: "Quince minutos cambiaron mi vida", escribió en una carta a su hermano Erasmus. Novalis se había prometido con ella a los veintidós años, pero este amor -según algunos críticos injustificado porque al parecer la chiquilla era poco menos que iletrada, caprichosa, y demasiado pueril para su edad- no se extinguió con el fallecimiento prematuro de ella, todo lo contrario. "Lo que siento por Sophie es religión, no amor", escribiría el poeta en su cuaderno de notas. Novalis se exaltó ante la amenaza de su muerte y durante los últimos meses de vida, trató de "olvidar la pesadilla de su destino". El fatal desenlace sobrevino y el poeta -tras recuperarse del total abatimiento inicial- pronto encontró una nueva amante: la tumba de Sophie. Ella pasó a convertirse en "la amante de su nueva vida y el lugar de su propia santificación".
Tras su primera visita a la tumba de Sophie, menos de un mes después de su fallecimiento, Novalis escribía a su amigo Friedrich Schlegel que la proximidad de su tumba ejercía sobre él una atracción cada vez más fuerte y consoladora: "Su muerte ha sido un azar divino -la clave de todo-, una etapa maravillosa y bienvenida".
En el mes de mayo, dos meses después de la muerte de Sophie, Novalis pasó una temporada en Grüningen con los padres de ella y visitó su tumba a diario. Allí, al atardecer, experimentaba unos momentos de felicidad y entusiasmo arrebatadores, en los que sentía que su amada estaba a punto de regresar de la muerte y aparecérsele. Tal era la emoción que Novalis sentía en este lugar que en alguna ocasión llegó incluso a ver a Sophie, presente a su lado, durante largos momentos. Aquellas visitas a la tumba amada alimentaron su exaltación hasta llevarle al éxtasis: "Relámpagos de entusiasmo / dispersé la tumba de un soplo, como si fuese polvo / eran siglos parecidos a instantes / la sentía muy cerca / a cada minuto creía que ella iba a aparecer".
La Noche y el Sueño
Si la muerte de su prometida fue el detonante del genio poético de Novalis, el sueño se convirtió en la vía de la esperanza infinita y del auto-conocimiento: "El sueño, aun el más desordenado, ¿no es acaso un fenómeno singular que, sin invocar siquiera un origen divino, abre una preciosa desgarradura en la misteriosa cortina que cae, con sus mil pliegues, hasta el fondo de nuestra alma? El sueño es una protección contra la regularidad y la cotidianidad de la existencia, una libre recreación de la imaginación cautiva, en la cual entreteje ésta todas las imágenes de la vida, juego infantil cuya alegría interrumpe la perpetua gravedad del adulto. Sin el sueño, envejeceríamos más aprisa, y podemos considerar a cada uno de ellos, si no como venido directamente del cielo, por lo menos como un divino viático, un amable compañero en nuestra peregrinación hacia el santo sepulcro".
Si el sueño fue para Novalis la puerta de acceso al reino de lo intemporal, la Noche, en especial la noche interior, fue para él la gran reveladora, la fuente oculta de sus sentimientos de donde surgía un mundo plagado de imágenes: "En nuestros abismos es donde nos superamos, donde somos más que nosotros mismos, donde el universo está en nosotros... Soñamos con viajes a través del universo; pero ¿acaso no está en nosotros el universo? Las profundidades de nuestro espíritu nos son desconocidas. El camino misterioso va hacia el interior. Si en alguna parte está la eternidad, con sus mundos, el pasado y el porvenir, es dentro de nosotros mismos". En esas regiones interiores se encuentra el reino de la flor azul donde Novalis se convierte en uno de los grandes poetas del espíritu. Su traductor al español Rudolf Hüsler ha señalado que "nos encontramos ante uno de los pocos capaces de demostrar que el alma, en contra de cualquier duda, existe". Su existencia para algunos privilegiados se manifiesta en forma de flor azul.
