Es necesario que José Luis Rodríguez Martínez, secretario de educación estatal, informe con detalle la estrategia pedagógica que ya puso en marcha para que los alumnos de preescolas, primaria y secundaria no corran el riesgo de perder el ciclo escolar. Es un compromiso que, apoyado por la visceral Josefina Vázquez Mota, se ha echado a cuestas pase lo que pase.
Ya no se trata solamente de informar la apertura gradual de centros escolares. Eso sólo nos parece que es el “parte” diario de las “batallas” emprendidas, pero que de ninguna manera nos dice si las cosas se están haciendo con dirección y calidad. Tampoco es garantía que
Sólo para ejemplificar nuestra preocupación, pongamos por caso una escuela no tan hipotética, en donde ya laboran “maestros”. Es importante el número de esas escuelas a las que todavía no acude el total de alumnos inscritos. El dato verídico, si no reincide en crear una barrera de desinformación, lo tiene la parte oficial. Pero aunque fueses pocas las instituciones en donde se registre un fenómeno como el que arriba mencionamos, de cualquier modo la autoridad está obligada a rendirle buenas cuentas a los padres de familia.
Veamos: si en esa escuela no tan hipotética sólo está acudiendo formalmente la mitad del alumnado, ¿cuál será el destino de la otra mitad? ¿Lo reprobarán? En contraparte, ¿aprobarán los que sí acuden solamente por atender al llamado de quienes abrieron la escuela?
Ante ese tipo de irregularidades, más las que todavía faltan por sumarse, es probable que los padres de familia echen todo la culpa al gobierno y a los maestros si sus hijos, los que asisten desde que empezaron esas clases sui géneris, obtienen resultados deficitarios. ¿Qué harán ante esas contingencias? Y las sedes alternas no oficiales, que funcionan con la atención de maestros paristas, ¿los estudios realizados no serán avalados oficialmente, pese a que quienes tutelan a los alumnos son precisamente a los que piden regresar a sus aulas porque se le reconoce su capacidad docente? Allí esta el caso de la secundaria ocho de Ocotepec: padres inconformes no lograron abrir la escuela a punta de trancazos. Su contraparte decidió apoyar a los maestros y seguir enviando a sus hijos al auditorio de la comunidad. ¿Reprobarán a esos alumnos sólo porque no están en una sede alterna oficial?
Pero volvamos a la escuela no tan hipotética. Supongamos que el grupo de tercer año, al que deberían acudir cuarenta alumnos, por ahora sólo tiene quince, con quienes ya se inició el programa de estudios, si bien no con todas las asignaturas, ni acudiendo diariamente. Pensemos que a la semana se incorporaron otros cinco y a la otra semana lo hicieron diez más. Supongamos también que el resto, es decir, otros diez alumnos, no se incorporan hasta que regresen sus maestros definitivos, si es que los dejan regresar. ¿Cómo le harán esos maestros improvisados para nivelarlos? Esperemos que no sea dejándoles tareas al mayoreo y ya. Eso cualquier lo puede hacer, hasta un aborigen de la selva lacandona que nada sepa de educación y menos de calidad. ¿Se dejará que eso suceda?
Como lo dijimos en una columna anterior, las preguntas serían muchas más, mientras no se informe del sustento pedagógico en el que se apoya, si es que se apoyan, los estrategas de abrir escuelas y sedes alternas, como lo vienen haciendo. Si no lo han pensado, tampoco han meditado en los problemas que se les vienen. Aunque, despreocupados de la calidad que tanto pregonan, quizá esas preguntas les importe un bledo, pues la intención no es ofrecer en estos momentos un servicio educativo de excelencia, sino solamente ejercer presión para debilitar un movimiento que ya duró demasiado.
E mail: profechon@hotmail.com
artículo tomado de "El Regional del Sur" www.elregional.com.mx
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