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sábado, 10 de octubre de 2009

¿BARACK OBAMA, PREMIO NOBEL DE LA PAZ? CARAY, OSLO, YA NI LA BURLA PERDONAS. Lean algunas opiniones sobre l tan absurda decisión.


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Aumentar tamaño del texto Disminuir tamaño del texto Partir el texto en columnas Ver como pdf 10-10-2009

Premio Nobel de la Paz a Obama
Premio consuelo



En una insólita decisión el Comité Nóbel de Noruega puso fin a siete meses de búsqueda entre los 205 nominados para el Premio Nóbel de la Paz y se lo confirió a Barack Obama. La decisión del Comité noruego provocó reacciones muy diversas en el sistema internacional: desde el estupor hasta una gigantesca risotada. Las declaraciones del presidente de ese órgano, Thorbjorn Jagland, no tienen desperdicio: “es importante para el Comité reconocer a las personas que están luchando y son idealistas, pero no podemos hacer eso todos los años. De vez en cuando debemos internarnos en el reino de la realpolitik. Al fin de cuentas es siempre una mezcla de idealismo y realpolitik lo que puede cambiar al mundo.” El problema con Obama es que su idealismo se queda en el plano de la retórica, mientras que en el mundo de la realpolitik sus iniciativas no podrían ser más antagónicas con la búsqueda de la paz en este mundo.
Según informa Robert Higgs, un especialista en presupuestos militares del Independent Institute de Oakland, California, la forma como Washington elabora el presupuesto de defensa oculta sistemáticamente su verdadero monto. Al analizar las cifras elevadas al Congreso por George W. Bush para el año fiscal 2007-2008 Higgs concluyó que ellas representaban poco más de la mitad de la cifra que sería efectivamente desembolsada, llegando por eso mismo a superar la barrera, impensable hasta ese entonces, de un billón de dólares. Es decir, de un millón de millones de dólares. Y esto es así porque, según Higgs, a la suma originalmente asignada al Pentágono es preciso sumar los gastos relacionados con la defensa que se ejecutan por fuera del Pentágono, los fondos extraordinarios demandados por las guerras de Irak y Afganistán, los intereses devengados por el endeudamiento en que incurre la Casa Blanca para afrontar estos gastos y los que se originan en la atención médica y psicológica de los 33.000 hombres y mujeres que sufrieron heridas durante las guerras de Estados Unidos y que requieren un abultado presupuesto de la Administración Nacional de Veteranos. Obama no ha hecho absolutamente nada para detener esta infernal máquina de muerte y destrucción, y cuando por boca de su Secretaria de Estado denuncia los “gastos desproporcionados en armamentos” en lugar de ver la viga que tiene en su ojo el blanco de sus críticas es ¡la Venezuela bolivariana!
Obama aumentó el presupuesto para la guerra en Afganistán al paso que contempla incrementar el número de tropas desplegadas en ese país; sus tropas siguen ocupando Irak; no da señales de revisar la decisión de George Bush Jr. de activar la Cuarta Flota; avanza en un tratado todavía secreto con Álvaro Uribe para desplegar siete bases militares norteamericanas en Colombia, y se habla de cinco más que estarían a punto de confirmarse, con lo cual está preparando (o se convierte en cómplice) de una nueva escalada guerrerista en contra de América Latina; mantiene su embajador en Tegucigalpa, cuando prácticamente todos se marcharon, y de ese modo respalda a los golpistas hondureños; mantiene el bloqueo en contra de Cuba y ni se inmuta ante la injusta cárcel de los cinco luchadores antiterroristas encarcelados en Estados Unidos. Claro, el Comité noruego sufre periódicamente algunos desvaríos –no se sabe si ocasionados por su ignorancia de los asuntos mundiales, presiones oportunísticas o las delicias del acquavit noruego-, lo que se traduce en decisiones tan absurdas como la actual. Pero, si en su momento le concedieron el Premio Nóbel de la Paz a Henry Kissinger, correctamente definido por Gore Vidal como el mayor criminal de guerra que anda suelto por el mundo, ¿cómo se lo iban a negar a Obama, sobre todo después del desaire que sufriera a manos de Lula en Kopenhagen? La realpolitik exigía reparar inmediatamente ese error. Porque, al fin y al cabo, como lo declaró el propio presidente de Estados Unidos al enterarse de su premio, éste representa la “reafirmación del liderazgo norteamericano en nombre de las aspiraciones de los pueblos de todas las naciones.” Y, en un súbito ataque de “realismo”, los compañeros del Comité pusieron su granito de arena para fortalecer la declinante hegemonía estadounidense en el sistema internacional.
Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.


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Premio Nobel de la Paz a Obama
Obama: apariencia y realidad


La imagen pacifista de Obama, fruto de su oratoria arrolladora y de una eficacísima campaña de marketing político-mediático no encaja con la realidad de los hechos. (Traducido para Rebelión por Gorka Larrabeiti)




