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jueves, 5 de agosto de 2010

MARIGUANA: La despenalización de este vegetal y de otras drogas no aumentaría su consumo y sí acabaría con la violencia que su ilegalidad han producido en México



copiado de LA JORNADA   www.jornada.unam.mx

Cannabis sativa, juanita
Jorge Carrillo Olea

El avestruz mexicano, ese que nos convoca a creer que la economía va bien, que la inflación es nada, que la gasolina no sube sino que se ajusta, que como la reserva monetaria es enorme, pues ya pronto no habrá pobreza, que el peso no se ha devaluado, sino que flota, que las elecciones fueros ejemplares, que el crimen es un problema de percepción y que será extinguido como si fuera viruela. No, por lo menos no. Decir no a la simulación en ciertos temas al menos. Hay que combatir ese daño tan lesivo para la nación. Decir no a la simulación es ya una necesidad vital, no podemos seguir engañándonos.
El uso medicinal de la cannabis es legal en un gran número de países, entre ellos Canadá, Alemania, Argentina, Austria, Holanda, España, Israel, Finlandia, Portugal y pronto lo será en Suiza. En Estados Unidos (EU), 14 estados han reconocido la mariguana medicinal: Alaska, California, Colorado, Hawai, Illinois, Maine, Michigan, Montana, Nevada, Nuevo México, Oregon, Rhode Island, Vermont y Washington. El condado de Oregon autorizó el 20 de julio la producción industrial sin límites con la consecuente comercialización. California realizará en noviembre un plebiscito para su total despenalización destinada ahora a fines recreativos. También es cierto que aun donde se simulan prohibiciones, la política de la permisividad es toda una realidad. ¿Por qué nosotros no podemos ser realistas y proceder de alguna manera hacia la actualización de criterios?
Lo anterior refleja que es un mito en el que hemos vivido y que las autoridades siguen alimentando. Dicho acto sumiso de México es nuestra respuesta ante el mandato estadunidense. Nosotros de manera solamente oficial, nunca consultada, antidemocrática e irracional, actuamos en contra de la producción, comercio y consumo de ella. La mariguana es mala, magister dixit, y por ello como al diablo habría que guardarle distancia. Además de los 14 estados ya mencionados, es oportuno señalar que entre Luisiana, Kentucky, California y Hawai, producen 50 por ciento del consumo total de ese país. No se contabilizan otros estados, la producción doméstica, ni la procedente de Canadá, donde se cultiva todo el año en invernaderos y resulta una planta con mucho más poder sicotrópico.

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Esas cosechas son amplísimas –evidentemente se esparcen por todo el país–, lo que lleva a hacer inocultable la producción, comercio y consumo de la herbácea. No nos hagamos tontos, la mariguana se produce y consume cada día más y más y en más y en más ambientes. México produjo 15 mil 500 toneladas en 2006 y en 2008 llegó a 21 mil 500: o sea fue en dos años aumentó 36 por ciento (Datos del National Drug Intelligence Center (NDIC) del Departamento de Justicia estadunidense).
De manera ejemplificante se debe observar que en Portugal, después de diez años de despenalización de todas las drogas, no sólo de la mariguana, se registran resultados positivos. Han disminuido los casos de muertes por sobredosis, principalmente las de la calle. Los contagios del sida se han desplomado y por supuesto la violencia asociada ha caído de manera contundente. Costa Rica explora semejantes caminos, como prevención al horror a la violencia que en México se ha desatado.
La prestigiosa revista The Economist en su política editorial aboga de la misma manera. Tres ex presidentes latinoamericanos Gaviria, de Colombia; Cardoso, de Brasil y Zedillo, de México, han presentado un informe recomendando la despenalización. En el caso de Colombia vale destacar que al final de ocho años de gobierno de Uribe, se han registrado importantes logros en materia de seguridad pública. En cuanto a la droga, sea cocaína o mariguana no ha habido ningún avance.
Bajo estas condiciones y con base también en el vastísimo consumo nacional comentado, la tradición sobre sus usos curativos y una producción en gran escala surge la pregunta: ¿por qué seguir manteniendo la criminalización, sabiendo de manera indubitable que la supresión de esta política, o sea la despenalización, nos llevaría a terminar radicalmente con la parte de violencia que hasta hoy lleva consigo? El enfoque de salud está totalmente rebasado. Otra cosa es que nuestras autoridades no lo quieran aceptar. EU que sabe hacer y usar estadísticas dice: el tabaco produce 400 mil muertes anuales en ese país; el alcohol 100 mil; todas las drogas legales 20 mil y todas las drogas ilegales 15 mil. Advierten que no se atribuyó ni una muerte por sobredosis a la mariguana, no existen.
Terminada la criminalización, naturalmente desaparecería el mercado negro y los delitos consecuentes: cultivo, transporte, comercio o posesión. México ocupa el primer lugar mundial en producción y decomisos de mariguana, de acuerdo con el Informe Mundial sobre las Drogas 2008, elaborado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito. Ante estas circunstancias, conocidas casi por todo el mundo interesado y que recientemente, como nunca, está la evidencia de los terribles actos de criminalidad que provoca y que van al alza, ¿qué queremos o estamos decididos a soportar, como hoy, más inocentes muertos, niños inclusive? Esta ex guerra, según ahora el lexicón de Calderón, ya dejó casi 28 mil muertos. Se alega con desprecio que casi todos son criminales. Pues no señor, antes que todo son seres humanos, después mexicanos y para más, muchos de ellos son asesinados, pues se actúa fuera de la ley.
Hay que incorporar a nuestras reflexiones un hecho: existen delincuentes porque existe el delito. Sin delito no habría delincuentes. Sin leyes absurdas no habría el genéricamente llamado narcotráfico. Éste existe porque hay una legislación, que a una actividad imparable y creciente la define como delictiva. Otra vez, sin delito no habría delincuentes y sin ellos no habría violencia. La actual, llamada estrategia, no será capaz de contener la violencia: ni ésta ni ninguna otra
El consumo es una decisión personal a respetar; estamos en una de las revoluciones históricamente más intensas sobre el derecho a decidir en diversos campos: seamos congruentes. El hoy narco-delito es el creador de la violencia. Valga tanta reiteración, pero sobre todo, cuando el mundo va con toda sensatez en el sentido de la apertura, de la despenalización, ¿por qué seguir imitando al avestruz? ¿Será que el señor Calderón espera una luz verde formal de parte de EU?
Eso nunca sucederá. Por eso, por una vez siquiera seamos dueños de nuestras decisiones. EU mantiene la segunda enmienda constitucional con todo vigor, lo ha ratificado este julio la Suprema Corte. Cien millones de estadunidenses poseen un promedio de dos armas. Están en su derecho, es su vida interna. Pero y nosotros, ¿no tenemos acaso dimensión para manejar nuestro propio destino?

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