GONZALO ROJAS
Poeta chileno nacido en Lebú, Arauco, en el año de 1917.
Estudió Derecho y Literatura en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile. Fue profesor de Estética Literaria y Jefe del Departamento de Castellano en la Universidad de Concepción. Ejerció la docencia en Utah, EE.UU., Alemania y Venezuela. Organizó a partir de 1958 los famosos Congresos de Escritores en Concepción, reuniendo lo más selecto de la literatura latinoamericana. Fue diplomático en China y Cuba. Perteneció al grupo surrealista reunido en torno a la Revista Mandrágora, 1938 - 1943.
La mejor descripción de su poesía la hace Juan Andrés Piña, periodista, profesor de Castellano y Master en Literatura Hispanoamericana, quien ha expresado el siguiente comentario: "Los textos de Gonzalo Rojas están cargados de un vigoroso poder sonoro, existencial, erótico y ontológico, transmitido a través de una poesía fragmentaria, descoyuntada, y donde las palabras adquieren un nuevo sentido a partir de su estallido. Muchos de sus poemas arrastran al lector a saltos, en zig-zag, como en un balbuceo, envolviéndolo en una materia lingüística de extraño signo y ritmo. Sus textos abundan en la temática amorosa, en la eroticidad trascendente, así como en la reflexión filosófica donde el contrapunto de la vida y la muerte es frecuente".
Ha recibido numerosos premios internacionales entre los que se cuentan: Premio Sociedad de Escritores de Chile por "Poesía Inédita", 1946; Premio Reina Sofía de poesía de España; Premio Octavio Paz de México y José Hernández de Argentina, además del Premio Nacional de Literatura de Chile en 1992 y del Premio Cervantes de Literatura 2003.
LOS CÓMPLICES
Te decía en la carta
que juntar cuatro versos
no era tener el pasaporte a la felicidad
timbrado en el bolsillo,
y otras cosas más o menos serias
como dándote a entender
que desde antiguamente soy tu cómplice
cuando bajas a los arsenales de la noche
y pones toda tu alma
y la respiración
perfectamente controlada,
por mantener en pie tus rebeliones
tus milicias secretas
a costa de ese tiempo perdido
en comerte las u?as, en mantener a raya
tus palpitaciones,
en golpearte el pecho por los malos sue?os,
y no sé cuántas cosas más
que, francamente, te gastan la salud
cuando en el fondo
sabes que estoy contigo
aunque no te vea
ni tome desayuno en tu mesa
ni mi cabeza amanezca en tu pecho
como un ni?o con frío,
y eso no necesita escribirse.
PAREJA HUMANA
Hartazgo y orgasmo son dos pétalos en espa?ol de un mismo lirio tronchado
cuando piel y vértebras, olfato y frenesí tristemente tiritan
en su blancora última, dos pétalos de nieve
y lava, dos espléndidos cuerpos deseosos
y cautelosos, asustados por el asombro, ligeramente heridos
en la luz sanguinaria de los desnudos:
un volcán
que empieza lentamente a hundirse.
Así el amor en el flujo espontáneo de unas venas
encendidas por el hambre de no morir, así la muerte:
la eternidad así del beso, el instante
concupiscente, la puerta de los locos,
así el así de todo después del paraíso:
-Dios, ábrenos de una vez.
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