tomado de "La Jornada" www.jornada.unam.mx
La obnubilación del gobierno calderonista ante el hecho evidente de que no tiene respaldo popular y de que el PAN no va a ganar las elecciones intermedias de 2009 ha llevado al grupo gobernante a una violencia inusitada en todos los órdenes, que está implicando la violación de derechos fundamentales de los mexicanos, pero también el trastocamiento de las instituciones políticas de la República que ya no existen bajo el régimen panista más que en la letra escrita de la Constitución.
1. Las acciones autoritarias del gobierno calderonista para tratar de imponerse en 2009 y tratar de generar las condiciones para permanecer en el poder en 2012 lo han llevado entre otras cosas no sólo a pisotear los derechos políticos del pueblo mexicano, como acontece en esta campaña electoral indigna, en la que se están utilizando todos los recursos del Estado para imponer al PAN, sino a destruir la autonomía de las instituciones. El IFE y el Tribunal Electoral no son ya más que instrumentos del Ejecutivo, y el régimen federal es pisoteado todos los días por el gobierno calderonista, empeñado en que los resultados electorales le permitan controlar a los gobiernos estatales y en edificar un poder cada vez más centralizado.
2. El fracaso de la gestión de Felipe Calderón en los tres primeros años del gobierno surgido del fraude electoral de 2006 no ha sido obstáculo para que el grupo derechista en el poder reformule su estrategia electoral
, en términos de una violencia inusitada que le está llevando a cometer todo género de ilegalidades, a perder toda compostura y respeto al pueblo mexicano, y ahora a lanzarse incluso contra sus propios aliados.
3. Los cientos de millones de dólares del erario nacional gastados impunemente por Felipe Calderón y su equipo en estos casi tres años, en la más vasta campaña de autopropaganda que haya emprendido gobierno mexicano alguno, no le han servido de nada, pues nunca pudo aparecer como un líder y su gobierno no sólo sigue siendo visto por millones de mexicanos como espurio sino también como un gobierno corrupto e inepto. La mayor evidencia del fracaso de Calderón la constituye el hecho de que ante las elecciones el aparato propagandístico del gobierno no parece tener más que una obsesión, la de seguir calumniando y denostando a Andrés Manuel López Obrador, ahora con el pretexto de que está defendiendo los derechos políticos del pueblo de Iztapalapa a elegir a su delegado.
4. El caso de Iztapalapa ha adquirido un extraordinario relieve porque evidencia el deterioro institucional al que el panismo-yunquismo está llevando a México con todo cinismo, buscando que en 2012 no pueda haber un candidato de oposición en México. El gobierno calderonista logró imponer como dirigente del PRD a su aliado Jesús Ortega, que no ganó las elecciones internas en 2008, y nuevamente utilizando al Tribunal Electoral le ha impuesto al PRD una candidata, la señora Silvia Oliva, que tampoco ganó las elecciones internas, tratando así, entre otras cosas, de forzar a decenas de miles de militantes a abandonar ese partido.
5. La indignación ha crecido, sin embargo, al empezar a conocerse la forma en que el difunto Juan Camilo Mouriño fue forjando desde Bucareli por la vía de la corrupción una alianza con Jesús Ortega, para que éste, a cambio de ser instalado como presidente perredista por el gobierno, le subordinara el PRD a Calderón, siguiendo el modelo de los partidos paraestatales de los años 60, lo que iban a festejar tras la aprobación de la contrarreforma energética precisamente la trágica noche del 4 de noviembre en la que el avionazo frustró el anuncio público (Milenio Diario del 23 de junio). No extraña, por lo mismo, que la señora Oliva tenga en su campaña como oferta principal a los iztapalapenses la de que hará entrar al Ejército federal a Iztapalapa, creyendo así sentar las bases para que Acción Nacional se apodere de la capital en 2012.
6. El objetivo de la extrema derecha en México es, como se ve, muy claro: se trata de aparentar tras este proceso electoral que salen supuestamente fortalecidos y que tienen vía libre para seguir cometiendo todo tipo de tropelías desde la cúspide del Estado y, en particular, para seguir reconvirtiendo al régimen político mexicano, conforme a los viejos dogmas centralistas y autoritarios de los conservadores mexicanos, y a lo que es su interpretación de lo que ha de ser el Estado neoliberal.
7. El modelo neoliberal impuesto desde los años 80 en el mundo occidental supuso una reformulación del sistema capitalista que al entregar más impunemente el control estratégico de la economía a los consorcios multinacionales implicara nuevas estructuras de los estados nacionales y otras formas de ejercicio del poder político, y lo más aberrante de lo que acontece en México es que al amparo de esas tesis delirantes, derrotadas ya por la experiencia trágica del pasado reciente, de manera anacrónica, los panistas-yunquistas en el poder siguen desmantelando y pisoteando el orden constitucional mexicano: cancelándole derechos a los mexicanos y tratando de edificar un poder cada vez más centralizado e impune, como se evidencia en este proceso electoral.
8. Los conservadores mexicanos pugnaron siempre por un poder centralizado y esa es ahora una obsesión de Calderón, que utilizando al Ejército federal en su supuesta lucha contra el narcotráfico ha violentado por completo el orden constitucional y vulnerado la autonomía de estados y municipios, como lo hace ahora queriendo que se ignore que en la Constitución mexicana el gobierno federal no es superior a los gobiernos de los estados y no puede hacerlo todo, como lo pretendió Gobernación tras el michoacanazo y busca hacerlo ahora Calderón al tratar de arrojar la responsabilidad por el incendio de la guardería de Hermosillo al gobierno de Sonora.
9. Lo menos que se puede decir del titular de Gobernación, Fernando Gómez Mont, cuando acusa al gobernador de Sonora de altanero
y de espetarle que no acepta el tono que usa contra Calderón
(24 de junio) es que es un ignorante: en la Constitución mexicana, el gobierno federal no lo puede todo como acontecía en las dictaduras del siglo XIX, y los gobernadores de los estados no son subordinados del Ejecutivo federal, por lo que pueden hablarle como les parezca. Cuando un gobernador como el perredista michoacano Leonel Godoy se doblega indignamente ante Calderón, y acepta con sumisión la violación del orden constitucional, contribuye al retroceso político de México.
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