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domingo, 28 de febrero de 2010

MARGO GLANTZ: Incansables ochenta años.

entrevista tomada de LA JORNADA SEMANAL(No. 782)   www.jornada.unam.mx


Incansables ochenta años

Adriana Cortés
entrevista con Margo Glantz

El jueves 28 de enero Margo Glantz cumplió ochenta años. A lo largo del año numerosos homenajes celebrarán su labor tanto como de escritora, profesora, divulgadora de la cultura y traductora. Apenas recibió la Medalla Bellas Artes cuando ya preparaba la maleta para viajar a India. También la Coordinación de Difusión Cultural, a través de la Dirección de Literatura de la UNAM, y la Facultad de Filosofía y Letras se han sumado a las celebraciones con una serie de mesas redondas. Autora de ensayo y narrativa, la profesora emérita de la UNAM, y profesora invitada en muchas universidades del extranjero, entre otras Yale y Princeton, merecedora, además, de múltiples premios a lo largo de su vida, conversa en esta entrevista sobre sus inicios como escritora de ficción, su labor docente, su experiencia en el movimiento del '68 como maestra de la Facultad de Filosofía y hace una confesión: haber nacido en una cebolla.

Foto: Marco Peláez/ archivo La Jornada
–Margo, cuando la conocí a fines de los ochenta, le pregunté dónde podía comprar sus libros y recuerdo que me dijo: “Yo no escribo bien”. ¿Por qué?
–Era una inseguridad respecto a escribir ficción. De niña fui muy tímida, cambié de escuela todo el tiempo. Nunca tuve tiempo de hacerme amigos. Era muy frágil la vida cotidiana por problemas económicos, etcétera, y crecí con un sentimiento de inferioridad muy grande. Me sentía fea, que no tenía ningún éxito con los muchachos. Cuando me sacaban a bailar el que era mi pareja se aburría conmigo terriblemente. O no me sacaban a bailar nunca en las fiestas. Paco López Cámara, mi primer marido que se enamoró mucho de mí, me pareció fascinante; no lo creía yo, por eso creo que lloraba tanto. Cuando me analicé me di cuenta de que ni era fea ni tonta y que realmente sí podía escribir. Una vez le llevé a Yáñez mis textos y me dijo que le interesaba lo que yo escribía, pero que eran fragmentos sueltos que necesitaban engarzarse como en un collar de perlas. Eso me dejó muy marcada, y como no sabía cómo engarzarlos pues no escribía.
–¿Le costó trabajo publicar sus primeros libros?
–Mucho. El primer libro que publiqué fue Viajes a México, crónicas extranjeras que ahora estoy recopilando para el tercer volumen de mis Obras reunidas, que fue producto de mi tesis doctoral en Europa y que después amplié. Se publicó inmediatamente. Luego publiqué una tesis de maestría sobre Tennessee Williams que me publicaron en la Universidad sin ningún problema. Pero cuando quise publicar mi primer libro de ficción: Las 1001 calorías, nadie me lo quiso publicar. Lo publiqué entonces a cuenta de autor, hice suscripciones y lo pagué así. Pagué la imprenta; me lo imprimieron en la Imprenta Madero y le pedí prestada la editorial a un amigo, Fernando Tola (a quien mucha gente detesta) que creó la Editorial Premiá. Parece que defraudó a varias editoriales españolas como Anagrama, Tusquets y Seix Barral cuando era independiente. No era una editorial muy santa pero él me dio la capacidad de poner en pie de imprenta “publicado por Premiá” aunque no tuvo nada que ver con la publicación de ese libro. En La Máquina de Escribir me publicaron después, a cuenta de autor, Doscientas ballenas azules. La fundaron Federico Campbell y Adriana Salinas casada entonces con Eduardo Hurtado. Cuando me hicieron una entrevista por Las 1001 calorías, novela dietética, la Universidad Veracruzana me ofreció publicar una recopilación de mis ensayos sobre literatura mexicana que habían aparecido en otras revistas, sobre todo en La Cultura en México, en Siempre. Publiqué entonces Repeticiones donde puse también mis artículos sobre la Onda. Arnaldo Orfila, en Siglo XXI, me ofreció –porque yo había hecho la revista Punto de Partida y había trabajado mucho con los jóvenes– que hiciera una antología de escritura joven en aquella época. José Emilio Pacheco tenía treinta y tres años, Salvador Elizondo era joven, yo misma era joven. Hicimos Onda y escritura después de que Xorge del Campo, que había publicado en Punto de Partida sus primeros textos, había hecho una antología para Siglo XXI. Luego me pidió Orfila que hiciera la de Onda y escritura, que fue muy importante porque definió un momento de la escritura en México; les puso una etiqueta que creo que puede no ser exacta pero que de algún modo permitió que se reconociera de una manera más compacta a ese movimiento, cosa que no me perdonan hasta la fecha.
–¿Cómo le hace para ser tan buena maestra?
–Le agradezco la... Creo que sí soy buena maestra. El otro día me encontré a un señor viejito que me dijo ¡maestra Glantz, usted fue mi maestra en la preparatoria y no la he olvidado! Entonces me hizo el día. Cuando regresé de Europa no tenía trabajo y mi marido [Paco López Cámara] y yo estábamos en condiciones muy difíciles, porque habíamos pasado cinco años en Europa y regresamos con las manos vacías a México, vivimos en casa de mis padres un tiempo y me ofrecieron un curso de Estética en la Preparatoria 4, lo que es ahora el Museo de San Carlos. Yo no sabía cómo enseñar porque había enseñado en Kinder, cuando tenía como veinte años. Entonces, estaba asustadísima, además no sabía nada de estética porque yo no era filósofa, entonces di Historia del Arte y desde el primer día (tenía cien alumnos) me di cuenta de que funcionaba muy bien como maestra. Fue maravilloso, yo creo que las clases en la Preparatoria con cien alumnos de Literatura Universal y Literatura Mexicana fueron extraordinarias. Tuve un seminario de Literatura Mexicana en la Preparatoria 5 y empecé a hacer que mis alumnos escribieran y publicamos dos folletos muy hermosos gracias a Huberto Batis que fue muy generoso (como siempre ha sido). Yo estimulaba muchísimo a los chicos y empezaban a hacer pininos en la escritura desde ese momento.
–Cuando regresó de París, donde cursó el doctorado, empezó a dar clases en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad. ¿Por qué decide fundar la revista Punto de Partida que continúa publicando la Dirección de Literatura de la UNAM?
–Cuando estaba en la Facultad en el año '66 se me ocurrió que era muy importante darle cabida en una revista universitaria que no existía, a los jóvenes, en Punto de Partida que sigue existiendo. Ahora que la reviso –van a hacer una mesa redonda en la Facultad de Filosofía sobre Punto de Partida– veo que escritores de la talla de David Huerta y de muchos otros: Agustín Monsreal, Marco Antonio Campos, Mónica Mansour, Elsa Cross, sus primeras cosas las publicaron allí. Releo la revista y veo que hay cosas muy interesantes; además era tan importante para mí la revista que me ponía a venderla en la Facultad con mis alumnos. Mandaba yo anuncios para que escribieran cuentos los de Veterinaria, los de Antropología, los de Arquitectura, los de Ciencias. Era una revista preciosa. La tipografía estaba cuidada y la maqueta la hizo uno de los más importantes pintores y grabadores uruguayos, Alfredo Lito, que era un hombre de una gran finura y timidez, y nadie se daba cuenta de lo extraordinario que era. Se regresó a Uruguay y era muy generoso: me ayudó a hacer la maqueta, a organizar cada uno de los números. Al mismo tiempo organicé talleres de crítica literarias, de ensayo general, de varia invención, de poesía, de narrativa, de artes plásticas. Colaboraron conmigo Salvador Novo, Julio Ortega, Julieta Campos, Juan García Ponce, Antonio Alatorre. Es impresionante cómo eran generosos esos escritores que se prestaban con un sueldo bajísimo a ayudarme a que la revista tuviera mucha más categoría. Fue uno de los períodos más intensos e interesantes de mi vida. Fue la época del '68. Algunos de mis alumnos fueron encarcelados, como Jaime Godet, que tuvo poliomielitis de niño y no pudo saltarse una barda. Yo empecé a hacer la revista porque me di cuenta de que algunos de mis alumnos eran de una brillantez extraordinaria y no quería que sus trabajos sólo fueran objeto de una calificación sino que además se sintieran estimulados. Teníamos mesas redondas. Yo hice un número de Punto de Partida dedicado a Fernando del Paso. Ese tipo de cosas son muy satisfactorias para mí. Cuando las recuerdo tengo el mismo entusiasmo que entonces. Creo que una de mis cualidades es que verdaderamente amo mi profesión, adoro dar clases y comunico ese entusiasmo y además leo bien.
–¿Cómo vivió el '68?
–El '68 fue la culminación de un período en que pensábamos que el país iba hacia delante y que era uno de los países más extraordinarios de la Tierra, que tenía un futuro extraordinario, que subíamos y subíamos, y además pensábamos (aunque en realidad no era cierto) que era un país totalmente libre, que podíamos decir lo que quisiéramos, que podíamos decir y escribir lo que quisiéramos, que teníamos libertad de cátedra absoluta. Creo que ahora en la Universidad se sigue manteniendo la libertad de cátedra y que en los periódicos pueden decir realmente lo que piensan.
–¿Usted ha llorado mucho?
–Yo lloraba mucho. Mi papá decía que había nacido enterrada en una cebolla, pero a partir de los cincuenta años ya no tuve más lágrimas, ya no lloro. De repente, hace como cinco años, oí una música de Schubert, la Fantasía en re menor o mayor, no me acuerdo bien, que es maravillosa –uso mucho esta palabra, como usted ve– y me puse a llorar como media hora, con sollozos que se oían hasta La Conchita, y no sé por qué lloré, porque me impresionó tanto oír de repente que Emil Gilels, un pianista ruso, tocaba la Fantasía con su hija, que la oí como cincuenta veces. Fue un impacto tal que me produjo un estado de llanto pantagruélico.
–¿Lloraba también por amor?
–Lloré por amor muchísimo. Si Paco López Cámara llegaba tarde, lo esperaba en la ventana como esposa abnegada. Cuando nos casamos en 1950 fue muy divertido, porque mis padres no querían que me casara con él pues no era judío. Yo tenía veinte años y en aquella época la mayoría de edad era a los veintiuno. Entonces me escapé de la casa y me casé clandestinamente con un vestido que ya me quedaba mal, las medias rotas y los zapatos rotos, y mis testigos fueron un albañil y un cerrajero; nos casamos en Iztacalco. El juez, que era muy divertido, se llamaba Rosario Tostado y Tostado, lo primero que nos dijo fue: “El matrimonio es horrible, es un camino de lágrimas, un camino espinoso, pero no se preocupen, hay una salida: el divorcio.” Luego nos dijo: “Margarita, cuando tu marido llegue borracho y lleno de marcas de labios de otras mujeres en la cara, tú con tus lágrimas límpiale los besos y luego con tu pelo enjúgale las lágrimas.” Yo tenía el pelo muy corto, entonces no me alcanzaba para enjugar ninguna lágrima. Fue muy divertido, pero luego lloré mucho y mis lágrimas las enjugaba en un pañuelo porque no había muchos kleenex entonces.
–¿Ha estado en terapia?
–Empecé a psicoanalizarme en el año '61, cuando mi hija Alina tenía un año, en los sesenta, y yo tenía muchos conflictos con mi marido y tenía yo muchos problemas también con asumir totalmente la maternidad. Necesité un análisis más profundo: el primero que tuve, que me ayudó no sé si a ser mejor madre –porque creo que no lo soy–, pero me ayudó a separarme de mi marido, a ser más independiente, a vivir de lo que yo ganaba, a no tener miedo a estar sola y a poder educar a mi hija trabajando de sol a sol, a ser mejor maestra y a escribir. Empecé a escribir crítica de teatro, aunque ya había escrito mi tesis en París, que veo que no es mala y estoy reformando para publicar en el tercer tomo de mis Obras reunidas [Fondo de Cultura Económica] sobre el siglo XIX mexicano. Tenía también mis trabajos de clase que no eran malos, eran bastante buenos. Pero había cierta inconciencia respecto a lo que una era realmente. Descubrí un don de escritora que no sabía que tenía y también una capacidad para la crítica. Que tenía una mirada constituida por otras miradas que se había constituido en la mía. La terapia me permitió abrirme a un mundo que para mí era fundamental: la escritura.

