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El jubileo de don Raúl Vera
Bernardo Barranco V.
Raúl Vera López,
titular de la diócesis de Saltillo, celebra el vigésimo quinto
aniversario de su consagración como obispo en aquel lejano 6 de enero de
1988. En Saltillo, la diócesis organizará el Jubileo episcopal bajo el
lema:
Fray José Raúl Vera López OP nació en Acámbaro, Guanajuato, el 21 de
junio de 1945. Originario de una zona muy católica y de una familia
modesta, emprendedora, con vocación por el conocimiento y el servicio.
Don Raúl recuerda a su madre atenta a su pequeño, pero potente radio de
onda corta, escuchando las noticias del mundo que transmitían Radio
Francia Internacional, La Voz de América, Radio Moscú.Construyendo la Iglesia profética, con la fortaleza del Espíritu respondemos a los signos de los tiempos. Lo acompañarán con sendas conferencias y testimonios, entre otros: Jon Sobrino, SJ; Gustavo Gutiérrez OP; Jesús Espeja OP; Clodomiro Siller, Javier Sicilia y nuestro compañero de esta casa editorial, el valiente sacerdote Miguel Concha OP. Los festejos se realizarán este viernes 4 y sábado 5 de enero. Recordemos que Vera recibió el Premio Rafto 2010, otorgado por la Fundación Rafto por su compromiso en la defensa de los derechos humanos y que fue uno de los cuatro finalistas al Premio Nobel de la Paz 2012.
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El niño Raúl soñaba con ser bombero. Con seis hermanos, vive una infancia feliz entre papalotes, futbol y bicicletas al lado especialmente de su hermano Carlos. Inquieto y travieso, es apodado El Rojo por el tono de su cabello pelirrojo. A los 17 años, con apoyo de sus hermanas, viene a estudiar la universidad a la ciudad de México a inicios de los años sesenta, en el apogeo del rocanrol. Alternaba su estancia en las instalaciones nuevecitas de la Facultad de Ingeniería, en Ciudad Universitaria, y el Centro Cultural Universitario (CUC), manejado por los dominicos y que aún opera.
Es importante destacar que Raúl Vera es uno de los raros obispos con una formación universitaria secular. Entre sus principales mentores en aquellos años juveniles destacan el biblista Manuel Jiménez; Alex Morelli, cura obrero francés, y el fundador de la parroquia universitaria, Agustín Désobry.
A diferencia de la mayoría de los obispos mexicanos que ingresaron a la Iglesia entre los 13 y los 16 años de edad, casi unos niños, Raúl Vera ingresa al seminario una vez concluida su carrera universitaria, a los 23 años. Son datos no menores, porque si bien él es eclesial e institucional, tiene la virtud de no ser clerical. Vera se tituló de ingeniero químico en la Universidad Nacional Autónoma de México. Era un estudiante que no se perdía las marchas estudiantiles y vivió una doble politización: la universitaria y la católica. Su opción sacerdotal está marcada socialmente por el 68.
La Orden de Predicadores, frailes dominicos, lo hace estudiar filosofía en México y teología en Bolonia, Italia (1968-1976). Fue ordenado sacerdote por el papa Paulo VI el 29 de junio de 1975 y funge como capellán de estudiantes de la UNAM (1976-1981 y 1985-1987). En enero de 1988 asume la diócesis de Ciudad Altamirano para reorganizarla y, sobre todo, destrabar las agudas tensiones del clero. Sin embargo, su encomienda más delicada fue sin duda su nombramiento de obispo coadjutor de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, el 15 de agosto de 1995.
Vera fue transferido a San Cristóbal de las Casas gracias a la
acción del entonces nuncio Girolamo Prigione, quien hacia 1993 estuvo a
punto de remover a Samuel Ruiz. Amenazado por la curia vaticana, el
levantamiento zapatista en 1994 cambió el contexto, así como la
solicitud en ese momento de Manuel Camacho Solís, comisionado para la
paz en Chiapas; estos hechos fueron determinantes para sostener al
obispo rebelde por ser pieza clave en la negociación entre el EZLN y el
gobierno. Por tanto, Raúl Vera se incorpora a San Cristóbal con una
tarea precisa: neutralizar el liderazgo de don Samuel Ruiz y demoler su
trabajo pastoral con los indígenas.
Raúl Vera queda conmovido por los testimonios de fe de los pueblos
indígenas, así lo ha revelado, y desde el inicio expresa su abierta
indignación ante la marginación y a la represión gubernamental; avala el
trabajo pastoral de la diócesis, la postura de defensa de la cultura y
los derechos indígenas y, sobre todo, reconoce públicamente la
trayectoria y el trabajo pastoral de treinta años del obispo Samuel
Ruiz.
La curia vaticana no lo perdona y, pese a tener derecho de sucesión,
lo transfiere a la diócesis de Saltillo el 30 de diciembre de 1999,
decisión que Vera acata con disciplina. Ahí desarrolla no sólo la opción
por los excluidos, la justicia, particularmente a mineros y migrantes,
sino que a través de una pastoral integral abre su atención a grupos de
homosexuales.
Ha sufrido el doble embate de la derecha: la política, incómoda por
sus posturas críticas, y la derecha religiosa, que se escandaliza con
sus aperturas pastorales. Sectores afines al Yunque lo han amenazado y
denunciado, reclamando:
queremos un obispo católico. Roma, haciendo caso de rumores, lo llama en septiembre de 2011 a aclarar especialmente su relación con la comunidad gay. Sin embargo, don Raúl no se deja amedrentar y continúa su trabajo.
Ha sido un severo crítico del poder. A Felipe Calderón le increpó que
había fallado como católico. Ha sido el actor religioso que con mayor
severidad ha cuestionado a Peña Nieto y el regreso de prácticas
autoritarias, de impostura y corrupción del PRI.
Raúl Vera es heredero de los mejores obispos posconciliares de
América Latina, como Hélder Cámara y Óscar Arnulfo Romero. Inquieto,
hiperactivo e infatigable, Raúl Vera es el mejor obispo que tiene hoy la
Iglesia mexicana, sin duda alguna. Ha sido valiente y generoso, ha
levantado numerosas controversias dentro y fuera de la Iglesia. Su
jubileo es una celebración que tiene raíces en el antiguo testamento,
una fiesta pública, solemne y significativa. Va, pues, nuestro
reconocimiento por estos años de compromiso cristiano.
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