El Premio Nobel de la Paz a Obama causa perplejidad. El presidente del “cambio” ha mantenido al mismo “ministro de la Guerra” de Bush (Robert Gates), y junto con él, todos los compromisos militares que tenían los EEUU en los distintos frentes de la Guerra Global contra el Terrorismo (GWOT), que Obama ha rebautizado y maquillado bajo el nombre “Operaciones de emergencia ultramarinas” (OCO).
Irak. La retirada de  EEUU de Irak (que se completará antes de finales de 2011) no se debe a ideales pacifistas, sino a la decisión estratégica de liberar recursos militares de una guerra que Obama definó como la “guerra equivocada” para emplearlos en el frente de la “guerra justa”, la de Afganistán.
Afganistán. Pese a haber declarado que se emprendería una “nueva estrategia”, de hecho Obama lleva a cabo una intensificación del conflicto, duplicando el número de tropas EEUU en el frente (de 32.000 a 68.000 en un año, aunque se prevé llegar a 100.000), y prosiguen los bombardeos aéreos que día tras día provocan masacres de civiles afganos.
Pakistán. La realidad es que Obama ha extendido la intervención militar de EEUU en Afganistán a Pakistán, intensificando notablemente los ataques con cohetes lanzados por drones de la CIA en las zonas tribales (unas 70 incursiones de drones desde su nombramiento con decenas y decenas de civiles muertos) y forzando al gobierno de Islamabad a acometer ofensivas militares masivas en los bastiones talibanes del valle de Swat (ofensiva que ha causado una catástrofe humanitaria de millones de personas sin hogar). Dentro de poco se prevé otra en Waziristán.
Somalia. Con Obama han continuado los ataques militares estadounidenses en territorio somalí para eliminar a exponentes de Al Qaeda y del grupo local Al Shabab: ataques con misiles o incursiones de escuadrones de tropas especiales aerotransportadas (como la del pasado 14 de septiembre).
Filipinas. Las fuerzas especiales estadounidenses siguen combatiendo con las tropas filipinas empleadas en operaciones militares contra grupos armados integristas islámicos que se consideran vinculados a Al Qaeda (Abu Sayaf y Jemaah Islamiyah), que operan en las islas más meridionales del archipiélago filipino.
Otros conflictos. Consejeros e instructores militares de EEUU siguen operando en muchos otros frentes de guerra: en el sur de Tailandia (contra los separatistas islámicos de Pattani, también acusados de vínculos con Al Qaeda), en Georgia (contra los separatistas osetas y abjasios respaldados por Rusia), en Colombia (contra los guerrilleros de las FARC), en Níger, Malí, Túnez (contra las células locales de Al Qaeda en el Magreb islámico) y en Yemen (contra las milicias de Al Qaeda en la península arábiga del jeque Nasir al Wahayshi).
Diplomacia. Tampoco es que todas las iniciativas diplomáticas de Obama hayan guardado miramientos. Basta con pensar en la obstrucción de una investigación independiente sobre crímenes de guerra que cometió Israel en Gaza durante la operación “Plomo fundido”, o en la patraña provocadora de la “nueva” central nuclear iraní en Com (que en realidad EEUU conocía desde 2006), o en el “abandono” del escudo de misiles de Bush (en realidad rediseñado según criterios más modernos), o en la renovación del anacrónico embargo económico a Cuba.
http://it.peacereporter.net/articolo/18275/Obama%2C+apparenza+e+realt%26agrave%3B



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Sobre el Nobel de la Paz
El servilismo de un jurado



No, no es un broma. Han oído bien.
No, no es el día de los Santos Inocentes (o afín) en los países nórdicos. Están bien informados.
Barack Obama, el presidente de Estados Unidos, el presidente más mercadotécnico de la Historia, es el Premio Nobel de la Paz de 2009.
No, no han oído mal. No ha sido el pueblo palestino de Gaza el premiado y ustedes, por distorsión, han entendido Obama por Gaza. No ha sido eso.
Una mirada al pasado: hace 36 años, en compañía del admirado y paciente negociador vietnamita Le Duc Tho, fue premiado Henry Alfred Kissinger, uno de los políticos con mayor currículum criminal del siglo XX, con el mismo Nobel. Su mérito: negociar en París con el diplomático vietnamita la salida USA de Vietnam mientras las fuerzas aéreas del Imperio aplanaban ese heroico país y exterminaban a miles y miles de ciudadanos. Cuentan que el corrupto Richard Nixon le sugirió una vez al doctor Kissinger que pensara en serio, que pensara a lo grande, sobre el uso de la bomba atómica en el Sudeste Asiático.
Kissinger no es Obama. De acuerdo. Barack Obama no representa en 2009 la línea de política atómica desbrindada que representó Kissinger hace 40 años. Pero, aún sin haber leído las razones del jurado, no se conocen sus méritos pacifistas. La Administración del señor Obama ha heredado dos guerras manifiestas en Iraq y Afganistán de la anterior administración Bush II. No se sabe que haya dado hasta la fecha ningún paso decisivo para salir de esas dos guerras coloniales. Se sabe, eso si, que esa Administración ha negociado un pacto con el gobierno criminal del señor Uribe para situar nuevas bases en Colombia y que las amenazas a Irán bélicas, directas o indirectas, siguen en el puesto de mando. Sin duda, su alianza estratégica con el Estado racista y criminal de Israel sigue tan viva como con la anterior Administración. Tampoco se sabe que su administración haya dibujado ningún paso decisivo contra el golpe de Estado de Honduras.
¿Ha caído entonces el jurado del Premio en las heladas aguas del papanatismo o del servilismo al Imperio? ¿O han querido compensar el fiasco de Obama con la candidatura de Chicago para situar su nombre de nuevo arriba en las encuestas?
Cabe, eso sí, otra interpretación. Los miembros del jurado han oído con atención el discurso del presidente Chávez en el ONU y han aceptado la razonable conjetura del dirigente bolivariano sobre los dos Obamas. Uno, traza bellos discursos sobre la dignidad y la paz de los pueblos; otro, practica viejas y desgastadas políticas de sabor imperial. El Jurado ha pensado ayudar al primero contra el segundo y han premiado no al Obama real sino al Obama imaginario y deseado que habla de democracia, de justicia y de nuevas relaciones internacionales bañadas por la luz de la armonía y las aguas del derecho internacional.
Ese Obama inexistente ha sido premiado para que el otro Obama, el real hasta ahora, tome nota y siga el ejemplo. El presidente Chávez, una vez más, él sí dos o más en uno, ha dado en la diana. De la paz, por supuesto.
Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.


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