La Internationale Novalis-Gesellschaft tiene su sede en el castillo de Oberwiederstedt donde Novalis nació. Alberga un Museo y un Centro de Investigación del Romanticismo: www: http://www.uni-leipzig.de/~angl/novalis/
e-mail: schloss-oberwiederstedt@t-online.de
Si la muerte de su prometida fue el detonante del genio poético de Novalis, el sueño se convirtió en la vía de la esperanza infinita y del auto-conocimiento: "El sueño, aun el más desordenado, ¿no es acaso un fenómeno singular que, sin invocar siquiera un origen divino, abre una preciosa desgarradura en la misteriosa cortina que cae, con sus mil pliegues, hasta el fondo de nuestra alma? El sueño es una protección contra la regularidad y la cotidianidad de la existencia, una libre recreación de la imaginación cautiva, en la cual entreteje ésta todas las imágenes de la vida, juego infantil cuya alegría interrumpe la perpetua gravedad del adulto. Sin el sueño, envejeceríamos más aprisa, y podemos considerar a cada uno de ellos, si no como venido directamente del cielo, por lo menos como un divino viático, un amable compañero en nuestra peregrinación hacia el santo sepulcro".
Si el sueño fue para Novalis la puerta de acceso al reino de lo intemporal, la Noche, en especial la noche interior, fue para él la gran reveladora, la fuente oculta de sus sentimientos de donde surgía un mundo plagado de imágenes: "En nuestros abismos es donde nos superamos, donde somos más que nosotros mismos, donde el universo está en nosotros... Soñamos con viajes a través del universo; pero ¿acaso no está en nosotros el universo? Las profundidades de nuestro espíritu nos son desconocidas. El camino misterioso va hacia el interior. Si en alguna parte está la eternidad, con sus mundos, el pasado y el porvenir, es dentro de nosotros mismos". En esas regiones interiores se encuentra el reino de la flor azul donde Novalis se convierte en uno de los grandes poetas del espíritu. Su traductor al español Rudolf Hüsler ha señalado que "nos encontramos ante uno de los pocos capaces de demostrar que el alma, en contra de cualquier duda, existe". Su existencia para algunos privilegiados se manifiesta en forma de flor azul.
La Internationale Novalis-Gesellschaft tiene su sede en el castillo de Oberwiederstedt donde Novalis nació. Alberga un Museo y un Centro de Investigación del Romanticismo: www: http://www.uni-leipzig.de/~angl/novalis/
e-mail: schloss-oberwiederstedt@t-online.de
LA FLOR AZUL El importante significado metafísico de la flor azul se explica por una parte porque la flor es "una imagen arquetípica del alma", según la definición de Anna Teillard y "una emanación numinosa del inconsciente", según Carl G. Jung. En cuanto a su color, el azul es el más profundo, puro, frío e inmaterial de los colores y por ello se considera símbolo de la irrealidad onírica y sugiere una idea de eternidad serena y elevada, sobrehumana o inhumana. "El azul no es de este mundo", expresa Jean Chevalier al referirse a la forma en que el pensamiento consciente deja poco a poco lugar al inconsciente, igual que "la luz del día deviene insensiblemente luz de noche, azul de noche".Este símbolo de la eterna añoranza, del poder de la imaginación y de los mundos de ensueño se convierte en la imagen central de las visiones de Novalis. Así pasa a convertirse en un símbolo de la poesía y la nostalgia entre los románticos: es inaccesible y tiene que seguir siéndolo. |
UN ICONO ROMÁNTICO Friedrich Freiherr von Hardenberg, Novalis, es uno de los escasos poetas que goza de una fama y veneración casi hagiográficas. En esto ha tenido mucho que ver su legendaria biografía, aparte de la imagen de poeta lánguido y vaporoso que de él crearon sus amigos -especialmente Ludwig Tieck y los hermanos Schlegel- y él mismo. Tanto aplicó Novalis su programa poético a su persona que tras su temprana muerte se convirtió en icono, en la encarnación misma del espíritu romántico. Pero no todo era "poesía pura" en él: aunque se le conoce como el poeta del alma, el hombre de la flor azul, su extraordinaria curiosidad intelectual y una gran precisión de espíritu le incitaron a emprender una inmensa investigación sobre el saber humano: "Estaba iniciado en todas las ciencias e hizo de ellas un uso particularísimo, como nos lo hace ver su predilección por las matemáticas. Todas las tendencias profundas de su ser lo impulsaban a buscar, con ayuda de las adquisiciones científicas más diversas, una fórmula del universo, única y soberana... Espíritu religioso ante todo, encariñado con los secretos y los progresos del alma, atrajo hacia su experiencia personal lo que para otros no pasaba de comprobación objetiva. Novalis, gran iniciador de los filósofos de la naturaleza los supera a todos", expresa Albert Béguin. Poeta contradictorio, místico profano y libertario religioso, dejó una tremenda cantidad de aforismos, anotaciones, comentarios, etcétera, pero todavía está por hacer un trabajo sistemático sobre estos textos que tuvieron gran resonancia entre los intelectuales de su época y fueron rescatados posteriormente en los círculos antroposóficos de Rudolf Steiner. |
PREDESTINACIÓN DE FECHAS
Los Himnos a la noche fueron publicados por primera vez en 1800 en Athenaeum, una revista literaria editada por August Wilhelm Schlegel y su hermano Friedrich Schlegel. Siete meses después de su publicación Novalis moría de tisis, igual que la musa inspiradora de su obra poética, Sophie von Kühn. La vida de esta muchacha -inmortalizada por el amor del poeta- estuvo marcada por tres acontecimientos que se produjeron en el mismo mes: nació el 17 de marzo de 1782, se prometió secretamente con Novalis el 15 de marzo de 1795 y murió el 19 de marzo de 1797. Novalis -quien se había enterado de la muerte de ella el día 21- llegó incluso a pensar en una predestinación de fechas y escribió: "¿Cómo no esperar que yo la seguiría el 23?" Lo sorprendente es que el poeta murió el 25 de marzo de 1801.
