El Imparcial*
El rigorismo de la higiene
Un caso deplorable de contagio en la peluquería, caso cuyo desenlace fatal, por contaminación del cáncer, abrió el sepulcro á un laborioso comisionista, debe dar el grito de alerta, respecto al aseo imprescindible que ha de reinar en la toilette á que semanariamente, dos por lo regular, acude el hombre adulto.
Las ventajas de la higiene hánse pregonado día y noche, ya en panfletos del periodismo, ya con el autorizado tono del centro académico ó sociedad cualquiera de galenos. Empero, la voz que clama en el desierto parece muy á menudo no aportar significación, no atraer la simpatía ni despertar la menor zozobra.
El pueblo bajo no toma el baño lustral; el parásito sigue siendo el transmisor del tifo. Pero no repondrá que esto acontece en las esferas sociales inferiores. Pues, ¿y en las elevadas?
Cierto que el hombre de cultura visita la piscina de cualquier establecimiento balneario; hace sport, aféitase, etc; sí, es verdad; pero también lo es que en cada servicio se pasan por alto ciertos pormenores en que se esconde un peligro de muerte.
Allí viene el ejemplo, transcrito al comienzo de estas líneas.
¿Quién de los caballeros que, sin afeitarse en casa, acude á las peluquerías –y pongamos las del boulevard–, exige acaso la estufa desinfectante?
La avería, el cáncer, los terribles fantasmas de la muerte están en acecho; la navaja del barbero, en apariencia un arma cortés, podrá llegar, cuando no sufre la desinfección del agua hirviente, á merecer el título de arma homicida.
Vino de San Germán (Saint Germain)
En esta preparación se hallan en perfecta solución los remedios más eficaces contra las enfermedades procedentes de la pobreza de la sangre y afecciones pulmonares.
Está preparado de tal manera, que su asimilación con el jugo gástrico en vez de neutralizar sus efectos, aumenta su intensidad, y, por consiguiente, su acción benéfica en todo el organismo.
Es de eficacia soberana contra la tisis pulmonar y le trae en abundancia las células de sustitución designadas para reformar el tejido pulmonar, roído por la tuberculosis, cavado por las cavernas.
CAL
*Se publicó de 1882 a 1883 y de 1897 a 1914.
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