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jueves, 1 de enero de 2009

EL ESTADO NAZI SIONISTA DE ISRAEL ES, ADEMÁS, UN ESTADO TERRORISTA

Masacre de Sabra y Chatila

De Wikipedia, la enciclopedia libre


La masacre de Sabra y Chatila fue una masacre de palestinos que tuvo lugar en dichos campos de refugiados, situados al oeste de Beirut, durante la Guerra del Líbano de 1982, a manos de la falange libanesa. Según la Comisión Kahan, Israel fue indirectamente responsable de los hechos.[1] Esta masacre mereció la calificación de acto de genocidio por parte de la Asamblea General de Naciones Unidas a través de su resolución 37/123.[2]


Los hechos

El 14 de septiembre de 1982 el líder maronita y mandatario electo libanés, Bashir Gemayel, fue asesinado, junto a cerca de cuarenta personas más, en la voladura con explosivos de la sede central en Beirut de las Fuerzas Libanesas, una milicia cristiano-falangista aliada de Israel. La acción terrorista se atribuyó al agente sirio Chartouni. Para preservar su estrategia en Líbano, en peligro por el atentado, dos divisiones del Tsahal, al mando del Ministro de Defensa Ariel Sharon, ocupan Beirut oeste al día siguiente, esta acción israelí violó su acuerdo con los Estados Unidos de no ocupar Beirut occidental.[3]

Para el mediodía del 15 de septiembre, las Fuerzas de Defensa Israelíes (FDI) habían rodeado completamente el campamento de refugiados de Sabra y Chatila y controlaban todas las entradas y salidas del campo. Las FDI también ocuparon un buen número de edificios como puestos de observación. Horas más tarde, los tanques de las FDI comenzaron a bombardear los campamentos.[4]

Ariel Sharon, y el Jefe de Estado Mayor Rafael Eitan se reunieron con las unidades de la milicia cristiano-falangista libanesa, para invitarles a entrar en los campamentos de refugiados de Sabra y Shatila. En el marco del plan israelí, los soldados israelíes tenian que controlar el perímetro de los campamentos de refugiados y prestar apoyo logístico, mientras que los milicianos falangistas tenian que entrar en los campamentos, encontar combatientes de la OLP y entregarlos a las fuerzas israelíes.[4] Las reuniones terminaron a las 3:00 de la tarde del 16 de septiembre.

Una hora más tarde, 1500 milicianos cristianos se reunian en el Aeropuerto Internacional de Beirut, ocupado por Israel, bajo el mando de Elie Hobeika, sucesor de Gemayel.

La primera unidad de 150 falangistas, armados con pistolas, cuchillos y hachas entraron a las 6:00 de la tarde en los campamentos de refugiados palestinos de Sabra y Chatila, situados en las afueras de Beirut. Su misión era localizar posibles guerrilleros en retirada de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y desarmarlos, pero lo que sucedió en realidad fue una masacre de palestinos, la inmensa mayoría civiles indefensos, que se prolongó durante más de 30 horas. Ya que inmediatamente después de entar esta unidad en los campos, empezó a cortar gargantas, disparar, y violar, a menudo reteniendo a grupos para la ejecución.[4]

Durante la noche las fuerzas israelíes dispararon bengalas iluminando los campamentos. Según una enfermera holandesa, el campamento estuvo tan brillante como "un estadio deportivo durante un partido de fútbol".[5]

A las 11:00 horas, se envió un informe a la sede de las Fuerzas de Defensa Israelíes en el este de Beirut, informando del asesinato de 300 personas, incluidos civiles. El informe se remitió a la sede en Tel Aviv y Jerusalén, donde fue visto por más de 20 altos oficiales israelíes.[4] Nuevos informes de estos asesinatos fueron enviados durante toda la noche. Algunos de estos informes fueron transmitidas al Gobierno de Israel en Jerusalén y fueron vistos por una serie de altos funcionarios israelíes. Durante las siguientes 36 a 48 horas, los falangistas masacraron a los habitantes de los campamentos de refugiados, mientras que el ejército israelí vigilaba las salidas y seguía iluminando con bengalas durante la noche.

El 19 de septiembre de 1982 y después de tres días de un silencio total, los libaneses descubrieron horrorizados la matanza de esos civiles, algunos identificables, otros hinchados por el sol, apuñalados o destripados.[6]

La cifra precisa de muertos ha sido siempre objeto de disputas y oscila entre «varios centenares» (460, 800) según fuentes cristiano-libanesas, israelíes y algún millar (1.000, 1.500, más de 2.000, 4.000) según fuentes palestinas y árabes.