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El camino misterioso va hacia el interior. Es en nosotros, y no en otra parte, donde se halla la eternidad de los mundos, el pasado y el futuro. Si el amor existe, ella es inmortal. Estamos muy cerca de despertar cuando soñamos que soñamos. El hombre consiste en la verdad, y si entrega la verdad, se entrega a sí mismo. Quien traiciona a la verdad, se traiciona a sí mismo. Y no hablo aquí de mentir, sino de actuar contra la convicción. "Un paso más y estaremos en la cima del mundo interior" | ||
Novalis es el seudónimo o nombre poético de Friedrich von Hardenberg (1772-1801), uno de los grandes representantes del romanticismo alemán. Él fue quien inmortalizó el símbolo romántico de «la flor azul» (die blaue blume), el objetivo nunca alcanzado y siempre anhelado, encarnado en la Poesía y el Amor. En su breve obra, sintetiza y poetiza los grandes sistemas filosóficos del romanticismo alemán, de su maestro Fichte y de Scheiermacher. Su propósito era «romantizar» el mundo, «transformar lo cotidiano en sublime, lo finito en infinito» y hacer de las artes –derribando arbitrarias barreras– el Arte universal, intensificando las interrelaciones entre las ciencias naturales, la poesía, y la filosofía, sobre una base religiosa. Como buen romántico, murió presa de la tuberculosis antes de alcanzar los treinta años. Para poder interpretar sus escritos sería necesario sumergirse en el mundo de los románticos, y hacer la reconstrucción de su complejo vital e ideológico. El Romanticismo se imponía entonces con una generación deslumbrante de filósofos y artistas que aportarían, en pocos años, una visión distinta de lo hasta entonces juzgado como arte, literatura y filosofía. (1) "Surgía una generación para la cual el acto poético, los estados de inconsciencia, de éxtasis natural o provocado y los singulares discursos dictados por el ser secreto se convertían en revelaciones sobre la realidad y en fragmentos del único conocimiento auténtico." Baste citar los nombres de los filósofos Fichte, Schelling y Hegel, los poetas y escritores Goethe, Herder, Schiller, Hölderlin, Tieck, Arnim, los hermanos Grimm, Hoffmann y el propio Novalis; todos ellos, en Sajonia (una pequeña región de lo que hoy es Alemania) y en un breve espacio de tiempo a fines del siglo XVIII, crearon ese momento de la historia, cuyas repercusiones aún no terminan de asombrarnos. Novalis estudió –contra su voluntad– derecho en Jena, pero asistía principalmente a las clases de historia de Schiller y a las de filosofía de Fichte. Continuó sus estudios en Leipzig, donde conoció a Friedrich Schlegel con quien traba amistad y quien influirá notablemente en su obra. Las matemáticas y las ciencias naturales le atraían más que el derecho, y acabó por dedicarse a la ingeniería. Consiguió a continuación un puesto administrativo en las salinas de Weissenfels. En 1794 conoció y se enamoró locamente de Sophie von Kühn, quien tendrá un papel decisivo en su vida y obra… Sophie muere con 15 años después de una larga enfermedad, quedando el poeta sumergido en la soledad y la desesperanza. Unos meses después de la muerte de su amada, en mayo de 1797, comenzará a escribir los famosos Himnos a la Noche (Hymnen an die Nacht), que no concluirá hasta 1799. La muerte de Sofía significa el verdadero nacimiento de Novalis al mundo de la poesía. |
Friedrich,Caspar David -Viajero frente al mar (1818) |