CHILE: Desesperada, la gente abre supermercados en busca de alimentos. Se autoriza a las mujeres a abastecerse de víveres y enseres necesarios, como pañales.

CHILE: LOS MUERTOS POR EL TERREMOTO YA ASCIENDEN A 708

Bachelet reporta 708 muertos por terremoto

Por su parte, el presidente electo Sebastián Piñera se trasladó hacia la región del Maule, donde anunció un plan de reconstrucción llamado Levantemos Chile 12:36
  Tsunami en Chile arrasó con miles de viviendas 14:06
  Registran saqueos en Chile tras sismo 09:45
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  Relevo presidencial en Chile en pie para marzo 11 12:12
 Gráfico Devastación en el círculo de fuego
 Recuento Sismos ocurridos en 2010
 Fotogalería El recuento de los daños
 Cobertura Sismo sacude a Chile
 Video Captan instante del terremoto que sacudió a Chile

 PDF Chile, una zona sísmica


Terremoto en Chile Tsunami leve llega a Japón



Video: Imágenes aéreas de la devastación en Chile



Causa pánico marea baja en Los Cabos



Video: Desolación y escombros deja sismo en Viña del Mar

notas tomadas de EL UNIVERSAL   www.eluniversal.com.mx


CHILE: Las víctimas fatales del terremoto ya ascienden a más de 300 muertos; alrededor de 2 millones de damnificados

notas e imágenes tomadas de LA JORNADA   www.jornada.unam.mx




Terremoto de 8.8 grados Richter azota la región surcentral del país sudamericano
Más de 300 muertos deja el sismo en Chile; 2 millones de damnificados
El movimiento telúrico tuvo una duración de dos minutos; fue el fin del mundo, dice residente
El epicentro se ubica a 55 kilómetros de profundidad en el Pacífico y desata una ola gigantesca
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Un chileno es rescatado con vida desde los escombros en Concepción, la ciudad más castigada por el sismo, según las autoridades chlenasFoto Ap
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Una calle devastada en Talca, urbe cercana al epicentro del sismoFoto Ap
 
 
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Una embarcación en plena plaza del puerto de Talcahuano, ciudad vecina de Concepción, a donde fue arrastrada por una ola gigantescaFoto Reuters
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Rescatistas buscan víctimas en un edificio de departamentos destruido por el terremoto de 8.8 grados en la escala Richter que sacudió a la ciudad sureña de ConcepciónFoto Reuters
 
Enrique Gutiérrez
Corresponsal y agencias
 
Periódico La Jornada
Domingo 28 de febrero de 2010, p. 18
 
Santiago,Chile, 27 de febrero. El mayor terremoto de los últimos 50 años y uno de los más potentes en la historia de los registros en la escala Richter azotó la madrugada de este sábado la región surcentral de Chile durante aproximadamente 120 segundos, desastre que dejó un saldo aproximado de más de 300 muertos, un millón y medio de viviendas destruidas y al menos 2 millones de damnificados.
El sismo, que tuvo su epicentro a 339 kilómetros al suroeste de Santiago y a 55 kilómetros de profundidad en el océano Pacífico, ocurrió a las 3:34 horas de este sábado (12:34 de la noche en la ciudad de México) y se sintió al otro lado del macizo continental sudamericano, en Sao Paulo y Buenos Aires, lo que provocó alertas de tsunamis hasta México, Centroamérica, Hawai, Australia, Nueva Zelanda, Japón y Rusia.
Tras el movimiento telúrico, las calles de la capital se llenaron de personas en pijama y jóvenes que apenas regresaban de fiestas y centros nocturnos. Mientras amanecía, policías y bomberos recorrían las calles en la capital y otras ciudades del país con el sonido abierto de sus sirenas.
La potencia del sismo fue 50 veces mayor que el sucedido en Haití el 12 de enero, según especialistas. Los primeros reportes dejaron constancia inmediata de los efectos materiales causados por el movimiento telúrico en cascos viejos de ciudades, carreteras y puentes, pero el reporte de fallecimientos no se disparó debido a las normas de construcción que rigen en este país acostumbrado a intensos sismos, y cuya ubicación coincide con la convergencia de dos placas tectónicas submarinas.
Después del temblor, nubes de polvo se formaron en el centro histórico de Santiago, donde quedó en ruinas la fachada del Museo de Bellas Artes, en el Parque Forestal y junto al río Mapocho.
Algunas de las viejas viviendas de adobe se resquebrajaron, pero sin causar muertos.
Las ondas del devastador terremoto en la capital se sintieron entre 90 y 120 segundos. Algunos capitalinos, entrevistados por medios locales, dieron cuenta de que en sus viviendas se cayeron floreros, libreros, cuadros y muebles, en algunos casos.
Al menos tres hospitales en la zona centro-sur del país se colapsaron, en tanto que la presidenta Michelle Bachelet, quien estuvo al frente de las operaciones de auxilio desde las 5 de la madrugada e informó a los medios electrónicos de la situación del país a lo largo del día, afirmó que hay hospitales en muy malas condiciones, que hemos tenido que desalojar preventivamente.
El aeropuerto de Santiago fue cerrado 24 horas, aunque la pista y las planchas de operaciones y estacionamiento de los aviones no fueron dañadas por el sismo. Tras varias réplicas, una de ellas de 6.9 grados, la torre de control quedó deteriorada y una edificación vecina, que alberga salas de espera de pasajeros, quedó resentida.
En todo el país, la comunicación telefónica fue precaria durante el día y, al anochecer, un tercio de la zona metropolitana capitalina carecía de energía eléctrica.
Las escuelas permanecerán cerradas hasta el 8 de marzo y las oficinas de gobierno no prestarán servicios hasta nuevo aviso. La actividad económica no está del todo paralizada, pese a que algunas minas de cobre –el principal producto de exportación– fueron cerradas por falta de electricidad.
En Santiago también hubo daños en pasos a desnivel. Uno de los puentes de la moderna carretera Vespucio Norte se vino abajo con una docena de automóviles que circulaban a la hora del movimiento telúrico. Los vehículos resultaron dañados, pero los conductores salieron ilesos.
Una planta petroquímica ubicada en el sector de Lampa, también en el norte de la capital, se incendió a raíz de las oscilaciones y sobre las instalaciones se elevó una nube de humo negro tóxico, lo que generó malestar entre los residentes de la zona.
En el puerto de Talcahuano, la localidad más próxima al epicentro, algunos barcos fueron arrojados por el agua hacia tierra, a causa del movimiento telúrico.
Por la tarde, una ola gigantesca golpeó tierra, dañando una terminal portuaria. Una embarcación fue arrastrada unos 500 metros desde el mar hacia piso firme.
La zona más afectada es la periferia de Concepción, la segunda ciudad más poblada del país con unos 500 mil habitantes (alrededor de 900 mil en toda la región), ubicada a unos 500 kilómetros de Santiago y a 90 del epicentro.
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Puente colapsado sobre el río Claro, cerca de Camarico, a 180 kilómetros de la capital chilenaFoto Ap
 
