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Detenciones arbitrarias, la verdadera provocación
Las detenciones arbitrarias en Guadalajara.
Foto: Rafael del Río
Foto: Rafael del Río
MÉXICO,
D.F. (apro).- Como dos gotas de agua, las jornadas de protesta en la
Ciudad de México y en Guadalajara el pasado 1 de diciembre tienen una
similitud que hace pensar en una provocación armada, quizá desde los
sótanos del poder político o de los cuerpos policíacos y parapolicíacos.
De
acuerdo con los testimonios de varios de los participantes, en
Guadalajara, después de pasar por la sede estatal del PRI se sumaron
grupos de personas encapuchadas o con el rostro cubierto, dispuestas a
armar destrozos en las instalaciones del tricolor y de Televisa-Jalisco.
En la Ciudad de México, a la altura de Tepito y otros barrios del
Centro Histórico comenzaron a salir jóvenes con palos, piedras, quienes
protagonizaron los destrozos que han dado la vuelta al mundo a través de
las imágenes televisadas y decenas de fotografías.
Ninguna de las
personas que protestaban sin violencia había visto antes a los porros
“sembrados”. Ni en las marchas del movimiento #YoSoy132 ni en las de los
simpatizantes de Morena o en otros colectivos que salieron ese 1 de
diciembre para expresar su descontento por la llegada de Enrique Peña
Nieto al poder presidencial.
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En ambos casos, la brutalidad y la
torpeza policíacas quedaron documentadas en videos y cientos de
fotografías que se están subiendo a Youtube, a Twitter, a Facebook y a
blogs. En Guadalajara patearon a mujeres jóvenes. En la Ciudad de México
los granaderos golpearon y detuvieron a muchos y robaron cámaras
fotográficas a reporteros de agencias internacionales y periódicos.
La
diferencia entre Guadalajara y la Ciudad de México es que en la capital
tapatía el lunes 3 de diciembre fueron liberados 25 jóvenes detenidos, 8
mujeres y 17 varones, después del pago de una fianza que sumó en total
81 mil pesos, según la información local.
En la Ciudad de México
se encuentran 67 personas detenidas, consignadas en el reclusorio Norte y
en Santa Martha Acatitla, pero un buen número han desmentido las
versiones de la Procuraduría General de Justicia capitalina. A través de
la prensa, el Ministerio Público del Distrito Federal ha dicho que los
agresores recibieron 300 pesos para provocar los destrozos, sin
identificar quiénes fueron los “financiadores” del vandalismo. También
lanzó la hipótesis de que desde dos semanas atrás se organizaron los
actos vandálicos.
Es muy probable que estén en lo cierto: la ola
pendenciera se armó con antelación. Lo que ha generado una ola de
protestas, incluyendo la marcha de más de 2 mil personas el 3 de
diciembre, es que la mayoría de los detenidos no son los responsables ni
los artífices del pandillerismo.
Así lo declaró a varios medios,
incluido el portal Animal Político, el abogado Armando Barrera, de Cause
Ciudadano. Defensor de varios de los detenidos, Barrera informó que han
sido acusados de delitos como alteración de la paz social, con el
agravante de pandillerismo, equiparable a terrorismo. Por este delito
pueden estar de 7 a 45 años en prisión.
“Una gran mayoría fueron
detenidos sólo por transitar” en el momento del zafarrancho en las
calles 5 de Mayo, Madero, avenida Juárez y en la Alameda.
Animal
Político entrevistó a Claudia Ovando, novia de Rodrigo Andrés Nieto,
quien fue detenido junto con Juan Carlos Jiménez. Son jóvenes de Tabasco
que andaban de compras en 5 de Mayo.
“Estábamos en la calle 5 de
Mayo buscando dónde almorzar cuando en eso comenzamos a escuchar cómo
venían personas corriendo. Cuando nos dimos cuenta prácticamente los
granaderos estaban detrás”, relató Claudia Ovando, quien logró escapar
de la razzia de los policías capitalinos.
La Unión de Juristas de
México también emitió un comunicado para condenar “la brutalidad
policíaca ejercida para reprimir la manifestación y la detención
arbitraria ejercida” de decenas de jóvenes.
Este 4 de diciembre,
Amnistía Internacional y Reporteros sin Fronteras, dos organismos
internacionales también desacreditaron la versión de las autoridades
ministeriales y policíacas que pretenden condenar a 67 personas,
incluyendo a varios fotógrafos detenidos.
“Existen profundas dudas” acerca de las evidencias presentadas en contra de los detenidos, advirtió Amnistía Internacional.
A
su vez, Reporteros sin Fronteras destacó que entre los detenidos se
encuentran dos fotógrafos que estaban realizando su trabajo y no
generando los destrozos que fueron ampliamente televisados. Entre ellos,
el joven Mircea Topoleanu, de 32 años, de origen rumano, y Brandon
Daniel Bazán, de la revista Café Mx. También mencionan los casos de los
fotógrafos agredidos Quetzalli González, de Nuevo Excélsior, Ana Cecilia
Méndez, Alejandro González y Martín Salas, de Milenio Diario, y de
Bernardo Montoya, de la agencia Reuters.
Otro testimonio en contra de la razzia
que aplicaron las fuerzas policíacas es la del grupo de alumnos del
Colegio de Literatura Dramática y de Teatro de la Facultad de Filosofía y
Letras de la UNAM. Emitieron una carta donde mencionan a varios jóvenes
que fueron detenidos en la calle de Filomeno Mata, acusados de ser
“vándalos” y “porros”. En realidad, son estudiantes; incluso dieron a
conocer el número de cuenta de cada uno.
Son los casos de Mónica
Paloma Alvarado, Daniela Sánchez Ríos, Valentina Guerrero, Fernanda
Preciado Castillo y su madre Guadalupe Castillo Martínez (también
detenida), Gisella Moreno Mejía, Enrique Culebro, Francisco Torres
Pacheco, Luis Manuel Salazar, Marina Muñiz Nieto y Gustavo Arteaga.
Todo
parece indicar que la provocación fue armada no sólo para generar la
imagen de violencia pendenciera (ampliamente difundida en los
noticiarios de televisión abierta y de paga), sino para detener a
jóvenes que han participado en otros muchos colectivos que nunca han
lanzado bombas molotov ni su afán es generar destrozos en comercios o en
la recién remodelada Alameda.
Estamos, quizá, ante el germen de
un movimiento como el que dio origen al #YoSoy132 después del “viernes
negro” de Peña Nieto en la Universidad Iberoamericana o en la
contraparte más represiva y perversa: un halconazo al estilo de junio de
1971 para justificar una ola de arbitrariedad y represión para generar
miedo y persecución selectiva.
Hay demasiados elementos para advertir que la tentación represiva es un bumerang peligroso.
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