De la quiebra de un sueño, nació en él otro sueño superior, y Sofía se transfigura en su mente en la Amada inmortal. Ahora siente Novalis el Amor como una fuerza cósmica, y todo su anhelo es seguir a la Amada en la muerte para alcanzar en ella la unión espiritual. La producción de Novalis se acumula en el corto espacio de tres años. Es ante todo lírica, aun en la narración y el ensayo; su lenguaje es fluido y musical, cargado del sentimiento que brota de su espíritu melancólico y soñador. Entre sus poemas destacan el ya citado Hymnen an die Nacht (Himnos a la noche), 1797, y Geistliche Lieder (Canciones espirituales), 1799. Los Himnos..., en prosa rimada, son un canto a la Noche, morada del ser verdadero y del genuino Amor. No la Luz del día, sino la sombra luciente de la Noche encierra los misterios de la vida y de la muerte, nuestra redención. Su quehacer poético él mismo lo describió como una “elevación del ser humano por encima de sí mismo”, superarse a sí mismo es el acto supremo, “el gran fin de todos los fines” . Todo lo material puede ser transformado en signo, en manifestación de la vida del espíritu. La poesía para Novalis es la realidad mágica del sueño, en la que éste se convierte en realidad y la realidad en sueño. Sueño y realidad, misteriosos secretos mágicos, serán el final –inconcluso– del Enrique de Ofterdingen (Heinrich von Ofterdingen), el gran proyecto novelístico de Novalis que su muerte prematura le impidió terminar. La historia del poeta medieval que se lanza en un largo viaje a la búsqueda de «la flor azul», símbolo de la belleza, la felicidad, y las ilusiones inalcanzables. "Soñamos viajes a través de los espacios cósmicos. ¿No está, acaso, el espacio cósmico en nosotros mismos?" El propio Novalis lo comentó así: «El antagonismo entre la luz y la sombra, la nostalgia de un éter claro, cálido, penetrante…, la mezcla del elemento romántico de todos los tiempos, la razón petrificante y petrificada… así es como veo yo mi cuento» |
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Friedrich - El cementerio de Cloister nevado. Desaparecido en 1945, copia en el National Gallery de Berlin. |
La primera muestra del talento literario de Novalis fue su breve narración Los discípulos de Saís (Die lehrlinge zu Sais,1798), una visión alegórica de la naturaleza basada en un poema de Schiller, donde introduce uno de los cuentos más bellos del romanticismo alemán: Jacinto y Rosaflor (Hyacinthe und Rosenblütchen). El discípulo que busca revelaciones en el mundo circundante no las encontrará finalmente más que en su propio ser. El viaje externo termina con el retorno hacia sí mismo.
El llamado "Idealismo mágico" novaliano se basa en la analogía que existe entre el alma individual y el cuerpo humano, por una parte, y la que se da entre el alma del Universo y éste. Del mismo modo que el alma del hombre gobierna su cuerpo, el alma del Universo gobierna a éste. Llevamos el Universo dentro de nosotros, y "el mundo tiene una capacidad originaria para ser animado por mí", de modo que el proyecto que tenemos del mundo coincide con el que tenemos de nosotros mismos. La misión del poeta es imponer la idea, el espíritu sobre la materia, convertir lo involuntario en voluntario, espiritualizar el cosmos, moralizar la Naturaleza.
En 1800 la misma enfermedad que llevó al sepulcro a Sofía había hecho presa de su organismo. En marzo del año siguiente moría en la casa paterna.
Su obra publicada en vida se limita a los Himnos y a dos series de Fragmentos (una serie de apuntes, aforismos y comentarios breves sobre filosofía, estética y literatura, en los que expresa las principales inquietudes y concepciones teóricas del romanticismo) aparecidos en la revista Athenäum en mayo de 1798. El conjunto de su producción fue publicado a su muerte por Friedrich Schlegel y L. Tieck.
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