 
Televisión Nacional de Chile informó que hacia el mediodía se tenía un balance preliminar de 32 muertos en Concepción, donde el temblor desató 12 incendios que no fueron sofocados porque los bomberos debieron ocuparse del rescate de personas en otros lugares de la ciudad, especialmente en el centro histórico, que es el área de mayor deterioro.
Según versiones radiofónicas, hay al menos 400 mil damnificados y el edificio del gobierno provincial se derrumbó.
Un edificio de 15 pisos, con menos de dos años de antigüedad, se derrumbó en la zona costera, donde grupos de rescatistas trabajaron desde la madrugada y hasta la noche de hoy en busca de sobrevivientes. Al menos 22 personas fueron sacadas de los escombros del inmueble habitado por un centenar de personas, aproximadamente la mitad de su cupo total.
Mientras, un supermercado y una farmacia fueron saqueados en la madrugada por personas que aprovecharon la confusión y la falta de electricidad.
Un antiguo puente sobre el río Bío Bío, cerca de Concepción, quedó completamente destruido. En imágenes de televisión se pudieron observar carreteras onduladas y autos volcados en esta región, por efecto del terremoto.
La agitación de las aguas provocada por el terremoto desató el pánico entre los residentes y visitantes del popular centro turístico de Viña del Mar.
El temblor generó tsunamis que afectaron las costas centrales de este país de 4 mil 300 metros de largo, así como la isla chilena de Juan Fernández, a unos 600 kilómetros del territorio continental, donde un poblado entero fue arrasado por el agua, lo que dejó tres muertos y 13 desaparecidos.
En la isla de Pascua, que pertenece a Chile, la armada retiró a 4 mil personas asentadas en las zonas más riesgosas.
La pequeña isla Robinson Crusoe, que lleva ese nombre en honor a un náufrago escocés que inspiró la novela de Defoe, fue también arrasada por el agua. En este sitio, ubicado a 700 kilómetros del macizo continental, murieron cinco personas y 11 fueron reportadas como desaparecidas.
El terremoto de este sábado dejó daños desde Coquimbo, a unos 600 kilómetros al norte de Santiago, hasta la Araucanía.
Es el segundo más potente del mundo en los últimos 20 años, detrás del registrado en diciembre de 2004 en las costas de Indonesia, que alcanzó los 9.1 grados en la escala de Richter y el cual desencadenó un tsunami que causó la muerte a 220 mil personas.
En un primer balance, las autoridades informaron que hay alrededor de un millón y medio de viviendas dañadas y 2 millones de damnificados en cinco regiones del país, que son Maule, Bío Bío, Araucanía, Valparaíso y Metropolitana (Santiago), donde se concentra 80 por ciento de la población de este país de unos 17 millones de habitantes.
Bachelet las declaró zonas de desastre para que fluyan de inmediato los fondos de ayuda de emergencia y se inicie la reconstrucción, que por ahora no requiere de la ayuda internacional, ofrecida por naciones como México, Estados Unidos, Argentina, Colombia, Perú y la Unión Europea.
Las localidades de Maipú, Cauquenes, Curicó y Talca también resintieron los efectos del sismo, según información de la televisión local.
Pese a los daños registrados en distintos puntos del territorio, el ministro de Obras Públicas, Sergio Bitar, dijo después de sobrevolar Santiago y sus alrededores que la infraestructura resistió el impacto del terremoto. El país está conectado, aunque hay algunas dificultades, dijo en referencia a fisuras de algunas carreteras.
Bachelet sobrevoló Concepción y la vecina región de Maule, próxima al epicentro. Por la noche, en un mensaje televisado a la nación, Bachelet dijo que hay una enorme cantidad de daño que no sabemos su exacta dimensión, que está siendo evaluado.
Un poco más alarmado, el titular del Ministerio del Interior, Edmundo Pérez Yoma, dijo a los medios de comunicación: Estamos ante un cataclismo de proporciones inmensas.
Más sorprendido todavía, un comerciante de 76 años de edad, en la ciudad de Talca, ciudad cercana al epicentro, describió su experiencia de esta forma: Fue como ver el fin del mundo.

CHILE: LOS ESTRAGOS DEL TERREMOTO DE 8.8. GRADOS. SE DILUYE LA PROBABILIDAD DE UN TSUNAMI, SIN EMBARGO SE SIGUE MANTENIENDO LA ALERTA











Chile sacudido por uno de los peores sismos en la historia

tomado de Yahoo! Noticias México  http://mx.news.yahoo.com/




Residentes observan una carretera destruída en Concepción, Chile, 
el sábado 27 de febrero de 2010 después de un terremoto de magnitud 8,8 
que golpeó el centro de Chile. El epicentro se ubicó a 115 kilómetros 
(70 millas) de Concepción,  la segunda ciudad más grande del país. (AP 
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AP

Chile sacudido por uno de los peores sismos en la historia

AP - 2 horas, 49 minutos TALCA, Chile (AP) - Uno de los mayores terremotos jamás registrados destruyó casas, puentes y autopistas el sábado en el centro de Chile, matando a 214 personas y provocando un maremoto que avanzaba a gran velocidad por el Océano Pacífico.

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sábado, 27 de febrero de 2010

LA JORNADA: Las columnas y opinión de este magnífico diario mexicano del día 27 de febrero del 2010

tomado de LA JORNADA   www.jornada.unam.mx

 

TERREMOTO DE 8.8 GRADOS EN CHILE: DOS MILLONES DE DANMIFICADOS; 214 MUERTOS HASTA EL MOMENTO; SE FORMÓ UN MAREMOTO Y CORREN PELIGRO LAS COSTAS DEL PACÍFICO; ALERTA EN PUERTOS MEXICANOS COMO ACAPULCO

tomado de LA JORNADA   www.jornada.unam.mx

Terremoto de 8.8 grados azota centro de Chile; 214 muertos

Tuvo su epicentro en el mar, a 90 km de la ciudad de Concepción, la segunda más grande del país. Las regiones de Biobó y Santiago, donde se ubica la capital, fueron declaradas zona de catástrofe.

Afp, Dpa y Notimex
Publicado: 27/02/2010 08:11
 
Santiago, Chile. Al menos 214 personas murieron por el potente terremoto de 8.8 grados que azotó la madrugada de este sábado al centro y sur de Chile, informó este sábado el ministro del Interior de Chile, Edmundo Pérez Yoma.
El terremoto tuvo su epicentro a 90 kilómetros de Concepción, ciudad de medio millón de habitantes y unos 500 kilómetros al sur de Santiago, precisó la televisión estatal chilena.
La jefa de Estado dijo que "hay daños intensos de infraestructuras, hospitales y aeropuertos, que no sabemos su exacta dimensión de daños, pero que están siendo evaluados".
Bachelet instruyó a sus ministros para que se desplacen a las zonas afectadas, principalmente a la sureña región del Maule, "donde no hemos podido tener contacto para tomar las medidas necesarias".
La mandataria chilena, en un mensaje transmitido en cadena nacional, formuló un llamado a los chilenos a mantener la calma, evitar el pánico y que se abstengan de ir a las zonas costeras, ante el riesgo de que se registren réplicas.
"Fuerza Chile", dijo Bachelet desde el palacio de La Moneda, a su regreso de un recorrido por la zona afectada por el sismo de 8.8 grados en la escala de Richter que sacudió al país a las 03:34 horas (06:34 GMT).

La mandataria chilena envió un "mensaje de tranquilidad, ánimo y esperanza" a los chilenos, tras lo que calificó como "un terremoto de gran fuerza destructiva".