Consecuencias para Israel [editar]

En Israel

El hecho produjo un gran escándalo internacional y conmocionó a la opinión pública israelí, produciendo una profunda crisis política. Una semana después de la tragedia, el 25 de septiembre, unas 400.000 personas se manifestaron en Tel Aviv –la manifestación más grande en la historia del país–, convocadas por el movimiento pacifista Shalom Ahshav y por la oposición de izquierdas israelí. Exigían responsabilidades, dimisiones y una investigación independiente que aclarase lo sucedido. Menahem Begin, totalmente desbordado, accedió, y tres días después encargó una comisión de investigación al presidente del Tribunal Supremo, Yitzhak Kahan. El informe final de la Comisión Kahan se hizo público en febrero de 1983. Señaló a los cristianos falangistas como autores materiales de las muertes, pero imputaba a Israel una responsabilidad indirecta (como la de las autoridades rusas en los pogromos, dice el informe), critica duramente la indiferencia e imprudencia de algunos ministros y mandos militares, califica de «negligencia grave» la conducta del jefe del Estado Mayor, el general Rafael Eytan y, especialmente, considera que Ariel Sharon «faltó a sus obligaciones», por lo cual recomienda su dimisión o cese como ministro de Defensa.

Algunos historiadores han señalado también la aplicación de un rasero distinto a estos hechos con respecto a otros muchos que sucedieron también entre facciones árabes sin la presencia israelí, y que no suelen recordarse, en una guerra civil que, entre 1975 y 1990, produjo más de 100.000 muertos.

En el mundo

En Europa la noticia de la masacre fue sucedida por diversas reacciones contra Israel. En Italia, los trabajadores boicotearon el aeropuerto de la aerolínea israelí El-Al, y se distribuyeron tarjetas de identificación con la estrella de David y la cruz gamada entrelazados, y el lema "Nazisrael". En Francia, el 21 de septiembre, un grupo de maestros del Liceo Voltaire, una de las principales escuelas secundarias francesas, pararon todas las clases entre las 10 de la mañana y el mediodía. Se redactaron dos cartas, una para el presidente francés, exigiendo la ruptura de todas las relaciones diplomáticas y económicas con Israel y el reconocimiento oficial de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y la otra a la embajada israelí en París, exigiendo la retirada inmediata e incondicional de las tropas israelíes de Líbano. Las cartas fueron leídas por los estudiantes de la escuela reunidos en el patio.[7]

Repercusión

Para muchos, el informe de la Comisión Kahan, el cese de Sharon, y su abandono de la política no fue suficiente.[cita requerida] Sectores pro-palestinos[cita requerida] han seguido insistiendo durante años en acusar a Ariel Sharon de autor o instigador de la matanza, algo que arreció –en forma de procesos judiciales en Europa– cuando éste regresó a la política, al ser elegido primer ministro de Israel en 2001. Así, la justicia belga admitió a trámite una demanda contra Sharon en 2001 en aplicación de una ley de jurisdicción universal para casos de violaciones de los derechos humanos, usada en 1993 para procesar a los acusados del genocidio de Ruanda. Israel no lo tomó en consideración y adujo que se trataba de un proceso basado en motivaciones políticas. Esta ley fue luego invocada para iniciar causas contra George W. Bush, Tony Blair, Donald Rumsfeld, Colin Powell y Condoleeza Rice,[8] y sirvió asimismo como modelo para presentar querellas contra otros líderes por crímenes contra los derechos humanos, como Fidel Castro (en España,[9] acusación que fue finalmente desestimada[10] ) o el propio Yasser Arafat (en Francia).[11]

El Tribunal Supremo belga dictaminó el 12 de febrero de 2003 que Sharon (y otras personas involucradas, como el general israelí Yaron) podrían ser enjuiciados en virtud de esta acusación. No obstante, ante el cuestionamiento de la jurisdicción belga para este tipo de procesos sobre derechos humanos y crímenes de guerra, que causó a Bélgica problemas diplomáticos, esta nación enmendó su ley para que se circunscribiera a casos donde las víctimas fuesen ciudadanos belgas.[12] El 24 de septiembre de 2003, debido a cambios en la Jurisdicción Universal belga, el más alto tribunal belga archivó la causa contra el entonces primer ministro israelí argumentando que no había base legal para el proceso.

Por su parte, y a diferencia de Sharon, el falangista libanés Elie Hobeika, considerado el responsable material de la matanza, nunca fue acusado en un tribunal, ni en su país ni en Europa ni se le siguió asociando a Sabra y Chatila, lo cual le permitió ocupar el puesto de ministro en el gobierno libanés en la década de 1990, hasta que un atentado con coche bomba en Beirut, del que se desconocen sus autores y motivaciones, le costó la vida en enero de 2002. Algunos sostuvieron que se preparaba para testificar en el tribunal belga de crímenes de guerra.[13] [14] Michael Nassar, ex-falangista que se hizo millonario con la venta de armas propiedad de las Fuerzas Libanesas, fue asesinado junto con su esposa en Sao Paulo, Brasil, donde había estado viviendo desde que huyeron de Líbano en 1996.

Ariel Sharon continuó su carrera política pese a su renuncia tras el informe de la Comisión Kahan.


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