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20-07-2009 |
Hace apenas unos días se presentó la edición del segundo volumen de las obras completas de la escritora Carmen Martín Gaite; con este segundo tomo se terminan de agrupar sus novelas. Narradora de soledades, de circunstancias estacionales, de realidades fantásticas, además de novelas escribió cuentos, poemas, artículos, ensayos, dramas, conferencias,… ¿Cómo abordar la escritura de una creadora que participó en los más variados campos de la literatura?
Carmen Martín Gaite forma parte del grupo de escritoras y escritores que crean la novela estructural. Su obra arranca en el realismo crítico, donde tiene en cuenta a las gentes laboriosas que son presas de un trabajo inútil, vacío, perdidas para todo lo que se refiere a una idea común, alienadas; y si mira a las clases altas las encuentra protegidas bajo cubiertas rígidas, viviendo internamente contradicciones a las que atacan de forma violenta, mientras invisten su existencia de la ignorancia general y son atizadas por unas enormes ansias de descomposición.
En otro momento se lee en su obra la mirada que busca la grieta en la realidad para encontrar la imagen fantástica; se ha dicho que para ella “lo cotidiano era el estuche de lo fantástico”. Por un camino o por otro trata continuamente de la importancia del paso del tiempo y de la memoria. El tiempo ese algo que no se puede detener, y al que ella se propone adelantar. Y la memoria, como parte del conocimiento. Buscaba dónde aprender, quería aprender todo. Quienes la conocían señalan que le interesaba saber qué daba lugar a los acontecimientos y a lo cotidiano, no aceptaba el olvido, y afirmaba que para entender el presente era preciso mantener el recuerdo, y que sólo de esta manera podríamos reafirmarnos y ser coherentes.
Ahora bien, para el conocimiento le era imprescindible la experiencia, por eso en sus trabajos históricos y periodísticos son muy importantes sus procesos de lectura y búsqueda por los que va pasando y en los que se va encontrando; de ahí que nos deje escritas sus preguntas y contestaciones en medio de una manera de leer y escribir que nos sintoniza y nos implica.
Carmen Martín Gaite era amiga de las preguntas, de los nudos, de las paradas reflexivas. En 1994 le dan el Premio de las Letras Españolas, y, en el homenaje, la escritora Belén Gopegui declara: “De Martín Gaite he aprendido que el verdadero escritor está obligado a no dejar nunca de pensar, y si me apuran, diré a no dejar de estudiar, porque el verdadero escritor es quien no evita enfrentarse con ninguna pregunta”. Y en ese interés por las preguntas, por los nudos de la vida acabó siendo una escritora a la que iba el público lector a preguntarse, a dialogar con, a batallar contra el silencio y la oscuridad del siglo XX.
La vida doméstica era uno de los centros de su atención por ser lugar de convergencia de deseos y obligaciones, un laboratorio humano y un medio donde crece buena parte de la autenticidad.
En su literatura, muy cuidada, diría que escrupulosa, se aprecia la forma suelta, la expresión cercana, el coloquio fluido. En esto quizá intervenía tanto su afán por conocer la realidad en la que vivía (le gustaba coger el autobús circular que recorre partes contrapuestas de la ciudad de Madrid para oír a la gente), como, desprendido de esto, su deseo de observar con detalle, pensar, y así escoger para su escritura lo que consideraba el presente modélico, para lo que buscaría siempre ser clara a la hora de exponer la historia; se la oía decir: “Escribo para que me entiendan”.
Recorrer su obra es leer nuevas propuestas porque siempre son nuevas las formas de contar; buscaba, y evitaba estancarse.
Carmen Martín Gaite es más conocida por su novelística, pero en su obra lo más importante es el ensayo. Su inconformismo la llevaba a profundizar, y así lo transmitió a Belén Gopegui que declaró en cierta ocasión: “Me enseñó el rigor y también me enseñó a decir que no”.
Título: Obras Completas II.
Autora: Carmen Martín Gaite.
Editorial: Galaxia Gutemberg.
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