"Las fuerzas de la naturaleza han golpeado duramente a nuestra patria", declaró la mandataria socialista, quien el 11 de marzo próximo entregará el poder al acaudalado empresario centroderechista Sebastián Piñera.
Los chilenos salieron aterrorizados a las calles. Allí se mezclaban personas en pijamas que rehusaban regresar a sus viviendas por las continuas réplicas, y nutridos grupos de jóvenes que abandonaron discotecas y fiestas.
La confusión se vio agravada por la oscuridad, tras el inmediato y generalizado corte de luz que sobrevino al fuerte sismo y el colapso de las líneas telefónicas.
En Santigo testigos reportaron desprendimientos de cornisas y caídas de muros. "Mi casa se sacudió como si fuera una gelatina. Cayeron cuadros, estantes, trozos de cornisa" relató un habitante, quien estimó que el sismo se prolongó más de dos minutos.
El terremoto de 8.8 grados con más de 60 réplicas durante el día, lo convierte en el segundo más potente de los últimos 20 años, tras el de 9.1 grados en la escala de Richter registrado en diciembre de 2004 en las costas de Indonesia, que desencadenó el tsunami que mató a 220 mil personas.
Chile sufrió el terremoto más potente jamás registrado en el mundo -9.5 grados Richter, el 22 de mayo de 1960 en Valdivia, al sur de Santiago, que dejó 3 mil muertos- y se encuentra en la convergencia de dos placas tectónicas mayores.
La infraestructura carretera, de telecomunicaciones y transportes de Chile colapsó, según los primeros reportes.
El ministro de Transportes, René Cortázar, dijo que el Metro y el sistema de transporte público permanecerán fuera de servicio durante varias horas, mientras que las principales autopistas están cerradas en varios tramos.
En las calles de Santiago, la capital chilena, se observan largas filas en los paraderos de autobuses, varios de los cuales sufrieron serios daños, mientras que el servicio se paralizó.
En la ruta cinco sur, la principal del país, varios tramos permanecen incomunicados por la caída de puentes y cortes en la capa asfáltica, además en la zona norte y poniente de esta capital colapsaron puentes interurbanos.
Los vehículos se observan "boca arriba" en las autopistas cuyos puentes cayeron pero, de acuerdo con los primeros reportes, sus ocupantes salvaron la vida y hasta el momento se descartan víctimas fatales en la pérdida de ese tipo de infraestructura.
Además de las averías en la infraestructura carretera, la red de telefonía celular del país está fuera de servicio en la mayoría del territorio y los hospitales y centros de urgencia está rebasados por la demanda de servicios.
En tanto, un número indeterminado de personas está atrapada entre los escombros de un edificio de 15 pisos que se derrumbó.
Reportes de prensa indican que aún se escuchan gritos de auxilio, mientras policías y bomberos trabajan en los lugar, aunque "están sobrepasados".


TERREMOTO EN CHILE DEJA CIENTOS DE MUERTOS: HAY ALERTA EN LAS COSTAS DEL PACÍFICO POR MUY PROBABLE AUMENTO DEL NIVEL DEL MAR O TSUNAMI

copiado de EL SOL DE CUERNAVACA http://www.oem.com.mx/elsoldecuernavaca


Terremoto deja cientos de muertos y devastación en Chile 
 
Organización Editorial Mexicana
27 de febrero de 2010


AP

Santiago de Chile, Chile.- Un terremoto de magnitud 8.8 que devastó la región central de Chile dejó más de un centenar de muertos, destrozó puentes y edificios y desató un maremoto que amenazó casi todos los países con costas sobre el Pacífico.

Las autoridades chilenas intentaban llegar a todas las localidades golpeadas por el terremoto y que había matado al menos a 147 personas y cientos de miles de damnificados.

"Estamos en pleno proceso de evaluación, hasta aquí lo confirmado son 147 personas fallecidas a lo largo del territorio afectado", declaró la directora de la Oficina Nacional de Emergencias del Ministerio de Interior (ONEMI), Carmen Fernández.Indicó que hasta ahora solo tienen "tendencias preliminares" .

Previamente el presidente electo Sebastián Piñera dijo que tenía informes de al menos 122 muertos por el sismo. El ministro de interior chileno Edmundo Pérez Yoma dijo que el más poderoso terremoto en golpear el país en medio siglo y que la cifra de víctimas ascendía rápidamente.

La presidenta Michelle Bachelet declaró estado de catástrofe en tres regiones centrales d a la nación conservar la calma y evitar salir a las calles. El centro histórico del pueblo, con la mayoría de construcciones de adobe, había colapsado casi en su totalidad, aunque la mayoría de edificios albergan comercios que a estaban vacíos cuando ocurrió el sismo.

Lugareños habían sacado al menos a cinco personas de los escombros mientras socorristas desorientados pedían informes a los periodistas mismos. Varias carreteras quedaron destruidas y los servicios de electricidad, agua y teléfonos no funcionaban en muchas áreas, lo que impedía conocer información de muertes o daños de regiones enteras.

En Santiago de Chile media docena de vehículos yacían volcados sobre el asfalto porque el segundo piso de una autopista sobre la que circulaban se desplomó. El museo de Bellas Artes mostraba daños graves, y un edificio de apartamentos con un estacionamiento de dos pisos, al colapsar, aplastó unos 50 autos cuyas alarmas sonaban sin parar.

Julio Matus, guardia en un edificio en el centro de la capital, dijo que corrió afuera cuando comenzó el temblor y "pude ver el movimiento de los edificios. Me tuve que sentar en el suelo porque no me podía mantener en pie por el movimiento del pavimento".

También en el centro capitalino, una mujer de 92 años llamada Mariana fue rescatada de los escombros de su casa después que permaneció dos horas atrapada, según imágenes de la televisión local que mostraron cuando era evacuada en una camilla. Patricio Vargas, quien habitaba en la misma casa dijo que "es increíble, todavía no puedo comprender por qué estamos vivos... Las cosas caían sobre nuestras cabezas. Pero estamos aquí, vivos".

Pérez Yoma indicó que las posibilidades de un maremoto se habían reducido en los territorios insulares y costeños de Chile, aunque en el archipiélago de Juan Fernández sí "hubo una ola muy grande... que inundó la parte baja del pueblo. Sí hay personas afectadas, pero no queremos dar detalles hasta que no sepamos".

El Centro Geológico de Estados Unidos reportó que después del sismo de 90 segundos de duración ocurrieron 29 réplicas de magnitud 5 grados o más, incluso una de 6.9 grados. El epicentro se ubicó a 325 kilómetros al suroeste de Santiago y a una profundidad de 35 kilómetros.

El Centro de Alerta de Tsunami del Pacífico indicó que se emitieron alertas de maremoto en 53 países de Sudamérica, Hawai, Australia y Nueva Zelanda, Japón, Filipinas, Rusia y varias islas del Pacífico.

Edificios reducidos a escombros o fracturados, autopistas y puentes colapsados, igual que los servicios telefónicos y de electricidad en amplios sectores de Santiago de Chile y la ciudad de Concepción, según podía apreciarse en la televisión chilena y los reportes oficiales.

En Concepción se vieron escenas de camiones caídos en grietas abiertas en la tierra, viviendas derrumbadas y edificios en llamas. Un edificio de 15 pisos en esa localidad colapsó, quedando solo tres pisos en pie. "Yo estaba en el octavo piso y todo súbitamente se vino abajo", dijo Fernando Abarzua, quien logró salir casi ileso.

Abarzua dijo que un pariente, al que no identificó, estaba todavía atrapado bajo los escombros seis horas después "pero se mantiene gritando y diciendo que está bien".

El ministro de interior calificó el terremoto como "devastador", pero la presidenta aclaró que "el sistema está funcionado. La gente debe permanecer en calma. Nosotros estamos haciendo todo lo que podemos con todas las fuerzas que tenemos. Cualquier información se las compartiremos de inmediato".

El epicentro del sismo se ubicó a 115 kilómetros de Concepción, junto al río Bío Bío y a 96 kilómetros del centro de esquí de Chillán, uno de los destinos de esquí andinos que quedó destruido tras un sismo en 1939. La televisión chilena mostró un puente que cruza el río Bío Bío en Concepción derrumbado y edificios reducidos a escombros y al menos otro más incendiándose en el sur de la ciudad.

El ministro de Transportes y Telecomunicaciones, René Cortázar, pidió a los chilenos hacer llamadas telefónicas y viajes solo cuando sea "absolutamente necesario". Dijo que las líneas terrestres y celulares han sido afectadas gravemente.

Varios hospitales han sido evacuados por los daños provocados por el sismo, dijo Bachelet, y aclaró que por el momento Chile no estaba pidiendo ayuda internacional. En Hawai sonaron sirenas para ordenar la evacuación dado que era inminente la llegada de un maremoto.

El director del Centro de Advertencia de Tsunamis del Pacífico Charles McCreery dijo que "tenemos una ventaja temporal razonable, deberíamos poder alertar a todos en las zonas de peligro". La advertencia de tsunami regía para los países con costa en el Pacífico. 
 
 
 
copiado de ACEITUNAS SALVAJES http://aceitunasalvajes.blogspot.com

viernes 26 de febrero de 2010

"Resaca"

por Ramsés Salanueva

Hoy, que la neblina completamente cubre mi casa,
muy de mañana, cuando las campanas bostezan para reunir a los pecadores,
en una misa donde nadie comulga entre sí, contemplo esta callada ausencia,
que sin saberlo, menoscaba mi corazón.
Me veo de lejos,
como una ave que al vuelo no se distingue
y sin embargo, en mi memoria, algo queda de su trayectoria celeste.
Han pasado tantas nubes desde aquellos años.
Sucedió un terremoto y en su centro, los círculos,
comparecieron ante el juicio de la distorsión.
Nació un toro con alas, hubo orgías de insectos,
se me rompió un diente, y el hueso mas pequeño de mi glande,
se quebró célibe. Mas nada ha cambiado,
aún tengo los ojos tristes, y las manos vacías.
Tengo dolores amigables y placeres terribles.
Tengo palabras que nunca germinan y flores exhaustas de sexo.
Tengo luces muertas sumidas en la opacidad de la noche.
Tragedias invictas contra el destino de los hombres.
Dioses y mares embravecidos. Una navaja que corta el horizonte,
aunque nunca de manera infinita.
Tengo síntomas relacionados con la peste,
la angina curtida de alcohol,
verdes ojeras, y un pequeño rayo de fe,
para espantar las tinieblas, del amanecer,
donde se saludan los ladrones, y se abrazan los diablos,
ahí, acurrucado en el portal de la vigilia,
en la misma consecuencia que por sí sola,
sostiene el caudal infalible de los malos sueños…
 

LAS BENZODIACEPINAS

copiado de ZMORF® http://colectivomacheteenmano.blogspot.com



Las benzodiazepinas (BZD) son medicamentos psicotrópicos que actúan sobre el SNC, con efectos sedantes e hipnóticos, ansiolíticos, anticonvulsivos, amnésicos y miorrelajantes (relajantes musculares). Es por ello que las benzodiazepinas son usados en medicina para la terapia de la ansiedad, insomnia y otros estados afectivos, así como las epilepsias, abstinencia alcohólica y espasmos musculares. Son también usados en ciertos procedimientos invasivos como la endoscopía o dentales cuando el paciente presenta ansiedad o para inducir sedación y anestesia. Los individuos que abusan de drogas estimulantes con frecuencia se administran benzodiazepinas para calmar su estado anímico. A menudo se usan benzodiazepinas para tratar los estados de pánico causados en las intoxicaciones por alucinógenos.
sábado 27 de febrero de 2010 |  

"EL MURMURAR DEL MUNDO", de Alphonso Lingis (Trad. Fausto Alzati Fernández)

copiado de AL SERVICIO DE QUIZÁS http://ataraxiamultiple.blogspot.com



El Murmurar del Mundo

Por Alphonso Lingis

Traducción de Fausto Alzati Fernandez

Información y Ruido


Nos comunicamos por medio de pronunciaciones habladas, por teléfono, con cintas grabadas, por escrito, y con impresiones. A través de estos métodos nos comunicamos en el código lingüístico. También comunicamos información por medio de movimientos corporales —gestos, posturas, expresiones faciales, formas de respirar, suspirar, y tocándonos unos a otros. En este caso la comunicación también usa abreviaciones, signos, y convenciones.
Para hacer que meras líneas dibujadas sean escritura, tenemos que conformarnos a la convención que dictamina que ciertos trazos corresponden a cierta palabra y noción. Hasta entre quienes contamos con gran destreza manual, buen entrenamiento, buena salud, y un estado alerta, cometemos errores en nuestra escritura y mecanografía. Siempre hay erratas hasta en las tantas-veces-corregidas ediciones seminales de autores clásicos. No hay habla sin tartamudeos, pronunciaciones equívocas, acentos regionales, o disfonías. Escribir en teclado e imprimir están diseñados para eliminar la cacografía, sin embargo en todo libro vemos algunas letras impresas tan levemente que las inferimos en vez de verlas. Grabaciones, y transmisiones de radio y televisión, están diseñadas para eliminar la cacofonía, pero puede haber estática, cortes, e interferencias; siempre hay histéresis, el retraso de la transmisión debida a los cambios que ocurren en el campo electromagnético; y siempre hay ruido de fondo.
Entrar en comunicación significa extraer el mensaje del ruido de fondo y del ruido que le es intrínseco al mensaje. La comunicación es una lucha contra la interferencia y la confusión. Es una lucha contra las señales irrelevantes o ambiguas que tienen que ser empujadas hacia el (tras)fondo, y es una lucha contra la cacofonía en las señales que los interlocutores dirigen uno al otro—acentos regionales, pronunciaciones erradas o inaudibles, tartamudeos, toces, eyaculaciones, palabras comenzadas y luego canceladas, y formulaciones gramaticalmente equívocas—y la cacografía en las graficas.

Reconocer lo que está escrito involucra la habilidad de hacer a un lado las facciones mal escritas de las letras y palabras. La clase de geometría abstrae del dibujo que la maestra ha hecho en el pizarrón, que no es más que una aproximación, un triangulo rectilíneo o un círculo. Cuando ella dibuja un círculo con su compás, uno ignora el hecho de que el ángulo del lápiz cambia al hacer el dibujo, y la línea del círculo es, por lo tanto, más ancha de un lado que del otro. El lector sistemáticamente rechaza no sólo las líneas erróneas, pero también las particularidades con que las letras tienen que ser materializadas. Pasa por alto el hecho de que fueron escritas en tinta azul o negra, o en tipo Courier 10 o Courier 12. Leer es una manera peculiar de mirar que vaporiza el substrato, la tonalidad y el grano del papel o de la pantalla de la computadora y ve la escritura como patrones arbitrariamente en el espacio como desconectados de la exposición material de las cosas.
Para comunicarse tiene uno que haber practicado ese mirar materializador que ve patrones como escritura y ese escuchar desmaterializador que oye oleadas de sonidos como palabras o frases. Es empujar hacia el trasfondo, como ruido, el timbre, tono, volumen, y duración tonal particular de las palabras siendo pronunciadas, y empujar al trasfondo, como ruido blanco, el color, ortografía, y tipografía particular de los patrones visibles. La comunicación—por medio de palabras o de señales psico-motrices convencionalizadas—depende del desarrollo común de estas habilidades para eliminar el ruido inherente en las señales y en desmaterializar la visión y audición.
Para comunicarse con un otro, uno debe primero fijar los términos con los cuales uno se comunica con los momentos sucesivos de la experiencia propia. Tener ya un término por el cual, cuando uno lo pronuncia ahora, uno lo toma como que significa lo mismo que cuando uno lo pronunció hace un momento, esto en sí implica haber desmaterializado el patrón auditivo, y la vocalización para convertirla en un significante, en una palabra. La memoria lleva a cabo esta desmaterialización. Cuando uno transmite algo en palabras a otro, ¿Cómo entonces es que puede uno saber si la comunicación ha sido exitosa? Porque uno escucha a este otro hablar sobre esa experiencia, responder a ella, y relacionarla a otras experiencias, en términos que uno mismo hubiera utilizado. Para reconocer las palabras de otro como las palabras que uno mismo hubiera usado o usaría, uno desparticulariza esas palabras de sus particularidades empíricas: su tono, timbre, ritmo, densidad, y volumen—su resonancia. Uno desliga a la palabra del ruido de fondo y del ruido interno de su pronunciación. La máxima eliminación de ruido produciría una comunicación exitosa entre interlocutores quienes a su vez son máximamente intercambiables.

Los sentidos que comunicamos—las maneras en que nos referimos a objetos y situaciones—son entidades abstractas: formas recurrentes. Los significantes con que nos comunicamos, son abstractos, universales: ideales. Pero los referentes, también, son entidades abstractas e idealizadas.
Si le hablamos a otro sobre la vista de las montañas, es porque ese paisaje montañoso nos habló a nosotros; si hablamos de una puerta roja, mas no café, es porque la puerta emitió señales en las vibraciones que entraron en contacto con nuestros ojos. Si nuestras palabras, señales dirigidas a otro, tienen referentes, es porque las cosas nos dirigen señales a nosotros—o de menos transmiten señales en general.
El entorno está lleno de señales continuamente siendo transmitidas de todas las configuraciones y superficies de las cosas. Ver el color rojo, recoger las señales de esa puerta o de la vista, es constituir una cantidad enorme de señales irrelevantes y contradictorias como ruido de fondo.
Pero para referirse a ese color rojo con una palabra que uno ha usado para referirse a cosas rojas anteriormente, y que será usado por el interlocutor de uno quien no lo ve o quien lo ve desde su propio ángulo o perspectiva, involucra filtrar una multiplicidad de señales emitidas por esa puerta en particular en el sol y sombras de esta tarde y recibidas por uno quien sucede que se encuentra ahí parado. Lo que comunicamos, con la palabra o concepto “rojo” es lo que, en esta puerta roja, puede recurrir en otras cosas designadas por esta palabra. La recepción de señales por referentes en vista de comunicarse con ellos no es una palpación que discierne el grano y pulpa y tensión con la cual cada cosa llena el lugar que tan obstinadamente y tan exclusivamente ocupa. Es ver el rojo de la puerta, y las tinieblas del bosque y la forma de las hojas, como patrones modulares estampados en la impenetrada densidad de las cosas. Solamente este tipo de percepción niveladora e indiscriminada, argumenta Michel Serres, lo que puede ser comunicado. “El objeto percibido” se queja, “es indefinidamente discernible: tendría que haber una palabra distinta para cada círculo, para cada símbolo, para cada árbol, y para cada paloma; una palabra diferente para ayer, hoy, y mañana; y una palabra diferente dependiendo de si quien lo percibe eres tu o yo, de acuerdo con si uno de los dos está enojado, resentido, y etcétera, etcétera, ad infinitum.” Comunicarse es consignar como ruido el abarrotado oleaje de señales emitidas a cambio de lo que es particular, perspectivo, y distintivo en cada cosa.
El esfuerzo Socrático por comunicarse con extraños es, en realidad, el esfuerzo de no certificar racionalmente la república Ateniense existente pero fundar una república de comunicación universal ideal—una ciudad máximamente purgada de ruido. Es un esfuerzo por fundar un discurso científico y matemático y así silenciar el retumbar del mundo. Al construir una representación objetiva de la naturaleza por medio de entidades matemáticas uno produce una comunidad en comunicación quasi-perfecta, una comunidad Jacobina transparente, donde lo que es formulado en la mente de cada quien es lo que es formulado en la mente de los demás. Esa comunidad sería inminente hoy día, ya que toda la información es codificada digitalmente y trasmitida por satélite en los silencios del espacio exterior.
¿Pero es realmente cierto que un discurso universal, abstracto, objetivo, y científico es desparticularizado, y por ende el discurso de quien sea? No puede ser accidental que hacer filosofía es componer la filosofía de uno, una filosofía que se descompone con uno. “¿Si la filosofía es autobiográfica, en un sentido que la ciencia no lo es…,” esto decía yo cuando una filosofa de la ciencia me interrumpió para refutar la distinción. “Es fatuo decir que si Einstein no hubiera inventado la teoría de la relatividad, alguien más lo hubiera hecho.” ella objetó. “Todos ahora entienden que la información con la que él trabajaba y que él intentaba integrar podrían ser formuladas e integradas en un número de maneras diferentes, imaginables y hasta ahora inimaginables. Si Einstein no se hubiera salido a tiempo de la Alemania Nazi, hay todas las razones para pensar que nunca tendríamos la teoría de la relatividad:” El término “electricidad” tiene un sentido diferente para un reparador de televisiones que para un ingeniero en electrónica trabajando en generadores de energía urbana o en equipo de informática, pero también para un meteorólogo, un fisicomatemático, o para un astrónomo. Su significado es diferente en cada laboratorio; los distintos modelos y paradigmas con los que cualquier científico trabaja abren una plétora diferente de caminos para el movimiento de sus términos. No es solamente la nueva hipótesis planteada y experimentos nuevos lo que genera nuevas concepciones; cuando un científico lee el trabajo de otro científico, los términos pueden generar un movimiento diferente en los caminos de operaciones conceptuales del lector que los del escritor.
¿No es, entonces, la idea de un tipo de transmisión máximamente inequívoca de mensajes en la industria de un espacio social máximamente purgado del ruido que invoa Serres, solo un ídolo mas en el mercado—ideal de la teoría de comunicación (diseñado para el servicio de nuestro complejo militar-industrial)?

El Ruido en el Mensaje
Somos necesarios como causas eficientes de enunciados nuevos; como productores de información nueva formulada en palabras viejas. Pero en nuestras particularidades, en nuestros puntos de vista perspectivos, y en nuestras distintivas capacidades de emitir y recibir significados, somos parte del ruido. El tiempo que toma formular esos enunciados es un tiempo lleno de la opacidad de nuestras propias voces. Que transparente podría ser la comunicación si no hubiera resistencia en los canales que la conducen: sin la voz que pronuncia, tartamuda, abrumadora, cadente.
Sin embargo, ¿Qué no hay también una comunicación en el escuchar el ruido en la voz de otro—el ruido de la vida de otro que acompaña el rasgueo del mensaje? ¿Qué tipo de comunicación sería esa?

Serres dice que lo particular, lo material, lo empírico es indefinidamente discernible. Es una sucesión de señales, cada una con su propio nombre, en una estática que no puede ser grabada o reproducida. Y ciertamente día a día logramos comunicarnos unos con otros, no sólo la formula abstracta de una epifanía, pero la singular magia del encuentro con una tarde de principios de invierno, el encanto de algo que alguien dijo que nunca había sido dicho antes, o la extrañeza de un sentimiento no antes sentido. El lenguaje es el sorprendente poder de decir, con una cantidad limitada de palabras y estructuras gramáticas, enunciados nunca antes dichos que formulan eventos que nunca antes han ocurrido.
Cada nuevo enunciado que logra decir algo lo hace, según Merleau-Ponty, por medio de una deformación coherente de los paradigmas de enunciados ya existentes en el lenguaje. Cada nuevo enunciado también continúa la extensión, flexión, y deformación del código. “Dejadnos estar de acuerdo,” escribe Serres, “en que…la comunicación sólo es posible entre dos personas acostumbradas a las mismas…formas, entrenadas a codificar y descodificar un significado usando la misma clave.” Pero cuando un Americano que creció oyendo leyendas Hindús, le dijo a un Ingles, quien creció oyendo las leyendas de los conquistadores imperiales, “El es valiente…,” no tienen la misma clave para esta palabra. Si, sin embargo, el uno entiende al otro, es porque improvisa la clave a la par de que el otro sigue.
¿No es falso también suponer que sólo el significado afín a una palabra por un código fijo o en evolución, comunica? El ritmo, el tono, la periodicidad, los tartamudeos, y los silencios comunican. En el apuro de una voz sin aliento, el tumulto de eventos se expresa; en el silencio pesado que presiona sobre la voz, el tedio opresivo de un sitio es comunicado. “ ‘Compruébalo,’ exigió el sistema logocéntrico que el historiador de arte adora. ‘Comprueba que aún me amas…’” Joanna Frueh, crítica de arte preformativo, dice en diferentes entonaciones, volúmenes y crescendos---batallando con la voz de la demanda académica que rodea al masculino: “Compruébalo….Comprueba que aún me amas…” “Comprueba que aún me amas…”
El ruido en nuestras gargantas que llena el tiempo que toma transmitir el mensaje comunica el ruido de las cosas o hace que las cosas sean discernibles en su pluralidad empírica. Por la pronunciación de cada entender que tenemos en un particular empírico—un círculo, árbol, o paloma particular que vimos ayer cuando estábamos enojados o rencorosos—interrumpiendo en la circulación universal de códigos, palabras claves, y ordenes; todas señalan a un interlocutor particular; y al interrumpir la narrativa o la explicación con una entonación, un ataque y cadencia, o con redundancias que hacen borroso el significado, y exclamaciones que aúllan, exaltan, o te dejan sin habla; logramos comunicar la diferenciación, la pluralidad de facetas y de perspectivas y de discernibilidad indefinida de particulares empíricos. Cualquiera que piense que sólo emitimos ruido es que no quiere escuchar.
Quien entiende no está extrayendo lo abstracto del tono, el ritmo, y las cadencias—el ruido interno de lo dicho, la cacofonía interna de la emisión del mensaje. Él o ella también está escuchando ese ruido—la respiración fogosa o rasposa, los pulmones hiperventilando o somnolientos, los rugidos de los ecos corpóreos—en que el mensaje es particularizado y materializado y en que la realidad empírica de algo indefinidamente discernible, encontrado en el camino de la vida de uno, es referido y comunicado.

Con este ruido interno es el otro, quien en su materialidad, se posa y se distingue haciendo sus apelaciones y demandas. El otro no es simplemente la función recurrente de apelar a mí y contestarme; él o ella son una vulnerabilidad e una intrusión empíricamente discernibles. En Visage, Luciano Berio compuso no con palabras pero con los elementos sonoros con los cuales las palabras se forman—los suspiros, inhalaciones, vacilaciones, zumbidos, silbidos, sollozos, risas, chillidos, gimoteos, gritos, resoplos, ronroneos, tartamudeos y quejidos—de los cuales, a veces, se forma una palabra. Las aventó al vasto espacio en el cual los sonidos electrónicos resuenan, golpean, cantan, dispersan, disipan y donde, finalmente, el rugir de las maquinas ahoga la voz humana. En ellos, Cathy Berberian se expone a sí misma más de lo que sus intenciones y juicio pudieron haberlo hecho—expone su sensibilidad, su susceptibilidad, su mortalidad, y el flujo y rango de su existencia carnal.
Como causas eficientes de expresiones que transmiten información, somos intercambiables. Nuestra singularidad y nuestra discernibilidad indefinida se encuentran en, y se oyen en, nuestros gritos y nuestros murmullos, nuestra risa y nuestras lágrimas: el ruido de la vida.

El Ruido de Fondo

Si la teoría neoSocratica de la comunicación de Micheal Serres no ha entendido—no ha querido entender—el ruido inherente a la comunicación: el pulso y el titubeo, la opacidad del timbre y la densidad de la voz, el ruido de la vida, el ruido de cada uno de nosotros en nuestra particularidad; entonces tampoco ha entendido—no ha querido entender—el ruido de fondo en medio del cual hablamos.

Avances en las tecnologías de insonorización y de grabación digital prometen la total eliminación del ruido de fondo. Los tanques de privación sensorial fueron inventados en los 60’s por Lily quien trabajaba con delfines y que, como cualquier buzo, amaba el silencio y el placer del silencio del buceo profundo y pensó en duplicarlo en tierra. Pero la tecnología que elimina el ruido, también elimina la comunicación. En la ausencia de señales auditivas, visuales y táctiles de fondo, uno ya no siente los límites entre afuera y adentro, pasado y presente, percepción e imágenes, y pronto uno comienza a alucinar. Si la recepción de una señal determinada es imposible más allá de cierto nivel de ruido de fondo, la intención de emitir una señal determinada se vuelve irrealizable sin cierto nivel de zumbido ambiental para escalar, puntualizar y redirigir. Ruido blanco grabado—murmurar de bosque, traqueteo de la ciudad—fue agregado a las capsulas espaciales; y estas grabaciones son vendidas a terrestres viviendo en apartamentos insonorizados.
Comprendemos que el ruido de fondo es esencial para la comunicación cuando entendemos que la recepción en el sistema de comunicación de nuestros cuerpos no es un exponer pasivo de una superficie de sensibilidad preprogramada al estimulo exterior, sino que involucra una selección (activa) de señales de entre una multiplicidad de señales irrelevantes y contradictorias. En cuanto que el órgano receptor puede recibir una amplia variedad de señales, la percepción es el poder activo de enfocarse en, aislar, segregar, moldear y formar, y reducir el resto (ruido) a una indiferenciación. Si cada vez que miramos, vemos una figura resaltando en contraste a objetos adjuntos, esto no es debido a la estimulación física que se está esparciendo por nuestras retinas; es debido al poder activo de nuestra mirada. Ya que la comunicación es, para el receptor, un separar activamente una figura de su trasfondo, entonces en la ausencia de un trasfondo tampoco puede haber una figura. Si uno mira dentro de una caja negra, cerrada, en forma elíptica, uniformemente iluminada con luz blanca, uno no puede ver lo negro o la superficie; lo único que uno ve es una densidad gris luminiscente. Pero si uno entonces inserta una franja blanca de papel, de pronto la luz se torna transparente y el tono medio de desvanece y se condensan en negro las paredes de la caja. Cuando el psicólogo sienta a un sujeto en una habitación de tal manera que éste ve únicamente la superficie homogénea de una amplia pared iluminada de manera uniforme, el sujeto no puede ver que tan lejos se encuentra ésta de él, no puede ver superficie alguna, todo lo que ve es un medio de profundidad a su alrededor, no pude siquiera decir de que color es. John Cage una vez salió de un cuarto insonorizado para declarar que no existía tal cosa como un estado de silencio. En es cuarto él oyó el sacudir, traqueteo, zumbar, pulsar, campaneos y rechinares con los cuales resonaban los movimientos de sus músculos y glándulas junto con los oleajes y retumbares de los interminables movimientos de la atmósfera.

Si la recepción de una señal determinada es la segregación de un campo sonoro en figura y zumbido de trasfondo, la emisión de determinada señal se forma en el zumbar del campo. La teoría de la comunicación identifica al zumbido de fondo como una multitud de señales irrelevantes y en contradictorias. Designarlo, entonces, como ruido es concebirlo desde el punto de vista del individuo teleologicamente destinado a la ciudadanía en una república ideal, una purgada máximamente del ruido de la vida y del dominio empírico—la Grecia milagrosa o la totalmente transparente sociedad Jacobina. Deberemos concebir un entendimiento diferente del ruido de fondo si ponemos a la vocalización bajo la perspectiva de la biología evolutiva.
Un día, mientras manejaba en el caótico tráfico de Teheran, con cada movimiento que hacía intentaba provocar más toques de claxon de los coches a mi alrededor, le comenté a un viajero que había recogido en la carretera, que después de cinco cuadras de esto me sentía como una lagartija de carretera en anfetaminas baratas. “Ah, ellos no son como nosotros los occidentales, que usamos el claxon como un aviso o una amenaza,” dijo él. “Son como pichones haciendo un tumulto mientras comen trigo fresco en el campo. Ellos están”, quiso decir, “creando un ambiente sonoro en el cual se funden simbióticamente unos con otros.” Lo entendí de inmediato, porque mi mente se regreso a las largas noches que me pasé conduciendo por Turquía e Irán, cuando llegar al siguiente pueblo demostraba no tomar la hora calculada, sino seis debido a las pésimas condiciones de las autopistas y los ríos inundados, pensé entonces que manejar de noche en un coche era la forma absoluta de eremitismo que la civilización había finalmente inventado. Cuando estás solo en medio de la noche en un cuarto de hotel en un país ajeno, no puedes arrojar tu soledad y miseria en quejidos sin que alguien te escuche del otro lado de la pared, pero cuando estás manejando por las noches en una carretera puedes gritar y ninguno de los otros coches rebasándote o en el otro carril te oirán. Cuando manejo largas distancias de noche, yo, como Simon Styletes en su pilar del desierto egipcio, invariablemente caigo en el mismo ejercicio espiritual extremista que gira entorno a la temática del Momento mori, revisando el sentido o el sinsentido de mi vida en el vacío cósmico que tengo delante. Con los toques de claxon, los quejidos y anhelos de la soledad penetran la armadura del rugir con el cual el auto de uno encubre movimiento, y se funde y convierte común.
Cuando uno vive con aves uno observa cómo el nivel de ruido de las aves se mantiene al nivel del ruido de la casa, con el del viento que comienza a susurrar y chiflar por los lados, con cada grado de volumen que le subes al tocadiscos. Es el traqueteo y raspeo de las cosas inertes lo que provoca la vocalización de los animales; peces zumbando con el riachuelo y las aves parlotean en el crujir del ventoso bosque. Vivir es hacer eco de la vibración de las cosas. Ser, para las cosas materiales, es resonar. Hay sonido en las cosas al igual que hay calor o frío en ellas, y resuenan de la misma manera que irradian su calor o frío. El pato y el albatros, los cuervos y los colibríes, los coyotes y las focas, una escuela de peces y las grandes ballenas, lo cocodrilos de manera infrasónica y los grillos ultrasonicamente continúan y reverberan el crujir de las ramas, el aleteo de las hojas, la danza de las piedras, el rechinar de las placas de la tierra.
Este ruido no es analíticamente descomponible, como quisiera creer la teoría de la comunicación, en una multiplicidad de señales, en bits de información, que son irrelevantes o que se encuentran en conflicto: que se han convertido, como dice Serre, equivocas. El ruido figura como resonancia y vocalización que, como las raspantes alas de los grillos que oímos, no contienen mensaje alguno. En su Chronochromie, Olivier Messaien, no compuso en música, en ritmo, armonía y melodía, la enorme cantidad de señales siendo emitidas por los pájaros de la jungla de los cuales el tenía su vasta colección de cintas de cantos de aves; podemos escuchar en el Chronochromie los sonidos de metales—platillos, campanas, bloques, tubos, y frotes; maderas—caobas, robles, y bambúes; pieles—tambores y acordes; fibras—matraquear; y cuerdas, membranas y fluidos transformándose en el salvaje y exaltado traqueteo de multitudes de cosas emplumadas voladoras. Y al oírlo, se transforma de nuevo en nuestro propio sonido.
Nosotros también comunicamos lo que comunicamos por medio del ruido de fondo, y comunicamos el ruido de fondo. La comunicación ocurre cuando la vibración de la tierra, de los mares, y de los cielos es tomada, condesada, y se desenlaza en los huecos del cuerpo de uno, y luego es soltada, y cuando uno escucha su eco regresando con el viento y la marea.
En la región montañosa de Irian Jaya parecía que sin importar que tan tarde fuera en la noche, siempre había alguien que no podía dormir y se pasaba su insomnio cantando y tocando los tambores. “¿Están preparando una ceremonia o una fiesta?” le pregunté a un misionero que me había dado posada y quien me mantenía despierto para una misa de Navidad de media noche. “No,” contestó. “Así pasa cada noche. De hecho le tienen miedo a la moche. Son como niños,” dijo él, con el cansancio de sus años. Pero sus vocalizaciones no me sonaban como si procedieran de un pecho en el cual el temor temblara. Me parecía, más bien, que sus cánticos y llantos recogían y reverberaban sonidos que sus propias gargantas y las de otros hacían, sonidos que los árboles y las aves de la noche y los vientos producían. J.M.G. Le ClEzio vivió mucho tiempo entre los indios chiapanecas en México y en Panamá; vivir entre ellos es vivir en los días y noches de su música: música hecha con tubos de bambú, tubos perforados, tambores, conchas, maracas, y también con el firme falsetto de su voz, la garganta en sí habiéndose convertido en una flauta o silbato. Le ClEzio lo oyó en medio del estruendo de la selva: en el ladrar de los perros, el llanto de los monos, los roedores, los halcones, los jaguares, y en la vocalización de las ranas que llenan la duración entera de cada noche en el bosque tropical. Le parecía que cualquier musicólogo que recién hubiera estudiado las cintas de música Indigena, en sus laboratorios llenos de sintetizadores, en París o Frankfurt, hubiera inevitablemente conectado las escalas, tonos, ritmos, y fraseos específicos de esa música con valores culturales y convenciones, y tratarían de conectarla con sus mitos y su trágica historia cultural. Pero la suya es una música hecha de llantos y cantos sin melodía o armonía, una música no hecha para bailar o complacer; es una música a través de la cual ellos ven, escuchan, y sienten en la anestesia de la noche. “La música melódica es, primero que nada, la convicción de que el tiempo es fluido, de que los eventos recurren y de que hay lo que llamamos ‘sentido’.” Pero “para el Indio Chiapaneco, la música no tiene sentido. No tiene duración. No tiene principio, no tiene fin, no tiene clímax.” Las palabras son celdas en las cuales el aliento de la vida es aprisionado en forma humana; en una música desprovista de melodía y de sentido, él escucha a los mundos animal, vegetal, mineral y demoníaco. Uno tendría que oírlo ahí, en las noches de la selva Lacandona, para entender que esta “música” no es una producción estética, es decir, una creación de subjetividades humanas intentando comunicar estados inmanentes como estados anímicos, sentimientos, valores, o mensajes a otras subjetividades. Es una prolongación del murmullo de la selva, de las arenas susurrantes, de resonar de los cuerpos celestiales.
Separada de las vocalizaciones, retumbos, crujidos, y meneos de la naturaleza animada e inanimada, la música se torna en un medio de comunicación exclusivo para humanos. Se le puede agregar palabras, palabras que hablan de la soledad de los individuos que trasciende a través del amor humano. Pero este tipo de comunicación en una ciudad máximamente purgada de ruido es una creación reciente. Hace poco una amigo, en su sistema de sonido último modelo, me toco un CD de la única grabación completa de la Kechak Balinesa. Al escucharlo, de inmediato me quede atónito y asombrado por la pureza, transparencia, y belleza de esos sonidos digitalmente grabados y limpiados. Pero tras unos momentos, comencé a pensar en lo abstracto que era; uno escuchaba no más que un mero mapa tonal del Kechak, como leer una partitura de un concierto de arpa sin escuchar el tintineante crescendo o sin ver la elegante y aristocrática figura del/la arpista sentado/a allí en una barroca sala de conciertos en Praga. Nunca había yo conseguido más que irritar a quien fuera conmigo en mi auto mientras yo traía música Balinesa o de Java en el toca-cintas del coche, y con aire de disculpa explicaría que, de hecho, yo había sido tan cautivado por esta música debido a todo el entorno: divagar en la oscura y húmeda jungla tras el fin de un día de trabajo; relajándome por una hora o dos chismeando con un grupo de Balineses bastante despreocupados de que los participantes no han llegado aún dos horas más tarde de lo que dijeron; asentarse en el pulso de las ranas e insectos de la noche; estar ahí sentado en el piso mientras el círculo de hombres sentados se acrecentaba y el sacerdote encendía las antorchas que despiertan a las monstruosas figuras de los demonios que cuidan la zona del templo mientras el incienso incita a los espíritus que rondan entre los árboles y viñas florecientes, y los brillosos cuerpos semi-desnudos de hombres amasados en el suelo comenzaban a mecerse mientras el trance se esparce entre ellos, el trance tan antiguo como el mar, y luego sus repentinos gritos animales saludando a la aparición de los dioses zigzagueando entre ellos: dioses que bailan, vestidos en sedas y túnicas exquisitas, sus cabezas coronadas con flores de tallos delicados y ardientes varas de incienso y sus joyas arrojando fuegos de chispazos de rubíes y zafiros. La grabación digital, limpio no sólo el ruido del aparato reproductor pero todo el ruido de fondo de la presentación, de ninguna manera, pensé, reproduce con exactitud los sonidos de la danza Kechak; crea música. La civilización occidental que creó, en el siglo dieciocho, la economía de mercado y, en efecto, la actividad económica, que creo la abstracta esencia universal de la libido; que creo a las personas como femeninas y masculinas; que creo la representación libre de valores, objetiva de la naturaleza y de la historia y la cultura; que creó esculturas de los fetiches Africanos y creó cuadros de los Thangkas, esos diagramas cósmicos e instrumentos para centrar la meditación que uno encuentra en los gompas (monasterios) tibetanos; que creó el arte, el arte por el arte, de los rituales y ceremonia cívicas; ahora ha creado música del Kechak de Bali. Los balineses, por su parte, no tienen palabra alguna en su lengua para el arte y no escuchan música; en la noche en el área del templo, arrullan a su niños berreantes, los amamanta, hablan con sus vecinos, salen por algo de comer, admiran y severamente critican la puesta en escena de su paisano que se encuentra bailando el Rama o el Sita, entran en trance, salen de trance, se transmutan en dioses, demonios, ríos, tormentas, y noche. Pero, de hecho, cuando Bach compuso, ensayo, y dirigió una cantata, no estaba simplemente creando música; estaba alabando a Dios, ganándose merito y su salvación, pagando la manutención de sus doce hijos, compitiendo con Teleman y Purcell, realzando el estatus de su príncipe-patrón y el suyo mismo, y contribuyendo a una fiesta navideña exitosa para todo el pueblo.
En nuestro tiempo, el crear música, como cualquier otra creación cultural es una inestimable contribución a la riqueza de nuestra herencia, y hace, como Nietzsche diría, de esta vieja tierra un lugar más dulce para vivir. La música fue producida por medio de la eliminación electrónica de todas las señales marginales y subliminales provenientes del medio sonoro no-musical: el parloteo del pueblo, la gente, y la historia; los murmullos remotos y el retumbar de los dioses y demonios; los perros que ladran y los gallos que cantan prematuramente despertando de su somnolencia por el amanecer que ven por el parpadeo de las antorchas; los insectos de la noche y las ranas; el sacudir de la hojas; el cascar de la lluvia; la inquietud de las corrientes de aire en los cielos nocturnos; y el rechinar de las capas de las piedras—el ruido de fondo.
Nosotros tampoco vocalizamos o marcamos superficies sólo porque tenemos algún mensaje que transmitir. El habla significativo, pronunciaciones en los que uno puede, como Serres, distinguir la eufonía de la cacofonía, el mensaje del ruido, es sólo una parte abstracta del habla. Cuando los ortógrafos y lingüistas analizan cualquier texto, se asombran de cuanta redundancia hay en todo hablar; cuanto de lo que nos decimos unos a otros es repetición, coro, murmullos, y resonancia extraida. No somos diferentes de las aves celestiales, que campanean juntos pero sabes que es sólo ocasionalmente, en todo ese relajo efervescente, que alguna información sobre alguna semilla deleitable que se encuentra en sus platos ese día o sobre algún peligro es lo que se les está avisando.
Ahí estabas, tomando una siesta en tu habitación y despertaste, preguntándote que hora era. Y pensaste, al igual que esa maltratada figurita sobre una cama de una caricatura francesa que tenias pegada cerca de tu cama a la altura de tu vista desde la almohada, “Si je continue comme ça, je ne serai jamais maître du monde!” (¡Si continúo así, nunca seré el amo del mundo!). Intentaste bombear algo de sangre y echarte a andar, te dirigiste a la cocina, sacudiendo cosas en tu camino, haciendo rechinar la puerta al abrirla de un empujón, para provocar algo de movimiento en ese silencio muerto de la casa. Encontraste a tu compañero de casa tirado indolentemente en el sillón, como una rana de sangre fría a media tarde: “Oye, güey, ¿Cómo qué andas haciendo o qué onda?” ¿Donde está la información ahí? Lo dijiste para comenzar algo de ruido en la noche, algo de ritmo, para empezar un poco de movimiento.
Es fuera de y en medio de la reverberación de la materialidad ambiental que las pronunciaciones que emitimos toman forma, y se lanzan para regresar a ello. La resonancia de las cosas animadas e inanimadas se encuentra en la redundancias, las vocales y consonantes extraidas, las eses y los gruñidos y eyaculaciones, el balbuceo y el farfullar y los murmullos que sonel baso continuo de nuestras emisiones cargadas de mensaje.
La tecnología de computadoras, motivada por las industrias piloto del complejo industrial-militar, otorgan la más alta prioridad al la transmisión más efectiva, eficiente y sin esfuerzos posible. Es la tecnología de cómputo la que ha dado forma a la teoría de comunicaciones contemporánea. ¡Pero tan poco de lo que nos decimos hace algún tipo de sentido! Tan poco de ello pretende que nos lo tomemos en serio, tanto de ello es simple absurdidad, que nos permitimos con el mismo calido placer visceral con el que eructamos o tiramos un pedo. Realmente es, como dijo Nietszche hace mucho tiempo, de mal gusto el hacer pronunciaciones serias y o componer argumentos lógicamente validos en compañía civilizada. Tanto del idioma agregado a industrias y empresas que están programadas por las leyes naturales de nuestra ciencia racional y que operan completamente por sí mismas, tanto del idioma agregado a tambaleos y crisis y hasta a desastres no tiene otra función más que hacernos reír. Risa mezclada con quejidos, gemidos, aullidos, gritos en el ruiderío del mundo. Así como tanto de lo que decimos mientras nos abrazamos no es más que para soltar nuestros suspiros y sollozos a la lluvia y los mares.
Todas estas puntuaciones, exclamaciones, tartamudeos, murmullos, retumbos, alabanzas, difamaciones, y risas, todo este ruido que hacemos cuando estamos juntos hacen posible que nos podamos ver como luchando, juntos, para interferir la inequívoca voz del extraño: el que facilita de la comunicación, la prosopopeya de la máxima eliminación de ruido, para poder oír el distante tumulto del mundo y sus demonios entre la ciudadela ideal de la comunicación humana.